El Sol Newspaper, April 15, 1955, Page 3

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Ahora ees esa respetable señora que arrastra materialmente a un niño, lle- vándolo de la mano y llenándo- lo al mismo tiempo de impro- perios porque se resiste a ir a la escuela. ¿A ir a la escuela, a los cuatro años de edad mal cumplidos, es decir, cuando de- bería gozar en pleno del derecho de ser feliz, yendo y viniendo a su antojo y haciendo cuanto le viniera en gana, pero... No he- mos dicho que la señora en cues- tión tiene todo el aspecto de u- na madre ultramoderna, de esas que no gustan de la presencia de los niños, porque ellos lloran y piden y preguntan y tienen también sus ratos de mal hu- mor. Todo esto... ¡que lo sopor- ten las maestras “jardín de ni- fñios” que para ello se les paga.... Que por lo que hace a la ma- dre, tiene otras cosas más im- portantes que hacer antes que ocuparse de cuidar a su hijo. Cosas tan interesantes como a- cudir al salón de belleza, a la casa de la modista, a la cita con la amiga íntima, para ir de compras, al juego de canas- ta, etcétera, (con una lista de etcéteras interminable). En tales condicioines, ¿cómo se le puede pedir en justicia a una madre que cuide de sus hijos? Tendría que prescindir de todos sus com- pues eso ustedes comprenden que no es posible. Ahora que, desde lue- go, resulta un poco forzado pre- tender que también lo compren- dan los niños de cuatro años, que desean quedarse en su ca- sa, que sufren levantándose a determinada hora en los días'in- clementes, que temen a la ma- estra hal humorada, que están a disgusto cerca de aquel otro niño que siempre los molesta. Que buscan, en una palabra, a semejanza de pajaritos, el ala amante de la madre que los cu- bra y les preste su calor. Pero, en vez de eso, ahí la se- fiora, la respetable señora de i- deas modernas llevadas hasta la exageración, llevando al niño a rastras hacia la escuela y con- testando con frases violentas y tirones más violentos todavía, a las súplicas del pequeño. Noso- tros pensamos:, “¡Si yo fuera el esposo de esa señora!”.... ....Y a propósito... ¿el esposo de esa señora?.... Pues.... ¡nada! ... que los esposos también se han modernizado grandemente que se pasan la mayor parte de las horas fuera de casa, que ig- noran lo que hacen las señoras y lo que es peor aún, lo que pa- sa a sus hijos, de los que desco- nocen los problemas y hasta los gustos y las tendencias y las necesidades. Porque ellos, lo mismo que las esposas, tienen sus compromisos sociales y de- ben cumplirlos. A la mediano- che, no hay tiempo ya para cam biar impresiones. Ambos se en- cuentran rendidos, fastidiados y si tienen algún deseo, es única- mente el de tenderse en el le- cho, para emprender al día si- guiente un capítulo más de la misma vida azarosa e inútil. I- nútil, porque no es el compen- dio de obligaciones de un hom- bre casado asistir al club, a la mesa redonda de amigos, al tea- tro, invitar a la secretaria o a .Ma amiga, medio cumplir con el gasto diario y llegar a casa de mal talante a la medianoche. Ni es precisamente obligación de una esposa y sobre todo de una madre, pasar la mayor parte del día fuera del hogar, librándose del cuidado de los hijos a como le sea posible, obligándolos a ir a la escuela cuando apenas si saben hablar, usando con ellos de violencias e injusticias, en defensa de una libertad a la que a no tienen derecho en virtud de las obligaciones contraídas. Pero las cosas están así y pa- recen no tener remedio. El pa- dre arregla su propia vida de a- cuerdo con sus gustos o sus de- seos. La madre hace lo propio y son los hijos, precisamente t- los, quienes desde una edad in- creíble, empiezan un largo vía crucis, condenados por los pro- pios padres. Quienes, siempre encomendados a manos extra- filas, aprenden a mirar la vida desde un ángulo saturado de a- margura que ya no habrán de olvidar jamás. Dan los primeros (Pasa a la página 6) Desórdenes como: estreñimiento, úlce- ras, eructo, vómito, dolores severos de cabeza,latidos en estómago, desvane- cimientos, dolores constantes de estó- adhesiones abdominales, ardor de corazón—palpitación rápida de co- razón es signo de alguna condición se- ria. Deje que le hagan un As apropiado al momento para que encuentre la causa. de tomar un examen de Rayos X si es necesario para que la 'L COSTO ES MUY POCO. TODA CLASE DE ENFERMEDADES DE LAS PIERNAS Y PIES Si tiene usted calambres en las piernas, úlceras con dolores de larga duración, punzadas, ardores, adormecimiento de los les y piernas. Haga usted caso de estas serias llamadas y 'o deje adormecimiento de los brazos 311 E. McDOWELL RD. deje que le examinen cuanto antes para evitar serias dificu' PHOENIX, ARIZ. ades más adelante. Ardores Jueves por la tarde Cerrado de 9 a. m. hasta las 6 p. m. TELEFONO AL 2-0541 Martes por la noche: de 7 hasta las 9 p. m. Domingo de 2 a 5 p.m. y manos, así como de los dedos. Esto circulación de la sangre. CONDICION D. ser corregida encontrando la causa. — DOLORES CONTINUOS DE ESPALDA pueden ser causados por la espina o por los órganos interiores. ATIENDASE CUANTO ANTES! Consultas SIN COSTO ALGUNO para información de dietas. uiere decir una pobre LOS NERVIOS puede NO SUFRA MAS! A Qe — — ¡DE MUJER A MUJER SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE RUTAS DE EMOCIÓN “Por ROSARIO SANSORES A TODOS NOS LLEGA TARDE ... Raras veces nos llega el bien que ambicionamos, cuando estamos en posibilidad de disfrutar de sus dulzuras. Miles de seres ambicionaron algo y lucharon para ob- tenerlo. " Se les fué la juventud. Llegaron a la madurez. Y cuan- do estaban ya casi en la vejez el suspirado bien llegó a ellos como una ironía. A veces la muerte suele romper lazos que en vida llega- ron a ser una pesadilla para quienes los sufrieron. - No todo mundo tiene valor para apelar al divorcio. Las mujeres, que se saben inútiles para la lucha o cuya salud es precaria o bien las que son dueñas de un carácter tímido:que las coloca en un plano de inferioridad, prefieren soportar en silencio su cruz. Se dicen: —Tal vez me vaya peor si cambio. A muchas conocí, jóvenes y bellas. Llenas de entusiasmo y de ilusiones. Pero éstas se marchitaron con la furia de los desenga- ños que llegaron y uno a uno, fueron segando los frágiles capullos. De pronto, un día la muerte llegó para liberarlas de a- quel marido dominante, imperioso, que, a todas horas trata- ba de imponer su voluntad. Pero, ya no tenían juventud ni hermosura. Eran pobres mujeres desoladas y mustias. Y el dinero heredado sólo les trajo problemas y desató las ambiciones de los parientes que se lanzaron, sobre ella para arrebatarle lo que pudieran. Una noche, escuché la confidencia de un amigo, que en uno de aquellos cafés al aire libre del Paseo del Prado de La Habana, me relató su historia: Era muy joven cuando conocí a la mujer cuyo amor, sabía mío, pero entre los dos se opuso la muralla de la in- comprensión de su familia que aspiraba a un pretendiente más rico que yo. Asistí a su matrimonio sintiendo que mi vi- da terminaba y que ya nada me quedaba por hacer pero, poco a poco, sentí que el consuelo llegaba hasta mi alma y acabé por aceptar los designios de la suerte. Me dediqué a viajar. Recorrí el mundo entero y en uno de los muchos ho- teles de lujo de París, encontré, una noche, a María Asun- ción. Estaba guapísima. Al verme me tendió las manos. Nos saludamos cariñosamente. Le pregunté por su ma- rido. —Está afuera y vendrá hoy. No me atreví a proponerle nada. A la mañana siguiente, ya no estaba en el hotel, se había marchado en la madrugada. Al cabo de muchos años, nos encontramos otra vez en Roma. Seguía siendo la misma, y sumarido no regresaría si- no hasta la tarde del siguiente día. —¿Por qué no aceptas una invitación mía y nos vamos al teatro, cenamos en un buen restaurante y me das un beso? —Bien —me dijo— nos encontraremos en el vestíbulo a las-ocho de la.noche. Pero la fatalidad se había empeñado en separarnos. A las siete y de modo inesperado regresó su marido y como la vez anterior, se me escapó. En otras ocasiones sucedió lo mismo. Nos encontrába- mos y concertábamos la cita por la que suspiraba yo en va- no hacía tantos años. Y en el momento en que parecía que iba a alcanzar la felicidad, ésta se me desprendía de las ma- nos como un mariposa inquieta ... Finalmente, nos encontramos cuando ni ella ni yo, éra- mos ya jóvenes. Mis ansias se habían apagado. Mi sangre es- taba apaciguada en mis venas. Ella, se había convertido en una jamona y había enviudado. . . ¿No era aquello una terrible ironía del destino? Era li- bre, pero yo ya no podía amarla con la misma pasión por- que había dejado se ser lo que fué. (Pasa la página 6) Escuchen CON: Efren PAGINA TRES úl PALMISTA Madame Fatima Acaba de Llegar Nuevamente CONTESTA TODAS LAS PREGUNTAS DE SU PASADO, PRESENTE Y FUTURO EN ESPAÑOL! 4838 South Central Ave. Phoenix. TEL. BR. 6-2685 Grand Hotel para Mexicano-Norteamericanos UN HOGAR PARA USTED Y SU FAMILIA Cuando Venga a Phoenix, haga su casa en el “GRAND HOTEL” encontrará cuartos con buenas camas a precio muy razonable 502 EAST WASH. — AL 2-0041 — Phoenix AIRE ACONDICIONADO FRIO Y CALIENTE No dá Dinero al Contado F.H.A. 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