El Sol Newspaper, November 14, 1958, Page 3

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Viernes 14 de Noviembre de 1958. “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE MORTENSEN - KINGSLEY LA AGENCIA DE FUNERALES PREFERIDA DE LOS MEXICANOS Se atiende con respetuosa actividad. Teléfono: 4-3119 1020 West Washington St. Phoenix, Arizona. III y VALLEY * NATIONAL | A. La Cerveza mas Grandiosa de América con VERDADERO sabor a Pilsner! Arizona Brewing Company, Inc., Phoenix, Arizona RR IIA ABUNDAVITA EL MARAVILLOSO NUTRITIVO ABUNDAVITA es un nutritivo suplemental de calidad superior que está al alcance de todos los bolsillos. IÓ e Es un alimento concentrado que está ayudando y haciendo maravillas a muchos de los que aprecian la buena salud y el sentir del bienestar. POR SOLO 14 CENTAVOS AL DIA USTED PUEDE ASEGURAR SU SALUD. o por Teléfono: WO 7-4023 Pídalo por Correo: P. 0. 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A dere relief of nervous distress, pain! soothing effect on the source of such distress, In doctors' tests, Pinkham's ef during and difficult days”! Wonderful before tho: A A AAA DR TUI A TODA CLASE DE TRABAJOS DE IMPRENTA ""EL SOL” 62 AL SUR DE LA CALLE TERCERA TELEFONO ALpine 3-4948 PHOENIX, ARIZ. O O O AS | “Tú, ¿de dónde eres? “Señor, ¿ |contestó el otro, yo nací cer- ¿ dres?” “No conocí a mi pa- ; | dre; y en realidad no sé bien , |ticado mi madre con mi pa- La Cabeza de Pancho Villa Por el Ingeniero ELIAS L. TORRES, (primer gestor para la rendición del guerrillero del norte) (Este magnífico libro que trata de la vida, muerte y hazañas de Pancho Villa, está de venta en “EL SOL”, 62 S. 3rd. St.) (Continúa de la semana pasada) En una tarde que Villa se> acercó al grupo en que cami- naba el prisionero Francisco Galván, le preguntó a éste: ca de la Colonia Mormona Pa- checo”. “¿Quiénes son tus pa- si nací en Pacheco, aunque creo por lo que a veces ha pla- drastro, soy de más abajo.... de allá muy lejos”, y apuntó hacia los cerros que se per- dían en el Sur; “desde que tu- ve uso de razón ya estaba yo en la Colonia ¡Pacheco; pero hará unos seis meses pasaron por allí fuerzas carrancistas y como mi padrastro me pe- gaba antes mucho, yo me fuí con ellos. Si usted ha pasado antes lo habría preferido....”. El día dos de marzo llegó la columna a la Colonia Mor- mona Pacheco y allí durmie- ron; pero antes de retirarse cada grupo al lugar que eli- gieron, Villa le dijo al mucha- cho: —¿Has de tener ganas de ver a tu madre, no? —Si, mi jefe, pa que lo nie- 80... s —Bueno, toma esta alazana (así llamaban en el Norte a las monedas de oro de $50), para que se la lleves y vienes esta misma noche, ¿eh? El muchacho partió conten- to y poco después se oía a lo lejos, repercutida por el eco, una canción norteña que en- tonaba el chico acompañada por las herraduras del caba- llo, al herir las piedras..... Al amanecer llegaba el mu- chacho, a pesar de que algu- nos que se enteraron del per- miso que le había concedido Villa para ir a ver a su ma- dre, aseguraban enfáticamen- te que no volvería y menos llevando una “alazana”, y no sólo vino, sino que le dijo a Villa que muy cerca de la ran- chería donde vivía su madre había ganado; esto lo dijo a pregunta especial que sobre el particular le hizo su Jefe. Al día siguiente se empren- dió la marcha, sin llevar pro- visiones; pero después de u- nos treinta kilómetros al Po- niente de Pacheco se encon- tró el ganado de que hablaba el ex prisionero y aquel me- dio día hubo un festín de car- ne de res y una espléndida ce- na que hacía mucho no te- nían. Esto fué el cinco de marzo de 1916. El ganado que sobró después de que cada u- no de los miembros de la tro- pa, que ya para entonces se había aumentado considera- blemente porque de todas par- tes se le unían a Villa volun- tarios, si no ya montados y armados, cuando menos mon- tados, y como lo que sobraban eran armas y parque pronto quedaban listos para el com- bate. Parte del ganado, el que sobró, lo mandó Villa con al- guno de sus jefes, siendo uno de ellos el general Joaquín Fernández (que no hay que confundir con Nicolás Fer- nandez, que también iba en la expedición) y doscientos hom- bres. Los que quedaron, que se- rían unos seiscientos, se in- ternaron al amanecer del día siete en el estrecho cañón que conduce a la sierra de Palo- mas y después de caminar to- do el día y toda la noche, a- camparon en las cercanías de la Hacienda de ese nombre, en un rancho que pertenecía a unos americanos que se lla- ma “Gibson Ranch”. Allí se hallaban juntando ganado cuando se presentaron dos a- mericanos muy enojados por el atropello que se estaba co- metiendo y entonces Villa or- denó que fueran colgados. E- ran: los señores Corbett y Mc- Kinney. Tras de esto y de des- cansar allí todo el día y parte de la noche, Villa ordenó .al amanecer del día nueve de marzo el famoso asalto de Co- lumbus, del cual hablo en o- tros capítulos. (En la obra titulada “Vida y Hazañas de Pancho Villa”, publicada por esta editorial y que se vende en “EL SOL”, 62 al Sur de la calle Tercera, entre las calles Washington y Jefferson, se puede leer como fué el asalto que Villa hizo a Columbus.—N. del E.) Sólo queda por explicar que Villa reunió a su gente al filo de la media noche y les dijo que se iba a atacar la ciudad americana de Columbus, que allí encontrarían todo lo que necesitaran: dinero, vinos y mujeres; pero que especial- mente deberían apoderarse de todo lo que tuviera la guarni- ción americana de la ciudad para que se lo trajeran y to- do lo demás para ellos. Habló bastante sobre lo “sentido” que estaba con los america- nos; y que esperaba que nin- guno dejaría de combatir bra- vamente contra los enemigos de todos. Luego se emprendió la mar- cha al galope llevando a Villa al frente; pero al llegar a la línea divisoria se detuvo él, para esperar el resultado y las tropas llenas de entusias- mo y dando vivas a México y a Villa penetraron a la ciu- dad americana sembrando la desolación y el exterminio. Cuando regresaban, uno de los soldados traía de las rien- das el caballo que montaba el prisionero: quien con ambas manos se sujetaba da la cabe- za de la silla quejándose; una bala lo había atravesado un poco abajo del hombro dere- cho y aun cuando pudo llegar a la línea a todo galope, la pérdida de la sangre lo iba de- bilitando y fueron necesarios los auxilios de un compañero que tirara de las riendas para que él con ambas manos pu- diera sostenerse y no caer en el camino. Poco a poco se fueron reu- niendo los villistas, que eva- cuaban Columbus, a algunos kilómetros al sur, en plena Sierra de Palomas, en el fon- do de una quebrada de dos ce- rros, abiertos, como si una gigantesca puñalada prehistó- rica los hubiera partido en dos, al pie de cuyas rocas se deslizaba un río transparente y sereno. Villa, a caballo, re- cibía los partes del éxito es- truendoso que había tenido el asalto e iba organizando las fuerzas para emprender la re- tirada al sur. En uno de los grupos más retrasados, llega- ba amarillento, por la enorme pérdida de sangre que había sufrido, Francisco Galván. Vi- lla ordenó que lo bajaran con cuidado y que junto con otros heridos lo atendieran lo me- jor que fuera posible. (Pasa a la página 4) PAGINA TRES El Siniestro Castillo de... (Viene de la Pág. 2) ficas, llamaron a la puerta me- diante un pesado aldabón de co- bre repujado. Un viejo, encorvado y agobia- do por desconocidas penas, ves- tido como los criados del siglo —Lo siento muchos caballeros —dijo el criado— pero mi amo no recibe a nadie sin previa cita o invitación; pero si me dicen lo que desean y logro hablar con er —Dígale que estudiamos cien- XIV, abrió a medias la puerta y | cias ocultas, que tratamos de es- preguntó lo que deseaban. —Somos científicos de Lon- dres —Jdijeron los visitantes— y desearíamos ver a sir Gilles. ¿Cuando Compra Gasolina... Verdad que le Duele la Bolsa..? 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Como si se estuviera rodando una de esas escalofriantes pelí. culas de espanto, se escuchó una risa aguda tras la puerta y apa- reció entre la estrecha abertura de la hoja de madera de encino, un hombre que no era otra cosa que la más fiel representación de uno de esos nobles medievales. Vestía prendas antiguas de gran señor, de noble; cabello largo y barbilla de la época; pero 11e- vaba en la diestra un aro con llaves gigantescas y en la sinies- tra una antorcha cuya cubierta era de acero. Una espada y un medallón con el escudo de su casta, Complementaban el a- tuendo del todo punto anacróni- co, pues al asomarse al interior del castillo, parecía como que estaba uno ante la puerta del pasado. No hubo presentación, ni ex- plicaciones ni nada; como si se tratara del guía de un museo o de cualquier galería de arte o joya arquitectónica, aquel hom- bre estrafalario, sir Guilles, pre- cedió a los científicos y los invi- tó a recorrer los aposentos y ga- lerías de aquel húmedo castillo, cuyo mobiliario, decorado y ob- jetos, imponían desde el princi- pio. Entonces ocurrió lo insólito: sir Gilles fue mostrando a los vi- sitantes, una tras otra, las cel- das en donde yacían encadena- dos hombres y mujeres que ya eran cadáveres con apenas un soplo de vida; sobre la paja ha- bía pan duro y agua en jarras de metal y ratas y esqueletos. En otro local estaban los más crueles aparatos de tortura, tales como el potro, la cruz, el tonel, el embudo, la campana y el su- plicio de la ceguera; una fra- gua con fierros que se calenta- Este es un testimonio a to- da la Colonia Mexicana, de lo que este grande Doctor : ha hecho en mis enferme- dades. Tenía 20 años enfer- ma de tairro y estando ope- rada 2 veces. Esos 20 años padecí y perdí la voz, casi ho podía hablar y tenía una complicación en las piernas y los pies. Eran unas dolen- cias que no quería llorar sino gritar del dólor que sen- tía. Algunos de mis vecinos son testigos; pero viendo un día el Periódico “El Sol” me enteré de este Doctor y lo fuí a ver ya sin esperanzas. Pero qué sorpresa, que el primer día que me dió el 954 W. Mohave. UN TESTIMON rimer tratamiento, otro día me sentí como nueva de mis pies y piernas y hasta hoy estoy adan primero a Dios y después a este Doctor tan ama- ble y a sus tratamientos. Así que: queridos amigos, si ustedes tienen algo semejante vayan, yo les aseguro que se aliviarán y no sufran más; yo les recomiendo que vayan sin demora, y es tan considerado este doctor! Su nombre es D. R. BETTNER. Teléfono AL 2-7286 ban al rojo vivo, con el cual se sacaba el ojo a los prisioneros. Pero había algo más, una cá- mara decorada como una iglesia, con su ventana ojival, su vitral religioso, sus sillares a los la- dos y sus reclinatorios; sílo que en lugar del altar, estaba una especie de sarcófago que repre- sentaba a una mujer vestida de novia, a la usanza ukraniana. E- sa era la obra maestra, la novia de la muerte de sir Gilles. Ese era un aparato de muerte, más que de tortura y ya se te. nían noticias de su existencia. Era en realidad un sarcófago, cu- yo fondo, tapa y paredes latera- les, estaban erizadas de afiladas puntas de acero, cada una de las cuales, correspondía anatómica- mente, a los órganos principales de un individuo colocado en el interior. Al cerrarse la tapa, al caer mediante un adecuado mo- vimiento, los puñales penetra- ban en las carnes de la víctima, causándole la muerte. Sir Gilles había perfeccionado diabólicamente a la novia; había educado a una gran rata blanca para que royera una cuerda pre- viamente embarrada de queso y azúcar, de la cual cuerda pendía la pesada tapa de aquel instru- mento monstruoso. A medida que la rata roía, el cordel se iba de- bilitando, hasta que se rompía y se cerraba, causando la muerte de quien estaba adentro. Mister Hickok abrió la caja y horrorizado se retiró, porque allí estaba un cuerpo putrefacto atra- vasado con los 28 puñales. No tomaron fotografías, hábil- mente salieron del castillo y llamaron por teléfono a la poli- cía. Se detuvo a sir Gilles que resultó ser un coronel de la RAF que había perdido la razón, se interrogó a los criados, pero na- die supo dar mayores datos que los obtenidos por los espiritistas. Los atormentados prisioneros, hombres y mujeres, dijeron ser de Londres, Bristol y otros luga- res y haber sido atraídos por o- fertas de empleos y dinero, por un hombre que no podían iden- tificar como sir Giller o el criado. lO DE SALUD SABINA OSORIO. Phoenix, Ariz. ¡ATENCION!! Ordenen En donde SD. y -o JOVENES, SEÑORITAS: ¿ESTAN USTEDES PROXIMOS A CONTRAER MATRIMONIO? sus Participaciones Matrimoniales en: “EL SOL” 62 al Sur de la Calle Tercera (Entre Washington y Jefferson) Phoenix, Arizona además encuentran ustedes, una gran variedad de: e Azahares O Coronas e Velos O Rosarios Libros de Oir Misa. eo > BNO

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