El Sol Newspaper, November 25, 1949, Page 4

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e ——= “EL SOL” SEMANALIO POPULAR INDEPENDIENTA A e + TT — Viernes 25 de Noviembre de 1949. Capuchinas, donde, como se ha ¡Conde, intranquilo con el rumor¡na de matices, le distraía y le ; tendientes. El uno era muy hon-,tad, Rafael dejó el campo dis- dicho, vivía e leabogaod. Ya en [emprendió un viaje a Sevilla el bufete cogía el pleito de tur- [para cerciorarse de que sólo u- no y se enfrascaba en su estudio [na buena amisad y una devo- hasta la una y media. ción fervorosa y muda del mu- A esa hora se iba'a almo-zar [chacho hacia la honrada e insig Variaia el camino del regreso [ne cantante había podido ser “la la fenda, y, al llegear al Du- ffundamento del embuste pue- ¡que, dejaba a la izquierda la [blerino. Campana, siguiendo por las ca-] La rabia de los Rubio Caraban lles O'Donnell y Valázquez a la [chel no cejaba; ante al contra- de Tetúan, paralela a la de las frio, iba tomando visos de vitu- 9 cautivaba. No es que hubiera olvidado —!ni mucho menos!— a Caminito, Es que de lejos, des de Sevilla, veía las cosas como los pájaros: con más elevación, se distraía más y miraba con más olímpico desdén la plebeya oposición de la tamilia ricacha. Sin embargo, el mismo día de Reyes, el condesito pasó su “Roll” en la uperta del Hotel Bélgica, —sito, por singular co- rado y trabajador, pero sin bie- nes de fortuna; el otro, muy opu lento, pero sin ninguna otra re- comendación. No sabiendo qué partido tomar en la duda de cuál de los dos sería el mejor marido para su hija; fue a con- sultar a Temistocles, hombre de Estado y uno de los genios de la Grecia, quien le dijo: —Yo antes daría a mi hija a un hombre sn fortuna que a una Sierpes, Entraba un momentito ¡en el Aeteneo, sito en la calle Tetúan, frente al teatro San Fer CAMINOS —So, “Zagala”! !So, “Pulía!”,de ti lejos, abrí al adía, El vigilante estaba dentro dejen ti los ojos del alma la garita para resguardarse deliabrí, por mi bien, Seviila. sol. Muñoz y Pavón —Manué! —gritole desde fue ra, Bernardo.—. !'Manué! ¿Los chochos pagan? Manuelasomó soñoliento cabeza y respondió: —¿Los chochos? ..Aspérate.. Chochos,.. chochos... (buscandó |ralda, Otoño sevillano delicios” en una nóta manuscrita y mu-|y divertido.. Bullicio de estudian grienta qu tenía clavada en la|tes recién llegados, teatros que pared del fielato). Chochos,..chojacaban de abrirse. En Cervan- chos...chochos... !No! Los cho- |tes, el elegante coliseo de la ca- chos no pagan. A —Por adió, hombre —agregó Bernardo, sin perder ni un mo- mento su seriedad. —-!Arre, “Za- gala”, arre, “Polía!” Y continuó impasible su ca- mino, ya sin obstáculos fiscali-- zadores. Todo el día anduvo preocupado y vaviloso; hasta ei la cama, él que solía caer como un tronco, sus vueltas y revuel- tas llamaron la atención de Fe- lisa. g Sevilla. Otoño en Sevilla; dul ce y suave otoño en' Sevilla, a la la |vera del Guadalquivir, bajo el pañía de operetas vienesas y de lego de Son Pablo y algunas otras. Raíatl-Torres-Arias vivia en ¡un hotel de segundo orden. sito en la calle «Zaragoza, hacia la puerta de Triana, en el trozo es- trecho «compreendido entre las EP z t Dead calles Albareda y San Pablo. La ero, ¿que,te ma ombre fonda se llamaba “Hotel Bélgi- ne estás tan nervioso? lao”: El despacho del abogado de Nas la caló.,.y los mosquitos don Evaristo, adonde Rafaél iba judíos, que no debía quedá ni diariamente a practicar, estaba uno. 4 en la calle dee Capuchinsa, hoy Pereo su imagnacón na para- Cardenal Spínola. Pp 'ba. ¿Conque tres ml pesetas? ¿Doce ml reales, que se dcen de Raíaél se levantaba a las nue una vez, y por todo...callar nada 'V*» salía de casa a la3 nueve y más? Ya sería el gato de consi- media, seguía, habitualmente, deración... ¿Y de quién sería el Un trocito de la calle Zaragoza gato?...? ¿Y cómo, «y dónde ¡o lle Amor de Dios, actúa una com¡ zarzuela grande española en CU ¡barítono Augusto Marcel— su ya lista figuran: Jugar con fue! go,- Marina, La Tempseatd, El! nando, el d las temporadas pri maverales de Opera y grandes compañías dramáticas; y yá .|por Albareda, a la calle de Za- razoza y en seguida a la fonda. Por las tardes, vuelta al ou- fete. A las cinco o las seis, al A- teneo, o bien a dar un largo pa- sen por los barrios típicos de Se- villa; a tomar un chato de mar.- zanilla, con tapa, en casa de la cielo azul y estrellado que co ano o en La " Alicantina, se- ja la gracia sin rival de la Gi-/ gún le cogiera más a mano, y... a comer. Luego, al Cervantes, unas veces a la Sala, a la pla- tea del Ateneo o la del Círculo de Labradores. Otras: al esecena tio a cha1lar con los artistas. Sentábase sobre ura caja en el cuarto de su gran amigo el grande amigo de Madrid— fu- mando, mientras Augusto se ca- racterizaba de Conde Danilo pa- ra la Viuda Alegre, de Conde de Luxemburgo para la opereta del mismo nombre, o bien de Mar- qués de Caravaca para Jugar co nfuego, o de Simón para La Tempestad. Otras veces había bulla en el cuarto del tenor, un andaluz si: pático y genial, que, a lo mejor, se negaba a cantar pretextando afonia y luego disfrutaba, can- tando o toda voz.en su aposen- to para hacer rabiar a la Em- presa. e Robertó uis, el tenor mencio- nado, ponía dos duros de banca para “las iete y media”. Y el ja- hasta entrar en la de Albareda. |]leo que se armaba era morroco- encontrarían...? La recorrga toda .sin omitir su tudo; coristas exageradamente lencia. Hasta se reflejó un poco n el bonachón de Juanito Fa- hada que nunca, en absoluto, di ópor entendido, del proce- sentimental de Rafaéi con sú lermana mayor. Cierta tarde de toros— una de as Últimas novilladas de octu- bre— Rafael se dirigía, con va- ios amigos del Ateneo, hacia la sevillanísima plaza de tores ía Maestranza. —“Arenal. de Sevilla; juegan al toro.”-— Iba distraído en su conversa- ción, cuando, de pronto, se dio de codos con nuestro “Caraban- chel Alto”, que también se di- rigía al Coso taurino en unión de varios señoritos flamencos, Juanito Rubio, al ver a su a- migo, riose, con sarcasmo, di- ciéndole: —Adiós, cuñado. Rafael sintió el fustazo del desprecio en plena cara; y cua- drándose ante el hombrón, le di- jo retador y digno: —Oye: como yo no tengo nin- guna hermana que pueda casar- se cntigo, me parece que eso de “cuñado” no puede ir por mí. Yo no puedo ser cuñado tuyo. —Bueno, hombre, no te pon- gas así— dijo Fachada conci- liador;— fue derir por decir. Una broma. | —Pués ándate con cuidado ¡para Ótra vez, que esas bromas no las admito. Y siguió su camino, altivo y serio, calle Garcia de Vinuesa arriba. Las Pacuas de Navidad paso- las Rafael en Las Gallombas, ¡fortuna sin hombre. El papelito levantaba ampo- llas. Con todas estas contrarie- incidencia, en la misma calle en que Celita se criara, aun cuan- do en el extremo opuesto de la puesto a consentir que cargata con la cruz doña Bala y a piro- pear él, por su parte, a las mu- chachas de “a pie” hasta dar con una que le pareciera adecua da para pasar con ella los días santos y la feria consiguiente, en Honesto chicoleo. Tocante al tiempo, que de ca- jón era fuese espléndido y sere- nísimo Rafael sufrió otro fraca- so: la Semana Mayor había te- nida un mal comienzo meteoro- lógico. Fuertes chubascos duran te el Domigno de Ramos y Lu- dades, Caminito adelgazaba y [nes Santo, grandes ventarrones larga vía,— y encontró a su pri- mo Rafael almorzando. Almorzó con él en la misma mesita, le. convenció, lo metió enel coche, y... a Guadaveloz se fueron. —'Verás, chiquillo! Un baiie fantástico; van tres o cuatro forasteras estupendas. o ha or- ganizado el fresco de Pancracio sin que se entere su mujer. sufría y Rafael, en Sevilla, se- guía obsesionado por su amor, pero sin declararlo; tratando de disimularlo y aun de olvidarlo, por dignidad, por amor propio, .|por lo que sea. En fin.... !la Ca- raba! Así pasó el invierno con su antipático cortejo de fríos, ven- El baile, verdaderamente, re- |dzvales y nieblas, con sus llu- sultó magnífico. Evocaba el díaly:as y sus tempora:cs; y asi es- de Santiago, del cual difería bas taban también, variables, hos- tante por los músicos: y por la es tación. El terceto que en aquél tomó parte fue aumentando con un jazz de Sevilla, cuya princi- pal especialidad era el Noche ¡de cabaret,de Las castigadoras, oPr lo demás, iluminación, deco rado, plantas, personajes; casi era lo mismo, excepto la presen cia de las estupendísimas foras- teras a que se refirió Javierito. Despertó un fauno bicorne, Rafael y su primo hiceron SU tras un alma sensitiva. solemne entrad, ya casi media-'Dieron su olor muchas flores. da la fiesta. Camino, triste y |En la pasional siringa, preocupada, al entrar Rafael se¡brotaron los siete voces animó; brillaron sus ojos con |geu en siete carrizos puso luz inusitada; resplandores vi- |pan, vos, acaso de ilusión no extin- guida ni amenguada. Y oda ella se estremecía 1 mirarle, al sen- tirle presente, y él, Torres-Arias la miraba con disimulo., sin pa- recer que Ja miraba, pero incons cientemente atraído también por su presncia, Saludó a los amigós, cambió sonrisas cz n las señora; que avizaroban des- que se nos coló de rondón la Pri mavera. CAPITULO VII Primera Andaluza Sobre el jarrón de cristal hay rosas nuevas. Anoche hubo una lluvia de besos. RUBEN DARIO Gentil, primorosa, rragantisi- ma y pizpireta, se nos coló de rondón la Primavera, La ideal Primavera sevillana, más vera- no que primavera, acaso. Al ver- la llegar con sus cielos claros, su sol ardoroso, su derroche de flores, colores y perfumes, su olor de lirio y de azahar, su sa- de su rincón, en un gran COITO. hor de miel y de fresa, su 1es- pa ¡plandor de corios y su estela de Pasó un rato y, por fin, el pre-fincienso, Rafael que había per- Y allá a la madrugada se dur mió rendido, mascando aúu su frase sacramental: una frase q' usaba él cuando quería termi- nar sus párrafos dando a enter- "pequeña prolongación, Almiran! pintarrajeadas que ambulaban te Bonifaz, hasta llegar a ia de¡por las escaleras y por los pasi- las Sic:pes. Allí, een uno de 5us|llos esperando el momento de innumerables puestos de perió- intervenir en la farándula, tra- dicos, comprab El Debate y El¡moyistas colocados enetre el an con su tía don Ramiro, Encon- trábase tan desabrido de hu- mor, que no se atrevió a pasar- las en Guadaveloz, donde el me ludiar el trío, sin jazz esta vez, manecido todo el invierno en la y frio, mucho frío, durante el martes y el- miércoles, deslucie- ron y molesaron mucho. En cam bio el jueves amaneció espléndi do, Dijo la Primavera andaluza: “aquí estoy yo”— y lo que co- menzó en viento, frío y lluvia— cosá no muy rara ni tampoco muy frecuente en la Semana ¡Santa de Sevilla— terminó en ¡sol, cielo azul, flores, perfumes de azahar y de claveles... Pri- cos, preocupadisimos, los espíri-|Mavera sevillana, en fin, llena tus de nuestros amigos... Hasta|Ye gloria y de placer. oPr cierto que en aquel tem- pestuoso, Miércoles Santo, salie- ron la mayor parte de las Cofra- días del día animadas y conten- tas por haberse retirado la llu- via. Pero hacía tal frío y tal vien to, que las velas de los pasos y los grandes cirios de los nazare- nos se aparaban; y los capiro- tes de los penitentes o encapu- chados se doblaban también;; huyendo el público en busca de refugio. e Las procesiones, desiucidas y ligeras, hacían su estación en la Catedral, lo más rápidamente posible, y aquello resultaba des- animado, y solo, poco solemne, * siendo, además, contraste malí- simo con la esplendidez, magni ficencia y grandiosidad del si- guiente día...y de todos los días de Cofradías sevillanas que se presntan “como es su obliga- ción”, es decir, relumbrantes co- mo el sol de Andalucía. Bueno: pues ese Miércoles San to tempestuoso, iban por la no- che ateridos y con los cuellos de las gráciles notas del Ifinue.to|mazmorra de su pesimismo, sin los gabancs levantados, tapando Azul, Rafa21, arrastrado por una oculta fuerza, sin mirarla aún. tió un extraño estremecimiento vital, como si dentro de él se rea Siglo Futuro, recién llegados en el Expres de Madrid, Desayuna: ba en alguno de los hermosos cafés de la Sevillanísima calle más bien estrecha que ancha, desigual y alegre y típica; pa- rábase ante el escaparate de Sanz a leer los títulos de los úl- timos libros... Ya, después de las diez, y cuando había gusta- do del placer de ambular sin rumbo fijo por el encanto mati- nal de la calle Sierpes, subiendo y bajando arbitrariamente por ella, se dirigía al bufete de don Evaristo, por la Campana, plaza del Duque, calle de -las Cortes—. con los jardines de la Capitanía General ocupando una acera y gran íachada de los cuarteles, la contraria;— plaza de la Gavi: dia— con la estatua de Daoiz der que el tiempo le daría la ra- zÓón, = —En fín, más corre un galgo que un mastín, pero al cabo de un año más corre el mastín que el galgo. Es decir, que como ice la gran Santa Teresa de Jesú: “Con la paciencia too se álcanza”. Y mucha le quedaba aún que tener al bueno de Bernardo has- ta llegar a aclarar este famo- sísimo enredo. CAPITULO VII Octubre y Diciembre Sevilla de mis amores, icuánto te quiero, Sevilla! No porque fueras mi madre, que no tuve tanta dicha. Mas...¿qué digo-? madre. fuiste damiaje y las decoraciones, acu- dían a la saleta del tenor, se a- pretaban, riendo y apuntando, entre chanzonetas y bromas, hasta que el Director, un actor veterano, tan gracioso en las ta blas como serio y. severo entre bastidores, llamaba al ordeen a los diablillos. Otras veces, en fin, Rafael charlaba en el came rino, o entre teloncetes, con la primera tiple, Aurelia Gonzzlez — la musa de la escena”—, co- mo Rafael la llamaba en sus crónicas literarias y en sus ver- sos galantes. Alta, rubia, guapísima con los inefables ojos azules lelnos de candor, con su voz celestial, el poeta le prodigaba sus madriga- les, que Camino leeía en Guada veloz, ahita de celos. nor roce— una palabra, una a- luión, un encuentro,,— podían abrir la mál cicatrizada herida de su resentimiento contra los | Carapancheles. Además, se na- bía propuesto olvidar a Camini- to, como único medio de reco- brar la paz y la tranquilidad, tan por completo: perdidas. Allí, Urbana le cuida a cuer- po de-rey, aunque tuvo que mandarla callar enérgicamente dos o tres veces, porque se per- rnitió sacar a colación el mal- hadado asunto de su noviazgo, empleando un vocabulario vio- lento contra don Bernabé Rubio y su respeiahle consorte, y ha3ta contra la “gata en leña Camini- to.” —!Caray con er niño, qué ge- niazo se trae y qué desagerao es avanzó solemnemente y ofreció |lizara algún triunfante y glorio- su brazo 2 la muchacha, la cual|so natalicio; como si cantaran a lo aceptó, temblorosa y muda. |coro miles de pájaros recién na Muchos ojos convergieron en |cidos; como si estallaran en flo elos, y claro está que no falta-|ración magnífica todas las flo- ro nlos de doña Cele con sus 'n-|res de la ilusión... como si la vi- separables inrer:en:entes, Jos, [da le prometía algo. cuales no bastabvan para disimu| Y un buen día su dormida ¿ar su coraje. linia despertó bruscamente y Al fin, ya casi al comenzar €l|de su pluma inspirada brotaron haile, ella dijo: ¡unos versos que ahora ya no —Gracias a.Jos, que has ve-|fueron para la rubia de los ojos nido. Dic'tosos lus cjos. Pasaste'de luz... Y bien sabe Dios que no “para el ca..po de corrido, y «ie,la había olvidado; y no por faj- [regreso iguai. “omo si e de buena voluntad; pero es 1ás amigos en Guaaaveloz. ¡Que no quería quererla y poco y El tono de ia muchacha era;¡había de poder o no se había de ¡sincero y dnaliente. reír ella, dominándole como a —¿Quien 5: acuerda en GHita-|un muñeco, y haciéndole pasar ¡develoz del pubr2 Fafael? !N9 |por el bochorrno de las mil si- vale la pena!— contestó él. tuaciones ridículas y amargas, Y no se dijeron nada más: pa-|a las cuales le condenaba la en- madre Gel alma querida; pues si los ojos del cuerpo, A Valley Bank Modernization Loan up to $2500 is available under liberal FHA terms to cover the cost of both labor and materials for a wide range of repairs:and improvements: for re-roofing .... painting inside and out... . papering . . . modernizing kitchen and bathroom . . or heat... adding extra rooms... and many others. 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Pos sí, he de ja- blá, manque tu no uierasq; que demá sé yo. que de bueno se pasa hasta la desageración este condenao niño. !'Qué má quisián ellos, que arrecogé a...San Luí Gonzaga, 'ar principe de Astu- Tia, Au... Y aun alargaba más su monó- logo, trasteando las cacerolas y los peroles de ela cocina como si' estos fueron seres vivientes q' la escucharan. Don Ramiro estaba concluyen do ya de tomar notas de aque- llos librotes que olían a ratón, y se preparaba a empezar seria- mente su obra de reivindicación correspondiente a Doña Urraca y al arzobispo Gelmírez. Ai fin, pasaron los dias navi- deños, sublimeemnte .evocadu- res, con su fragancia de niñez de hogar, y a fines de año, Ra- fael regresó a Sevilla requerida] por urgencia del bufete de dun Evaristo. Ya en la ciudad, asistió a 1. e pléndida novena del Señor del Gran Poder que se celebraba en la parroquia de San Lorenzo, donde la gente, para oír al me-| jo: craodr sagrado de España, llen¿ba el templo y, en parte. se zgllpaba en la plaza de ! rsonrionada paroquia. La capi- lia rusical dirigíala al maestr: de la Catedral, don Eduardo To- rres, y cantábanse coplas de Es- lava y del propio maestro Tor: sin prescindir, como es natural, de su fellísimo Cristus factus. La víspera del día de Reyes, Lola Peña escribió a Rafael: “Mañana noche, hay baile en ell Casino. No faltes,” Rafel dudaba. vacilaba. Su ac- tual vida de trabajo, de Ateneo, de periodismo, alto y culto, de teatros; su vida ciudadana lle- sobre marmóreo pedestal en el centro— y, por fin, la calle de. En el pueblo se decía que Ra- faél -y Aurelia eran novios. El If your home is . refinishing floors. : . insulating against cold is required, and you may have up to 36 months NATIONAL BANK £ labra. En el ambiente, tal vez flotaban entonces los dulces ver sos de Be-quer: Yo digo aún: ¿por qué callé aquél día? —Y ella dirá—¿por qué xxx . La ínclita y pintoresca familia no lloré - carnizada oposición de los Ca- rabancheles. No en sus días. Pues ahora se estaba temiendo Rafael encontrársela el mejor dia al revolverr de una esquina, porque todos los años iban con los papás a la Semana Santa, y, la verdad, puesto a olvidarla, no le iba a hacer mucha gracia de los Rubio continuaba su o-|verla. El caso era que en cuan- posición rabiosa contra la simul|to la veía se le removía cierta co tánea inclinación: de Rafael y allá muy adentro.. algo que ti- Caminito. Y el tolle tolle popu-!raba mucho, y el bueno de Ra- lar seguía su curso aunque en segundo plano, por falta de ac- tualidad inmediata. Muchos re- accionaban y se at:evían a con- tradecir valientemente a la fa- rrilia; a'gunos otros lo hacían con más c. menos “imidez. Elpárioco dió a Don Bernabé un cuento de. don Kamón Ga!- ván, periodista malagueño, in- sertoo en un diario de Málaga (el cuento, no dé periodista intítulado El Magistrado Villa- florida. Llegó —venía a decir el cuen- to—, llegó un mucñacho a un pueblo, de Juez. de primera íns- tancia. Prendose el mozo de una rica heredera, cuya familia "le rechazó por pobre. Villaflorida se impuso. —Vamos a cuentas dijo el buen hombre.— Capitali- zó su carrera, sus gastos, hasta obtenerla y los productos que luego le proporcionaba. Total: que después de las cuentas del Juez, se vio que no existía tai desigúaldad” entré los enamori- dos y éstos pudieron casarse y ser felices. Terminaba el cuento de Galván, diciendo, que desJe entonces, en aquel pueblo, fue- ron muchos los casamientos que se llevaron a cabo, según el cál- culo y el sistema del Magistra- do Villaflorida. Además, a doña Cele,, alguien le envió en sobre cerrado y por correo interior una hoja de alma naque con la siguiente anecdota SENTENCIA DE TEMISTOCLES Un ateniense tenía una hija, cuya mano solicitaban dos pre- fael ya no era hombre: era......el muñeco que no quería ser, en manos de una mujer... 'maldito fuera el amor y masta el iditoa que lo inventara! A bien que él, para evitar en- cuentros, se pegaría como una lapa a sus tíos, los de Guadave- loz, que estaban al caer con Lu- cita y el novio y boña Bala, que se había ofrecido para hacer de carabina y como los Carabanche les no se hablaban con ellos, to do peligro inmediato de encuen- tro desaparecería. En cambio tendría el gusto de tratar por unos días, íntimamente, a la hermanita del novio de Luz que según decían, era muy mona. Se constituiría en su cavalier servante, y si Caminito le veía y suponía otra cosa al verle tan asiduo, mejor: así le olvidaría más pronto y no le miraría con aquellos ojos despampanantes, llenos de lágrimas y de súplicas que tenían el don de descompc- nerle y de ponerle hecho una ca nasta de colar; léase, tan viva-' mente conmovido que le faltaba poco para llorar a moco tendido, a pesar de su barba..afeitada. Sin embargo, la mitad de es- tos cálculos le salieron fallidos a Rafael, porque, comenzando por sus proyectos de intimidad con la aristocrática pollita ma- drileña y acabando por la bon- dad del tiempo, todo salió al re- vés. La pollita le resultó pava, de una sosería aplastante; tanto íue a los dos días de intentar entrazx inútilmente en su amis- las respectivas orejas por la Pla za de San Francisco, y en busca de las fugitivas Cofradías de aquella noche, Rafael Torres - Arias, Javierito Guadaveloz Pan craciy Luque, Paco Vélez y va- rios amigos más. Las hermosas tribunas de la plaza y las innumerables hile- ras de sillas establecidas desde «a Campana, por toda la calie ue las Sierpes y andenes de la laza ae Sa nFrancisco; ntigua valle ae Génova y calle del Grin Co itán hasta la pueri1 de 1a ZSa.coal, llamada de los Palos, 2u 1 aplaz del Cardenal Lluch, estaban absolutament2 vacías, luciendo“ las que lo estaban— sus rótulos de “abonada”, en la dostilla central de sus respecti- vos espaldares, La plaza, pues, esaba comple- iimente sola cuando a ella lle- garon nuestios bien abrigados amigos. A la razón estaba pasan áo la Cofradía de los Panaderos de la calle Orfila. Ya había pasa do el Paseo del Prendimiento y asomaba por la bocacalle de la de las Sierpes la hermosa Vir- gen de Regla orgullo de los pa- naderos..... Los concejales de la Presiden- cia, después de dar la clásica venia, se retiraron ál nterior del Ayuntamiento, dejando también vacío el palco central con sus silones de terciopelo rojo... En la esquina de la calle de. Génova, junto al edificio de la sucursal del Banco de España, Un acomodador de sillas prego- naba desalentado y flamenco su mercancía: —'Se ariendan sillas! —'Se ariendan sillas! El público pasaba indiferente y ligero, huyendo del viento frío y apenas sin poner la atención en el Santísimo Cristo de las Sie te Palabras de la parorquia de San Vicente, que desfilaba aho- —!Se ariendan sillas! Hasta que, ya cansado del pre gón inútil, comenzó con espon- tánea e inimitable gracia: Lea El Sol Give ¡Now *R *+ *x To Your Community Chest

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