El Sol Newspaper, March 9, 1962, Page 4

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Posteriormente, y con per- miso del Director de la Po- licía Judicial del Distrito, Fer- nando Romero Hernández en- trevistamos a los dos asesinos quienes dieron una versión to- talmente alejada de la verdad y pretendiendo con ello men- guar un poco su responsabili- dad; sin embargo, estamos se- guros de que el Juez que ha- brá de conocer de este pro- ceso, dictará sentencia de a- cuerdo con el Código Penal en su parte relativa: a los crí- menes, con todas las agravan- tes de Ley, como fué este. CONFIESA A MEDIAS Octavio Villa Rentería, de 27 años de edad y domicilia- do en el número 84 de la Ca- lle de la República de Cuba, agente de la Dirección Fede- ral de Seguridad desde” hace año y medio, dijo que se ne- gaba a declarar una sola pa- labra hasta en tanto no es- tuviera su abogado. Luego pregunta: - —¿ Ustedes son periodistas? —Sií, señor —contestamos. —¿Lo que yo les diga no tiene valor judicial alguno? * —Ninguno, puede hablar con confianza. Porque si tiene valor jú- rídico entonces tengo que lla- mar a mi abogado para que me aconseje lo que tengo que decir en mi defensa. —Somos periodistas Pa petimos, y entonces Villa Ren= tería acepta contestar a nues- tro interrogatorio. Usted está acusado de ha- ber dado muerte a Oscar Rai- mundo Treviño. ¿Es cierta la acusación? —_Lo es. —¿Quiere explicarnos qué ocurrió y por qué? —Muy sencillo. El sábado, hace ocho días, salí con mi compañero Andrade Magalla- nes del box. Nos fuimos a “Los Pollitos” a tomar unas copas: Después decidimos sa- lir en busca de algún ratero a quien exigirle dinero a cam- bio de su libertad. Ibamos en el automóvil de mi compañe- ro Sergio Andrade Magalla- nes, que lo manejaba. —¿Qué marca de automó- “| vil tiene su compañero y qué número de placas de circula- ción? —Es Buick, pero no tiene placas de circulación, mejor dicho, se las quitábamos cu- ando algunas ocasiones íba- mos opr ahi en busca de rate- ros a quienes extorsionar exi- giéndoles dinero. SECUESTRAN A TREVIÑO —¿Oscar Raimundo Trevi- ño era ratero? _ —No lo conocía como tal. —¿Entonces por qué lo se- cuestraron? —Le vimos en situación di- fícil con un amigo suyo. Por eso le dije a mi compañero que se detuviera para exigir- le dinero a cambio -de no lle- varlo preso. Cuando me bajé del carro se nos pusieron “fla- mencos” y tuve que darle un cañonazo con mi pistola al amigo de Treviño. Este subió al automóvil sin hacer la me- nor resistencia. “Le sentamos atrás, junto ción Federal de Seguridad? —No. Simplemente le dije: somos de la Policía. Agrega que el secuestro se registró en la esquina de Oa- xaca y Sonora. Luego dice: —Hacía mucho escándalo Treviño. Se quejaba de que le había roto el suéter cuando lo obligué a subir al automó- vil, Me decía que no trabaja- ba en nada, sino que vivía con su señora madre, que era hi- jo de familia. No se lo creí y le exigí dinero. Nos daba cien pesos y le dije que esa can- tidad me servía para darla de propina en un restaurante. io llevaba, dijo, más dinero. Entonces me amenazó con gritar cuando viera una pa- trulla para que le auxiliara, y para amedrentarlo saqué la pistola y le iba a dar un golpe en el-cráneo, cuando él hizo resistencia. “Se me disparó el arma ac- cidentalmente. Mi compañero, que manejaba el carro por la Calle de la Taxqueña, se asus- tó y frenó. Esto provocó que se me fuera otro cartucho de la pistola. “Entonces pensamos en de- sacernos del cuerpo y lo fui- mos a tirar en donde le en- contraron después. —¿Quién lo desnudó? —Nosotros no fuimos... él se había quitado su suéter pa- ra mostrármelo y por eso yo tiré esa prenda cuando íba- mos por la Calzada de Tlal- pan. —¿Usted amenazó a Trevi- ño con matarlo si no se que- daba callado o no les daba dinero? —Le decía: “Te vas a ca- llar o te doy un cañonazo”, siendo en ese momento en que se me fué el primer tiro. —Los médicos legistas de- claran que apreciaron varios golpes en el cráneo y en las espinillas, así como brazos y piernas de Treviño, cuando. le practicaron la necropsia... —Los golpes en las espini- llas se los dió al subir al ca- rro y tropezar. Los otros gol- pes quién sabe quién se los daría.... a lo mejor fué el que le despojó de sus ropas para matarlo, pues nosotros le de- jamos con vida. —ZLos. anillos y el reloj de Treviño, ¿quién se los quitó? —No le ví anillos ni reloj. Afirma que nunca antes ha- bía visto a su víctima y que su secuestro era ocasional y simplemente por el deseo de buscar dinero. Confiesa que en infinidad de ocasiones ex- torsionó.a ladrones a quienes despojaban de dinero a cam- bio de dejarles libres. Que a Treviño le amenazaron con llevarlo al “Pocito” y que el hombre negaba ser un dege- nerado de raras costumbres, cosa que, en realidad, ningu- no de los asesinos pudo com- probar, no obstante ser el car- go que le hicieron al secues- trarlo. También nos dice Villa que Treviño Treviño no estaba convencido de que iba entre policías y' tenía gran temor por su vida, pór lo que ha- blaba de llamar a la patrulla aunque fuera a gritos, y se negaba a ea callado la boca. Contestiindo + auna pregun- ta dijo que hace dos noches, en la Calle de San Juan de Viernes 9 de Marzo de 1962 | teo, pues buscaba ir a la cár- cel para evitar que se le si- guiera “investigando por su brutal crimen; sin embargo, ya en la Delegación, metió sus influencias y logró que se le dejara en libertad, junta- mente con el otro asesino, quien tambibn había tomado parte en la refriega. De pronto se negó a seguir contestando a. nuestras pre- guntas. glí mi camino, yéndome ha- cia Tlalpan, para esperar de él el dinero que acc abamas obtener”. Confiesa que todas las no- ches le quitaban las placas de circulación al carro, para evi- tar que hubiera alguien que lo identificara. Yo hice que se bajara del carro el hombre chaparro a quien había cañoneado Villa, y sólo dejé que siguiera el al- .|to, o.sea el “ahora extinto. HABLA EL COMPLICE Sergio Andrade Magallanes de 29 años de. edad, domici- liado en la Calle 9 número 36 de la Colonia Independencia, no dijo que a fines del año próximo pasado llegó a esta Capital procedente de los Es- tados Unidos, en donde estu- vo viviendo, habiendo servido varios años al Ejército norte- americano. Al regresar a ésta lo hizo trayendo el automóvil Buick amarillo y crema. Lo dió de alta “mediante una fuerte mordida”, en uno de los Esta- dos de la: República, negán- dose a decir en cuál. Entró en calidad de meritorio a la Di- rección Federal de Seguridad, y como carecía de sueldo, a- ceptó con Villa Rentería de- dicarse a extorsionar a má- leantes, y en general a cuan- tos podían, logrando en “esta forma tener dinero. Afirmó que, efectivamente; secuestraron a Oscar Raimun- do Treviño Treviño, pero “no fuí yo el de la idea, sino Oc- tavio. El fué quien se bajó del carro y yo me quedé ahí, en el volante, esperándolo. Vi cuando le daba de golpes y me repugnó esto; sin embar- Letrán, :cañoneó a. un infeliz| go, cuando ya estaba arriba chofer de automóvil de rule-| del carro Treviño Treviño, se- á » % ¡ KZON Teléfono WE 6-3381 KZON--1190 1190 as va 94 Dr. Oeste Madison “A mí, francamente, nunca me gustó eso de extorsionar, pero cómo no tenía dinero y Villa me lo proponía, pues lo aceptaba, aunque a disgusto. Esa noche me disgustó lo que hacía mi compañero”. En el camino al sacrificio, asegura nuestro entrevistado que escuchaba cómo Villa de cía a Treviño: “Ya verás ccmo enteramos a tu familia de lo qué eres y te vas a despres- tigiar, más vale que nos des dinero”, siendo entonces que la víctima ofrecía cien pesos que llevaba consigo y dinero que les pareció poco y por ello se negaron a recibirlo. De pronto afirma que vió cómo primeramente Villa es- trujaba a su víctima amena- zándolo con matarlo si no da- ba dinero. Después escuchó un disparo. Frenó y nuevamente otro disparo sonó atrás de él. Se dió cuenta de que Treviño estaba herido mortalmente. Dizque. quiso ir a un puesto de socorros, pero .su compa- fñiero-se lo impidió y lo fueron a tirar. —No es verdad que le ha- yamos desnudado, eso deben haberlo hecho otros para ro- barle sus Topas —dijo: él de- tenido: (Pasa a la página 5)

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