El Sol Newspaper, March 17, 1950, Page 4

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Página Cuatro. I Sacrificio Del Hermano | Pacifico 1 iliva a su soberano. El Mesón de la Amapola Considerábasele como uno de A fines del siglo XV existían:los jefes de aquella famosa li- en las afueras de la puerta Bu-'ga denominada del bie npúbli- y, detrás del caserío y de la a- co, de la cual formaban parte badía Siant-Germain- des Prés,¡los duques de Borgoña, de Bre- dos edificios colocados uno fren|taña y de Guyena, el conde de “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE PA A A AX 2 ' Cuan! el rey se presentó de lante del puente levadizo, el ca 'pitán de los/hombres de armas| ¡de Nemours quiso oponer resis- | tencia; pero la duquesa Isabel ordenó por el contrario, que se abrieran de par en par todas las puertas, bajando ella mis- ma a recibir al rey hsia la últi ma grada del vas'íbulo. En este actu se presertó aco rpañada de su escudero y pariente el se fior de oSles, quier desde ja cautividad de su esposo le ha- bía dado grandes pruebas de la más caballerosa y respetuo- sa adhesión. vida, la conservación integra de todos sus bienes y muchas o- A a llegando .algunos a sospechar que cuando se ofreciera una fa vorable conjuntura, aquel carác ter socarrón y degradado podría erguirse a semejanza de la ser- piente que, al verse aplastar, muerde la planta de su amo. El hermano Pacífico siguió con atenta mirada al caballero Oliver de Granvilley al escude- ro Guillermo de Soles durante el tiempo de su paseo, y al ob- servarlos parecía como que re- flexionaba acompañando su me ditación con algunos ligeros sa- cudimientos de cabeza, Los hombres de armas y los criados la _te de otro. Era el primero el no bilísimo castillo de la Marche, ei cual iba a convertirse ya en palacio del mismo nombre mer ced al ensanche de la zona ur- bana de París; el segundo era un modesto mesón a cargo úe José Amapolá, cuyo prnicipal tí tulo consistia en ser espos» de la Amapola, mujer que habia adquirido gan celebridad en aquellos contornos. La amapola dirigía su posa- da con la prudencia que debe presidir en todo gobierno bien comprendido; era señora, en to- da la extensión de la palabra, dertro del recinto formado por +. bardas y tan'as de su cerca- á-. José no p.':.. aspirar ri:s* que al rango de ministro res- ponsable, en el sentido 'de que: él el encargado de recibir los cintazazos que con la hoja de la espada o el asta de la ababar- da le propinaban los arqueros y valentones a quienes su mu- jer echaba algún bufido que los dejaba de mala cara y peor ta- lante. Por lo demás, la Amapola te- uía un semblante agradable y placentero, una sonrisa benévo- la cuando no se encolerizaba, Saint- Paul y tantos otros esla recidos varones, que llegaron a conducir al mismo Luis XI al borde de su ruina. Pero es el caso que Luis XI poseía muchos arbitrios igual- mente soberanos para descar- tarse de las personas que le embarazaban. El. medio más e- ficaz de todos ellos y el más tras cosas igualmente lisonjeras| Y....cfectivamente, en vista de Otro de sus parientes, ei her- moso caballero Oliver de Gran- esta capitulación, la joven prin]: :,e, acompañana al rey, y, se- cesa Ána, durante la ausencia de scu padre, que a la sazón há bía emprendido un corto viaje, mandó encerrar al duque de Nemours en una jaula de hie- rro, rogando al Parlamento q le condenara a ser decapitado. A pesar de que en tiempo de Luis XI el Parlamento no se a- trevía a negarle nada, era tan pública y conocida la capitula- ción del duque de Nempours, q' gún la voz pública, poseía el fa vor de la princesa Ana de Beau- jex1 Parece que eset gentilincm vie ecutaba con la formal pro- recsa de que se le )to:garían ci cucado y dominios de W2 1»::S tan luego como fuera un hecho consumado la perdición de Jai- me de Armagnac, cuya condena llevaría en pos de sí la confis- cación de todos sus bienes. El caballero de Granville había, conocido se llamaba Tristán ella asamblea se detuvo muchasjaños atrás, aspirado inútilmen- Ermitaño. De los sefiores que componían la célebr eligo, el duque de Cu- yena fué el prirarro en morir E! cuque de Orelans, que debí. s.r más adelante Lvis XII, pero «ue acababa de salir apenas de la adolescencia entonces, se e- tiró a sus estado, después de :. ¡rolcas proezas. Jaime, su hijo y semanas sin atreverse a decre-;¡ tar una iniquidad tan flagran-| te co mola que se le pedía. No se conocía en Francia casa que gozara de mayor popularidad que la de” Armagnac. Acordába se aún todo el mundo del con- cestable Bernardo y de sus he- meter la grave fauia de rehusar heredero, el actual duque de Ne la mano de Dadama Ana, h'ja'mours, no carecía tampoco de le Luis XI y acabido retrato, ¡cualidades, a pesar de su ca- en lo físico y en lo moral, de + ..¡rácter violento, puesto que sus padre. Est ajoven princesa abrigaba |joyen esposa le adoraba con a- en todo las mismas opiniones q' el rey, e inmolaba con igual frescura a cuantos no eran de su mismo parecer. Por lo demás, su exterior er aagradable, aun» que algo biszca y de mirar som brío. El duque de Orleáns debía a- un tele airoso y un corazón %' | ordarse mucho tiempo de ella. vuede decirse lo Jlevaba en la roo Después de la muerte del du- que de Bogorfia el duque de Bre E: palacio de 1 Marche se ¡taña desenvainó si: espanda lovis taba a la >tes parte de la |contra los ingleses; el conde -ie carretera, a doscientos pasos, [Saint- Paul y los demás enten- poco más o menos de las tapias | dieron en el ajuste de las pa- que cerraban el pequeña jardín del mesón. Después del motri- monio del difunto y excelente condestable Bernardo con eo- nor de Borbón, de 'a rama de loz condes de la Marche, había sido ésta siempre la, habitación de la gran familai de Armag- nac, una de las más poderosas y principales, y la misma que ces; sólo Jaime de Armagnac, duque de Nemours, se mantu vo firme dejándose tomar prisio nero poco tiempo después den- tro de los muros de Carlat, en Auvernia. El duque de Nemours rindió sú espada a Pedro de Borbón, señor de Beajeu y general del ejército. Precisamente la prin- dió su nombre a la banderia de|vtesa Ana, hija del rey Luis XI los parfidos del duque de Or- leans. Al fin del siglo XV no se gri- taba ya en las caJles: Armag- nac o Borgoña, como en tiempo del Rey Carios VI; pero Jaime de Armagnac, duque de Ne- mours, conde de la Marche y se fior de otros cincuenta dominios era todavía, a pesar de la deca- se había casado con ese mismo Pedro de Borbón, así que hubo ierdido la esperanza de atraer ul de Orleáns, El señor de Bea- jeu era sin disputa el más hi- da!go caballero del mundo, pe- ro ocupaba ee la casa de su ilustre esposa el mismo sitio q' José Amapola en la posada de su mujer. dencia de los grandes vasallos| Al recibir la espada del du- | de la corona, un príncipe capaz|que de Nemours, Pedro de Bor-¡nac, que contaba apenas la »- de hacxer tragar aún mucha sa|bón le prometió la libertad, la |dad de cuatro años. cc rounda of your ts in person, A dls sus ideal legal receipts which protec you against ever having to pay the same bill twice Your check also safeguards your cash against loss or theft, and tends to put 2 A CHECKING US A FAST, DEPENDABLE Like a tireless, willing helper .as- signed to your personal service, yow check relieves you of many trouble some tasks. Dropped in the mail af Lago your checks sus d ms . ito: ing you the er O: cn pg y cash. Your can- vasallos le habían permaneci- do fieles en el infortunio y su mor inalterable. La misma duquesa contribuía no poco, sin sospecharlo, a ali- |mentar la indecisión del Parla- mento; pues la circunstancia de ser prima del rey hacía que los jueces temieran verse en- vueltos en las querellas de la familia real, que les parecían hacto peligrosas.- Regresó el rey de su viaje y apresuróse a aprobar la conduc ta de su hija Ana, no quedan- do igualmente satisfecho de la de los jueves, cuya lentitud y dilaciones en el despacho del proceso le desagradaron hasta el punto de inducirle a reunir nuevo parlamento en la ciudad de Noyon. Entretanto, Jaime de Aimagnac seguía sepultad. enj el calabozo, :i:rA4ndose a ne- ¡ gar la comveiancia dei tribunal;¡ que debía juzgarje. Durante su larga prisión ny hubo meu de arrancarle ni una confesión nii¡ un secreto. Tales eran las circunstancias cuando determinó el rey visitar personalmente a Isabel, duque- sa de Nemours, la cual, vestida de luto come si hubiera ya en- viudado, scutaba su dclor de- trás de las altas murallas del castillo de la Marche, donde vi- vía con Su hijo Juan de Armag ACCOUNT damper on needless “impulse spending.” More check makes budgeting easier .. . pro: vides vital data for income tax deductions .. . and is a real prestige-builder in business transactions Enjoy the multiple benefits which a Valley Bank checking account offers — at sur prisingly little cost! Come in and open a checking Over, your account of your own with your next salary IONAL BANK * TWENTY NINE F VALLEY N ND MEMBER FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION AT ONVENIENT OFFICES IN ARIZO check. Na * Y te a la mano de la duquesa Isa-: bel. La visita del rey fué breve; pero después de ella quedo tran quil» y consolado el ánimo «du Isabel, hasta +1 punto de rezo brar casi la «.cgría que «e er” habitual. Luis X había qu. «i> conferenciar a solas con su pri- ma. En tanto que duraba la en- trevista, los arqueros y sServido- res del castillo pudieron obser- var como el caballero de Gran- ville daba un paseo de circun- valación a lo largo de las mu- rallas, procurando, al parecer, grabar en su memoria todo ei plan de estratégico de la forta- leza. Acompañábale el escudero Guillermo de Soles, el cual res- pondía en voz muy baja a todas sus preguntas. Estos indicios no parecieron de buen aguero a los hombres de armas de Armagnac, tal vez habrían surgido inmediata3 y :funestas consecuer.cias si el pre ceptor del joven duqu2 Juan, q' pasaba por ser muy débil de es píritu, y a quien apellidaban el hermano Pacífico, no se hubie- ¡ra permitido manifestar ciertos temores. Bastaba que el hermano Pa- cífico mostrase' alguna inquie- tud, pará que todo el mundo prorrumpiera en risas o en bur las, puesto que era indicutible para la gente del castillo que aquel pobre hombre de letras tenía los sesos algo derretidos. Veíasele constantemente lle- vando consigo grandes legajos empolvados y carcomidqs. El du que había intentado muchas ve ces' despedir a aquel visionario que, según él, se alimentaba de la polilla de los pergaminos; peró como el hermano Pacífico tenía necesidad absoluta de ga nar su sustento, el piadoso co- razón de la duquesa había con seguido mantenerle en la pose- sión del cargo de preceptor, que desempeñaba lo mejor que po- día y sabía. Para los que sabían leer — y en el castillo no era niuuy consi- derable el número de los que llegaran a tanto —no cabía du- da de que los grandes mamotre tos que con tanta afición cuida- ba Pacífico no versaban exclu- sivamente sobre puntos de reli- gión o de poesía, creyendo que probablemente se contarían en- tre aquellos las obras de Rai- mundo Lulio, de Nivolás Ma- nuel y del presbítero Juan, so- bre 1 atransformación de los me tales. En eset tiempo el descu- brimiento de la piedra filosofal excitaba más temor que burla; así es que había sido muy res- |petado el pobre hermano Pací- fico si se hubieran tomado en serio sus investigaciones, tanto más, cuanto que se notaba en derredor de él algo vago y mís terioso, Pero, por otra parte, la filosofía del pedagogo era tan dulce y cándida, y quedaba a menudo tan desconcertado an- te las más triviales preguntas que le dirigieran, acaso, muje- res sencillas y niños de la más tierna edad, que no podía inspi- _|rar, a los que le conocían, otro sentimiento que el de lástima. Pacífico no sabía atacar ni de-; fenderse; no intentaba siquiera disimular su pusilanimidad; la vista de una espada le hacía temblar como un azogado y ba- fñiaba en sudor los fríos largos mechones de su lacia cabellera. Por más q' hacía mucho tiem Po que formaba parte de la ser- vidumbre del palacio, residía en él cmoo un hombre completa mente desconocido; nadie le a- maba, y todo el múndo le mi- raba con prevención. La idea general que acerca de él se te- nía formaad, era la de que le herían vivamente los malos tra tamientos de que le había he- Icho víctima el duque actual; se reían estrepitosamente a vista de este espectáculo. —Eso será que ha encontra- do en sus libros— decían úunos-- que el hermoso caballero de Granville es un encantador q' va a reducir a polvo las mura- llas del castillo, —'Toma, toma —replicó otro chusco—; mirad cómo la gente del rey ha reparado en él y le señalan con el dedo. Este último decía la verdad. Oliver de Granville acababa de , divisar al pobre clérigo y cam- ¡biaba algunas palabras con Gui llermo de Soles. —-!Oh, oh! —exclamaron los ¡de Armagnac—. He aquí que mosén Oliver va a dirigir la pa- labra al hermano Pacífico. 'Es- tamos aviados si por esta mues ltra juzga de la casa de nuestro ¡señor el duque Jaime! ¡ Efectivamente, Oliver había marchado de un modo brusco hacia el preceptor, quien se que dó temblando con su presencia. —¿Es verdad— le dijo— que tu señor te ha tratado como un esclavo? —Yo— murmurj3 consternadó él— no me he quejado jamás de eso. —-Responde!.... —insistió el de Granville—. ¿Es verdad? Pacífico lanzó una mirada es cudriñadora en derredro de sí, como si buscara un hueco en donde ocultarse. —Soy un pobre hombre señor —murmuró—, y los q' son más fuertes que yo me tratan como tienen por conveniente. Graville golpeó el suelo con violencia, haciendo resonar sus bruñidas espuelas, y sacudién- dole con impaciencia mientras tenía asidos SUs Dr17,3, (XC 2- fs —¿Eres tú de: Mc:nandia? !El duque te ha pegado, ha he- cho de tí la burla y diversión de sus sirvientecs; el duque te ha arrojado a sus pies, pisvteando tu Cuerpo... Pacífico elevó sus ojos, tris- tes y dulces como los de un ni- ifñio, y dos lágrimas rodaron por sus mejillas enjutas mientras respondía: —No es preciso ser duque pa- | ra hacer eso, señor Todo el mun do se ríe de mí, todo el mundo me pisotea también. A Oliver le soltó, y dejándole en aquel sitio, volvió a reunirse con el séquito del rey. —Ya oís— dijo con viveza— lo que sus vasallos mismos di- cen de él. Sed testigso, y cuan- do la ocasión se ofrezca, repe- tid las palabras que' acabáis de escuchar ante el rey nuestro se- fñior y la princesa Ana. Así que el caballero Oliver y sus camaradas reanudaron su interrumpido paseo, los honi- pres de armas de Armagnac ro dearon al' hermano Pacífico, gritando todos a una vez: —¿Qué te ha dicho? ¿Qué te ha dicho? E —'Dios sc apíade de nos.:r*3 —murmuró yl, mientras sus dientes casiafeteaban aún pr ¡efecto de la violenta emoció1 [que acababa de experimentar—- ¡Quizá hebía aún tiempo de cur ducir a niestr> joven señor a ¡los Estad »3 de su primo de Bor- goña. . —¿Qué tv he dicho ?— re: tieron ya impacientes los solda dos, ¿ Por todx1 respuesta inclin¿ a cabeza sobra su pecho, dejand que su m-+lenvad cabellera le ocultara e; rustro; esto fué lo único qu2z :.Etuvieron de €l sus intelocutores. En este momento vióse apare cer en lo alto del vestíbulo al rey Luis XI, que conducía galan temente de la mano a su her- mosa prima, radiante de ale- gría y con los ojos arrasados en lágrimas d.» felicidad. —Gracias, mi muy amado se- fior— decía la duqupesa,— q' Dios os aumente la gracia que me habeis otorgado. rn Le Teoría del Hacha La princesa Ana poseía el ar- te de hablar con rara elocuen- cia y era muy “lado a emplear figuras retóricas. Ta víspera de moso caballero Oliver de Gra- aquel día, dirigiéndose al her- ville, pronunció estas palabras: —Cuando se corta a raiz de la tierra el tronco de una vieja en- “cina, veréis que en derredor de Viernes 17 de Marzo —— de 1950. ella nacen luego y medran vást La partida era bien desigual tagos jóvenes q' se desarrollan entre un rey astuto y una pobre con lozanía. ¡mujer que no abrigaba la me- El de Graville conocía bastan nor desconfianza hacia él; ha-. . te a la princesa para penetrar blóle de los lazos de la sangre, el oculto sentido de su metáfora y la duquesa creyó que Dios ha —Precisamente— respondió — |bía tocado aquel real corazón; nuestra encina no tiene más q'|la pobre lloró de alegría escu- un vástago, y me parece que |[chando sus lisonjeras promesas para cortarlo sobraría un ligero|y una hora después de haber golpe de hacha. salido por el puente levadizo el Ana le miró co nfijeza y le [rey con su servidumbre, el niño preguntó intencionadamente: Juan de Armagnac regresaba a —En tal caso, ¿seíais vos porjla casa paterna a la vista de ventura el leñador? todos. Oliver de Graville era un ca- Al mismo tiempo el duque ballero; así es que vacu5, cu- [de Nemours recibía una carta briéndose de' palilez su org.llo|de la duquesa Isabel suplicán- sa frente mientras respondía: dole se confiara a la clemencia —Odoi a Jaime de Armágnac, | del rey, aceptando como buenas duque de Nernours; pero la san|sus promesas. Jaime, que esta- gre de un niño mancha la pa- ba debilitado y sin fuerzas por nopolia de un hembre de honor lefecto de su largo y cruel cauti- —Habíasem2 dicho— murmu |verio, abrigó un momento de Tó la hija del rey con amarga ¡confianza; hizo algunas confe- sonrisa— yu cierio hombre. de ¡soines y su largo proceso de re- honor llevaba hace mucho tiem|pente cambió la marcha que |po una mancha que no ha sido[hasta entonces había seguido, vengada aún, una mancha que|ya próximo al desenlace. ¡no desluce, es verdad, su pano- El rey había prmoetido que ,Plia, pero que deshonra su fren[si los jueces se negaban a dar 'te, puesto que se le ve todavía |la absolución, procuraría él cuando lleva alzada la visera [mismo facilitar 1 afuga del no. de su casco. ble cautivo, Sólo que Luis XI Mientras decía esa, Ana ha-|cumplía a veces la palabra de bía ido levantando el brazo [un modo terrible. con lentitud, hasta que acabó mn por tocar con su dedo una larga IPOBRE: CORDERITO! : cicatriz medio oculta entre los| El 4 de Agosto de 1477; había rizos de la cabellera de Graville [hecho un día c..luroso y sofocan La sangre de éste se agolpó con|te, así es que la mayor are «le ímpetu a su frente! sólo la ci- [la gente armeda de Arma¿mi > catriz permaneció livida en mese había reunido al decltaur +" dio del snorojo de verguenza q'|sol.en la posada de la Ama' - invadía todo su semblante. —!Ah! !'También os han di- la, que tenía po rdivisa el escu do de Nemours, El mardio de a- cho eso, señora! _ |que'la mesoncra s !..ama no —Eso me dijeron— añadió la !|profesaba opiniones políticas, dama— un día en que me esta- pero en Cambio la Amopola pa ba lamentando del accidente q'¡saba “por una furiosa partilaria hizo quedara abierta de una. |de Armagnac. Ñ lanzada la más hermosa frente| No era el calo: Ja única cau- de caballero que había en la |sa de la fa'iyu que experimor- «orte del rey mi pavire. Jaime de|taban los se:v:11>:25 del castillo Armagnac me respondió enton-¡de la Marche. Detrás de sus. e- ces:— “Eso no es un lanzazo, |levados muros oíase un ruido señora.” inusitado, que denunciaba la zLa respiratión de Graville se |grande animación precursora iva haciendo cada vez más di-|de sucesos extraordinarios; sin fícil. duda que presentía que el gran —Y como yo le dijera— contijde y triste drama en que Jai- nuó de un modo implacable la[me de Armagnac representaba señora— “¿qué es, pues, monseja la vez el papel de héroe y de fior?” Jaime de Armagnac me [víctima tocaría a su desenlace replicó mostrándome el pomo [antes de exprira la jornada. Des cincelado de su espada:— “Ob-|de la mañana, los correos mon- servad bien, señora, y mirad [tados no habían cesado de ga- mejor la cicatriz del caballero |lopar entre el castillo y la Bas- Oliver; vereis entonces cómo mijtilla y el palacio de San Pablo, sello ha quedado grabado sobre|residencia en aquella sázón del su piel, y cómo esa cicatriz tie- |rey. Esperábase con ansiedad ne la misma forma que el pomo|noticais de Noyon, en la confía de mi espada.” za de que en aquellos momen- —Y verdaderamente— añadió¡tos habría recobrado ya su liber la hija de Luis XI como si ara-|tad el duque, o por sentencia bara de hacer por vez primera |*bSolutaria del Parlamento. o lis con que remata el estoque del primo Nemours. / Oliver de Graville permane- ció mudo y avergonzado, —He aqui— prosiguió la prin cesa— una buena venganza q' podriáis ahora tomar del brutal proceder del duque de Nemours acabando con su vida y de su linaje; eso sería presentey por- VARÓN coño Ti. este suerte, todos los que ss « ¿eren podcím visulmhrar para vos una prosperidad bri- 'M: ute que tuviera sólo por lími Te « “ona duca!, que tant) me- re” +19 : Graville se hallaba repuesto de su turbación, y respondió: —Yo había pensarlo ya en to- do eso, señora—; y añadi5 con calma y solemnidad—: seré el leñador, con la condición de q' vos pongáis el hacha en mis manos. Fué así que Luis XI, para cumplir los deseos de su hija, al día siguiente se preszntó en el castillo de la Marche, y el ca ballero de Graville acumpañó ¡al rey en esta expedición, como ¡ya hemos visto. Tratábase tan ¡sólo de preparar el golpe deci- sivo, es decir, el hachazo. Algu- nos meses antes, el desgraciado duque de Nemours había con- seguido hacer l,egar a manos de su esposa Isabel una carta escrita en el fondo del calabozo en esta carta encargaba qu> su hijo y heredero Juan de Armag nac “adora del castillo de: la Marche rara ir a ocultarse 1 un sitio seg::c. La duquesa be deció inmedi: :amente, ha jen- do que desapareciera su hijo ). las miradas cw todos; per» na- die dudaba de que el joven du- que no andaba muy lejos de tal La visita del rey Luis tenía dos objetos: abundaba no poc) -n las ideas de su hija An», re- larvas a las vieja; encinas y sus ívenes renuevos, así es y fieseara ante tod> hacer que su primo Nemours saliera de la Bastilla, en donde estaba bajo la protección de la Ley, y que- ¡Ha en segundo lugar, sólo por | complacós a su querida hija, sa ber dónde se ocultaba el duque- sito. la comparación—, me parece ¡POr favor y longanimidad del, ¡ver en nuestra frente la flor de|MOnarca, —A mi vez grito yo: !Viva el rey!— decía con entusiasmo la Amapola, ' mientras 'escanciaba vino fresco al concurso reunido en su mesón.— He gritado viva el rey, porque nuestro señor va a regresar de un momento a o- tro, lo cual hará que los hom- bres de Armagnac, no lleven sus bolsillos desprovistos de buenos escudos. —Y para que del bolsillo de la gente de armas de Armag- nac— interrumpió Marmarrón, un alto y arrogante arquero— los escudos resbalen hasta caer dentro de la gaveta de la seño- ra Amapola. —¿No estarían mejor ahí q' en tu bolsa agujerada? —repu- so la buena mujer—; peró no se rá hoy ciertamente el día en q se lleve la gaveta de la tía -A- mapola. !Se bebe aguí gratis, hasta la noche, para celebrar el feliz regreso del señor duque! Los soldados y servidores no pudieron dejar de gritar enton- ces de tod ocorazón: !Viva la tía Amapola! —Lo que me hace más gra- ¿cia— exclamó esta, en tanto va ¡ciaba un vaso con la mayor sol- tura del mundo— es que el her- moso pollito Olivier de Graville ¡se va a quedar con un palmo dé narices. Habíasele . prometi- [do que lleagría a ser duque de Nemours, ¿no sabíais. eso?...'To ma, toma!., He aquí al cazador Bonifacio que pasa cargado de piezas, como en los buenos tiempos. Mirad también a Ori- llón, el pobre pescador, que trae barbos y carpas de la otra ribera del Sena. !Alabado sea Dios! Cuando humean en gran- de las chimeneas de la cotina, es señal de que reina la alegría en el interior de la casa. !Boni- facio, echo un trago! !Un tra- guito también, Orillón! Continuará la semana entrante E RESTAURANT Nos vemos oblijados a vemder un buen negocio, con viviendas de renta baratas. Todo está nue- vo y se vende muy barato. CANARY CASTLE CAFE :2334 W. Buckeye Road Phoenix, Ariz. é

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