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PAGINA CUATRO CAIN Y ABEL EN EL VERTIGO DE... (Viene de la página 3) sional constitucionalista del Estado, en favor del general Martín Castrejón, designando secretario de gobierno al joven e impetuoso licenciado Ismael Tinoco Bonilla, quienes esta- blecieron su gobierno en aquella misma plaza. Fue nombrado jefe político de Ario, el coronel Homero López. Ya para entonces se habían incorporado a la División del Sur con sus respectivas fuerzas, los generales Telésforo Gó- mez, Guillermo García Aragón, Alfredo Elizondo, Salvador González, Emilio Orozco, Cipriano Jaimes, Rómulo Figueroa y otros, algunos de los cuales formaban parte de la columna del general Amaro. También se había incorporado, procedente del norte, el inquieto general Guillermo Valencia, quien según una carta confidencial del general Francisco J. Múgica, a su amigo ín- timo Rentería Luviano, llevaba la pretensión de apoderarse de la jefatura de las fuerzas revolucionarias michoacanas, y cuando había quedado acéfalo debido a la inutilizadión en Tacámbaro del general Sánchez. Múgica era de los que goza- ban la predilección del señor Carranza, y desde el norte man- daba la voz de alerta a su amigo del sur, con quien había com- partido en su juventud las más caras ilusiones eróticas y los mayores desaciertos propios de la edad de oro. Sin embargo, jamás tomó una sola gota de licor ni incendió nunca un ciga- rro. + “ELINVENTOR” El general Guillermo Valencia, no aportó más contin- gente a la Revolución que su entusiasmo y sus conocimientos químicos en materia de explosivos y artefactos pirotécnicos de guerra, que él mismo ensayaba en los combates. Era un hombre joven de agradable presencia y de fácil palabra; di- námico, locuaz y sugestivo. Afecto a los inventos, ufanábase de haber descubierto un aparato por medio del cual —decía— podía obtenerse el movimiento continuo. Consistía el tal, se- gún explicaba, en una serie de discos excéntricos girando en espiral por medio de un ingenioso mecanismo, muy semejante al que en aquellos días acababa de ser descubierto por un o- brero mexicano, con la diferencia de que en éste los discos eran concéntricos y fija la espiral. Optimista y comunicativo, pedía opiniones a sus subalternos. Yo le dí la mía: con todo respeto, mi general, si su fe revolucionaria está a la altura de este invento, me parece que estamos perdidos. Porque pa- ra mí el movimiento continuo isócrono, se habrá descubierto el día en que, desaparecidos los mundos, se asome Dios a la ventana de la Eternidad, y viendo que algo se mueve a lo le- jos, exclame desconcertado: ¿Qué es eso? Es decir, nunca. El movimiento natural continuo existe desde el principio de la breación y es el mar. Valencia regresó al norte, decepcio- nado, cuando comenzó a recelarse de sus intenciones. POR CAZAR LA LIEBRE... Conforme se iban incorporando nuevos contingentes, el general Sinchez los destinaba de acuerdo con sú plan de cam- IAN YA QUEDAN MUY POCOS ¡Apurese! a Libro de la Vida de PEDRO INFANTE Datos Biograficos de su Vida Artistica y Amorosa asseassorsonsosso Mustrado con Fotografías én cada Página. .ooco»»o»ow»»«o El Mejor Retrato del Querido Idolo en la Portada. ES LA VIDA DE PEDRO INFANTE, ARTISTICA, AMOROSA Y DE SU HOGAR. ADEMAS ADJUNTO EL CANCIONERO DE “EL SOL”. CON LAS CANCIONES MAS MODERNAS. — TODAS LAS CANCIONES NUEVAS LAS ENCUENTRA EN ESTE LIBRO — NO HAY OTRO CANCIONERO MAS MODERNO EN NINGUNA OTRA PARTE! + “EL SOL”, paña. Los generales Rentería Luviano'y Rómulo Figueroa marcharon á Acuitzio, cuya plaza se trataba de conservar a toda costa, debido a su estratégica importancia. Estando Acuitzio tan inmediato a Morelia, era de suponerse que de un momento a otro intentaría el gobierno recuperarlo y aun en- viar, por allí fuerzas para atacar Tacámbaro o recuperar a Pátzcuaro. Así lo comprendieron Figueroa y Rentería y tan luego como se posesionaron de la plaza, salieron con una fracción de caballería a practicar un reconocimiento del te- rreno con objeto de fijar su plan de defensa en caso de ata- que. Era la mañana del 31 de julio. Recorría el grupo de dra- gones las alturas vecinas escogiendo los puntos estratégicos cuando, intempestivamente, una liebre pasó saltando entre los matorrales, espantada por el tropel de la caballería. Mu- chos disparos se le hicieron-a la vez sin tocarla, El animal, a- turdido, después de saltar de matorral en matorral, sin en- contrar refugio, pasó veloz por entre las patas de los caba- llos. Un soldado se inclinó y la cogió de las orejas, pero el roe- dor se le deslizó; le pasó a otro azotándole las piernas y tam- bién la dejó'ir; un sargento le arrojó el mausser encima, a un paso de distancia y erró igualmente. La nerviosidad y el ato- londramiento se habían apoderado de todos. Desmontaron entonces varios soldados y la persiguieron tenazmente; esta- ba rendida; pero en el momento en que la iban a atrapar, cuando la consideraban ya como suya, se les escapaba nue- vamente y seguía corriendo, provocando la hilaridad y el ge- neral alboroto. Por fin, después de haber pasado impunemen- te por las manos de muchos, llegó jadeante a su escondite y desapareció. La cacería había terminado. Entonces alguien dirigió la vista hacia el camino de Morelia y con sorpresa des- subrió a una columna federal que se acercaba en orden de ba- talla. Era la columna del general Rodrigo Paliza. No quedaba ya tiempo para ocupar las posiciones escogidas ni aun para tomar otras. El enemigo estaba encima. La guarnición, ca- reciendo de jefes que organizaran la defensa, se batió en re- tirada. El capitán segundo J. Matilde Aguilar, encargado del teléfono, comunicó la novedad 'al cuartel general cuando ya la plaza estaba siendo atacada y recibió ordenes del jefe del Estado Mayor, general J. Inocente Lugo, de desconectar y salvar el aparato. Rentería Luviano y Figueroa, después de haber sostenido el fuego por cerca de una hora, se replegaron al cerro del Aserradero, hacia donde trataron inútilmente de atraer al enemigo. Los grupos revolucionarios que se acerca: ban a provocarlos, eran hostilizados por los federales; pero éstos no se decidieron a seguirlos cuando aquéllos retroce- dían. Al día siguiente regresó nuestra columna a Tacámbaro, encontrando en el camino un refuerzo tardío que iba en nues- tro auxilio. DRAMA EN PATZCUARO Debo consignar también aquí un hecho iamentable que restó a la Revolución dos valiosos elementos: el incidente en que perdió la vida el coronel Francisco de la Hoya, a manos de su colega Jesús Barranco, en Pátzcuaro, el 18 de julio. Era jefe de la plaza el primero de los citados, joven de valor y de prestigio que representaba una esperanza lisonjera para el cs de la causa. Frecuentábamos allí una modesta casa Al Comprar el A todoo zos] de RS eS PIDA USTED SU LIBRO DE PEDRO INFANTE HOY MISMO! IDO SI LO HACE POR CORREO, ASI: 92 EL SOL” SR Phoenix, Arizona MANDE USTED $1.00, O PIDALO POR C. O. D. HAGA SU PEDIDO LUEGO, ANTES QUE SE AGOTE. “EL SOL”, 62 Sur de la Calle Tercera rr A o qu Teléfono AL 3-4948 Phoenix : e SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE comercial en la que se expen- Viernes 13 de Junio de 1958, TRIBUS Y MONSTRUOS EN EL... dían licores y donde una agra- ciada joven llamada Susana, nos deleitaba con sus habili- dades en la guitarra, entonan- do canciones de la Revolución y otras de corte netamente mexicano muy de acuerdo con nuestros sentimientos nacio- nalesher idos, que despertaban nuestro entusiasmo y que e- ran aplaudidas hasta el deli- rio, como ésta: “Los america- nos dicen —que no me dejan pasar; —y me paso y retepa- so —aunque les parezca mal”. Un retrato de esta muchacha, exhibido imprudenteme n t e por De la Hoya, despertó los celos de Barranco, quien segó a tiros aquella vida promete- dora. El cadáver de De la Ho- ya fue conducido a Tacámba- ro, donde se le hicieron solem- nes honras fúnebres. El gene- ral Sánchez pronunció una sentida pieza oratoria, habién- dose conmovido de tal manera ante la presencia del féretro, que su serenidad lo traicionó y aquel carácter enérgico y austero, dejó paso franco al raudal de sus lágrimas. El co- ronel Barranco salió huyendo a medianoche y,'abatido y contrito, se presentó en el cuartel general, sin lograr a- placar la ira del jefe de la re- volución. Inexorable el gene- ral Sánchez por el crimen co- metido, exacerbado por la o- bra de Caín ante el cadáver de Abel, resolvió aplicar un castigo ejemplar y, al efecto, dispuso que el culpable fuera ejecutado. Viéndose éste per- dido, resolvió fugarse y lo lo- gró en la noche, huyendo ha- cia Guerrero con intenciones de llegar a Acapulco. Buscó para ello la protección de las fuerzas de Mariscal, pero fue traicionado por el jefe Luis Robledo y asesinado a su vez, según se- dijo entonces, y lo cual no me consta, para des- pojarlo de los valores que lle- vaba. Entretanto, restablecido de sus heridas el general Sánchez y para corresponder a las nu- merosas muestras de simpa- tia de la sociedad tacambaren- se que se interesaba por su salud, había dispuesto como medida de orden político la celebración de una ceremonia religiosa, consistente en un solemne Tedéum para dar las gracias por su alivio y a la cual asistió él con todos sus generales, E + | FIESTA EN SANTA MARIA Estando el jefe de la Revo- lución en esa plaza, recibió el parte de la escaramuza soste- nida por el general Cecilio García, en Santa María de los Altos, a inmediaciones de Mo- relia, el 15 de agosto de 1913. Consigno este hecho de ar- mas, sin ninguna importancia militar, tan sólo por las esce- nas chuscas que provocó. Se celebrara la fiesta anual de esa fecha, que antaño era religiosa y después degeneró, adquiriendo caracteres profa- nos; asistía la mayor parte de la sociedad de Morelia y se entregaban todos los concu- 1rentes de lleno al regocijo y al más sano-esparcimiento, cuando intempestivamente se presentaron los revoluciona- rios rompiendo el fuego sobre la escasa guarnición federal. El pánico fue esa vez indes- criptible; ias familias corrían en desorden por las calles, los bailes se suspendieron, los en- galanados “puestos” fueron a- bandonados; en un momento %|la plaza principal se quedó de- $ | sierta; pero la-nota cómica la dieron entonces las chicas ele- $ |gantes que habían ido a lucir sus mejores galas. Se usaba en + | aquella época ia falda corta % [llamada de medio paso, moda ¡que se había extendido con % | furor entre las morelianas y resultaba que con tales pren- das de vestir quedaban las da- mas imposibilitadas para co- | rrer, y en su desesperación por huir rompían sus vestidos (Viene de la página 3) do les estorban sobre los ojos. Cuando ya se le considera co- mo una mujer “formada”, la joven peina bien su cabellera sobre la frente y se prepara a contraer nupcias con el joven a quien se le ha destinado. * % * SOLEDAD Y DESOLACIÓN Ed Estos indios tienen un nombre raro de tribu. Se llaman los calápagos. Pues bien, los calápagos parten en la estación del verano a la villa adecuada para ello, donde permanecen durante los seis meses de la temporada de lluvias. Se llevan todos sus bienes, sus utensilios, los recipientes de barro crudo para cocinar, etc. Las grandes casas colectivas están cons- truídas en la villa estival, bastante lejos del rio, por temor a las inundaciones. Nosotros nos marchamos con el último gru- po que parte para villa del verano; plegamos nuestras hama- cas y miramos por última vez el poblado indio. Al día siguiente estamos mirando la ribera del Culvene. Allí queda, atrás, la villa abandonada. Y nos asalta la idea de nuestra avioneta, que estará para llegar allí y aterrizará en una soledad. desolada.... Nuestras provisiones, casi se han acabado; no me quedan sino unos puñados de café. Las llu- vias se tornan torrenciales, casi son un diluvio. En poco tiem- po, todo —allá, en la abandonada villa— habrá quedado in- undado, Y hemos tenido que volver mi guía y yo a la villa sin nadie, por esperar al avión. Como náufragos en un islote so- litario en el océano, nos pasamos todo el tiempo recluídos en la casa. Así, en el largo tiempo, a la luz azulada de mi lám- para, ordeno mis notas y envuelvo mis films... Si me asomo al ventano rústico, veo el cielo todo gris y la vegetación se me aparece como una decoración de teatro. Nunca he visto llover tan pertinazmente y con tal violencia. Es algo terrible; La noche llega; la casa está inundada. No hay modo de hallar un algo seco donde extender las hamacas. ¡Y si sólo fuera Pero las aguas traen una corte muy animada de insec- peo Tal vez huyen de ella. Acaso surgen de la humedad. De pronto nos invaden gusanos, escorpiones, larvas, moscas ve- nenosas, pegajosas... No es esto sílo. Sería inofensivo. Al día siguiente, veo, en la desierta plaza de la villa, una gran ser- piente boa, que se eleva, con su fría lengua, partida .en dos, con todos los indicios de ser venenosa. Se han ido los calápa- gos y el pueblo es invadido por insectos, larvas y monstruos.... En las noches, oscurísimas, el jaguar ruge con grito laceran- te, que rompe los nervios.... Y el avión no aparece.... ¡Si es que pudiera aparecer, con ese “diluvio” que es como un “mar vertical” continuo! MIEL Y FRUTAS EXQUISITAS * Pero poco importa ya que la avioneta no venga. Los ví- veres aparecen en profusión. Los indios nos han hecho co- nocer los rincones de la floresta donde pueden descubrirse viandas exquisitas. Se pueden coger cada día, de diferentes árboles, deliciosas frutas. En mis correrías por el bosque des- cubro de pronto, en un hueco en el tronco de un árbol viejí- simo, un panal de abejas que rezuma miel. Hace nuestras de- licias porque estas abejas no son agresivas para el hombre; por lo menos, a nosotros, no nos atacan. Hoy han regresado, en pequeños grupos, los indios. Vie- nen en su desnudez rojizobronceada, con vendajes en las in- gles y en las rodillas. Lanzan gritos de júbilo. Son nuestros amigos ya. Sus almas están “allá lejos”, en la. “Edad de las Cavernas”. Desconocen la civilización. Por lo cual no quita que sean bondadosos y que se sientan felices, Traen abundan- tes peces. Han pescado con flechas certeras, disparadas con sus arcos. También por medio de un largo hilo de “nylon”, al que va atado un arpón agudo, se atrapan peces de tamaño considerable, que los indios condimentan asándolos sobre las brasas. Los indios pasan muchas horas en sus embarcacio- nes pescando en el río, Las indias preparan muy bien los pes- cados, al fuego. Y como todos los tribeños de esas selvas espesas y de las márgenes del amazonas, guardan los secretos transmitidos de generación en generación para curar las enfermedades, para aprovechar las sustancias que les brindan las plantas y tintu- ras que elaboran, así como venenos que preparan. Entre es- tos conocimientos se cuenta el que aplican para realizar la conocida reducción de cabezas, que tanto ha intrigado a los seres civilizados y que practican,-si no todas, varias de las tribus aborígenes del sur de nuestro Continente. TODA CLASE DE TRABAJOS DE IMPRENTA "EL SOL” 62 AL SUR DE LA CALLE TERCERA TELEFONO ALpine 3-4948 PHOENIX, ARIZ. 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