El Sol Newspaper, June 25, 1943, Page 5

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y Y Viernes, 25 de Junio de 1943 BISEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE = ak Página 5 LA PIOCHA DE LARRAÑAGA El inmenso Tito Ibarra Vino casi echando espuma Porque una pandilla diole De Puntapiés en la zaga. Todo fue por contestar A su comadre la pocha: ¡Que lo que ella contaba, Eso era cosa PIOCHA! Al decir esto le dieron Muy inesperada paga, Los Pachucos que no admiten Se les toque a Larrañaga. En montón y en alta voz Le reclamaron a Tito, y le dijeron mil gracias Poniéndole seco y frito. —¡Qué PIOCHA ni que ojo de hacha, Larrañaga es cabezón, No tiene pelos ni barba Y es puritito pelón! —¡O se aquietan chiquitines O me pongo a darles catos, Aunque ande con calcetines Les zumbo con mis zapatos! —La comadre piocha grita E interviene decidida: ¡Primero escuchen muchachos No me pongan afligida ... ! Yo convengo en que Don Pepe No tiene piocha ni bello, Pero cantando se para , Con mucha razón el cuello. Yo le contaba al compadre E Que sólo Pepito canta: “Guadalajara es mi Tierra” De tal manera, que encanta. Y que al cantar se le páran Las orejas y las cejas, Y eso nos alegra a todas Las muchachas y las viejas. Entonces el compa dijo: ¡Ay mi comadrita pocha, E Siempre ha sido Larrañaga Puri ti ti - tito PIOCHA! Al oir esto los buques Prometieron al Gran Tito No tocarle más la zaga, Y enseguida entusiasmados Gritaron con alborozo: ¡La PIOCHA de Larrañaga! Sin embargo, Tito lleva Un. hondo resentimiento Como si fuese una llaga: Pues dice: maldita PIOCHA los bigotes y el cabello Del cabezón Larrañaga. Por Qué No Pasó El. Japón De Las Aleutas Poco menos que un milagro fué el que los japoneses no in-| vadiesen a Alaska en junio de 1942. Lo que se proponían no era simplemente apoderarse de las islas Aleutas; su intento era lle var la guerra al continente ame- ricano, tanto en Alaska como en el occidente de los Estados Uni dos. Peró su intentona fracasó; sus fuerzas tuvieron que dar me dia vuelta y huír precipitadamen te, y todo-lo que lograron en el gran movimiento envolvente con que esperaban llegar hasta islo- tes sombríos e inhospitalarios de Atú, Agatú y Kiska, en el archi- piélago de las Aleutas. «El ala derecha de la escuadra japonesa quedó desbaratada en Midway. Veamos ahora lo que aconteció al ala izquierda en ese memorable 2 de junio. Amparado por las nubes bajas y las brumas de aquellas regiones inclementes, el grueso de las fuerzas japone- sas se deslizaba a lo largo de la larga cadena de islas desiertas, después de haber desembarcado algunos soldados en la de Atú, apoderándose de su pequeña es- tación de radio y hecho prisio- neros a 96 naturales y un blan- co. En la isla deshabitada de Agatú habían dejado también una guarnición. Entre esas fuerzas y la tierra firme de Alaska estaba Dutch; Harbor, donde los Estados Uni- dos tenían algunas fortificacio- nes hechas a la ligera, las únicas que habían construído en los 16- 00 kilómetros de islas del archi- piélago. Todas las fuerzas que se interponían entre los japoneses y su objetivo consistían en un gru- po de hombres desfallecientes y mal equipados, en número apenas suficiente para formar dos regi- mientos, con unos pocos cañones | y aeroplanos. La potente escuadra japonesa, navegando en un mar bravo, a bastante distancia de la costa, lan zó sus aviones contra la pequeña base naval norteamericana, que resistió con valentía pero sin ¡buen éxito, por carecer de ele- mentos - suficientes de defensa. Parecía que el enemigo había he- cho bien sus cálculos y formado sus planes con acierto. Pero en aquel momento acon» teció algo inesperado y pasmoso. En la retaguardia de los japo- neses, sin que ellos supiesen có- mo ni de dónde, apareció una escuadrilla de aviones del Ejér- cito norteamericano y en seguida arremetió contra ellos. Sorprendi- dos y desconocertados, huyeron y se refugiaron en la isla de Kis- ka. Aquellos aeroplanos « venían PHOENIX HAT MFG. CO.!| 24 N. 2nd. St. — Ph: 4-4820 La mejor sombrería de hombre en la ciudad. JOHN W. LEWIS NOTAKIO PUBLICO 32 al N. de la Ave. 1ra. Compra y venta de propie dad Se habla correcto español Artífices de la Victoria El primer ministro británico, americano. Se trata, como se antes de iniciarse n cab ga hizo antes del desembarco en África, ¡ da ofensiva que ha de dar por resultado la rendición incondicional del Eje. Churchill, y el presidente Roosevelt departen en los jardines de la reunión que celebra diariamente el estado mayor anglo- de preparar los planes de de tierra, no de portaviones, y como venían del oeste de Dutch Harbor, los japoneses concluye- | ron que, puesto que los aviones ¡ debían salir de algún aeródromo, ¡ en el mismo lugar habría sin du- da una base naval fortificada. | Así fué como Alaska se salvó | en una tabla y como casi por;¡ milagro se frustró, el grandioso plan de los nipones. La pérdida de Alaska hubiera sido para los norteamericanos y sus aliados un descalabro poco menos que nmior- tal. Y los japoneses podrían estar, hoy bombardeando en grande es- cala las ciudades occidentales de los Estados Unidos si no hubiera sido por un rubicundo, entrecano y profiado “general norteamerica- no llamado Simón Bolívar Buck- ner, jefe de las fuerzas de defen- | sa de Alaska. Mientras ellos, con fiando en las ventajas obtenidas len Pearl Harbor, hacían planes tremendos para un asalto trans- ; pacífico, él también hacía sagaz- mente los suyos. Estaba conven- cido de que los japoneses inten- tarían la invasión de los Estados Unidos por la vía de las Aleutas. Ellos sabían que los Estados Uni dos no empleaban las aguas de esas islas sino para pescar. De resultas de los planes del general | Buckner, en las listas y anuncios comerciales de Alaska apareció una nueva compañía de pesca. Poco después, un barco pesquero, viejo y desvencijado, arribó a una de las pequeñas islas situadas al veste de Dutch Harbor. No había en ella buenos puertos, pero en- tre sus áridas colinas se extendía una zona de terreno bastante llano. Más adelante llegaron otros pescadores. Eran en realidad in- genieros y técnicos que iban a construír un aeropuerto y proveer lo de todas las facilidades nece- | sarias para el aterrizaje, la sali- da y el cuidado de aviones de combate. Luego empezaron a lle- gar barcos pesqueros de aspecto estrafalario, cargados de armas, máquinas, camiones, Madera, com bustibles y víveres. El aeródromo se disfrazó tan eficazmente, dán idole el aspecto del terreno natu- ral de' la isla, que los japoneses volaron por obre él sin ver- Se Desea Saber: El paradero de la Sra. Aurora Pérez Olivas de 23 años de edad e hija del Sr. Faustino Pérez. Esta joven salió de Tucson en marzo de 1938 y ahora la busca con urgencia su padre quien de- sea tratar con ella importantes a- suntos de familia. Toda clase de informes sobre | este asunto dense al Antiguo SUPERIOR TAMALE, “situado en 343 E. Jefferson St. Pr —— ¡Señoritas! Joven americano, culto, de buena presencia y de 23 años de edad. solicita realcionarse con alguma señorita mexicana o hispano ame- ricana para practicar diariamen- te conversación español. Las interesadas pueden dar su nom- bre y direccicn en las oficinas de EL SOL para que el joven men- cionado pase a visitarlas y se hagan arreglos. lo o' sin darse cuenta de la que era. Este fué el aeródromo de donde salieron los aviones que pusieron en fuga la escuadra ja- ponesa y la obligaron a refugiar se en las islas de Atú, Agatú y «Kiska. Los norteamericanos la han mantenido embotellada allí me- diante otra operación «ingeniosa, aunque arriesgada en sumo gra- do. Escurriéndose por entre la niebla, casi bajo los cañones ja- poneses de Kiska, oficiales de In genieros desembarcaron en las islas Andreanof y levantaron el plano de la región que les pare- ció más apropiada para una base naval y aérea. En un día nubla- do de julio de 1942, salió para las islas una de las expediciones militares más notables y curiosas de esta guerra. Escaso de bar- cos y apremiado por la falta de tiempo, el Ejército reunió uno o dos buques mercantes de mediano tonelaje, varios transportes im- provisados, barcos fluviales de ruedas laterales, botes pescado- res, barcazas, y hasta una goleta vieja y carcomida. Las bodegas iban repletas de maquinaria, ar- mas y matriales, y hasta el últi-| mo centímetro cuadrado de las cubiertas estaba ocupado pór una multitud apretada de soldados, obreros y aviadores. Convoyaban la peregina mezcolanza varios barcos y aviones de' la Armada norteamericana. Todo el munds anhelaba el mal tiempo que du- rante: muchos meses había mal- decido, y temía el bueno, por el cual había suspirado poco an- tes. Seis días necesitó el convoy pa ra llegar a su destino y desem- barcar su gente y sus materiales, luchando con —un mar bravo y un frío penetrante y entume cedor. Por fortuna, el cielo en capotado y las brumas impidie- ron que los aviones japoneses sa lieran a explorar. En cuatro días de trabajo fuerte y constante se despejó y aplanó una faja de te- rreno de ancho y largo suficien te para el aterrizaje y despegue de los aeroplans, a la cual des- cendió poco después la vanguar 600D YEAR SHCE SHOP 15 S. Ist. Ave. Phoenix, Ariz. Hacemos toda clase dae ra- paraciones de calzado Operarios competentes dia de una escuadrilla de comba te, aprovechando una abertura en los nubes. Dos días después aterrizaban los primeros aviones grandes de bombardeo. | Desde entonces los japoneses no han tenido un momento de se- guridad ni de sosiego en las Aleu tas. Primero tuvieron que aban donar la isla de Atú. Luego vie ron que les era imposible defen der a Agatú, y concentraron to das sus fuerzas en Kiska. Venciendo obstáculos natura- les formidables, sobre todo el mal tiempo, que han hecho en sus fuerzas más estragos que el fuego del enemigo, los norteame ricanos han atacado con buen éxi to a los invásores siempre que han podido meter sus aviones por algún claro de las nubes o ases- tar los cañones de sus barcos a las defensas japonesas. Cerca de 500 toneladas de explosivos han lanzado contra los nipones (más de los que los nazis lan- zaron contra Coventry, en Ingla terra), y les han destruído gran número de fortificaciones, areo planos y barcos. Sin embargo, los japoneses es- tán aún en las Aleutas, y no es probable que los norteamerica- nos los echen muy pronto. El tiempo de aquellas regiones es el peor del mundo. Por maravilla falta le niebla, fría y espesa, tan desagradable como estorbosa. Con frecuencia se desencadenan súbi- tamente violentas tempestades, y el mar es tan bravo, que las olas inundan a veces los destructores, entrándose por la chimenea. La vida de los. marinos en las Aleutas es dura en verdad; pero la de los aviadores es más dura aún. Rara vez se ven las altas montañas, y ei aviador sabe que, al penetrar en cualquier nube, corre el peligro de estrellarse contra las rocas. A causa de la irregularidad en los cambios delf tiempo, en ningún momento pue- de preveerse lo que será treinta minutos después. ¡el hielo! En las alas de algunas fortalezas vo lantes que han ido a Kiska se ha formado hielo a razón de una tonelada por minuto, lo cual ha mantenido atareados los apara- tos desheladores. E Mucho es lo que han aprendi- do los aviadores norteamericanos en las Aleutas. Los pilotes de la escuela teórica de antes de la guerra se quedan lelos cuando oyen decir que en el primer bom bardeo de Kiska en grande esca- |! da, la altitud media de vuelo era de sólo 23 metros. En tales cir- cunstancias, no se cree prudente que los aviones de combate viajan solos. Van al lugar de ataque! convoyados por aviones de bom- bardeo, los cuales, despuéc del combate, vuelven a recogerlos, como una gallina recoge sus po- luelos, y a llevarlos a la base de donde salieron. Si el mal tiempo ha hecho per der la paciencia al Ejército y la Armada de los Estados Unidos, más aún los exaspera la aparente invencibilidad de Kiska. Metidos en sus barabaras (chozas nativas de tepes), que parecen haber si- do construídas a propósito y que ellos han hecho casi indistingui- bles dándoles habiblidosamente la apariencia de parte natural del paisaje, los japoneses están bien atrincherados. Hállanse en pose- sión de una de las únicas dos bahías bien abrigadas que hay en las Aleutas, y tan cerca de su base de Paramushiro, en la pun- ta de las islas Kuriles, como Dutch Harbor está de la tierra firme de Alaska. Tienen un nú- mero considerable de cañones, y se dan sus trazas de introducir en el puerto todas las municio- nes que necesitan, así como com bustible y víveres. Un jefe norteamericano dijo hace poco: A los japoneses no podremos echarlos de Kiska con nuestros bombardeos aéreos. Ten dremos que desembarcar y desen terralos, sacándolos uno a uno de sus madrigueras, como cone- jos. Y hartas vidas nos costará sacarlos. Pero los norteamericanos $a- ben dónde y cómo están alojados los nipones, dónde tienen sus mu niciones y abastecimientos, y dónde guardan sus aviones. Lle- van además euenta de los caño- nes antiaéreos japoneses, cuyas posiciones señalan en sus planos, y ni una hora de buen tiempo dejan pasar sin eniar sus aviones a bombardear y fotografiar las posiciones y los barcos: del ene- migo. Kiska no puede servir a los ja- poneses de base eficaz para lan- zar grandes escuadrillas que pre paren sú invasión de la tierra fir me norteamericana. Un solo aeró dromo no basta ni con mucho para equipar y despachar la po- derosa armada aérea que sería necesaria para tal empresa. Lo más que los japoneses pue- den hacer con Kiska es emplearla para abastecer de combustible sus barcos agabundos de ataque y sus submarinos del Pacífico septentrional, y, amenazando sin cesar a los Estados Unidos, obli- garlos a mantener en las Aleutas fuerzas navales y aéreas conside rables. A AUS HOTEL PARIS 226 E. Jefferson St. Telefono 3-4304 Comidas a la española Cuartos bien ventilados uperior Tamale ¿ Tiene el gusto de anunciar y ofrecer a su numerosa clintela, sus dos despachos: EL NUEVO SUPERIOR TAMALE en 615 E. Washington St.—Tel: 36360 CON SEVERO HURTADO COMO GERENTE _ _ _ _ == EL ANTIGUO "SUPERIOR TAMALE Como siempre en 345 E. Jefferson St. Teléfono 4-5760 CON EL PROF. 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