El Sol Newspaper, February 24, 1956, Page 5

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Viernes 24 de Febrero de 1956 $1.00 0) CARTONES | carro TAQUILLA ABIERTA 6:30 P. M. JUEVES 23 Y VIERNES 24 DE A OPPOSITE ym ¡ALUMIant “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE DRAMAS DE LA VIDA COTIDIANA + EL RETORNO DE LA PROPIA ESTIMACIÓN + Por DANA BURNET Poco antes de la última crisis económica, un comerciante de Nueva York, al cual llamaré | Stanley Baker, perdió toda su paraNiÑos Q FUNCION EMPIEZA 7:00 P. M FEBRERO PROD. LUIS MANRIQUE presenta a MECHE BARBA 7 FERNANDO FERNANDEZ LOS PANCHOS | Además 2 Caricaturas en Colores y Cortos Selectos SABADO 25 Y DOMINGO 26 DE FEBRERO y Y PRODUCCIONES 1UIS MANRIQUE, $. A. presenta a LUIS AGUILAR ANTONIO BADU DAVID SILVA 7 LUIS ALDAS Z. <<» TAMBIEN EN EL MISMO PROGRAMA ¡POKER de ASES" * CLASA-MOHME, Inc. so Además 2 Caricaturas en Colores y Cortos Selectos j¡Traiga a Toda la Familia!! fortuna. Quedó, además, tan a- batido, que cuando unos amigos que habían logrado capear el temporal quisieron respaldarlo, para que emprendiera un nue- vo negocio, rehusó el ofrecimien- to, diciéndoles que el mal esta- do de su salud no le consentía aprovecharlo. En realidad, su a- ariencia era la de un hombre enfermo. Alicia, la esposa del comer- iante, mujer encantadora y muy zonsagrada a su marido, tenía *horrados unos pocos cientos de dólares, que empleó en llevarse al enfermo a Oriental Springs, tranquilo lugar del centro de la Florida, donde la gente aco- modada suele ir a pasar el in- vierno. Allí alquiló una casita, situada en medio de un pinar, y con vista a un apacible lago. El paraje, que conservaba, re- lativamente intacto, todo agres- te atractivo, era hermoso en ex- tremo. De las altas copas de los pinos se desgranaba el canto de miles de aves. De la puerta de la casita, alejábase serpentean- do el estrecho camino —doble huella: que dejaron, en el suelo arenoso, las ruedas. En la casa más próxima vivía Frank Sear- les, administrador de uña casa vendedora de apio. En chozas más distantes, campesinos po- bres, gente típica de los blancos venidos a menos de la Florida. En ese rincón apartado del mundo, y tranquilo, al parecer, Stanley Baker fue reponiéndose. La vida sencilla que llevaba le aprovechó mucho, al menos en lo físico. Pero su mal tenía raí- ces más hondas. Había experi- mentado Baker la amargura del fracaso; había perdido la con- fianza en lo porvenir. El miedo caminaba a su lado durante el día,y velaba a su cabecera du- rante la noche. Se pasaba Stanley Baker ho- ras y horas en un bosquecillo de cipreses, junto al lago. La ribera formaba allí violento de- clive y el agua era muy profun- da. En hondo ensimismamiento, se estaba horas enteras contem- plando el agua. En una ocasión, al volver de allá, camino de su casa, a eso del mediodía, tropezó con dos muchachos que estaban pelean- do. Reconoció al menor, que era el hijo de Frank Searles, su ve- ino. Notando que el otro, al cual no había visto nunca, abusaba de su edad y de su fuerza para golpearlo, se acercó a separar- los. Al hacerlo, le dió un em- pellón al mayor. El muchacho fué a caer de bruces contra la raíz de un árbol, y empezó a sangrar a chorros por la nariz. Se le vantó de un salto lanzan- do un alarido. ¡“Maldito foras- tero! ¡Ya verás tú lo que te pa- sa cuando yo le.cuente esto a mi padre!” le gritó después a Baker mientras iba alejándose. El hijo de Searles se alejó también, y Baker siguió solo su camino. La amenaza que le ha- bía hecho el otro muchacho, era una nueva preocupación que au- mentaba la carga de las más graves y pesadas que ya llevaba encima. Esa tarde, en momen- tos en que Alicia se hallaba en el pueblo haciendo compras, se presentó en casa de Baker el muchacho de la pelea. —¿Qué vienes tú a buscar quí— le preguntó” Baker. *—Le manda decir mi padre que se largue de aquí antes de mañana noche, si no quiere que le pegue un tiro. Dice que él no aguanta que nadie aporree a un hijo suyo y le saque sangre. Y mi padre es Jed Colby, un hom- bre que tira a matar. Con la última palabra, salió corriendo y desaparegió en el pi- nar. Baker no pudo contener la ri- sa. Aquello era ridículo. Mas de pronto le asaltó el recuerdo de su mujer. ¡Si Alicia se enterase de aquel ultimátum absurdo! Co- nocía él ya a la gente de estos contornos lo suficiente para dar- se cuenta de que, antes de po- co, la amenaza de Jed Colby se- ría la comidilla del pueblo. ¡Cosa extraña! Al principio, no.pensó en sí mismo. Sí pensó después, por la noche, cuando Frank Searles y su mujer lle- garon de visita. La señora de Searles pasó directamente a la cocina a ayudar a Alicia que es- taba lavando la loza. Frank se- ñaló al porche, diciéndole a Ba- ker: * —Vamos así, donde estemos solos. Tengo que hablarle. Baker lo siguió en silencio. —Crea usted, señor Baker— empezó Searles — que Je agra- dezco lo que hizo hoy por mi hi- jo. Sin embargo, ojalá no hu- biera intervenido en eso. Porque Jed Colby, el padre del otro mu- Chacho, anduvo ¡por el pueblo e- chando bravatas. Dice que, al ponerle encima la mano a su hijo, lo ha humillado usted a él, y que, o se va usted de aquí, o le pega un tiro. —Ya sabía yo eso— repuso Ba- ker—. El mismo Colby me lo' mandó decir. Pero no puedo cre- er que hable en serio. En pri- mer lugar, yo no le pegué al muchacho. Y luego, esas ame- nazas serán pura palabrería.... —Hace veinte años que vivo aquí y conozco a esta gente — -contradijo Searles—. Es tan im- pulsiva como ignorante. ¡Pero ese hombre trata de co- meter un asesinato! ¿No hay a- quí leyes, ni autoridades que las hagan respetar? Si, señor, la hay — repuso Searles; y, recalcando las pala- bras—; pero no cuentan en los asuntos que ésta gente conside- ra cuestión de honra. —Bien.... ¿qué me aconseja usted? Searles lo miró a la cara. —No puedo darle ningún con- sejo, señor Baker. Hay casos que un hombre tiene que resolver por sí mismo. Stanley pasó toda la noche despierto, trantando de hallar un modo de salir de aquella dis- yuntiva. Los vagos terrores que a- lo habían atormentado meses y meses, tomaban ahora una for- ma nueva y concreta. Su miedo a la vida se había trocado en miedo a la muerte. Tendido en la cama, inmóvil, para no des- pertar a Alicia, pensaba y pen- saba. ¿Debía huir? De pronto, en un acceso de an- (EV EVE NENE YY) (EZ EVEN AL 3-6156 AL 3-6155 LUNES —= MIERC. — VIERNES 7:15 SIGN ON 7:16 Melodías Mañaneras 7:45 Primeras Noticias (1st Na- tional Bank) 8:00 Desayuno Musical (4 Fol- gers y Y D'Fransia) 9:00 Mensaje de Amor 9:15 Obituarios 9:20 Radio Bazaar 9:30 Noticias Agrícolas 9:35 Ritmos Sentimentales 10:00 Cita a las Diez 10:55 Mundo Femenino (Arizona Public Service) 11:00 Maestras en Cuisine (Hol- sum Bakery) 11:15 Radio Teatro (Jabón White King) 11:30 Media Hora con Graciela 12:00 Su Noticiero (American Au- to Salvage) 12:15 Su Orquesta (el Miércoles: Cartelera Cinematográfica, Teatro Azteca) 12:30 Reportero Fantasma (515 Motors) 12:45 Cantante del Día 1:00 Artistas en Revista (Vier- nes: Cartelera Cinemato- gráfica, Teatro Azteca) 1:45 Pan de los Pobres (Globe) 2:00 Dedicando su Canción 3:00 Clases de Inglés 3:15 Voces Femeninas 3:55. Obituarios E E ENEE) li=J, K IF 4:00 Club 860 4:30 Pasatiempos Alegres 5:00 Radio Baile (Viernes: Atar- decer Ranchero Quebedeaux 5:45 Pedro Infante 6:00 Ultima Edición 6:15 SIGN OFF.... MARTES — JUEVES 7:15 SIGN ON 7:16 Melodías Mañaneras 7:30 Amanecer Ranchero 7:45 Primeras Noticias (ist Na- tional Bank) 8:00 Desayuno Musical (Y Fol- gers y Y D'Fransia) 9:00 Mensaje de Amor 9:15 Obituarios 9:20 Radio Bazaar 9:30 Noticias Agrícolas 9:35 Trovador Popular 10:00 Cita a las Diez 10:55 Mundo Femenino (Arizona Public Service) 11:00 Maestras en Cuisine (Hol- sum Bakery) 11:15 Radio Teatro (Jabón White King) 11:30 Media Hora con Graciela 12:00 Su Noticiero (Quality) 12:15 Iglesia Evangelista (Jueves Mosaico Mexicano) 12:30 Reportero Fantasma Motors) (515 860 Kilociclos 1000 Watts de Potencia 12:45 Cantante del Día Artistas en Revista Pan de los Pobres (Globe) Ecos de Bethel Dedicando su Canción Clases de Inglés Hora Siesta Obituarios Club 860 Discoteca Popular Radio Baile Martes: Naciones Unidas Ultima Edición (United Auto Supply) 15 SIGN OFF.... 2: 1: 1: 2: 2: 3: 3: 3: di 4: Si 5: 6: 6: — SABADO — 7:15 SIGN ON 7:16 Melodías Mañaneras 7:30 Amanecer Rancheró (S y W 15 Min.) 8:00 Desayuno Musical (4 Fol- gers y Y D'Fransia) 9:00 Mensaje de Amor 9:15 Obituarios . 9:20 Radio Bazaar 9:30 Noticias Agrícolas 9:35 Escoba y Plumero 10:00 Cita a las Diez 10:30 Música de Antaño 11:00 Maestras en Cuisine (Hol- sum Bakery) 11:15 Su Orquesta 11:30 Ecos de España 12:00 Su Noticiero (Quality) 12:15 Mosaico Mexicano 12:30 Reportero Fantasma Motors) 12:45 Iglesia de Cristo 1:00 Dedicando su Canción 2:45 Segunda Asamblea 3:00 Nuestro Vals 3:30 Cantares y Poemas 3:55 4 6: 6: (515 55 Obituarios :00 Complaciendo sus Deseos 00 Ultima Edición 15 SIGN OFF... — DOMINGO — :15 SIGN ON :16 Melodías Mafaneras Mensaje Evangélico :00 Fantasía Musical z :30 Trovador Popular - 10:00 Notas de A B C 12:00 Su Noticiero (Quality) 12:15 Cartelera Cinematográfica, 12:30 Salud y Provecho 12:45 Sagrado Corazón 1:00 La Hora Católica 1:30 Peticiones Telefónicas :45 Hora de la Esperanza :00 Desfile de Exitos :30 Tardeada Dominical :10 Obituarios :15 Mensaje Evangélico 7 7 8 8:30 9:00 9 Radio Baile Hora Panamericana 2 3 3 4 4 4 5 6:15 SIGN OFF.... (PEPE Y, (2) (2) == h (2 / E gustia, al cual siguió inmedia- tamente otro de alivio, tomó su determinación. La bala con que lo amenazaba ese hombre sería la mejor solución. Antes de a- manecer, se deslizó fuera de la cama, cUidando de no despertar a Alicia, que dormía a su lado; se vistió callandito, y salió de la casa. No tardó la gloria del sol na- ciente en bañar de luz los pi- nares donde las notas cristalinas del' canto de los pájaros iban llenando el silencio de la ma- fiana. Mientras avanzaba por el arenoso camino, Baker hizo un descubrimiento que lo dejó sor- prendido: la vida le parecía a- petecible y buena todavía. No; no quería morir. Sin embargo, siguió andando en busca de la casa de Jed Colby. Dió con ella, subió el único es- calón que conducía al porche medio desvencijado, llamó a la puerta. Después de interminable espera, salió a abrir Jed Colby— un hombre alto, flaco, barbudo, que vestía sólo camiseta y pan- talones de una tela que había sido azul en otro tiempo. —Soy Stanley Baker — dijo el recién llegado—, el hombre al que usted quiere matar. Rápido como una víbora, Col- by echó mano al rifle que tenía detrás de la puerta, y apoyó en la cadera la culata del arma, cuya boca rozaba casi el pecho de Baker. El otro se quedó mirándolo estupefacto. ¡—Ha venido aquí sin traer un arma! Muy valiente tiene usted que ser, forastero... —No sé si lo soy, o no lo soy. Tal vez habré vanido por salir de dudas —repuso Baker, que luego, sintiendo una serenidad de la cual nunca se hubiera creído capaz, añadió—: Vea us- ted, Colby: he venido aquí... porque era el único camino pa- ra quedar en paz conmigo mis- mo. Creo que usted entenderá es- to tan bien como yo. Colby bajó los ojos y los cla- vó en el rifle que tenía en las manos. —¡Qué demonios! — exclamó —. No puedo matar a un hom- bre a sangre fría, en mi propia puerta. Entre usted, y hablare- mos.... Y conste que admiro su coraje al haber venido a bus- carme. Era todavía muy temprano, cuando Baker volvió a su casa. Pensando que Alicia estaría dur- miendo todavía, trató de entrar Sin hacer ruido: Mas, al abrir la puerta vió a su mujer ya vesti- da, de pie en la sala aguardán- dolo. —¡Dios mío, gracias! — mur- muró cuando lo vió entrar. Y se arrojó en sus brazos. Hacía mu- cho, mucho tiempo que la tris- teza que ensombrecía sus vidas, no les había permitido estre- charse así con tan larga y amo- rosa efusión. —¿Pero sabías....? — preguntó él al cabo. —La señora de Searles me lo contó todo anoche. Frank no quería que me lo dijese, pero e- lla entendió que era su deber. En sus ojos, alzados hacia él, había lágrimas. —Yo estaba despierta, y bien despierta, Stanley, cuando te le- vantaste antes del amanecer. Te vi cuando salías. Y sabía perfec- tamente adónde ibas. —¿Y cómo no trataste de im- pedirlo? — le preguntó Stanley, Meno de asombro. , —En vez de impedirlo, quedé rezando. El la apretó más contra su pe- cho. , —¿Le pediste a Dios que me diese valor? —No — contestó ella —. Yo sabía que no lo necesitabas. Só- lo le pedí que te protegiese. El se echó a reír y la besó. Cuando volvió a hablar, vibraba un acento de alegría y de triun- fo en su voz. —Amor mío —dijo—. Hice las paces con Jed Colby; pero lo que es mejor aún, me puse en paz conmigo mismo. No sufrirás más. Me siento muy bien. Y, tenlo por seguro, seguiré sintiéndome bien.... Al cabo de unas semanas los Baker regresaron a Nueva York. Al cabo de unos años Stanley Baker vivía en la prosperidad, respetado en los círculos mer- cantiles, jefe y dueño de su pro- pia casa de comercio. Y hoy tie- ne algo que vale más que el ac- tivo de sus negocios: tiene la convicción, adquirida tras mu- chos días de caminar a tientas entre las sombras de la descon- fianza y del miedo, de que, en definitiva nuestra seguridad des- cansa en la propia estimación, en la confianza en .nosotros mis- mos. me + PAGINA CINCÓ Domingo 26, Lunes 27, Martes 28 de Feb. PRODUCCIONES MIER Y BROOKS, S. A. presenta a AÑA BERTHA LEPE "RESORTES" + AZTECA FILMS, Inc. 2 También en el Mismo Programa: LA HISTORIA DE UNA 3 PASION INCESTUOSA, NACIDA DEL ODIO, VIOLENTA COMO EL [[HURACAN, DESTRUCTORA COMO LA MUERTE! e, , Dirección de EMI +** Fotografía de GABRIEL FIGUEROA. VIERNES 2 Y SABADO 3 DE MARZO EEE, JOAQUIN ros PARDAVE ROSITA ARENAS CARLOS _ |l NAVARRO ISABELA : CORONA o sense”! AZTECA FILMS, Inc. dió ue vol Charito Granados, en: PROFESIONAL”” BRA

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