El Sol Newspaper, November 18, 1949, Page 6

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Viernes 18 de Noviembre de 1949. Pagina de SOCIEDAD La Cadenita De ORO Allá por el año de 1816, vivía ¡pasar al Perú, centro principal en Mendoza una niñita huérfa-|de la resistencia realista. Para pasdor sus alhajas, debía ser al- ¡vestía igual uniforme, go muy grande y generoso; una Carmen creía que en casa del acción noble y digna de aplauso|gobernador se entraba así no !Oh, si también ¿lla pudieca dirlmás, e iba a pasar adelante sin alguna cosa! Deseaba tanto !tan'preámbulos, cuando el oficial la to! hacer algo para que vieran |sujetó del brazo: que no era mala. ella a quien todos trataban de perversa, men —!Eh, chica! ¿Adonde vas? —Voy a ver al señor goberna- tirosa, ladrona y otras muchas,dor— repuso un poco asustada cosas indecorosas. Pero, ¿qué po|y al mismo tiempo con aire de día dar que fuese de valor? No /[importancia. tenía nada.. Sí, si, tenía algo; ¿cómo había podido olvidarse —Al señor gobernador ¿eh? ¿Y qué quieres con Sn Excelen- de eso? Se sentó en la cama y|cia? desprendió de su cuello una del —Yo...yo vénía a traerle una gada cadenita de oro con una|cadena de oro. medalla que representaba a la Virgen del Carmen. Su padre, —¿Unu cadena de oro? —repi tió el joven, sorprendido e in- antiguo arriero en el cordi!lera, | crédulo— ¿A verla? se la había traído de Chile, y su —-!Ah, no! —dijo la chica re- mamita querida se la colgó al|trocediendo con desconfianza. cuello “diciéndole que le traeria suerte. Buenos tiempos habían sido aquellos en que vivieron —-Pero si el señor gobernador ha mandado que todo lo que le traigan lo vea yo primero! —in- sus padres! Nunca faltaron en|sisció el oficial. su ranchito, el puchero, el pan, —Yo no querio que la vea na- ———— y A _ fiones con ella? J —'!Como no! —replicó el co-;¡ ronel, disimulando la impresión produnda que le causaba aque: acto. Pesó gravemnte en la ma- no la cadenita, que represenia-! ría apenas unos cuantos gramos; Es oro verdadero —agregó—, y vale mucho. Pero ¿tu tienes per miso para desprenderte de esta cadena? —-Oh, sí, señor, sí!— respon- dió temerosa de que no se la a- ceptara—. Si señor, es mía! —¿Pero puedes darla? ¿Quien te la regaló? —Mi madre, —¿Y tienes para regalarla? —Ha muerto. —-!Ah, pobrecita! ¿No tienes madre.? Y entonces, di: ¿como se te ha ocurrido venir aquí? ¿Quién te inspiró la idea? Va- mos, cuéntame «eso, no me ten- permiso de ella! traería suerte. RUTAS DE EMOCION ¿POR QUE? Una inmensa interrogación q' nunca se cierra, está abierta an- te nuestros ojos mortales. Todos nos preguntamos, sin hallar la respuesta, por qué ocurren en el Página Tres. jado y rodeado de bienestar? ¿Por qué? ¿Por qué tanto perverso y cri- minal 'disfruta en paz de sus mal habidas riquezas, y se co- dea con la sociedad, que a sa- biendas de sus crímenes los dis- culpa porque es ricg? ¿Por qué tantos inútiles, que son parásitos, pasan por perso- nas de talento y suelen deslum- brar a los incautos, en tanto q' aquellos dueños de vasta cultu- mundo tantas cosas sin explica-|!2, Se ven oscurecidos y olvida- ción lógica al parecer. Cuando. hace años un desola- do padre vió que le entregaban el cadáver de su hijo, un joven y arrogante piloto, elegido por la fatalidad para ser la víctima, lleno de dolor, exclamó: —Por qué, rabía de ser él, ¿Por qué? > Muchos era . los alumnos que iban a graduarse, gas miedo. dos? ¿Por qué? El ateo se revuelve indignado No, no está dispuesto a acep- tar la injusticia. El que buscó en los libros el secreto, y sólo encontró razones que carecen de fuerza, pero que cosaban su incierta fe, maldice y reniega de la Providencia. —No existe— dice. Sin embargo, todos sabemos el mate, el arope ni las frutas; d'> mas que él— repli:5 Carmen Todos realizaron sus pruebes na, llamada Carmen. Servía a |llevara cabo este proyecto inau- una familia adinerada, cuyos niños la mortificaban de mil maneras vergonzosas. “En aquellos días llegó a ha- blarse en la casa de un aconte- cimiento que interesó mucho a Carmen. Decíase que las señoras | y niñas mendozinas regalaban | sus alhajas al gobernador, para comprar caballos, mulas y arma mentos. Se mencionaba especialmen- te como iniciadora del ofreci- miento la señora doña Reme- dios, esposa del gobernador. Las señoras hablaban con en-* tusiasmo de los montones de o- ro, plata, perlas y piedras pre- ciosas que habían visto acumu- lados en la mesa del gran salón del cabíldo. / Carmen solía escuchar estas conversaciones mientras espera- ba, cruzada de brazos, el maie para cebarlo; las entendía sólo a medias, como es de imaginar, porque en su cabecita de doce eños no podía d. cuenta Ca- ba: de los acontecmientos de a2- avella época extraordinaria y *herólca. La verdad era ésta. El voronel; don José de Saa Martír. gober- n: «or de Cuyo, “ex/a en su men te el plan grandi»» de oa u.1 ejército, con «1 que tramon- dito, que nadie conocía aún en sus principales detalles, necesi- taba recursos abundantes, Todo lo proporcionaba la provincia Ce Cuyo. San Martín pedía hom- bres y Cuyo le daba sus hijos; pedía armas, y se fabricaban ar mas; exigía acémilas, y en las filas interminables llegaban las recuas de mulas; necesitaba vi- veres y venían los carros reple- tos de carne, harina, verduras, fruta, pastas, vino aceite.. Y si el gobernador pedía dinero, Jos cuyanos abrían sus arcas y cada cual daba lo q' pedía, Tan bien administrada se hallaba la pro- vincia, que jamás se cegaron sus fuentes de riqueza: semeja- ban una mina inagotable. Las mujeres también quisie- ron demostrar su espíritu de sa- crificio, abnegación y patriotis- mo, y cuando la esposa del go- hernacor, doña Remedios Esca- ¡lada de San Martín, lanzó la idea de que se hiciese donación de sus alhajas, respondieron con entusiasmo. No hubo una sola que dejara de acudir al Cabildo para ofrecer sus joyas a la pa- tria. II Por la noche, acurrucada en el miserable colchón que le servia de cama, Carmen seguía tejien- nadie la reñía ni le pagaba y vi vía feliz y contenta. Pero llegó un día en que hallaron a su pa- dre helado en la cordillera, su madre, al saberlo, enfermó de tal manera que no volvió a sa- nar, y murió al poco tiempo, De todqpesto se acordaba Car- lapretando contra su pecho algo envuelto en un papel, mientras sus ojos negros miraban al jo- ven con una expresión mezcla- da d2 temor y desafío. Al oficial le hizo gracia la chi Quilla que resueltamente pedía blar con el gobernador, y ha- men mientras hacía brillar la ca | ciéndole seña de seguirle: denita a la luz de la luna. Eraj —Bueno, ven conmigo —le di- de oro, el señor cura se lo había, jo—, vamos a ver si Su Excelen dicho, y puesto que era de oro,|cia está en casa. Llamó a una debía de ser de gran valor. Qui- zá el gobernador pudiera com- prar con ella un caballo o una mula o tal vez un cañón entero. !Qué cosa magnífica sería eso! Pero, ¿no se enojaría su madre si supiera que se desprendía de la cadena! !Oh, no! puesto que hacía una buena acción, y su madre misma le había dicho a menudo que debía ser buena. Se durmió. En sueños creyó ver. al a Virgen del Carmen son- riéndole; y cuando miró bien, vió que la dulce Señora tenía puerta y cuando respondieron —-!Adelante! —abrió. —-'Coronel! Aquí hay una chi ca que está empeñada en hablar con usted. —Veamos— contestó el coro- nel, dejando a un lado la pluma Hágala entrar, Un segundo des- pués, Carmen se hallaba en una pieza sencillamente amueblada. —¿Qué querias, chiquilla? Alzó un poco las pestañas y vió sentado, junto a una mesa llena de libros y papeles, a un oficial de rostro moreno, fino y ojos negros, rasgados que la mi Carmen paseó su mirada del coronel al secretario, con grave- dad infantil. Luego la fijó en los ojos del coronel. y cobrando áni mo le refirió como había oido conversar a las señoras del ofre cimiento de sus alhajas para a- yudar al gobernador; su aflic- ción por no poder dar algo ella también, hasta que de pronto se acordó de la cadenita; de las du das que había tenido acerca de si viviendo su madre le habría permitido desprenderse de ella;.| Isus recelos y temores hasta el momento de decidir -la difícil cuestión. Una vez roto el hielo, se atre- vió a deshogar su corazoncillo o primido, confiando al coronel su triste vida desde la muerte de sus padres. —Y no te cuesta desprenderte ae la cadenita? —preguntó San Martín cuando terminó Carmen. —Como todos le ragalan a la patria, yo también quiero hacer lo. finales virt. riosos. Y aquel que, al parecer, era el más cono*2dor cayó en pleno día, bañado por el «o como caen las águilas. Ayer, otro padre al que hace escasamente cuatro semanas se le murió su hija, una muchacha que avenas empezaba a vivir, cuando eun estaban frescas las flores de su diadema nupcial, sollozó doliente, y tomándose la fconte von las manos exclamó delante de mi: s —¿Por qué fué élla la elegi- da? Era tan joven, tan bella y tan feliz. Yo la aduuaba. Y du- rante años enteros había inten- “ado 1.archarme de Méxto Que ría llevármela conmigo a Cali- fornia para defenderla. No sé q' raro presentimiento asaltaba mi corazón. Pero no me fué po- sible. Mi negocio no podía ser abandonado. Era necesaria mi presencia aquí. La vi morir víc- tima de la más terrible de las enfermedades. La única para la que hay algo superior que rige los destinos de la humanidad. Sabemos que hay algo misterio- so hasta donde la investigación del sabio no puede penetrar. Sabemos que hay algo desco- nocido y extraño. Y elevamos nuestra pregunta al cielo, sin encontrar respuesta a este eterno ¿Por qué? Los creyentes, que tienen el tesoro de su fe intacto, aceptan, sin rebeliones inútiles, el bien y el mal. Escudados eh esa esperanza de un más allá, se dicen: —Dios lo quiso. Hágase su vo- luntad. El ejemplo del Job podría ser- virle amuchos para darles áni- mos. —Job sufrió todas las penali- dades, todas las miserias. Fué ¡despojado de todos los bienes | materiales. Y en sus llagados labios florecía la misma pala- bra, ” : —Tú lo quisiste Señor. !Hága- las facciones de su propia e Profundamente conmovido, el|cual la ciencia no tiene remedio $e tu voluntad! taría la gigantesca cordillera pa|do el hilo de las ideas que la ra atacar y destruir el poder de preocupaban. Había comprendi- los españoles en Chile, y luego do que eso de entregar al gober ON PAN - AMERICAN PRODUCE CO. 317 E. MADISON — (Por dentro de la Marqueta) COMPREN A PRECIO DE MAYOREO: Hojas para tamales— chile colorado— papas— frijol pinto, camote— ajos— cebolla— Todas clase de verduras—Le- chuga— Tomate— Plátanos— Naranjas— Limones... Visiten el lugar y ahorren muy buena cantidad de dinero.... COMPREN a PRECIO de MAYOREO LO QUE GUSTEN. TELEFONO: 3-1432 99.5 MOTORES NUEVOS GARANTIZADOS — 90 días ó 4000 millas — Un pequeño recargo por instalarlo Otros Motores a Precios Comparativamente Bajos THE MOTOR EXCHANGE OSCAR HUNSAKER, Propietario 610 WEST JEFFERSON ST. TEL.: 2-6192 * (Frenie al Armory) Para beneficio de ustedes, se Habla Español * YA DIERON SU CONTRIBUCION PARA LOS NIÑOS INVALIDOS????? Háganlo Hoy Mismo Para obtener un Motor Recompuesto Ford V8 Motor Exchange Manga del motor ligeramente levantada POBRECITA, INOCENTE DE SU INVALID dre querida. TI Por la mañana guardó la ca- denita en el seno, y fué a su tra 'bajo diario. No sabía bien cómo ,arreglárselas para que su alha- ¡ja llegara a manos del goberna 'dor. No tenía a quien pedir con- sejo ni menos a quien confiar el encargo. Después de mucho pen sar y revolver el asunto en su cabecita, decidió valerosamente ir ella misma. Muy entrada la tarde pudo es- cabullirse sin peligro de que no- taran su ausencia; y por las ca- llas que invadían las primeras sombras de una tarde nublada de primeravera, se dirigó rápi- damente a casa del gobernador. La conocía, porque en la casa frontera vivía una familia ami- ga de sus patrones, adonde, con ¡frecuencia, tenía que acompa- fiar a las niñas cuando iban allí a jugar. El paso ligero de Carmen se volvió un poco más lento y su corazón comenzó a lafir muy fuerte. Llegó al sitio que buscaba. En la calle hacía guardia un solda- do del regimiento de granaderos y en el marco de la puerta se Pe un joven oficial que raban con bondad. —No me tengas miede—prosi- guió don José de San Martín; pero la chica había perdido tod: su aplomo. No sabía como em- pezar y su idea de venir a ofre- cer al gobernador la cadena le pareció de pronto un at:evimien to sin igual. —Yó... yO..— comenzó y se de- tuvo. —Vamos a ver — animóla el coronel sonriente, y haciendo a su secretario seña de retirarse un poco—. ¿Me quieres dar al- go? —agregó al notar un pape- lito en su mano. Carmen hizo un signo afirma- tivo con la cabeza. San Martín atrajóla a su lado, tomó el pa- pel y lo desdobló: —!Qué linda cadena! !Y qué quieres tú que haga yo con ella! —Yo.... es para usted— contes tó con voz tan baja, que el coro- nel tuvo que inclinarse mucho para oírla. Yo creía que..que us- ted.. que a usted le serviría para comprar cañones. —!Ah! Has oído que las se- fñoras ofrecieron al gobierno sus alhajas y tú has querido dar algo. ¿No es así? —Si, señor —repuso tímida- mente—. ¿Y podrá comprar ca- UNION C LEANERS NATALIO VELAZQUEZ, Propietario. Se Recoje y Entrega a Domicilio, llamando al tel.: 4-854) 1017 Este de la Calle Jefferson AN "LA BOTICA RAMONA 325 E. WASHINGTON TEL.: 4-8519 CANALEZ "RUMA - SAN” SE DAN DIEZ DIAS DE PRUEBA GRATIS LAS PASTILLAS “RUMA-SAN” La Mejor Medicina del Siglo para la REUMA 819 Sur 2da. Avepida SE COMPONEN MAQUINAS DE COSER DE TODAS LAS MARCAS — TRABAJO GARANTIZADO Si tiene dificultad con su máquina de coser, Dick Williams vea a: Teléfono: 2-3200 coronel estrechó a la chiza en- porque desconoce dónde se hos- tre sus brazos y la besó en la |peda el virus que la produc». frente, pensando que el modesto|Fué primero un resfriado al pa- tributo de esta niña valía más|recer, que se complicó cón ca- que algunos de los brillantes y |lambres intensos. Nadie está dispuesto a imitar a Job. Todos protestan. Todos ise rebelan contra la injusticia, que encuentran inexplicable. Mas debemos recordar que Je- perlas donadas por personas q' sólo daban algo de su abundan cia, como en el eterno motivo de la parábola cristiana. Después fué sobreviniendo la sús, nos .legó aquella sentencia parálisis que invadió todos, los | Maravillosa: miembros hasta esfixiarla./ Yo !Mi reino no es de este mun- do. Aquél que crea en mí, que fuí testigo de su tremenda ago- —Esta cadenita, Carmen —di-[|nía, Yo, su padre, que hubiera jole—, yo te la agradezco en |dado mi vida por salvarla, fuí nombre de la patria. ¿Sabes lo|impotente. Los siete médicos lla que es la patria? No, porque to-|mados para atenderla, tampoco davía eres muy chiquilla; pero [pudieron. Algo superior, lo qui- cuando seas más grande lo com|so. ¿Por qué fué élla, mi hija la :prenderás, Has entregado lo úni | elegida? leo que tienes, y eso da a tu re-| Cuando sufrimos una injusti- galo más valor que el de un: |cla, cuando vemos que seres q' montón de diamantes. ¿Quieres|no debían logran sus fines por ¡quedas confnigo? Aquí nadie [medios inconfesables, cuando te refiirá ni pegará y aprenderás | contemplamos el espectáculo de muchas cosas. ¿Quieres? la tremenda ¿njusticia por do- ¡Que si quería Carmen! Desde | quier, cuando sabemos que no que había muerto su madre na|son los que tie: tn derech) al tome su cruz y me siga! Ay, si no existiera la fe, ha- bría que inventarla para poder vivir y contemplar eternamente ante «nuestros ojos, esa interro- gación abierta que nunca se cierra. ¿Por qué? pra ON DR. W. R. KING ESPECIALISTA de los Ojos. die la había mirado ni hablado |triunfo quienes lc logran, sino| Oídos, Nariz y de la Garganta le esa manera. Se estrechó al co|los que se asvastran y se val: tonel como lo habría hecho una|de mil recursos bajos y cob+ hija y prendida de su mano fue |des, nos preguntamos conster- a presentarse a la señora Dofia|nados: ” Eemcdios, —¿Por qué? Y en aquel instante recordó! ¿Por qué el bueno vive siem- que su madre le había dicho, al. pre sumido en el dolor, mien- colgarle la cadenita, que ústa le|tras el malo vive dichoso, feste ana, those x= AMI WU Se Adaptan Anteojos LAIRD BUILDING 3 East 5th. Street Tempe, Arizona Pueden Pagar en ¡i¡bonos Se Habla Español who know” In the armchair league, kick-off time is time for smooth, mellow-aged A-1 Pilsner Beer. Folks who appreciate beer at its best say, “Make mine A-1!” , , On Americas Famous Regional Beers Now that our $2 million expansion program is Gi completed, you are cordially invited to visit the A-1 Pilsner plant — considered by brewing authorities to be one of the finest in America, Y Y) 4 ARIZONA BREWING COMPANY, INC. 12th STREET AT MADISON. 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