El Sol Newspaper, August 11, 1950, Page 4

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Página Cuatro. Sólo siete personas rodeaban a.“estos milita:e. en ticrip» de al rey; Salomé, su Lermana; A- yes? ¿Por qué abandonas lu le: lejo, su cuñado; Cingo, su escla¡: 0 antes que el sol salude on - wo; Verutidio, general legiona- £s rayos las unba.: dei 1... 1e rio,¡Arquelao, su hijo; y Ptolo-|*. Josafat? meo, viejo guardasellos. -—S1 me prom.tes no emiada - Después de éstos, todos los ha | « conmigo vo; a 'ecirtelo, bitantes de Israel eran tenidos| * el joven >=" detuvo temeroso como enemigos, si se exceptúan de que su abue:> le. ¿.prendiera los soldados mercenairos y los wor lo que le '.. a revelar. “EL MARTIR DEL GOLGOTA lte enfades conmigo; y volvien- “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE —Arquelao, hijo de Herodes, entró en este momento en la cá- mara real. Traí atriste la faz y la mirada inquieta. _—Señor, dijo Arquelao con voz agitada dirigiéndose a Herodes: desde la torre de Hipicios al va- lle de Josafat, desde la pueria do a hablar de Cingo, el cual¡de £fraim al templo de Sión se viendo ayer que.clavaba cuatro|ha levantado una voz de alat- ño, como Sansón a los pies de Dalila. . —Ptoiomeo es un servidor fiel y te prohibo que le quieras mal, le respondió con dulzura Hero- des. —Pues entonces dejemos a tu guardasellos. Hoy no quiero q viles herodianos. —..abla y nad. mas, Achiat: ya sabes que soy harto condes- cendiente contigo. —Pues bien, señor: Cingo, tu esclavo favorito es muy amigo mío desde que tú le nombraste mi maestro, y yo te lo azradezco porque Ptolomeo, el viejo gua: dasellos de tu corona, maldito lc que me enseñaba: huraño y re- gañón, jamás clavaba una sa€- ta en blanco, nunca pudo desar- mar aun esc:avo, y siempr2 yue ha preterdido montar su- vegua siriaca, el ardiente animal lo ha arrojado por las orejas... Dime, abuelito ¿cuando tenías guerra era valiente Ptolomeo? Herodes, Para Herodes la vida era un sueño de muerte. Hechas estas aciaraciones, vol vamos a encontrar a Achiab end el momento en yu: penetra en la 'cámara del rey. . —Gracias . Marte que te do- jar - solo, querid» abuelito, dijo <: mancebo entrendo precipita- C¿amente en la h+bitación. Herodes volvió la cabeza, y dl ver a su nieto, «pareció una son risa en los labiws. ” —¿Cómo me encuentras? Je p.«guntó con arcimiento el niño »auco una vuelta en redondo pa r. que lo viera mejor - Estás hecao ur capitán del 0181, ¿Pero 1 qu' pi esos "flechas seguidas en el blanco, exclamó dando una patada en tel suelo: “!Por vida de Júpiter Olímpico, príncipe mío, que de todo corazón siento el dejarte ahora con tanta rapidez adelan- tas en el ejercicio de las armas! —¿Que me dejas? le dije. —Mañana nos trasladamos a Jericó: y los dioses sólo saben cómo encontrare a mi descípulo cuando regrese a Jerusalén. —¿Por qué no me lelvas con- tigo? volví a decirle. —Príncipe Achiab, Cingo no es más que un esclavo, me res- pondió, tu abuelo es mi rey; pí- elferoz verdugo deídele su venia que yo estaré muy Belén, era débil ante aquel ni- contento si te veo cabalgar a mi AAA AAA ARABES W. ELIJAN UN HOMBRE PROSPERO W (Wally) Caywood Demócrata PARA SENADOR DEL CONDADO DE MARICOPA "HOMBRE DE NEGOCIOS, PARA UNA lado. Siguiendo, pues, sus con- sejos y mis deseos, vengo a de- cirte. —Abuelo, yo quiero acom- pañarte a Jericó; ¿verdad que tú también quieres que te acom pañe Achiab? —Es preciso que tu padre Ar- quelao lo consienta. —!Ah! pues entonces de segu- ro no voy... Pero tú eres el rey: aquí todos te prestan obedien- cia, ¿quién osará contradecirte una orden tuya? Herodes, que como todos los aduladores era dócil ante la a- dulación, cogiendo cariñosamen te a su nieto Achiab por la bar- ba, le dijo: —Vendrás. El niño dió un salto, y colgán dose de los hombros de su abue- lo, y cubriendo de besos aque- tlas barbas canosas que hacían rua, producida por la llegada de a a 1 5 5 oa A 1 e, lilea aunque sea presico para huwnana. Herodes, asomándose a la ven tana por la que comenzavan a entrar los rayos dei sol nacien- te, agitó un pañuelo, y al ins- tante resonó en la plaza el to- que de las trompetas, Después cogiendo la varita de metal volvió a arrancar de la planca de acero tres sonidos vi- unos teyes extranjeros que vie- | branets. nen busca del Rey de Judá que acaba de nacer. Padre, es ese rey que viene a usurpa- ros la corona? su hijo, procuró dominarse di- siendo: —Nada temas, Arquelao: los sueños de los judíos deben ins- pirar desprecio a los herederos de Herodes: y luego, dirigiéndo- le la palabra a su nieto, conti- nuó: Achiab, corre a decirle a mi esclavo Cingo que deseo par tir al instante: tú me acompa- fñarás. Achiab besó la mano de su a- buelo y salió de la cámara sal- tando de alegría. Cuando apenas Arquelao y He rodes se quedaron solos, éste di- jo a su hijo bajando la voz: —Tú, hijo mío, te quedas en Jerusalén; yo parto a Jericó a hacer los aprestos de un viaje a Roma donde tus rebeldes herma nos me acusan; pero antes de partir escucha bien lo que voy a decirte y no olvides que del cum plimiento exacto de mis órdenes depende que esa corona que des cansa sobre mis sienes pase ma fñana a tu cabeza. Esos sabios caldeos que han sembrado la alarma en nuestra ciudad, tornarán a darme noti- cia de ese re que buscan. Enton ces te apoderarás de ellos y me los mandas a Jericó presos en- t a De repnte, y cuando más d;s- telio llenar el Cedrón de sangre¡traídos se hallaban, aparece en | el cenit un astro luminoso que désciende como una exhalación sobre sus cabezas. Los viajeros, sin poderse con- tener, hacen un movimiento Ce terror, y cierran los ojos, creysn do que un rayo caía sobre ellos para exterminarlos. z Pero el fuego del cielo no lie- Viernes 11 de Agosto de 1950. 9) «tan inverosímil, tan portentoso, ¡como desaguar el Océano a fuer za deb razos, y convertir el de- sierto de Sahara en un vergel frondoso de las orillas del Eu- frates! s Sólo Dios podría llevar a cabo tan portentosa transformación. Sólo el Hijo de Diso pudo con- ducir junto a su cuna con los pies descalzos y el polvo en la ga a la tierra; quedándose sus- frente, a Gaspar, Melchor y Pal- pendida en el espacio, a corta i tasar. ¿Quién | presentaron en la puerta. a ¡Herodes a su hermana, Herodes, que se estremecía. a| —Esperan en la plaza y te acom cada palabra que pronunciaba|pañarán a Jericó. Salomé, Alejo y Verutidio se|distancia de sus cabezas, les en de sus hermosos rayos, que es- maltan cuando tocan con sus brilladoras chispas. —'!La estrella, la estrella! Re- piten con loco entusiasmo 1a< 189 B] 9P SOAR[OSZ Á SOPBpio- vana. —!La estrella! !Nuestra estre- tla! Exclamaron con gozo los ri —¿Y los médicos? preguntó —Pero ¿qué te han dicho? —Como siempre, te aconsejan los baños templados de Calliore —'!Bah! Los médicos siempre acaban por lo mismo: cuando se ven perdidos, entregan el cuer- po en brazos de la naturaleza. Vamos. _. Y salieron de la cámara. VVerutidio, el general roma-|no hemos adorado los discípulo: no, iba adelante. - de Zoroastro, exclamó Gaspa Herodes, apoyado del brazo de¡con fervoroso acento; guíanos su hermana y Alejo, bajaba en|hasta 1 cuna de tu Santo Hijo, : pos la ncha escalera del pala- yO besaré sus pies y adoraré si cio. cuerpo. Detrás, grave y cejijunto, se-| Entonces la estrella, como Ss guía el guardasellos del pala-[hubiera esperado las palabra coi, Ptolomeo. del rey edólatra para empren Cuando llegó a- los pórticos, der su marcha, comenzó a des!! una riquísima litera lo espera-|zarse por el espacio. Los reyes l: ba.- siguieron. Cingo- abrió la portezuela, y| Dejando la tierra a sus dromc ¡puso una rodilla para servir de/|diarios, fijos sus ojos en la her- estribo a su señor. mosa estrella, caminaron dos hc A su lado se hallaba Achaib|ras más, entre barrancos y pre” montado en una gallarda yegua |cipicios sin ocuparse del peligrc de raza Ciriaca. que les amenazaba a cada paso —Un grito de “!viva el rey!” Por fin. el divino astro se de- resonó en la plaza. tuvo encima de una ciudad pe Herodes, después de saludar| lueña que descansaba en la ci con una sonrisa a su nnieto y| na de una colina, con el pañuelo asus soldados, | Aquella ciudad era Belén de dijo a su esclavo Cingo: Tudá, patria inmortal, cuna sa: —A Jericó. *ificada de Redentor. :on religioso ademán. —!Prodigio de los cielos! Mi: Los reyes se disponían a en vía las cambiantes irradiaciones ses, elevandd los brazos al cielo eriosa revelación de un Dios, q' - ADMINISTRACION ECONOMICA Y EFICIENTE” » What water is to agriculture, the flow of bank credit is to business. The more bank credit that is available, the more business prospers. If you work for, sell to or buy from Arizona businessmen, your own prosperity depends upon their prosperity. The dollars you deposit in the Valley 3ank do not lie idle. They are put to vork in sound productive loans, building MORE LOANS YOUR VALLEY BANK DEPOSITS PROVIDE A RESERVOIR OF CREDIT pS FOR YOU AND YOUR COMMUNITY tre dos murós de lanzas. —Serás obedecido, contestó con-gozo Arquelao, en cuyas ve nas ardía la podrida sangre de su padre. Mientras tanto duer- me tranquilo: tú reinarás en Ga emblar a los hebreos, esclamó son infantil entusiasmo: —-Tú eres bueno rey y señor, muy bueno para conmigo; pero ve te prometo ser un muchacho bueno y aplicado. 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Poco después el tirano de Ju- dá salía por la puerta de Doria rodeado de sus lanzas mercena- rias, y tomando el camino de Be thania se encamino hacia la ori- lla del Jordán en busca de su ciudad favorita, Dejemos al idumeo proseguir su camino abismado en sus san grientos planes, y. volvamos a encontrar a los peregrinos de O- riente, a los_sabios de Seleucia. CAPITULO II LA ADORACION DE LOS MAGOS Cuando los peregrinos per- sas salieron del palacio de He- rodes, el día se hallaba indeci- so en los celajes de Oriente. Inmediatamente mandaron le vantar tiendas y con la esperan- za en el corazón abadonaron la capital de Judea, saliendo por la puerta de Damas“o, mientras «¿ue la cabalgata du Herodes .e eicaminó a Jericó por la puerta “ria. Dos horas de marcha llevaban los caldeos, cruzando valles y trejando empinados desfilade- ros; ya el sol, en toda su pleni- tud, lanzaba sobre la tierra de Palestina la vivificanie y clara |luz de sus rayos, cuando se de- tuvieron junto a una cisterna (q! aun existe, y es conocida con el nombre de “la cisterna de los Magos”)., dejando beber a. sus |dromediarios de sus frescas y transparentes aguas. trar en Belén, cuando la estrel!: como si se hubiera desprendid de la mano misetriosa que 1 sujetaba en el espacio, cayó de cielo y fué a coloca'se sobre 1: desmaranada y ruinosa puert: de un establo. El Niño Dios se halíala tend do sobre un humilde lec!.o paja; su Santa Madre a su ladc contemplaba con dulce venera ción a lap renda de su amor. a sus hermosos rayos, que ca an como un arroyo de luz sobre a Mad:e y el Hijo. Los reyes avanzaron hasta el pie del pesebre con profundo res peto. Grande era a fe que“es ani- -naba cuando doblando la rodi- lla fueron a besar con respeto los pequeños pies del aquel Ni- ño pobre abandonado que ha- bía nacido en un establo. Los poderosos reyes de Seleu- cai y Oriente a cuya voz dobla- ban la cabeza sus reales escla- vos, los idólatras babilonois, los sabios de Persia, rendían vasa- llaje ante el Niño de un pobre carpintero de Nazareth. ¿No era esto un sueño del “Gimnastan”, más inverosimil, más extraño q la existencia fabulosa de esa “Divis” y “Peris”, de esos gi- gantes que habitaban una ciu- dad formada de un solo diaman te y, que las caprichosas hadas del “Cáucaso” y del mar “Cas- pio” convertían en torrentes de cambiantes colores y en mares de-luz brilladora con sólo tocar- la con su varita misteriosa.” —-'Postrarse ante el hijo de un “pobre jornalero tres poderosos Reyes de Oriente, en el tiempo de la “venida de Jesucristo”, era Puestos de hinojos ante Jesús los poderosos reyes adoraron al recién nacido, como los prínci- pes de Oriente adorabán enton- ces a sus dioses y a sus prínci- pes. Abrieron los ricos cofrecillos que traían y sacaron para de- positar a los pies del Mesías oro puro de Nénive la Grande, per- mues árabes del “Yemen”. * El sacrificio de la sangre co» menzó a abolirse por los mis- mos paganos que lo venerahan. La planca becerra, el inocen- te corderillo, no doblan su hu- milde cuello ante el cuchillo del sacrificador, ni dirigían su duce y dolorosa mirada al tiempo de expirar hatia el dios que le qui- taba la vida. —esús, desde su cuna, deste- rraba de la Sinagoga la sangre y las víctimas, El Dios del Perdón, de la ca- ridad, de la tolerancia, nacía entre los hombres para sacrifi- carse por ellos. Sólo una Víctima reclamaba la humildad extraviada. par: brarse de su infalible pe: esa Víctima descendió de los cir los para salvar al mundo. La civilización cristiana, el de recho de genets, la libertad del hombre, nacieron en un establo. Por inspiración divina, tres re yes bárbaros pusieron su piedra fundamental. Los idólatras caldeos dieron el primer paso sn podérseio expli- car. ellos mismos, al ofrecer co- mo tributo de un vasallaio al Hijo de María oro como príncipe de la tierra, mirra como hom- bre, incienso como a Dios. María contemplaba con gozo indefinible aquella adoración ¡que los poderosos reyes de Asia | » Ei astro de los cielos ie envia ; tibutaban a su hemoso Hijo. Madre enamorada, derrama- ba dulces y agradecidas lágri- mas ante aquellos nobles extran jeros que de tan apartados cli- mas venían a besar los peque- ños pies de su adorado Hijo. José no se hallaba en el esta- blo cuando tuvo lugar la adora- ción de los reyes Magos. !Con cuánto gozo hubiera con templado aquella escena tierna y asombrosa el casto y sencillo carpintero de Nazareth! Pero el Eterno lo había dis- puesto así. Su presencia en aquel. sitio, tal vez: hubiera sembrado la du- da, en el corazón de los reales peregrinos. e a A] Madame Rose —PALMISTA— Contesta todas las Preguntas de su Pasgdo, Presente y Futuro en Español 4025 East Van Buren Siempre Abierto Enseguida del Wagon Wheel | e A] PALAS BÓIOSPAARAAAS A DICK HARLESS “Yo siempre he tenido empleados Hispano-Americanos a mi servicio, hasta en mi práctica privada como Abogado.” “Si soy electo Gobernador, yo emplearé Hispano-America- nos en mi Oficina. Creo que tienen todo derecho a tener re- presentación en todas las faces de gobierno”...... Demócrata Para OBERNADOR

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