El Sol Newspaper, October 26, 1951, Page 3

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Viernes 26 de Octubre de 1951. SEMBLANZA DE MORELOS Por J. RUBEN ROMERO Es curioso observar la evolución de ciertos hombres, seguir el zigzag de sus pasos, detenerse con ellos lo mismo junto al limpio remanso que en los vértices del abismo, adi- vinar sus pnsamientos, ahondar en sus emociones y preten- der reconstruir con sus palabras la silueta de su carácter. El psicólogo lee en las líneas de una mirada, en el gesto de una mano los rasgos más salientes de un temperamento; el historiador encuentra la esencia de un personaje estudian do papeles, cifras o el clima de una época pero yo no soy un psicólogo, ni historiador, sino un hombre sencillo, cansado ya. que piensa con los sentidos, que sufre con la imagina- «ción y que se declara de antemano incapaz de acometer la magna empresa de hacer el retrato de un hombre superior: José María Morelos. y Sobre las aceras de la calle del Feo, en la vieja Valla- dolid, un chico de siete años, de piel tostada y negro pelo al- borotado, baila concienzudamente su trompo. Si algún mu- chacho del barrio se le aproxima, el niño enrolla la cuerda, recoge su juguete y se introduce en una humilde accesoria, porque nó quiere tratos ni cambio de palabras con sus ve- cinos. Cortedad de genio que doña Juana, la madre, achaca a.su reciente orfandad. A veces grítale la madre para que le haga algún mandado: —José María, ven acá —. Pero el chico no escucha más que el último nombre y le dice muy serío a doña Juana: —Señora madre, no me llame María solamente, porque es apelativo de mujeres . La miseria es perro rabioso que muerde y aisla de la sociedad a las gentes a quienes ataca. La viuda de Manuel Morelos se vió acosada por ella y tuvo que resolverse a po- | ner a José María bajo la autoridad de su cuñado Felipe, quien, dentro de sus condiciones económicas, dedicó al mu- chacho a cuidar de unas vacas, por el rumbo de Zindurio, y pastoreándolas pasábase el niño la mayor parte del día. Una tarde, juntando las reses, cortóse«del rebaño una de ellas y zarandeó de lo lindo a José María quien no lanzó :r queja ni dijo una palabra del percance a doña Juana, curán- dose él mismo con paños de vinagre, las raspaduras que lel hiciera la vaca. Doblado entre los rastrojales, el pequeño Morelos haci- naba los manojos de la pastura. A veces se le oía silbar, y otras se le veía de cara al cielo contemplando las luces san- grientas del crepúsculo, pero hablaba poco y reía menos, sin que-esto signifique que tuviera un carácter triste. El ha- blar y el reir con exceso no siempre es signo de alegría, co mo el callar y el meditar no lo son de tristeza. ¡Se puede dis frazar tan bien con una carcajada el sollozo desgarrador de una pena! ¡Es tan dulce llorar de alegría! Cuando Felipe Morelos vió a su sobrino cruzar con pa- so firme los umbrales de la adolescencia le inició en un ofi- coi que requería mayor esfuerzo que la custodia del ganado; le hizo arriero del hatajo que le servía para acarrear semi- Dos Dólares y Setenta Centavos - Es todo lo que usted paga por Semana en un REFRIGERADOR FRIGIDAIRE NUEVECITO Venga a nuestra Tienda ó llame al número 4-9233 Es muy fácil el conseguir a RUDY REDONDO quien se encargará de tomar por su cuenta lo que usted necesite. 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En los pasos difíciles solía ayudar a la recua con alguna mala palabra, de esas que son corrientes en el oficio, y al llegar a las ventas y a los mesones del trayecto, después de curarles las mataduras y de echarles el pienso a las bestias, se acurrucaba al amor de los hachones de oco- te para oír conversar a lo; soldados del Virrey y alos hom- bres de la Acordada. ¡Caminos interminables, bajo las lluvias monótonas de a- gosto; veredas recubiertas por laz heladas crueles de enero; torbellinos de polvo que o ligan al viandante a esconder el rostro tras el pañuelo de hierbas para no caer ahogado por el pinole de una tierra que se levanta iracunda, como si qui- siese vengar en los hombres la humillación de verse piso- teada por las bestias de carga! Y como un precioso regalo para los ojos, la fiesta encendida de los mirasoles de octu- bre, que al soplo del viento pare:e que corren detrás de la recua de José María: En una viaje picóle una víbora a Mandujano, y More- los le chupó la herida para extraerla el veneno; en otra ex- cursión compró una gramática latina de Nebrija, y cami- nando, caminando, la aprendió de memoria. En otro viaje ¡se detuvo en la puerta de la parroquia de Maravatío para escuchar alelado, las notas imponentes del Tantum Ergo, que salían de la iglesia envueltas en gasas azules de incien- so. Quizá entonces se decidiera a estudiar para sacerdote. ¡Quién había de pensar que aquella su frazada musga, ca- ¡lada por todos los temporales y sobredorada por el polvo de los caminos, se transformaría, bien prontó, en un religioso manteo! A Felipe Morelos le pa *vcían irrealizables las preten- ¡siones de su sobrino, pero le halagaban. Llenábase de una ¡íntima satisfacción al pensar que aquel muchacho criado por él, un poco taciturno, alto y recio, endurecido en las pe- sadas tareas del campo y hecho a los más ásperos trabajos de la arriería, llegara a vestir el traje de los clérigos, tan respetado por las gentes de la clase humilde, a la que ellos correspondían. Se imaginaba a los rústicos rancheros des- cubriéndose ceremoniosós al paso de José María, y por eso lo alentó a que se matriculara como capeño externo en el viejo Colegio de San Nicolás. El capote desteñido del bisoño colegial revuela por las valles de Valladolid, despertando la consideración respetuo- ¡sa de las beatas y la curiosidad de los jóvenes solteras, quié- nes comentan al verle pasar: ¡Qué ojos tan negros tiene el seminarista! Los biógrafos de José María Ae que sus estudios no fueron brillantes, pero sin ahondar en los libros de lógica, sus actos estuvieron siempre sujetos a una lógica rigurosa, a la que nos enseña la vida, A su paso por los calles de la romántica ciudad que le vió nacer, el mísero capote del colegial tuvo que rozarse con las pañosas finas de los oficiales españoles, y el contraste seguramente abrió una herida en el alma del criollo, al con- frontar su pobreza con el auge de los fundadores, herida q' la soberbia del ibero aún no aprende o no quiere aprender a mitigar. No se puede hablar de igualdad mientras subsistan pre juicios de raza; no podemos «creer en la fraternidad mien- tras que los europeos, hoy como ayer, consideren al ameri- cano como un pariente bastardo, a quien se tolera en los ne gocios y se desreña enel estrado. Alrededor de tales diferencias quizá José María cavila- ra con honda pesadumbre: “Cuán miserable es la vida del mexicano; piensa, sufre, ama, siente como cualquier otro 'hombre de cualquier país. Los atributos de su espíritu son iguales a los del europeo. Tal vez le supere en sensibilidad, pero la ambición y la fuerza bruta pusieron grilletes a su ¡Cuerpo y en nombre de una cultura diz que superior pretén- ¡dese esclavizar su espíritu. Es cierto que nos trajeron a pe- so de oro. Nos enseñaron a creer en un dios del que ellos in- ¡Cesantemente blasfeman. Nuestros brazos, por siglos, culti- van para ellos las tierras, explotan las minas, talan los bos- ques y levantan por doquier templos a su dios. ¡Señor Cru- cificado que, según aseguran nuestros conquistadores, vi- niste a redimirnos, también a nosotros, ¿Qué somos los mexicanos en el recinto de nuestra propia patria? ¡Esclavos del extranjero!” Y acaso una inquietud desconocida comenzó a iluminar con sus antenas de luz el cerebro de aquel mozalbete vergonzante, que ocultaba de- bajo del capote, como prenda robada, el tesoro insospechado de un gran corazón. A fuerza de privaciones y de sacrificios pudo, al fin, vestir las ropas sacerdotales y levantar con sus manos en- callecidas por las jarcias y por los aparejos el simbólico pan encurístico, mientras las campanitas en el altar reían ale- gremente, cual si los monaguillos traviesos, les hiciesen cos quillas. Tal vez en los momentos de la consagración, al ele- var entre sus dedos el blanco rostro de Jesús, se sintiera po- seído por una extraña fe y musitara con voz imperceptible: ¡¿Ques pudiera morir, como Tú, en un madero, tan sólo pa- ra redimir a mi patria! El padre José María comenzó a apacentar su nuevo re- baño. Primero en Churumuco, sosteniendo cotidianamente un combate con el clima, con la incuria de sus feligreses, con el ímpetu desbordante de su juventud acostumbrada a las marchas, de sol a sol, que domeñaban su carne. En los atardeceres lujuriosos del trópico, después de los oficios; agotada su naturaleza recorriendo los campos con el man- teo echado sobre la espalda y en la frente anudado el pañue lo, con acabó por ser paret integrante de su fisonomía. Al- gunas veces, al pasar por la casa del herrero, - ayuda a las bestias de carga, sin poder olvidar su afición a las caballe- rías. Ordena la Mitra su traslado a La Huacana y ahí des- putan sus dotes de organiazdor, mejorando su parroquia y dictando medidas que le granjean el afecto del vecindario. El pueblo le parec bonito, con sus huertos olorosos a aza- har; un hálito de alegría recorre sus venas, y por unos mo- mentos apagara su nostalgia de los viajes y de los caminos. En este curato solamente una pena le hiere: recibe úna a- monestación de sus superiores porque saben que Morelos se baña en las aguas del Huámito y se confunde, desnudo, con sus feligreses. Poco tiempo después es trasladado a Nocupétaro, por- O que la Mitra quiere aprovechar en aquella desolada región dime, por piedad: las dotes de que diera tan plausibles muestras en La Hua- Cana. De pronto el grito de Dolores conmueve a todos los pa- triotas que sueñan con la independencia de Anáhuac. El al- ma de Morelos se dilata como si le rompieserr toda ligadura y le abrieran la puerta para emprender el vuelo por el in- menso espacio de la libertad. El manteo desteñado de aquel oscuro sacerdote adquiere, de improviso la forma rígida de un capote militar. Veinticinco hombres solamente forman el pie veterano de yn ejército que, al llegar al Veladero, pasa de los tres mil y pronto alcanzará una cifra prodigiosa: veinticinco mil soldados con sesenta 'cañones. Todo el sur de nuestro país arde como una hoguera purificadora; sus llamas iluminan lla caída de Tixtla, de Chilapa, de Izúcar, de Tecualoya, de Cuautla, de Acapulco y de Orizaba. Epica lista de victorias que no lograron desquiciar la modestia del héroe, quien des pués de tantas batallas ganadas se adjudica un título de mu cho más grande que el de Generalísimo que le otorgan sus soldados, muy más respetable que el de Benemérito que des pués le concede la Patria: el de Humilde Siervo de la Nación El obispo de Puebla lo invita a que abandone la lucha por la independencia y Morelos le responde: “La muerte, q' presiento cercana, será.la única que me obligue a dejar la causa por lo que lúcho con tanta fe”. Como todos los astros, Morelos tuvo en su vida militar las primeras luces del alba en Texpan, un orto esplendoroso , en Cuautla, y un crepúsculo melancálico sobre la" cumbre del Cerro de Coezala. Ahí encontró su Gólgata, después de haber ascendido por un calvario de intrigas y de envidiosas maquinaciones que sólo sirvieron para acrisolar su carácte a Cuando alguien le dijo que la Junta de Zitácuaro: le:era* desafecta limitóse a contestar: ““Todos los hombres 1 más que yo, pero la causa de la libertad que: defendér vale más que todos los hombres. La libertad no se puede disfrutar a medias; no puede ser administrada por una Jun- ta, ni concedida por nadie a título de gracia”. * Y cuando el Congreso de Chilpancingo lo acusa de in- epto y trata de destituirlo del mando, con abnegación ejem- plar responde: “Si no soy útil como general, pido que sé me deje servir en el ejército como el último de sus soldados”. Palabras que debieran servir de mulación a todos los man- datarias para que se despojasen voluntariamente del orgu- llo fincado en los puestos, pues el Poder es tan sólo una tú- tica prestada por el pueblo, y hay que devolvérsela con su- misión y gratitud. Biografía de fué solicitado por el Estado Ma- yor del general Francisco P. Ma secretario particular, puesto que desempeña hasta mayo de 1920 en que se consuma la tragedia de Algibles, que puso término al régimen carrancista. En junio de 1920,-el gobierno provisional de don Adolfo de la Huerta, designa secretario de In dustria, Comercio y Trabajo, al general Treviño. Ruíz Cortnies continúa con este jefe militar, como secretario particular. “ Siendo presidente de la repúb- lica el genero! Alvaro Obregón. reingresa al activo militar el se for Ruíz Cortines, con su grado de mayor. Se le asigna en la Co misión Superior Revisora de Ho- jas de Servicios de los nuevos in tegrantes del Ejército Nacional que prestaron colaboración al constitucionc/:ismo. En 1926, el señor Ruíz Cortines termina su carrera militar. cional el ingeniero Juan de Dios Bojórquez, Ruíz Corines forma parte del. Consejo Directivo de esa depedencia. en donde ad- Pere ng grmemn 'cialización en estadística demo- "gráfica. "Em 1935, es designado del : Sognad, ta rito; Federal, del que era je- la. don Cosme Hionjosa. En- 1938 'es. postulado candidato a diputa do federal de e. segundo distri- to electoral del Estado de Vera- cruz (Tuxpan). Con esta repre- sentación actúa hasta 1939 de donde pasa, en las postrimerías de dicha representación, a la te- sorería del comité director de la campaña política presidencial pro Avila Camacho. En 1940 el señor Ruíz Cortines ocupa sa secretaría general del gobierno del Estado de Veracruz del que era gobernador interino el licenciado Fernando Casas Alemán, actual jefe del Depar- tamento del D. F, Desempeñó es t cargo hasta diciembre de di- cho año, fecha en que fué de- signado oficial mayor de la se- cretaría de Gobernación. - riel en ¡a comandancia militar| En 1943 dimite este puesto y Don Adolfo [de la Plaza de México, que des. | ““epla su postulación para go: visión del Norte. Y con el grado Ruíz Cortines la mar tud dugu, pogo ñaban las fuerzas de la Di|Dernador del Esado de Veracruz Asume la gubernatura el prime- . [to de diciembre del mismo año. dor general de la brigada Ma. Con licencia ilimitada se separa Don Adolfo Ruíz Cortines, can- | rie), didato a la Presidencia de la Re pública postulado por el PRL nació en el puerto de Veracruz, CON TREVINO de este puesto en 1948, Age mero de julio de ese año, toma posesión como secretario de Go- Para fines de 1915, don Adol- |bernación. Actuú así. como jefe el 30 de diciembre de 1892, en la ¿fo pasa a las fuerzas dei gene- del Gabinete del Presidente A- casa número 15 de ¡a calle de'ral Jacinto B. Treviño, y partici- lemán, puesto que renunció pa- Zamora, llamada hoy calle 59, pa bajo sus L Tiene actualmente 59 años. Jacciones de armas, como la fa- De' los datos biográficos queímosa de El Ebano, S, L. P. Su e- en varlas¡|ra aceptar su postulación a la presidencia de la República, cu: ya candidatura le fué ofrecida se nos proporcionaron, se viene |ficacia amerita que sea adscrito ' por el PRI, tras de proclamar'.o an conocimiento que su proge-|al Estado Mayor del general Tre su candidato la convención de sitor lo fué el señor Adolfo Ruíz ¡viño, de quien posteriormente es fejada, originario de Alvarado, Jeracruz, y de María Cortines, El señor Ruíz Tejada falieció cuando el ahora candidato con- taba tres meses de edad. Cursó en el puerto de Veracruz la educación primaria ' bajo la dirección de prestigiados maes- tros, como don Esteban Morales y don José Miguel Macías, Es- tudió la carrera de- comercio, y ¡a la edad de 14 años comenzó a trabajar como empleado par- ticular en ¡a negociación comer- cial del señor Julián Aragón. En 1913 — segunda quincena de diciembre— ingresa en las filas de la Revolución Constitu- iconalista, con el ingeniero Al- fredo Robles Domínguez, queen ia capital de la República esta- ba encargado del Servicio Confi- dencial y de Propaganda del pri mer jefe del Ejército Constitu- cionalista. Al ocupar la plaza de México, el señor Córranza, nombró go- bernador del Distrito al ingenie- ro Roblieg Domínguez, y éste dió la comisión de ayudante suyo al señor Ruíz Cortines. La plaza de México, amaga- lista. Sustituído por el general ciudad de México, fuese a Vera- cruz con las fuerzas del señor Carranza, en donde reingresó al Servicio dei ingeniero Robles Do brado gobernador del Estado de Guerrero, en sustitución del ge- neral Julián Blanco, y en diciem bre de 1914, Ruíz Cortines reci- be nombramiento en Acapulco, como oficiar de órdenes del Cuar tel General de División del Sur. Es ascendido a capitán primero después de formar parte de la columna organizada para batir a Jesús Santibáñez, quien acaba ba de cometer el homicidio del general Jesús Carranza. | Posteriormente Ruíz Cortines AS este organismo. SOUTH PHOENIX MORTURAY 3800 South Central Avenue “Rinda al Ultimo Homenaje a sus Seres Queridos, Mediante una Casa de Funerales Sentimental...” 24 HORAS SERVICIO DE AMBULANCIA TELEFONO 9-7268 _ STATE AIROROUEES ; Página Tres, . > O AN ET AA

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