El Sol Newspaper, February 15, 1952, Page 3

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y Viernes 15 de Febrero de 1952. LOOR ALINCOLN EN EL ANIVERSARIO DE SU NATALICIO Viene de la Página Primera La multitud se pasmaba al ver ese cuerpo alto, huesu- do:y musculoso, ese rostro tallado a formón, ese aire de ““sá- tiro benévolo”, esos brazos hercúleos y torpes, esos ojos tris tes y profundos. El hombre producía una extraña impresión de potencia e ingenuidad. Chocaba con la rusticidad de sus maneras, pero tranquilizaba con su evidente sinceridad. El 1o. de enero de 1863, firmó la proclama definitiva declarando que todos los esclavos de los Estados Unidos quedaban libres para siempre, y que el Gobierno Federal reconocía sus libertades. Decía: “Nunca tuve tanta certeza de obrar bien, como lo estoy al firmar este documento”. En una ocasión acusaron ante él, al general Grant, ha- ciéndole el cargo de constante embriaguez. El Presidente respondió: “Si Grant bebe, me gustaría saber lo que bebe; porque enviaría algunos taneles de whisky de la misma mar ca a los otros generales”. Su más hermoso discurso lo: lanzó sobre el campo de batalla de Gettysburg, después de enterrados los numero- sos muertos, esa pieza oratoria se .considera como la más clásica y digna de Perícles o de Demóstenes, es como sigue: “Hace ochenta y siete años que nuestros padres dieron nacimiento en este Continente a una nueva Nación, conce- bida en libertad y consagrada ¡a la idea de que TODOS LOS HOMBRES nacen iguales. Hoy estamos comprometidos en una gran guerra civil para determinar siesta nación — o cualquiera otra nación así concebida y dedicada— puede subsistir. Nos encontramos en un gran campo de batalla de esta guerra. Nos encontramos en él para consagrar una par cela, como supremo campo de reposo, a los que han dado su vida para que la nación pueda vivir. Es conveniente y es justo que así lo hagámos. Pero en más amplio sentido, no podemos consagrar, no podemos santificar esta tierra. To- dos los héroes, muertos y vivos, que aquí han luchado, la han consagrado de manera tan elevada, que no tenemos el poder de añadir ni de quitar nada. El mundo fijará poco su atención en lo que aquí decimos y apenas si lo recordará, pero jamás olvidará lo que estos valientes han hecho en es- te lugar. Somos más bien nosotros, los vivos, los que debe- mos comprometernos a realizar la tarea, aún inacabada, q' tan noblemente han cumplido ellos hasta ahora. Somo más bien nosotros los que debemos dedicarnos a la gran tarea que nos resta, a fín de que estos muertos venerados nos ins- piren una devoción creciente por la causa que les hizo col- mar la medida de la abnegación; a fín de que estémos firme- mente resueltos a que estos muertos, no han muerto en va- no; para que esta nación renazca ante Dios a la libertad; y sa fín de que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no sea borrado de la tierra”. * LA MUERTE DE LINCOLN: La grandeza de alma, la nobleza y prudencia, del Gran Señor Abrán Lincoln, habían conquistado la admiración ge- neral, el respeto y por qué no decirlo, la veneración para el destacado Presidente; pro un actor medio loco, llamado John Wilkes Booth, un fanático de la sucesión, mató a Lin- coln cuando el 15 de abril de 1865 estaba con su mujer en un palco del Teatro Ford. Hay detalles en que se vé que la Providencia quiso que la BANDERA DE LOS ESTADOS UNIDOS, fuese élla misma quien castigase al autor de tan bárbaro erimen, que fue calificado como “parricidio”. El asesino Booth supo que el Presidente y el General Grant asistirían esa noche a la función de gala en el teatro, a fin de mostrarse al público que reclamaba la presencia de las dos grandes figuras del triunfo por la unidad de los Es- tados y la abolición de la esclavitud. Se asegura que el ase- sino dijo: “como Grant ha de ser una de las víctimas, hay q” aprovechar esta ocasión, pues mañana se irá a pasar unos días con su familia y, en seguida regresará al frente”. El di- rector del Teatro había divulgado la noticia de la asisten- cia del Presidente y todo estaba ya dispuesto y adornado el palco presidencial con profusión de banderas. Se sabe también que-el asesino alquiló para su propio uso un hermoso caballo que confió a los cuidados de Herald, quien estaba al corriente de los planes. El mismo día fue al Teatro en donde uno de los carpinteros del escenario, un sudista, parece que también estaba complicado en la cons- - piración y bajo sus indicaciones este hombre colocó las si- llas del palco presidencial en la forma que Booth juzgó más conveniente para realizar el atentado. Para los mismos fi- nes se hizo un agujero en la puerta del palco con objeto de poder atisbar por él y, examinó cuidadosamente el revolver y el puñal, por si llegase a necesitar de ambos. Varias per- sonas escribieron anónimos al Presidente dándole a cono- cer que algo se tramaba; un general escribió al Presidente recomendándole tomase las necesarias precauciones y, el Presidente le contestó: “Estoy resuelto a seguir el consejo de mis amigos y procuraré tomar las debidas precauciones, aunque creo que el pueblo no permitirá que se atente con quien le sirve con toda lealtad y devoción.....Le agradezco el apoyo que me dá de parte de hombres del campo conser- vador como usted. Suyo afectísimo, A. Lincoln”. En las primeras horas de la: tarde, salió Lincoln a dar una vuelta en coche con Mary, (su esposa). La ciudad re- bosaba de gente, y en todas partes eran aclamados al paso del coche. Mary parecía feliz. ¡Ya era hora de que comen- zara la paz y, con ella una vida más tranquila y alegre en aquella Casa Blanca! En vista del entusiasmo popular pro- longaron el paseo más de lo que pensaban. De regreso a la Casa Blanca, los Grant enviaron recado de que no asistirían a la función, porque tenían que salir para ver.a los suyos y era imposible aplazar el viaje de regreso al campamento. Poco antes de salir para el teatro, firmó el Presidente la ins- tancia de libertad de un prisionero del Sur, que se compro- metía a prestar el juramento de fidelidad. Así, su último ac- to oficial, fue un acto de clemencia hacia el Sur. La función había empezado. Era una comedia de carác- ter cómico, titulada: “Nuestro Primo América”. Al apare- cer el Presidente con su esposa, estalló una atronadora y . prolongada salva de aplausos, interrumpiéndose la repre- sentación, y teniendo ambos que inclinarse, en vista de que la orquesta tocaba el HIMNO. Todo el mundo se había pues to de pié, y la diversidad de uniformes y trajes de etiqueta, daban al salón un aspecto deslumbrante. Terminado el him- * ¡no y restablecido el silencio, continuó la función. Como el General Grant no había ido, ocuparon su lugar en el palco presidencial, un joven comandante con su prometida, ami- gos de Lincoln. Así transcurrieron unas dos horas. El Presidente parece que soñaba, unos amigos de su tierra tan querida le habían visitado ese día y le habían con- tado como andaba y como vivía toda la gente por él cono- cida; su mano había estrechado al despedirse, la mano se- gura de Grant. Por otro lado, ese mismo día había expuesto * a sus ministros, cuanto planeara para remedio de todos los males de la nación, consiguiendo desterrar en todos las ideas de venganza. Su sueño era de serenidad y de dulzura, una nueva vida de esperanzas y de ilusiones. Cautelosamente se acerca el asesino al palco. Son cer- ca de las diez. Momentos antes a ingerido un whisky en un bar, a fín de cobrar ánimo; luego ha ido al teatro, como un espectador cualquiera y ha escuchado tranquilamente la función durante un rato, sin que nadie advierta su presen- cia. Llegado el momento que considera oportuno, se dirige en plena representación, al empleado-situado ante la puer- ta exterior del palco presidencial, con orden de alejar a los posibles visitantes. Mostrándole una tarjeta, le dice que tie- ne que dar una noticia al Presidente, y que este le espera. Aunque ello pueda parecer un poco extraño, le dejan paso libre. Una vez dentro comienza fébrilmente su obra en el pa- sadizo que media entre las dos puertas. Con un cerrojo de madera que improvisara aquella mañana, cierra la puerta exterior y, por el agujerito que practicara en la puerta in- terior, mide con la vista la distancai. El Presidente se ha- 'lla sentado cerca de la puerta y, junto a él, su esposa. En se- guida la otra señora y,.a la derecha el Comandante, desco- nocido para Booth. Comosel palco cae casi direcatmente so- bre el escenario, no: hay más que saltar la barandilla, diri- girse rápidamente a la tan ya cooncida sala trasera, donde está listo el escudero.con el caballo, montar este y a galope! ¡Valor pues, Bruto! Abriendo rápidamente la puerta interior, antes de que nadie tuviera tiempo siquiera de volverse, acerca la pistola ala cabeza de la víctima, y hace fuego a quemarropa. El Comandante, se arroja sobre él, pero retrocede tambaleán- dose herido de una puñalada. Instantáneamente, el asesino se sube a la barandilla del palco, para saltar al escenario, pe ro al arrojarse (oh milagro) queda enganchada una de sus * espuelas con la Bandera de las Barras y las Estrellas que cubre el antepecho; la bandera que ese asesino tanto odia- ra y, este contratiempo imprevisto, le hace caer sobre las tablas con tan mala suerte, que se quebró una pierna. No obstante, en arranque de desesperación, se levanta y esgri- miendo el puñal, lanza con voz tonante su divisa: “Sic sem- per tyrannis!” Los comandantes despavoridos le atropellan en la confusión y- gracias a ello, arrastrándose, logra esca- par en el caballo que le espera- ; Médicos, oficiales, señoras desmayadas, todos atrope- llándose en el mayor desorden, hasta que entra un piquete de soldados, que amenaza al público con sus bayonetas, lo q” aún contribuye a aumentar la confusión. El Presidente es hallado en su silla, sin sentido y sangrando abundantemen- te por la herida «de la cabeza. Entre varias personas le le- ¡vantan y con toda clase de precauciones, le sacan a la calle, pero nadie sabe a donde han de llevarlo. De una casa de en- frente preguntan si se trata de un enfermo, y una vez ex- “|plicado el caso, entran allí el tuerpo inerte del Presidente y lo depositan sobre la cama del dueño de la casa. El lecho en donde fue acostado Lincoln, su lecho de muerte, es demasiado corto para aquel hombre tan corpu- lento. No hay-más- remedio -que colocarlo ua p3cs “oblicuo. Nueve horas 1 uc h ó aquel gigantesco cuerpo con la herida mortal. Nueve horas de agonía,. de terrible estertor, hasta que a las siete de la mañana, muere el justo, el bueno, sin haber recobrado el conocimiento; en un lecho extraño, co- mo un peregrino, y asesinado en Viernes Santo, como un profeta. Norteamérica enterró al hijo del pueblo como en los tiempos antiguos se enterraba a los grandes reyes. Se em- prendió un largo viaje, para llevar el cadáver del gran hom- bre a su país natal, pasando por todos los lugares en que cuatro años antes, se detuviera camino de la Capital. Fue- rop inumerables las personas que conmovidas y reverentes pasaron frente al féretro, antes de ser depositado en la fosa del pequeño cementerio de Springfield, al lado de la tumba de su niño, tranquilamente, sin estruendo, como correspon- diera al hombre que volvió a su pueblo en aquel ataúd. El asesino' fúe encontrado en.un pajar y allí mismo fue fusilado y quemado. Cuatro de sus cómplices fueron senten- ciados a la horca. El mismo Sur comprendió lo que había perdido y la nación entera calificó el crimen “parracidio”. Los negros fueron quienes más amargamente lloraron a su libertador. Del mismo modo que fueron;los únicos que lo bendijeron en vida desde el fondo del corazón. Cantaban himnos a su memoria y decían que su Mesías estaba ahora en el cielo. Se dice que su hijo Tadd, quien sólo le sobrevivió dos años, preguntaba en la Casa Blanca y frente al féretro: ¿Papá está ahora en el cielo? ¿sí?....Entonces me alegro, pues la verdad es que él era muy bueno y aquí no era di- choso! La corona de rosas cívicas, las más hermosas que se mantienen inmarcesibles en las sienes de Lincoln, es el he- cho de qué, después de su muerte, no ha vuelto a verse en los Estados Unidos un sólo incidente que lleve al pie la ca- dena de esclavo. Porque él vivió, trabajó y murió asesinado, por la LIBERTAD de todos los hombres.....! y por el honor de su PATRIA, para que siempre sea tierra de LIBERTAD y no de esclavos!!! - SE VENDE UN LOTE - — GANGA GANGA — PARA EDIFICAR S UCASA O NEGOCIO Lote Tamaño 50 por 135 Calle Tonto y 16 Place Al Este de la Ciudad ES UNA VERDADERA GANGA POR EL PRECIO Y LA LOCALIDAD!!! VEA AL SR. GUS RODRIGUEZ EN 939 E. 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Se- gún agrega el comunicado de la Canadian Pulpo, la cifra logra- da el año pasado por el Canadá lcanzó un nuevo récord. Escuche Todas las Mañanas “Amanecer Ranchero” De principio a llenar su hogar de Alegría!!! MARCOS GARCIA AYALA Su Locutor Favórito en “AMANECER RANCHERO”, Todos los Días!!! DESPIERTE ESCUCHANDO MUSICA QUE LE AGRADA!!! EL REY CAFE 922 Sóuth Central Avenue Teléfono: 4-0916 * ELEGANTE RESTAURANT MEXICANO ” Se sirven platillos mexicanos de Poda Clase a Abierto Día y Noche, Se sirve Cerveza, Hay Orden y es propio para Familias, En efecto, la producción cana- diense, calculada en 9,100.000 to neladas (5.500.000 toneladas fue ron utilizadas por los fabrican- tes canadienses del papel perió- dico), constituye un aumento del 6 y el 12 por ciento con res- pecto a 1950 y 1949. La cifra de exportación acusa, por su parte, un aumento del 22 por ciento con relación al año anterior y del 45 por ciento con respecto a |” 1949. 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