El Sol Newspaper, March 27, 1959, Page 3

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Viernes 27 de Marzo de (Continúa de la semana pasada) CAPITULO V GENERAL GAVIRA.—Us t e d formó parte de la División del Norte. ¿No fue usted quien tomó a mal que Villa obedeciese al Primer Jefe y le aconsejó reve- larse? - ANGELES.—Si. Formé parte de la División del Norte y no fue por enemistad con Carranza por lo que seguí al lado de Villa. La escisión entre ambos ya existía desde Sonora, y por eso el Pri- mer Jefe decidió venir a Chi- huahua, nombrándome a mí je- fe de su escolta. Ya en camino de este Estado, en un rancho cercano a Agua Prieta, Carranza recibió un mensaje de Villa en el que pedía que cooperase yo con él en el ataque a Torreón, lo que aiepté gustoso cuando me lo comunicó Carranza, tanto por ser-útil ala revolución, como por apartarme de algunos jefes que me habían visto mal desde que fui a Sonora. Al propósito re- cuerdo..que al llegar [ahora a Santa Rosalía (Camargo), el ge- neral Dieguez me llamó a su ca- 1959 rro donde me dijo que no se ex- plicaba mi conducta al separar- me del lado de Carranza, lo que creía había sido producto de la frialdad con que me había re- cibido en Sinaloa. Nunca he sido conspirador ni nadie se ha atre- vido a decirmelo y, una prueba de mi lealtad es mi conducta con el señor Mádero durante la De- cena Trágica, hasta ser hecho prisionero con él y Pino Suárez. Asesinados ya el Presidente y el Vicepresidente, me llamó el Mi- nistro de la guerra general Mon- dragón, quien después de decir- me que quedaba en libertad, me dijo también que mis predimien- tos durante la decena trágica habían sido buenos. Advierto que Mondragón era padrino mío y que con él estaba disgustado porque muchas veces rechasé las compras de armas que a él es- taban encomendadas, así como los cañones de que él se ha di- cho inventor. Contesté a Mon- dragón que siempre he estado ¿LA AGENCIA DE FUNERALES PREFERIDA DE "LOS. MEXICANOS “Se atiende con respetuosa actividad. ye ... La Cerveza mas Grandiosa de América con VERDADERO sabor a Pilsner! Arizona Brewing Company, Inc., Phoenix, Arizona II IS A "VALLEY NATIONAL BANK CORPORATION ENFERMEDADES CRÓNICAS HORAS DIA Y NOCHE. SOLAMENTE POR CITA. Marrese AVE. GLENDALE Y 48 — EN GLENDALE. TELEFONO: si no contestan llame a: WI 3-8456. YE 7-5322 TS “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE Fl General Felipe Angeles - Su Aprehensión y su Muerte - PROCESO DEL GENERAL ANGELES contra los poderosos cualquiera que sea la suerte que corra. Más tarde fuí nuevamente reducido a prisión por orden de Huerta y, habiéndome ofrecido varios abo- gados defenderme, sólo acepté al Lic. Manuel Calero, quien después de que yo había pasado varios meses en la prisión, una vez se presentó en la Peniten- ciaría, diciéndome que Huerta me dejaba en libertad con la condición de que marchase a Europa inmediatamente, no co- misionado como se ha dicho. A- ceptada mi libertad y temiendo ser considerado como desertor y asesinado, ocurrí al Palacio Na- cional donde hablé con Blanquet, solicitando una orden que am- parara mi excarcelamiento, y Blanquet no supo que contestar- me y ese mismo día se me re- gresó a la prisión. Cuando Ca- rranza fué derrotado yéndose pa- ra Sonora, Huerta creyó haber terminado con la revolución, y fue entonces cuando se acordó definitivamente expulsarme del país, pero para justificar esa ex- pulsión se inventó que iba co- misionado a Francia a visitar es- tablecimientos militares que ya conocía, debiendo marcharme en el mismo vapor que el licencia- do Francisco León de la Barra. No pude marchar en ese vapor pero lo hice en el siguiente, a- compañado de mi familia y de un alemán y un árabe que ofre- cieron resguardarme de ser ase- sinado. Ya en Francia nunca percií un solo centavo para mi manutención y allá fue donde tuve varias pláticas con el li- cenciado Miguel Díaz Lombardo, quien me propuso unirme a Ca- rranza, lo que desde luego acep- té gustoso, habiéndome entrega- do dos mil pesos, mil para el viaje y mil que dejé a mi fami- lia. Llegué a Sonora y el señor Carranza desde luego me acep- tó a su lado dándome el nom- bramiento de Secretario de Gue- rra en el gabinete que estaba formando, pero este puesto 'nun- ca lo desempeñé, pues más tar- de y por mediación del licencia- do Francisco Escudero, supe que se había reconsiderado mi nom- bramiento, designándome enton- ces subsecretario de guerra, puesto que tampoco desempeñé como era debido, pues nunca dicté orden alguna. Esto y mis deseos de cooperar efectivamen- te en la revolución, fue lo que me hizo aceptar gustoso el co- operar al lado de Villa. Estando ya en Torreón supe que Carran- za había dado orden para que dos o tres mil hombres de la Di- visión del Norte, fuesen a dar auxilio al general Pánfilo Nate- ra en el ataque de Zacatecas, lo que disgustó a la mayor parte de los jefes y oficiales, quienes creyeron que mejor sería que to- da la División tomara parte en este hecho de armas, para ase- gurar el éxito como sucedió. GENERAL GAVIRA.—D e s d e entonces tuvo usted dominio so- bre Villa, con quien estuvo has- ta el fracaso de Celaya. ¿Y por qué conociendo bien sus mons- truosidades y estando ya en los Estados Unidos, vino nuevamen- te a unirse con él? ANGELES.—Siento que usted abunde en creencias que son del vulgo, como cuando se hablaba de que yo era un matemático, un artillero... La misión que me trajo al lado mexicano fue el aconsejar a Villa, porque es ne- cesario aconsejarlo. Esa fue la misión que yo tuve durante cin- co meses que estuve con él.... El señor Presidente del Consejo cree que me perjudica mucho el con- tacto con el señor general Villa, cree que me perjudico porque la gente juzga según las viejas cos- tumbres, arraigadas por las com- pañías de uno. Es lo que pasa ahora a Trillito (refiriéndose a Antonio Trillo que con él y Arce estaban en el banquillo de los acusados), que se le ha visto conmigo y eso ha sido suficiente para que se le acuse. Como lo he dicho antes, la misión que yo traía fue de conciliación, fue de aconsejar a Villa, porque Vi- lla es bueno en el fondo; a Vi- lla lo han hecho malo las cir- cunstancias, los hombres, las in- justicias, eso es lo que le ha per- judicado quizá. Por fortuna el señor Otero y Gama que manda el 21 regimiento, ha tenido finas atenciones para mí, las cuales yo siempre agradeceré. Ha. sido sumamente bondadoso, apenas si ha cruzado unas cuantas pa- labras conmigo, pero yo he vis- to en él a un verdadero hombre. Yo llegué aquí en unas condi- ¡ciones desastrosas y siento en- contrarme mal vestido, como me encuentro al presentarme ante este Consejo. Esta ropa que trai- go me la regaló mi aprehensor; después, cuando llegué a Parral, muchas damas, gente del mismo pueblo, intercedieron por mí y aún conservo una moneda que no he querido gastar, que me regaló una señora y aunque yo le dije: —“guárdela señora ten- go lo suficiente”, ella se empe- ñó y dijo: —“Déjelo”, es la que ahora conservo como una reli- quia.... Siempre he visto que las ropas influyen mucho en ciertas circunstancias, esto me preocu- paba relativamente porque que- ría presentarme algo mejor de como estoy, pero ya que no pue- do, a este punto no le doy mu- cho interés, ya que no he podido presentarme como quisiera ante el pueblo que me ve tan mal vestido como ando... Una idea de esa naturaleza sugerí a los oficiales de Estado Mayor, cuan- do yo serví en las tropas de la División del Norte, cuando en Aguascalientes quise hacer obra de paz aun dentro de la misma revolución. Recuerdo de un de- talle que sirve para indicar lo que significa la ropa al presen- tarse un individuo, Cuando yo llegué a México fuí recibido por el general Lucio Blanco que ofre- ció ayudarme a defenderme. Era la residencia del general Lucio Blanco, una quinta de recreo a donde llegaban a solicitar au- diencia muchas personas; unas salían y otras llegaban y pre- guntaban, y aún me pasó a mi mismo que por la condición de- sastroza de mis ropas, no se me conocía y se me juzgaba como al mozo, pues me preguntaban a media voz: —“¿Está aquí el ge- neral Angeles?”. Yo les pasaba y les decía: “Yo soy el general Angeles, estoy a sus órdenes”. GENERAL GAVIRA.—(i n t e- rrumpiéndole) Suplico al señor general Angeles que se sirva concretar sus declaraciones y ex- imirse de entrar en muchos de- talles. ANGELES.— (un tanto nervio- so) Creo, señor Presidente, que si ustedes señores van a fusilar- me, es necesario que me justifi- que.... ¿Qué perjuicio recibe la sociedad? ¿Qué pierde ese pú- blico que me escucha, o en qué se perjudica el Consejo, con que yo explique mi conducta? EL DEFENSOR GOMEZ LUNA. —Protesto enérgicamente y pido se haga constar mi protesta por la llamada de atención del señor Presidente que coarta la libertad de mi defenso, el señor general Angeles. GENERAL GAVIRA.—Yo, no- sotros, no tenemos intención de causar mal alguno, lo único que se ha hecho es suplicar al acu- sado que condense algunos de- talles, para poder darnos una explicación lógica de lo que se le interroga. ANGELES.—Pues si señores, explicaba yo la manera de juz- gar de los oficiales de mi Esta- do Mayor, que coincide con la manera de juzgar a un individuo mal vestido. Sucedió también que una ocasión llego a la casa del general Lucio Blanco, una se- fiora a quien yo veía que se pa- saba el tiempo esperando y que continuaba yendo sin ser reci- bida, hasta que un día en las condiciones en que me encontra- ba, me acerqué a ella y le pre- gunté lo que deseaba. Ella me dijo a media voz: —“Me hiciera el favor de decirme si está aquí el general Angeles”? —Yo le contesté: —“Yo soy señora”. Y ella se disculpó diciéndome que creía que yo era el mozo y me explicó luego el objeto de su vi- sita, que era el procurar ver al general Blanco, para que le pro- porcionara un pase de ferroca- rril, pues estaba en muy malas condiciones económicas y nece- sitaba salir para otro lugar. En- tonces yo le ofrecí alojamiento en mi carro y viajó en mi tren hasta el lugar que deseaba, pe- ro sucedió que no tenía a donde ir, que no tenía familia, y le permití que permaneciera con- migo hasta que un día ella mis- ma me dijo qne ya se iba. Yo comprendí que había entre mis oficiales frecuentes hablillas por que permitía que aquella señora estuviera y comiera con noso- tros, pero hasta después que se había ido supe por ellos mismos, que aquella mujer era una mu- jer mala. Yo me sentía satisfe- cho de haber hecho una buena acción y no me importaban los reproches, muchas veces se di- ce: “hay que proteger a los de arriba, a los de abajo hay que expulsarlos”. La gente ilustrada (Pasa a la página 4) CHISTES Durante la guerra hispano- americana en una tienda de es- pañoles, se comentaban los in- cidentes de la lucha, antes de los desastres de Santiago y Ca- viate, y poníase de oro y azul a los gringos, mientras un “pela- do” mexicano se reía de las ocu- rrencias que oía. —¿Y tú de qué te ríes? —le preguntó un español de los del grupo— Ustedes los indios eran tan bárbaros que, cuando la con- quista, creían que el español y el caballo eran una sola cosa. —¡Y todavía lo creemos! —re- puso el pelado. ES Braulio Contreras contaba que en una comida en la que, de sobremesa, preguntábase a cada comensal cuál era en su opinión el momento más feliz de su vi- da, llególe su turno a un viejo general, quien fue instado a res- ponder justamente al llevarse u- na copa de champaña a los la- bios: —Y usted general, ¿cuándo es más feliz? —Cuando me vengo —respon- dió; bebió un trago de champa- ña, limpióse la boca y agregó imperturbable, —¡porque la ven- ganza es el placer de los dioses! —U— El poeta José M. Facha, invi- tado cierto 16 de Septiembre en su tierra, San Luis Potosí, para decir el discurso oficial, desean- do hacer la apología de las fe- chas más gloriosas de nuestra libertad reconquistada, empezó así: —¡1810!.... ¡1821!.... ¡1857! —¡LOTERIA!, gritó un pelado entre la multitud con voz esten- torea. Y aquí acabó el discurso, en- tre una ovación clamorosa. jes Cierta vez en plena calle, -el poeta José M. Bustillos, vióse de- tenido por dos caballeros, uno de los cuales, amigo suyo, le pre- sentaba sonriendo a su compa- fiero: —El señor Licenciado don José López Portillo y Rojas.... 4 —¿Y dónde están los otros dos señores? —interrumpió el poeta, que era un humorista incorregi- ble. —I— Jesús E. Valenzuela contaba que una vez en la Cámara de la que él fue miembro durante 20 años, un diputado de la minoría dirigió un furibundo ataque al diputado Juan José Bas, que era defensor del gobierno del gene- ral Manuel González. El orador extremó su lenguaje a tal pun- to, que acabó por atacar la vida privada del otro llamándole: “viejo corrompido”. El ofendido pidió la palabra, fue a la tribuna, contestó punto por punto y deshizo los cargos que su colega le hacía, hasta de- jar sastisfecha a la asamblea; y para terminar dijo volviéndose a su impugnador: —En cuanto a lo de CORROM- PIDO, eso será según por donde su señoría me huela. —]— Ernesto Elorduy contaba que cierta vez un valentón, en el in- terior de una cantina, púsose a injuriar a un sujeto de aspecto tranquilo, que serenamente le oía. El valentón al ver la pasi- vidad del injuriado, extremó sus injurias a tal punto, que obligó al otro a levantarse, acercarse a él, y sin soltar el vaso de cerve- za que saboreaba, preguntóle con toda calma: —Bueno, y usted que me inju- ria tanto, ¿qué nombre de pila tiene? —Casiano. PAGINA TRES MEXICANOS sus vasos, y simplemente por el placer de injuriarlos, dijo muy insolente dirigiéndose a ellos: —CALCULO que todos son u- nos TALES (aquí el mayor in- (Pasa a la página 4) —¡Ya vé usted, ni a fundillo|: llega! contestó el injuriado ante las carcajadas de los concurren- tes. + En otra ocasión —refería Elor- duy— un «borracho en la can- a bajo precio naturalmente! tina, aproximóse a un grupo-de|: bebedores que consumían de pie —ABIERTO TAMBIEN LOS DOMINGOS— "ROMERO'S” RADIO 8. 7. SALES AND SERVICE Y. "TELEVISIONES USADAS DESDE $35.00 EN «ADELANTE, CON FACILIDAD DE.ABONOS. Servicio garantizado en todas las marcas y modelos. '' SE REPARAN TOCADISCOS ELECTRICOS. 1612 E. HENSHAW JOHNNY ROMERO, Propietario. ENFERMEDA ESTOMAGO TEL. AL 8-4625. ULCERAS VESICULA BILIAR - HIGADO EXAMINACION DE RAYOS X, A MUY BAJO COSTO. SI ES NECESARIO. Dr. D. R. Bettner ¿ N. D. 1137 West McDowell Rd. PHOENIX, ARIZONA TEL. 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