El Sol Newspaper, April 25, 1952, Page 2

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SPANISH PAN-AMERICAN WEEKLY NEWSPAPER Published every Friday by J. C. Franco Entered as second class matter March 20, 1940 at the Post Office at Phoenix, Arizona under the Act of March 3, 1879, -No nos hacemos responsables de las ideas entendidas por nues- tros colaboradores. Para precio de anuncio diríjanse a las oficinas situadas'en 62 So. 3rd, St. Teléfono 3-4948, Toda subscripción debe pagarse adelantada, y cuando el subs- criptor desee que se cambie el envio del periódico a otra dirección, deberá notificarlo y acompañar la suma de diez centavos. SUBSCRIPTION RATES Per Year $3.00 Six Months $2.00 AM qut-of-town subscriptions must he paid in advance for at Zi : least a period of six months. AU payments must be made to the Editor Post Address P. O. Box 1448 Phoenix, Arizona. “LA MUERTE DEL GENERAL ANGELES Después del detalle chusco del pueblito de “tAllende”, partí para la ciudad de Nueva York al desempeño de una comisión que me fué conferida por el Jefe, siendo este el motivo de no haber participado en otras pláticas pacifistas celebradas en las cercanías de Saucillo, Chih. En esta vez se presentó en escena el Ingeniero Elías Torres acompaña- do de los señores Daniel R. Delgado. y Francisco Tabaada, este último nativo de Saucillo, llévando según ellos, la re- presentación verbal de Don Adolfo de la Huerta, entonces Presidente Provisional de México. Estas conferencias fue- ron completamente barridas por la oposición manifiesta del General Amaro, recien nombrado Jefe de la campaña con- tra Villa y enemigo de toda idea pacifista para el Estado de Chihuahua. Las tres personas a que me refiero, estuvieron en grave peligro de ser ejecutadas por Amaro, muy espe- cialmente el Sr. Taboada. Tampoco soporté los rigores de aquella terrible jornada a través de los desiertos de Coahuila, en busca de mejores elementos para continuar la lucha...¡¡Qué jornada!!!... Casi seterita y dos horas perdidos en el desierto sin encortrar una gota de agua para mitigar la fiebre que hacía estragos de locura en la columna. Varios miembros de la Escolta del General Villa y soldados de otras corporaciones, en un a- rranque de desvarío, desenfundaron sus carabinas, seña- lando a corta distancia una línea de fuego enemiga. ¡No ha- bía tal!!!! Era el espejismo del desierto!! Hubo necesidad de desarmar a aquellos hombres y darle de beber orines de caballo. El Guerrillero personalmente tomó parte en es- ta tarea mientras decía: —“¡Aquí se acabó Sansón con todos sus Filisteos!!! Tal era la situación. Por fín quiso el destino y los grandes conocimientos de campo del General Nicolás Fernández, que se descubrie- ra en uno de los flancos de la columna, un árbol. Era la se- ñal inequívoca del agua. Era el Presón de “La Esperanza” en terrenos de los señores Madero. Al recibir el General tan consoladora antinia, violenta- mente ordenó que elementos de su escolta se dirigieran al lugar descubierto por los gemelos del General Fernández y sitiaran materialmente el lago, ojo, o presón lo que fuera, con órdenes terminantes de muerte para aquel que tomara el líquido en demasía o permitiera a su caballo beber a su antojo. Fué imposible cumplimentar la orden, pues toda aque- lla columna, hombres y caballos se desbandaron en la di- rección del agua, caminaban violentamente sin aceptar for mación alguna, como huyendo derrotados y persa3uidos por un enemigo victorioso. Solamente se oían estas pala- bras en contestación a RSS reconvención de Jefes u oficiales: “Ahí está el agua... amb está.el agua!!!” " La escena en las orillas del presón fué digna de fotogra fiarse: hombres y caballos se lanzaban en desesperada car- ga contra el líquido salvador. Los villistas no dispusieron del tiempo necesario para quitar los frenos a sus caballos y estos, ante sejemante incomodidad que les impedía beber el agua a sus anchas, protestaban agitando 'sus remos delan- teros, los gue en muchas ocasiones fueron a pisotear y a en- lodar a los hombres tendidos en el orilla del Presón. Ni por esto muchos de los soldados despegaban sus bocas del agua. Dos días se acampó en las orillas del Presón de La Es- peranza; dos días que sirvieron para restituir las energías agotadas por la tremenda sed. y rescatar un gran número de caballos gordos que se habían abandonado durante a- quella jornada memorable. Varias comisiones salieron a encontrar aquella cara- vana doliente de animales que paso a paso y con sus hoci- cos casi arrastrando por el suelo, avanzaban en la direc- ción donde su instinto venteaba el agua. A cada uno de es- tos caballos se les proporcionaba una cantimplora más o menos grande que bebían sirviéndose nuestros soldados, de pedazos de lona como recipiente. Ya con este auxilio ligero les era dable llegar hasta las orillas del Oasis. Así se salvó gran número de bestias mientras otras tantas quedaron mueras en aquel despiadado desierto de Coahuila. SABINAS La llegada a Sabinas fué completamente casual; digo esto, porque habiendo hecho alto la columna en la parte e- levada de una cordillera, apareció en el valle este pintores- co pueblo Coahuilense. Ninguno de aquellos 800 hombres sabía a ciencia cierta el nombre de aquel pueblo. Mientras uno opinaba que se trataba de Cuatro Ciénegas, otros ase- guraban que era Monclova. La captura de dos individuos determinó la denominación exacta del lugar. ¡¡Era Sabinas!! punto de importancia en el tramo de los Ferrocarriles Nacionales que corren de Saltillo a la po- blación fronteriza de Piedras Negras. También se supo que un pequeño destacamiento, com- puesto de 30 hombres al mando de un Captán, servía como guarnición del pueblo. “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE Aprovechando el alba del día siguiente al arribo a la Sierra que menciono, una pequeña fracción desprendida de la columna Villista, fué la encargada de sorprender al pe- queño resguardo y tomar Sabinas. Unos cuantos tiros se dispararon, tiros que no tuvie- ron imporatncia material; pero sí histórica: ¡fueron los úl- timos disparos del Jefe de la División del Norte!; fué el fi- nal de una vida doliente, de diez años en campaña renegan- do contra el despotismo de los tiranos y más aún: fué la jus tificación de la protesta justa que la División del Norte hi- ciera contra Carranza en el año de 1914. Así lo comprendie ron, aunque sin manifestarlo, los Jefes de la casa pública., variando en esta ocasión sus condiciones pacifistas de ma- nera má,s razonable. Son de sobra conocidos los tratados celebrados en Sa- binas, entre el General Villa y el General Eugenio Martínez represntante del Presidente Adolfo de la-Huerta. Lo de me nos sería consignar la secuela y detalles de dicho convenio histórico; pero dos circunstancias me lo impiden: la prime- ra, que no estuve yo presente al iniciarse el convenio, razón muy poderosa que me releva de la pena de incurrir ea al- guna inexactitud. La segunda, que me he puesto de acuer- do con un amigo mío que en aquel entonces ocupaba puesto importante en el Estado Mayor del General Martínez, y en cuyo poder obra afortunadamene, copia completa del lega- jo respectivo. Este señor, piensa publicar, en un futuro cer- cano, un folleto denominado “La rendición de Sabinas”. En él exhibirá documentos importantísimos, de bastante valor histórico, así como un sinnúmero de emociones intensísi- mas que experimentó el grupo del General Martínez. desde su salida de Torreón hasta Sabinas, y los días de pláticas con el General Villa. Sí creo justo conceder esta opartuaidad a mi amigo, pues la parte emocionante de este hecho quedó reservada al grupo del Gobierno; pues en el campo Villista no causó impresión alguna ver la llegada. de un tren militar condu- ciendo a un grupo inerme a quien se recibió con toda caba- llerosidad, respetando al pié de la letra la palabra de honor empeñada por un hombre que jamás de los jamases faltó al fiel cumplimiento de ella. Ese hombrefué Francisco Villa- De regreso de Nueva York y encontrándome en San Antonio, Texas, supo del acuerdo) cale»ral» en Sabinas, y desde luego di providencias de incorporarme con mi Jefe. Crucé la frontera en Piedras Negras, tomando pasaje en fe rrocarril hasta Monclova, donde supe que el General Villa se encontraba en el pueblo de Nadadores, lugar donde efec- tivamente me alegré con saludarlo. Seguí al lado del Jefe en su jornada por tierra de Na- dadores a San Pedro de las Colonias, donde ya n93 esdara- sba el General Martínez de regreso de la capital de la Re- nública. Acompañaba a éste Jefe el entonces Brigadier Jo- sé Gonzalo Escobar, quien fué presentado al General Villa sor el General Martínez. Momentos después de nuestra llegada a San Pedro, Coahuila, fuimos invitados por el General Raul Romero a una comida que fué servida en su rancho denominado “El Cuatro”. Existe fotografía de este acontecimieno, que el vulgo ha titulado “La comida de los Trece” pues efeciva- mente fuimos trece los comensales que tomamos asiento en torno de la mesa. Dos hechos. interesantes ocurrieron durante el día de nuestra permanencia en San Pedro de las Colonias. El primero y muy importante: Eugenio Martínez par- ticipó al General Villa que el Sr. Presidente de la Huerta, a nombre del Gobierno, había ordenado obsequiarle con una hacienda, la que él eligiera, en los estados de Caihuahua o Durango. Este hecho significativo pone de manifiesto que en los tratados firmados en Sabinas, Villa no pidió para él nada, absolutamente nada, sino únicamente las tres Hacien das que se destinarían como colonias para sus tropas, a sa- ber: “San Isidro”, en el distrito Jiménez, Estado de Chihua- hua, para el General Nicolás Fernández y su Brigada; “El Pueblito” distrito Morelos, Estado de Chihuahua para el General Albino Aranda y gente de la región de Ojinaga, y “San Salvador” en el Esado de Durango, para las tropas de aquella región. Canutillo, repito, fué ofrecido espontánea- mente al General Villa por el Gobierno Mexicano. » El segundo hecho, algo chusco, fué el siguiente: En San'Pedro de las Colonias se encontraban reunidos y en espera de ver y hablar con el Guerrillero, más de vein- te corresponsales de diferentes periódicos mexicanos y nor- teamericanos. Todos ellos movían resortes, disputándose en tre sí el primer lugar en entrevistar al famoso General. Su- po Villa del asunto, y con mucho desinterés, pues nunca tra- 26 a los periodistas, se negó a conceder la entrevista, con- viniendo en recibirlos en masa. La entrevista se desarrolló de la siguiente -manera: General Villa —“¿Qué desean ustedes amiguitos?” Un Corresponsal — “Deseamos una declaración de Ud. General, con motivo de los importantes acontecimientos q” ienen lugar en esos momentos”. E] General Villa, con la vista clavada en el suelo y en medio de los Generales Martínez y Escobar, contestó: —““Bueno......pueden decir ustedes, por medio de las' PRENSAS que ya se acabó la guerra, y que los Bandidos (apuntándose con el dedo al pecho) y los Honrados (disper- sando a ambos lados la mirada) ya estamos revueltos”. Un periódico que se editaba en la ciudad de México en aquel entonces denominado “Revolución” dió a luz en esos días un artículo de fondo, aprovechando como rubro las an- teriores palabras de Villa. En San Pedro de las Colonias se convino que nuestra columna marchara a la Hacienda de Tlahualilo, lugar don- de se pagaría a nuestrs tropas un año de haberes, de acuer- do con el grado militar que ostentara cada uno, cumplimen tándose así una de las cláusulas del Tratado de Sabinas. Fué un caso curioso la rendición del General Villa, si se toma en cuenta el significado de la palabra rendirse. To- do hubo menos aquello, pues soldados, oficiales y jefes, to- dos sin excepción siguieron en posesión de sus armas y ca- balgaduras con autorización del Presidente de la República para portarlas en los lugares por donde transitaramos. Más que todo aquello si fué sino un armisticio y una suspensión indefinida de hostilidades. Muy cerca de tres semanas duramos estacionados en Tlahualilo, tiempo que tardaron los comisionados de la Se- Pasa a la Página Cuatro. Anuncia su Candi datura el Sr. E T. “Eddie” Williams ..El Sr. E. T. “Eddie” Williams, E ¡Jr anuncia su candidatura pa- 'ra la Comisión de Corporaciones ¡del Estado para la nominación democrática. Fué electo Tesorero del Esta- do en 1950 y ha manejado xxx !$182,000,000,000 anuales de nego cio del Estado. Debido a una pro visión constitucional del Esta- do, no puede reelegirse como te- sorero. “Yo estoy seguro” dijo Williams ficacia los negocios de la Comi- si.n de Corporaciones del Esta- cas y métodos de esa adminis- tración del estado”, Los poderes y funciones de la Comisión de Corporaciones son de tanta importancia, que tocan y en forma muy extensa las vi- das diarias de cada uno de no- sotros, estas a pesar de que mu- chos ciudadanos no se dan cuen- ta de esta importancia. Dentro de la jurisdicción de la Comisión de Corporaciones es- tán las cuotas del teléfono, fuer- za eléctrica, gas y servicio de a- gua y la manera de expedir las pólizas de seguro de vida y de propiedad; el pago carga que paga por transportación, los pa- sajes que pagan por llevar a los pasajeros, trenes, cminos y aire. Puntos principales en la pla- faforma de Williams: 1— Proteger al público en con- tra de las mannipulaciones pa- ra hacerse ricos en un monien- to, haciendo investigaciones an- tes de dar autoridad para que| las acciones sean vendidas, an- tes que la gente haya sido he- cha víctima. al anunciar su candidatura, “que: yo puedo llevar con la misma e-| do y estoy seguro de que la gen-. te piensa como yo al querer quej|' se hagan mejoras en las prácti- ; El estimular el crecimiento del Estado dando ayuda a todos los negocios legítimos. Proteger al público cuidando de que los negociantes no tomen : ventaja del público. El Tesorero del Estado, Sr. E. T. “Eddie” Williams, es residen- te del Condado de Maricopa y €s propietario, con su casa en 3322 West Belleview, Phoenix. También vivió en Douglas, Yu- ima, y Tucson. Nació en Douglas en 1903. Se educó en las escue- las de Arizona incluyendo la U- niversidad de Arizona en donde se especializó para la oficina q' ocupa. Pertenece a la herman- dad de oficinistas del Ferroca- rril. Fué ayudante del Assesor cuando el término del Sr,-W. E. Stanford en el Condado de Ma- ricopa en 1950. Es un demócrata consumado y fué comisionado de precinto para la elección del presidente y como tal, dió su voto por un presidente demócrata. Su esposa también nació en Arizona, así como sus cuatro hi- jas, la que ahora están casadas ly sus nietos nacieron aquí. _ Sus: padres viven en Tucson. pato UE JAMIE?” Photographers Especial Atención en fotografías de NOVIOS 324 WEST CULVER Phoenix, Arizona Se Especializa en fotografías de Bebés y Niños Viernes 25 de Abril de 1952. AIR EAS IA ZAPATERIA CALDERON 145 ESTE DE LA CALLE MADISON Compostura de Calzado — Personal Competente — PRECIOS MODICOS — Alejandro N. Calderón, Prop. VERE E MAA AVE C. WILLARD Y PAUL KRUGER Traigan sus Familias, C. WILLARD Corren el lugar que está en 230 al Oeste áe 1a Calle Jeí. 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