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Viernes 6 de Febrero de 1959 LA AGENCIA DE FUNERALES PREFERIDA DE LOS MEXICANOS 1020 West Washington St. DR. A. A. CARRASCO, D. C. 533 E. JEFFERSON TEL. AL 2-8344 PHOENIX, ARIZONA Si usted sufre de sinositis, dolor de cabeza, estreñi- miento, alta presión de la sangre, insomnio, nerviosi- dad, enfermedad del estómago, reumatismo, o cuales- quiera de las muchas condiciones que pueden ser trata- das favorablemente por medio de los métodos naturales ¡VEAME CUANTO ANTES PARA TRATAMIENTOS! — Enfermedades crónicas con métodos modernos — Con aparatos de los más nuevos. —ESTA OFICINA SERA PERMANENTE— Horario: Domingos, de 10 a, m. a 2 p. m. Lunes a Sábado de 9:30 a. m. a 7 p. m. —Se Aceptan Casos de la Comisión Industrial— A- ... La Cerveza mas Grandiosa de América con VERDADERO sabor a Pilsner! 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La explosión de la Guerra Mundial los había sorprendido mientras veraneaban en Biarritz y en San Juan de la Lux, y a casi todos los había obligado a quedarse en las playas del sur de Francia el resto del año de 1914 y los cuatro primeros meses de 1915. En París don Porfirio reanudó su vida de las primaveras ante- riores. Fué a ocupar, con Carme- lita —y los Elizaga, como de cos- tumbre—, su departamento de la casa número 28 de la Avenida del Bosque. Todas las mañanas, entre nue- ve y diez, salía a cumplir el rito de su ejercicio cotidiano, que era un paseo, largo y sin pausas, ba- jo los bellísimos árboles de la avvenida. Generalmente lo acom- pañaba Porfirito, cuando no Li- la, cuando no, otro de los nietos o el hijo de Sofía. Su figura, se- vera en el traje y en el ademán, había acabado por ser a esa ho- ra una de las imágenes caracte- rísticas del paseo. Cuantos lo mi- raban advertían, más que el por- te de distinción, el aire de do- minio de aquel anciano que 1le- vaba el bastón, no para apoyar- se, sino para aparecer más er- guido. Porque siempre usaba su bastón de alma de hierro y puño de oro, tan pesado, que los ami- gos solían sorprenderse de que lo llevara. “Es mi arma defensiva” contestaba sonriente y un poco irónico. Cada semana o cada quince días, Porfirito alquilaba caballos en la pensión de la Faisanderie, próxima a la casa, y entonces, montados los dos prolongaban el paseo hasta el interior del bos- que. Aquellas caminatas, lo mis- mo que las otras, le sentaban muy bien: le vigorizaban la sa- lud, ya bastante en declive, de hombre de ochenta y cinco años: le entonaba el cuerpo, le alegra- ba el espíritu. Por las tardes, salvo que hu- biere que corresponder alguna visita, se quedaba en casa. Era la hora de escuchar las noticias de los periódicos, que le leía el “Chato”, y de escribir o de dictar cartas para los amigos que toda- vía no lo ovidan. Porfirito lle- gaba a poco, y entonces era éste el encargado de la lectura, o juntos los dos, o los tres —y a ; veces también con algún ami- go— estudiaban la marcha de la guerra y veían en unos mapas plantados de banderitas blancas y azules, las posiciones de los ; ejércitos. De la colosal contienda euro- ¿ | pea, a don Porfirio sólo le inte- resaba lo estrictamente militar, y esto en sus faces de carácter á técnico. Sobre el posible resul- tado humano o político, ni una palabra. No tenía preferencias ni por unos ni por otros, o, si las tenía, las callaba, acaso por i- guales sentimientos de gratitud hacia franceses, ingleses y ale- manes, que lo habían recibido con análogos extremos de cordia- lidad. Francia lo acogió con. 1os brazos abiertos; el Kaiser le pi- dió que viniera a sentarse a su lado; en El Cairo, Lord Kitche- ner lo recibió oficialmente en nombre del gobierno inglés. Un día a la semana su distrac- ción eran los nietos, a quienes profesaba un cariño profundo, si bien un poco reservado y estoico. Porfirito que vivía en Neuilly, llegaba con ellos desde por la mañana, para alargarles la es- tancia con el abuelo. Aunque Li- lia se mostraba siempre la más afectuosa, él prefería al primo- génito, que era el tercer Porfirio. Por las mañanas, o por las tar- des. —o a comer con él con Car- .melito o 1os Elízaga— a menudo venía también María Luisa, la otra cuñada, a quien acompaña- ba a veces su hijo José. Lo visita- ban con asiduidad Eustaquio Es- candón, Sebastián Mier, Fernan- do González, la señorita Gavito. De cuando en cuando se presen- taba algún otro mexicano de los que vivían en París o que por allí pasaban. Carmelita lo acompañaba siem pre, salvo en la hora del ejerci- cio matinal. Se desayunaban a las ocho, comían a la una, cena- ban a las nueve, se acostaban a las diez. Como el departamento no era muy grande —se compo- nía de un recibimiento, una sala, un comedor, dos bafios, cuatro alcobas— aquella vida, sosega- da y uniforme— transcurría en una atmósfera de constante inti- midad y de un sabor netamente mexicano. Porque a toda hora se entretejía allí con la vida dia- ria; en lo importante y en lo mi- núsculo, la imagen de México, y aún había presencias acsesorias, y otras, mudas, que la evocaban. El cocinenro, el criado, las reca- mareras eran lo mismo que don Porfirio: habían salido al destie- rro desde la calle de la Cadena. Algunos de los muebles habían estado en Chapultepec. También las conversaciones giraban alre- dedor de México, pero no de Mé- xico como entidad actual, sino de un México convertido en sus- tancia del recuerdo. Era Oaxaca, era La Noria, eran matices o a- nécdotas de la vida ya lejana, y tan diferente, que se había que- dado atrás. Sonriendo recordaba el viejo Zivy, asomado a la puer- ta de “La Esmeralda” y dicién- dole a sus ampleados: “Pongan el cronómetro a las ocho menos tres minutos; allí viene el coche de don Porfirio”. A veces comen- taba alguna frase de don Matías Romero, o de Justo Sierra, o lo que en tal ocasión había tenido que hacer Berriozábal, o Riva Palacio. De lo del día, de la 1u- cha regeneradora o asoladora — unos se lo insinuaban de un mo- do, otros de otros— no había pa- ra que hablar. En esto su juicio era terminante: “Será buen me- xicano —decía— quienquiera que logre la prosperidad y la Paz de México. Pero el peligro está en el Yanqui, que nos acecha”. De allí no había quien lo sacara ni quien se saliera. Sólo un suceso le merecía juicios en voz alta: el crimen de Victoriano Huerta. Lacónico, lo declaraba execrable; y continúa luego, para no dar tiempo a más amplias opiniones: “Pobre Félix”. A mediados de junio, empezó a sentirse mal. Le sobrevino la misma desazón de dos años an- tes en Biarritz, la misma fatiga los mismos amagos de bronqui- tis y de resequedad en la gar- ganta. Pero ahora le acometían más fuertes. mareos al mover súbitamente la cabeza y se le nublaba más lo que estaba vien- do sus ojos. Le zumbaban: los oí- dos al grado de ahuyentarle el sueño. Se le dormían los dedos de las manos y de los pies. Por de pronto no hizo caso: su hábito le ordenaba no enfermarse. Lue- go, consciente de que su males- tar se acentuuaba, mandó lla- mar al doctor Gascheau, un mé- dico del barrio, que ya lo había atendido de alguna-otra dolen- cia, esa más leve, y que le ins- piraba confianza y simpatía. A él Gascheau le dijo que a- quello no era nada: el cansancio natural de los años; convenía evitar todo ejercicio, todo esfuer- zo; debía descansar más. Pero a Carmelita y a Porfirito el médico no les disimuló lo que ocurría: era la arterivesclerosis en for- ma bastante aguda. Como dos años antes en Biarritz, quizá el enfermo se sobrepusiera y se ali- viara; pero había más probabili- dades de que eso no sucediera. Don Porfirio dejó de salir. Aho- ra se estaba sentado en una si- lla que le ponían junto a la ven- tana. Desde allí miraba los ár- boles de la avenida, que diaria- mente lo habían acompañado en sus paseos. Se entretenía en es- cribir, de su puño y letra, una que otra carta. Le contaba a Teo- doro Dehesa los detalles de su mal. Cansado o absorto, volvía la vista hacia la ventana; con- templaba las puestas del sol. Cerca de él siempre, Carmelita le conversaba para distraerlo. Procuraba que los temas, varian- do, le interesaran. Esfuerzos in- útiles: a poco de abordar ella cualquier asunto, el pensamien- tode don Porfirio y sus palabras ya estaban en Oaxaca o en la Noria. “¡Cómo le gustaría vol- ver!” “Allá le gustaría descansar y morir”. : El cuidado por el enfermo au- mentó las visitas; pero se procu- raba abreviarlas para que no lo fatigasen. El pedía que le traje- ran a los nietos y que los tuvie- ran jugando allí: eso no lo can- saba. Llegaba Lila con sus ha- lagos; venía el segundo Porfiri- to a dejarse querer. Había un recién nacido. Luisa, la nuera, se le acercabba a la silla, le po- nía el niño en las piernas, y él entonces se quedaba mirándolo en ratos de profunda contempla- ción. Para ocultar un poco la inquie- tud —porque todos estaban: in- (Pasa a la página 4) El Programa de Austeridad Francés ha Dado Resultados En círculos financieros de Fran- cia se verifica el retorno de divisas al país. PARIS, Francia.— El plan de austeridad del general Charles de Gaulle, parece estar ya dando resultados, aunque en forma li- mitada. Los vendedores de vino anun- ciaron hoy que pronto reducirán en 10 francos el precio del litro de vino corriente. Al mismo tiempo, los círculos financieros siguen verificando el ritmo del retorno de divisas al país, el que, según dijo la sema- na pasada Wilfred Baumgartner, gobernador del Banco de Fran- cia, es de 10 a 15 millones de dó- lares diarios, después de años de una Corriente inversa. La Tesorería Nacional, que ad- quiere todas las divisas extran- jeras que ingresan en el país, ha recibido más de 250 millones de dólares desde que De Gaulle desvalorizó el franco en 17.5 por ciento hace tres semanas, lo hi- zo convertible en el caso de tran- sacciones con el exterior, aumen- tó los impuestos y puso fin a los subsidios y subvenciones oficia- les. Tan radicales medidas causa- ron una alza inmediata de los precios, como se esperaba, pero hasta la fecha De Gaulle ha 1lo- grado mantener los sueldos y salarios al mismo nivel. Es la gente asalariada la que está sintiendo más las conse- cuencias del plan de austeridad, lo que ha dado lugar a signos de descontento, inclusive entre los agricultores. Como el precio del vino había aumentado ya en 15 francos por los nuevos impuestos, la rebaja anunciada de 10 francos no re- cupera el terreno perdido, pero se considera un signo alentador. La baja anunciada, según se dice, obedece a haberse reducido el consumo del vino en un 14 por ciento en los últimos cinco me- ¿Por qué Está Usted Enfermo? DR. D. R. BETTNER, N. D. se habla español. Visite la Clínica en EL LADO NORTE: 1137 West McDowell Rd. Phoenix, Arizona de 9a.m.ab p.m. Jueves por la tarde Cerrado. TELEFONO AL 2-0541 Martes y Viernes por la noche: de 7 hasta las 9 p. m. Domingo: de 2 a 3 p. m. PAGINA TRES SE RECORDO EL NATALICIO DEL INOLVIDABLE JUVENTINO ROSAS Hace noventa y un años que el inspirado compositor vió la luz primera, en el poblado de San- ta Cruz, del Estado de Guana- juato. SANTA CRUZ DE JUVENTINO ROSAS, Gto.—Exactamente Hace noventa y un años que vió la pri- mera luz en este pueblo, el ins- pirado maestro y compositor Ju- ventino Rosas y Cadenas, quien desde su tierna infancia mani- festó claramente las dotes de ar- tista que Dios le confirió. Su inclinación por el arte mu- sical fue tal, que era toda una gracia verlo cómo ejecutaba su cítara, como afirma doña María Rodríguez Lerma viuda de Agui- rre, dada su pequeña edad. A medida que su desarrollo operaba por fuerza natural, su crecimiento corpóreo no se cir- cunscribía a ello, sino a sus de- seos y ambiciones incalculables que ya presentía, para verse en alas de la fama y poner muy en alto el nombre de-su pueblo que lo vió nacer, parte mínima de la Patria Mexicana, suya por anto- nomasía -heredad perenne, que, supo esculpir en el firmamento de las notas cadenciosas de la música infinita y sacrosanta; juntamente con el cielo tachona- do de estrellas el bendito nom- bre de su jamás olvidado vals SOBRE LAS OLAS, que pasará, por todos los siglos enhiesto, in- cólume e inimitable, motivo por el que- nuestro amado México de- be enorgullecerse y especialmen- te los que por fortuna aún per- manecemos viviendo en el lugar donde él nació y en donde se 1e admira, aprecia y reverentemen- te se le ama. Algunos escritorzuelos empíri- cos carentes de sentido acucioso y escrúpulos, sin darse a la in- vestigación, solamente con el a- fán y deseo de hacerse publici- a ses a causa de los aumentos re- petidos en el precio de la bebida y a un aumento simultáneo en la producción de vino. Este es un testimonio a to-'; dad, notoriamente faltan y han faltado a la verdad, en relación al lugar y fecha del nacimiento de tan egregia figura artística, pues en tanto unos afirman ha- ber nacido en Puebla de los An- geles, otros no menos irrespon- sables aseguran que en Cuaute- pec y por allí, llegan hasta el colmo: que nació en Contreras del Distrito Federal, Con tan enormes desaciertos y magnos embustes, causa hilari- dad de cuantos asisten en tales términos. La verdad escueta y desnuda es que Juventino Rosas y Cade- nas nació en esta población el día 24 (veinticuatro) de enero del año de 1864 (mil ochocientos sesenta y cuatro), muriendo des- graciadamente fuera de su ama- do solar patrio, el 9 (nueve) de julio del año de 1898 (mil ocho- cientos noventa y ocho), en don- de actualmente se está consu- mando la carnicería más grande que el mundo ha presenciado, por los actuales rebeldes o revo- lucionarios del doctor Fidel Cas- tro Ruiz, quien los jefatura. Pasa, pues, Juventino Rosas y Cadenas, a engrosar las filas de los predestinados; siga consta- tando sus obras inmortales que con tan delicados sentimientos imprimió en ellas al componer- las y deparlas para la posteri- dad que se encargaría de su. eje- cución, para demostrar que sabía interpretar fielmente hasta en lo más profundo, el alma de la na- ción mexicana, siempre noble y sensible que hasta la fecha no ha tenido comparación. Vive en paz Juventino, pero reverentes te recordaremos de todo corazón. NS Mes def ES LA CRUZ ROJA AMERICANA AYUDE HOY Y SIEMPRE A UN TESTIMONIO DE SALUD da la Colonia Mexicana, de lo que este grande Doctor * ha hecho en mis enferme- dades. Tenía '20 años enfer- : ma de tairro y estando ope- rada 2 veces. Esos 20 años padecí y perdí la voz, casi no podía hablar y tenía una complicación en las piernas y los pies. Eran unas dolen- cias que no quería llorar | ino PE del dolor que sen- tía. Algunos de mis vecinos son testigos; pero viendo un : día el Periódico “El Sol” me enteré de este Doctor y lo ¿ fuí a ver ya sin 'ANZAS. Pero qué sorpresa, que el primer día que me dió el 954 W. Mohave. o rimer oi otro día me le pies y piernas Cua primero a Dios y después a E ble y a sus tratamientos. Así que: queridos amigos, Esa En A NEVA, yo les no sufran más; yo les recomiendo que vayan si: y es tan considerado este doctor! Su notbre eb: R. estoy ama- si ustedes se aliviarán TINE: hasta Doctor aseguro que SABINA OSORIO. Teléfono AL 2-7286 Phoenix, Ariz. TIATENCION!! JOVENES, SEÑORITAS: ¿ESTAN USTEDES PROXIMOS A CONTRAER MATRIMONIO? Ordenen sus Participaciones Matrimoniales en: “EL SOL” 62 al Sur de la Calle Tercera (Entre Washington y Jefferson) Phoenix, Arizona En donde además encuentran ustedes, una gran variedad de: O Azahares O Coronas O Velos O Rosarios Libros de Oir Misa.