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(_A2E> > > __-_ AAA “LA RAZON DE MI VIDA” Por EVA PERON Después de cinco años de lucha'intensa en el gobierno y con todo el esfuerzo de la ayuda social puesta en marcha intensamente, todavía el cuadro no ha desaparecido del to- do, aunque va quedando muy poco de él, como para triste recuerdo de la Argentina que encontró Perón. Para cuando incluso ese recuerdo desaparezca, yo quie ro describir un poco el paisaje, pero no por fuerza como un pintor sino por dentro, tal como yo lo he visto. ¡Táa, como yo lo he sufrido, viéndool! Para ver la pobreza y la miseria no basta con asomar- se y mirarla. La pobreza y la miseria no se dejan ver así tan fácilmente en toda la magnntud de su dolor porque aún en nla más triste situación de necesidad el hombre y más to davía la mujer saben ingeniárselas para disimular, un poco al menos, su propio espectáculo. Por eso cuando los ricos se acercan a esas colmenas de arquitectura baja que son los barrios pobres con que las grandes ciudades se derraman en el campo por lo general, no ven bien. “Un poco es la subconsciencia culpable que no los quiere dejar. ver bien y a fondo la realidad total. Y otro poco es por aquello que dije de la misma pobre- za que se esconde. Los desprevenidos visitantes que pasean por allí verán ranchos de paja y barro, casillas de latón, algunas macetas de flores y algunas plantas, oirían algún canto más o me- ños alegre, el bullicio de los chicos jugando en los baldíos... y acaso se les ocurirrá pensar que todo eso es poético y tal vez romántico. Por lo menos frecuenntemente he oído decir que se tra- ta de barrios “pintorescos”. Y esot me ha parecido la expresión más sórdida y per- versa del egoísmo de los ricos. úPintoresco es para ellos que hombres y mujeres, an- cianos y niños, familias enteras deban habitar unas vivien- das peores que los sepulcros de cualquier rico, medianamen te rico! Ellos no ven jamás, por ejemplo, qu éocurre allí cuan- do llega la noche. AMí donde cuando hay cama no suele haber colchones, o ea sa; o ¡donde simplemente hay una sola cama para ! ¡y todos o ser siete u ocho o más personas: pa dres, hijos, abuelos... Los pisos de los dd casillas y conventillos suelen ser de tierra limpia. , ¡Por los techos suelen filtrarse la lluvia y el frío....!¡No solamente la luz de las estrellas, que esto sería lo poético y lo romántico! AMí nacen los hijos y con ellos se agrega a la familia un problema que empieza a crecer. Los ricos todavía creen que cada hijo trae, según un viejo proverbio, su pan debajo del brazo; y que donde co- men tres bocas hay también para cuatro. ¿Cómo se ve que nunca han visto de cerca a la pobreaz! Y todo eso todavía es felicidad cuando nadie en la fa- milia está enfermo; que cuando esto ocurre entonces el cal- vario llega a los más amargos extremos. Entonces la angustia de los padres, si el enfermo es un hijo, por ejemplo, no tiene límites. Yo los he visto andar por las calles, cargando con el hi- jo en los brazos, buscando médico, farmacia, hospital, cual- quier cosa; porque ni los servicios de la asistencia pública se atrevían a meterse en esos laberintos de covachas que son los barrios “pintorescos”. Yo también los he visto volver a casa con el hijo muer- to entre los brazos para dejarlo allí sobre una mesa y salir luego a buscar un ataúd como antes buscaron médico y re- medios: desesperadamente. Los ricos suelen decir: —No tienen sensibilidad, ¿no ve que ni siquiera lloran cuando se les muere un hijo? Y no se dan cuenta que tal vez ellos, los ricos, los que todo lo tienen, les han quitado a los sete hasa el derecho de llorar , ¡No...! Yo no podré evidentemente desbir lo que es la vida en cualquiera de esos barrios “pintorescos”. Y me resigno a desistir de mi intento. Pero una cosa quiero repetir aquí, antes de seguir ade- lante. Es mentira de los ricos eso de que los pobres no tie- nen sensibilidad. Yo he oído muchas veces en boca de “gente bien”, co- mo ellos suelen llamarse a sí mimos, cosas como estas: —No se aflija tanto por sus “descamisados”. Esa clase de gente no tiene nuestra sensibilidad. No se han cuenta de lo que les pasa. ¡Y tal vez no convenga del todo que se den cuenta! Yo no encuentro ningún argumento razonable para re- “EL SOL”, futar esa mentira injusta. No puedo hacer otra cosa que decirles: —Es mentira. Mentira que inventaron ustedes los ricos para quedarse tranquilos. ¡Pero es mentira! Si me preguntasen por qué, yY/ tendría solamente algo que decirles, muy poca cosa. Sería esto: —;¡Yo he visto llorar a los humildes y no de doolr, que de dolor lloran hasta los animales! ¡Yo los he visto llorar por agradecimiento! . ¡Y por agradecimiento, por agradecimiento sí que no saben llorar los ricos! XXIX — LOS COMIENZOS El espectáculo que he intentado vanamente describir, era, a los comienzos del movimiento justicialista, una cosa habitual en todas las ciudades del país. Pero además lo mismo sucedía en los pueblos y cuan- to más pequeños con mayor intensidad. Y cosa parecida ocurría en los campos donde los arren datarios, medieros y peones habían sufrido durante muchas décadas los efectos de la opresión oligárquica. Es cierto que una de las primeras medidas justicieras de pPerón fué precisamente establecer nuevas condiciones de salarios y de trabajo para los trabajadores rurales. Y eso era lo fundamental. Pero antes que el salario justo y las condiciones dignas de trabajo diesen sus frutos de bienestar, era necesario re- mediar ambién tanto dolor de muchos años. En odas partes hacía falta viv:enda, vestidos, salud. Para eso había salido yo a decir por las calles: — Aquí estoy. Quiero servir de algo para mi pueblo. Cuando advertí que mi voz todavía timida había sido escuchada por los descamisados de mi país, cuando empecé a ver que llegaban cartas y más cartas, y hombres y muje- res, jóvenes y niños y ancianos empezaban a golpear a las puertas de nuestra residencia privada, recién me dí cuenta de lo que iba a significar mi “corazonada”. Aunque ya había previsto antes, que aquélla era una empresa casi imposible, me conveací de eso cuando esa ta- rea se me presentó en toda su realidad. Sin mbargo, Perón xa me había enseñado muchas co- sas y entre ellas a suprimir de mi diccionario la palabra “im posible”. El, que volaba “alto y solo como los colores” —(le to- mo las palabras que él mismo suele aplicar a los ganios que admira: San Martín, Alejandro, Napoleón)—, me había to- mado a mí de la “bandada de gorriones” y me había dado sus primeras lecciones. Una, la primera tal vez, fué hacerme olvidar de la pa: labra “imposible”. Y empezamos. Poco a poco. No podría decir exactamen te qué día fué. Lo cierto es que primero atendí personal- mente todo. Luego tuve que pedir auxilio. Y por fín me vi obligada a organizar el trabajo que en pocas semanas se hi- zo extraordinario. Cierto es que desde el primer día conté con el apoyo moral y material del Presidente, pero tampoco era cuestión de apoyarse demasiado en él, que tenía otros problemas' mucho más graves que los míos. Recuerdo que alguna vez pensamos si era o no conve- niente que fuese yo quien realizase la tarea o mejor tal vez algún organismo del Estado. Y fué el mismo Perón quien me dijo: —“Los pueblos muy castigados por la injusticia tienen más confianza en las pers3nas que en las instituciones. “En esto, más que «en toda lo demás, le tengo miedo a la burocracia. “En el gobierno es necesario tener mucha paciencia y saber esperar para que todo marche. Pero en las obras de ayuda social no se puede hacer esperar a nadie”. Aquel razonamiento lógico y simple como todos los de Perón me confirma:en el puesto que él, los descamisados y yo habíamos elegido juntos para mí. XXX — LAS CARTAS Todos los días el correa deja en nuestra residaacia pri- vada millares de cartas. Todas en sobres humildes. En forma sencilla pero elocuente, los descamisados de aquí —y también los descamisados de otros pueblos— sue- len hacerme así sus peticiones. Cada uno me escribe como puede. Muy pocas veces se ve que la carta ha sido escrita por otra persoha........ tal vez porque el propio interesado no sabe escribir o no se anima a hacerlo, creyendo, quizás, que si la carta está mejor escri- Y en esto muchas veces sucede lo contrario, porque ni ta tendrá más éxito. la mejor prosa literaria puede substituir a la elocuencia tre- menda del que necesita ropa o vivienda o medicamentos o trabajo o.....cualquiera de las cosas que necesitan los que me escriben. Me escriben muchas cartas las madres de familia. Cuando llega Navidad o el Díe de Reyes recibo infini- tas cartas de los niños. También muchos ancianos suelen mandarme peticiones. Una pequeña parte de la correspondencia corece de sen tido y contiene raros pedidos, imposibles de satisfacer... Pero la irimensa mayoría sabe bien lo que quiere y pi- de sencilla y razonablemente con pocas palabras aunque siempre con una elocuencia que es maravillosa. ¡Para mí lo importante es que esas cartas huelen a pue blo porque oliendo a pueblo huelen a verdad! Un día dijo sabiamente Perón que él había recorrido todo el país de extremo a extremo,-y que habiendo conoci- do todas sus bellezas y maravillas al fin vino a dar con su mayor y más alta belleza: el pueblo. Si alguien dudase de esa verdad peronista que dice: “Lo mejor que tenemos es el pueblo”, yo lo invitaría a que leye- se mis cartas, solamente las cartas que en un sólo día llegan a mí desde todos los rincones del país. Después de una larga experiencia ahora sé positiva- mente que no engaña más una carta que una cara. Claro que en este tipo de correspondencia nadie sino por excepciín pretende engañar. El que pide vivienda o ropa o una máquina de coser, o trabajo o medicamentos o cualquiera de las cosas que pue- de pedir un descamisado, no ha de querer engañarnos por- que, cuando llegue quedará descubierta su mentira. Pasa a la Página Cinco. SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE ¿Viernes 14 de Noviembre de 1952. Rutas de Emoción —El amor —me decía mi ami- ga Rocío — es una costumbre nada más. —;¡Pero si precisamente la cos tumbre es la que lo mata! — le repliqué. —Eso es un decir. Mira, cuan- do nos acostumbramos al trato y presencia de una persona, cre emos que av a sernos indispen- sable. No nos atrevemos a pen- sar siquiera en la separatión porque ello nos produce pena y angustia. Sin embargo, cuando la separaciín llega por causas imprevistas, nos damos cuenta de que no era indispénsable ni mucho menos. Cucede con estas cosas lo que con ciertos muebles o cuadros que adornan nuestra casa. Nuestros ojos se acos.um- braron a verlos alí. Pero cuan- do los quitamos para sustituir- los por otros, acabamos acep- tándolos igual. La cuestión es llenar el hueoo y nada más, Rocío sonreía burlona al de- cirme estas cosas. Y poco a poco acabé por con- ¡ vencerme. Sí, el amor, como la amistad y como muchos sentimientos, son cuestión de costumbre en nosotros. Le tomamos cariño a un ves- tido, por ejemplo. Nos resulta có modo, nos cae bien, y lo lleva- mos encantadas hasta que aca- bamos por aburrirnos y lo a- rrumbamos en un rincón. El hombre es animal de cos- tumbres y esto lo dijo hace mu- chos años un fiósofo. Por no romper a rutina de su;¡ vida, no se atreve a veces a des- hacerse de cosas estorbosas y moestas. - Le sucede lo que al niño que camina con andaderas. Cuando se las quitan teme caerse. Y lio- ra. Pero, cuando se da cuenta le que puede andar sni ellas y lo hace, se siente firme y seguro El amor es una costumbre y podría durar indefinidamente si precisamente confiados en ella, uno de los dos —siempre ha de existir la pareja humana— no fuera aflojando los lazos con sus intemperancias y sus tonterías. Se cree amado y seguro. Y va descuidando los detalles. El detalle forma, precisamen- te, el secreto de la felicidad. Un detalle simple, pequeñísi- mo, puede romper una ilusión y| a semejanza de aquel poema “El Búcaro Roto”, aun cuando en apariencia el búcaro está in- tacto, hay una levísima hendi- dura por la cual se escapa el a- gua. Los ojos no la perciben, Pero la hendidura existe. El hombre y la mujer olvidan con frecuencia esta ley a la que nada escapa. Olvidan que es necesario man tener la ilusión y conservarla. Precisamente la semana pa- sada un joven casado me contó su gran desilusión al comprobar que su esposa ha olvidado por completo su aliño personal. Una vez realizado su objetivo, no ha vuelto a ocuparse de pei- nar sus cabellos como antes y no ha vuelto tampoco a vestirse con coquetería. Su único tema en las conversaciones es el de la servidumbre, el alto precio de los víveres y las enfermedades de los chicos. Lógicamente se ha aburrido. Y como la casualidad le hizo amio de una muchacha inteli- ente, culta y muy agradable, a- hora él cultiva amistad como u- na válvula de escape que puede llegar a convertirse en amor- Hay hombres que también piensan que van a quererlos só- lo porque sí. Y olvidan los detalles. Llevar de vez eh cuando un obsequio a su mujer, invitarla a pasear, ha lagar su vanidad, con palabras de elogio. Las mujeres también se can- san y también terminan por vol- verse indiferentes cuando sus maridos no cumplen con su de- ber. El amor tiene mucho de cos- tumbre. Pero cuando esta costumbre se quebranta, acabamos por a- costumbrarnos también a la au- sencia, Tal vez los primeros días sin- tamos un pooc de nostalgia. Después experimentamos un sentimiento como de alivio. Nos sacudimos el pasado. A- brimos las ventanas al porvenir. Y esperamos el don que la vi- da habrá de traernos en sus ma nos. z Pensar que un amor puede du- rar toda la vida sin cuidados, es olvidar que el rosal requiere los amorosos cuidados del jardine- ro. Si éste lo abandona el rosal se mustia. Y mi amiga Rocío, después de endilgarme todo este discurso se fué con su rápido paso mien- tras-yo pensativa la miré per- derse en el extremo de la calle. Dr. A. 6. del Vall y Lugo Está a las órdenes de su numerosa clientela en. el edificio "FOX THEATRE BUILDING”, 2do. Piso, No 248 Teléfono: 4-4612 Phoenix, Arizona LEE LA SUERTE Y DA CONSEJO Dice el Pasado y el Presente — Nombres Futuros e Iniciáles. — Asuntos de Negocios — Asuntos de A- * mor — Herenicas — Todas las cosas que se relacionen con el bienestar. HORAS DE CONSULTA: 2 á 8 y m. todos los días 2154 Grand Ave. -- Phoenix, Áriz. o DR. RAY M. PISANO OPTOMETRISTA 610 Heard Building Teléfono: 3-2427 Phoenix, Arizona. Anuncia a sus amigos y cientes que estará en su nueva oficina en Tolleson, los Martes y Sá- bados de cada semana. Whyman Buiiding Teléfono: 9-5625 401 W. Van Buren St, Horas: 9 a. m. — 5 p. m. SI A O IR IR IO EL RS EDS iS % Orquesta de “SAMMY COSTALES”. Club situado en esquina de Jefferson y Calle Tercera ABIERTO TODAS LAS NOCHES E) Cabaret Más Céntrico para la Colo/ua Mexicana COPACABANA Tardeada Todos los Sábados y Domingos desde las 2 P. M. BASO GRANDE DE CERVEZA 10c MORTENSEN - KINGSLEY LA AGENCIA DE FUNERALES PREFE- | RIDA DE LOs MEXICANOS Se atiende con respectuosa actividad. Teléfono: 4 3119 1020 West Wáshingtoa St, APRENDA A BAILAR EN EL ESTUDIO DE BAILE ROSITAS STUDIO OF THE DANCE 615 al Norte de la Calle Tercera 67 BAILES ORIENTALES... España Cañl, Seguidillas, gueñas, Pasos Dobles. RUMBAS, ZAMBAS TAP DANCE APRENDA A BAILAR: Mala. 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