El Sol Newspaper, April 2, 1954, Page 2

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Los cambios a que.nos suje- ta la suerte nos sonríe de: re- pente, y nos encontramos en lá cumbre de nuestras aspiraciones y anhelos. ¿Sabemos comportar- nos entonces? La mayoría de las veces no. Tenemos los humanos una natural tendencia hacia la soberbia y pronto nos olvidamos no sólo de nuestra situación ahn- terior, sino lo que es peor, recha- |zamos a los que se han quedado ¡en un plano inferior que toda- d vía ayer ocupábamos nosotras mismas. La situación bonanci- ble de que disfrutamos, no pue- de, sin embargo, ser plenamente satisfactoria, si descuidamos la bonanza espiritual, .indispensa- ble. para el complemento de la verdadera felicidad. La mayoría de las veces, ese cambio de suerte a que nos ve- nimos refiriendo, no nos eleva a los planos superiores, sino que, por el contrario, nos 'hace des- ,Cender, a veces de golpe, restán- donos muchas de las prerroga- tivas a las que estábamos acos- tumbrados. ¿Qué es lo que ha- !cemos entonces? Por lo general, entregarnos en las garras des- Itructoras del sufrimiento, y en no pocas ocasiones, de la deses- peración. La labor de adaptación al nuevo medio se nos hace in- soportable y nos consideramos los seres más infelices de la'erea- ción. ¡los golpes que nos obligan a ba- ¡Jar, a renunciar a parte y a ve- 4 Ices a todo lo que nos es ama- A ble y grato. La adaptación al me- ,dio, se hace entonces indispen- ¡sable, por difícil, por imposible que nos parezca, porque sola- la adaptación, nos es imposible “iniciar el nuevo ascenso. " Podriamos considera como se- ¡res de ningún valer a aquellos [que una vez descendidos a un ¡plano inferior a aquel que no habían ocupado, se dan por ven- A [cidos y adoptan una actitud pa- siva. Tan malo es desesperarse como conformarse en definitiva. Toda adaptación a un medio su- perior al acostumbrado debe ser inteligente. Toda adaptación a un medio inferior al que hemos tenido, debe ser transitoria, Pe- ro de cualquier manera necesi- tamos de esa adaptación, para podernos mover libremente, sin tener “que soportar el lastre de un dolor o una desesperación constante, que nor sí solo será suficiente para nulificar todas ¡nuestras posibilidades. No cabe duda acerca de que, durante las primeras horas, los primeros días, semanas o meses incluso tenemos que sentirnos profundamente desorientadas al perder un empleo productivo, cuando somos víctimas de un fracaso en los negocios, cuando en fin, nuestra posición econó- mica y social sufre un revés que sado ese tiempo, es indispensa- ble recuperar la tranquilidad, mirar de frente a la situación y propornernos con todas las fuer- zas y energías de nuestro ser, acabar con todo aquello que nos haga sentirnos inferiores. ¿Qué es lo que debe hacer una esposa, una madre, una jefa de casa. cuando de pronto la situa: ción de la familia la obliga a descender uno o varios peldaños en la escala de la bonanza? To- | do, menos manifestar su dolor y su agobio ante los demás. La je- fa de una casa, la madre, la es- posa, tienen como ninguna otra mujer, la obligación ineludible de ser valientes ante la adver- sidad. Que los demás no vean que usted sufre, que no se ente- ren de que llora. Sea cual sea la nueva situación en que se en- cuentre cante ante los demás el himno espiritual de su alegría que puede desde luego no ser incera, pero que servirá desde luego también, para hacer nacer en el espíritu de los demás, una alegría, un valor, un entusias- mo auténticos, que servirán de base a la lucha de reconstruc- ción. Claro que esto es difícil, pero aun cuando parezca exa- gerado, pocas son las veces en que el probado valor del corazón femenino, tiene que declararse vencido, Duros, muy duros suelen ser” a mente en el medio tranquilo de la obliga a bajar. Bien, pero pa- ;

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