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a DO ¡x-—_—_—Q€-— S “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTES Galvrza. CAPITULO VI Gabriel y Bernardo “w...¿Por qué queremos empren der negocios con consejos ver- des, con los cuales antes nos a- humaremos que nos calentare- mos? Las cosas que tocan al punto de la honro y al respeto dela vida antes se han de tan- tear que no se avengan a deter- minar”. ANTONIO DE GUEVABA Mientras Urbana, con su ca- a e — ban esparcidas por una: amplio valle, rodeado de aitas cumbres en el centro del cual discurría el arroyo de Martín López, todo lleno de adelfas roshs y cuyas cristalinas aguas se cubrían por completo, en primavera, de una infinidad de florecitas blancas. Las riberas de este arroyo solían ¿vestirse de variadas plantas: marciegas aceradas, juncias flexibles, mastranzos, helechos, |torvisca, poleo, zarzamoras.. De tan pintoresco fincón sacó nasta enfilada al brazo y su aire de Juno retadora, se iba a en de el padre de Pancracio Luque a Gabriel el de Rozalejo para co- ¡CAMINOS —-Fslisa, por la Virgen del Rocío! á .—Sí, hermanita, voy; pos pa reasumí: que don Rafaé no hizo otra cosa titita la noche sino bailá con la Caminito que, ca cosa en su lugar, y a mí me gus ta ser justa, tamién estaba mu guapita y hu salísima, porque lo e, porque eso sería quitárselo a la niña a ca cuá lo suyo, Ur-- bana. Y que cundo no bailaban se asentaban juntos en cuarquié rincón y allí se estaban de pa- lique. Amos, lo que jacen los novios, que una ya lo sabe por propio isperencia. Conque cátate aquí, hermanita, que cuando, más entusiasmáos estaban las eriaturas,, les cae como una bomba la mamá, Quisá que lo hubías presenciao: m'agarró a la niña der brazo y escomenzó a sofiones y a zamarreos. La mu chacha, que es mu prudente, porque eso paece mentira que tuvía tanto aguante, le dijo lo i que se le ocurriera tan en voz ¡ —Na: que el señorito quiso jablá arguna cosita, pero la do- ña Cele no le oyú; se alzó. asín de hombros con un desprecio mu regrandísimo, que fué mu notao.... —!Ay, qué lástimo no haber estao yo allí pa pegarle la jeta en la paré de enfrente.! —..y cogió a la niña de un brazo y se la llevó poco meno que arrastrando, Un escándalo. Y a dormí que se fueron en e; mismísimo ite... Pero, ¿ande vas, hermanita? Urbana habíase levantado con talante de Juno, ofendida, enfi- ló su canasta en el brazo izquier do, se terció el mantón de espu- ma de un negro lustroso y de- claró fuera de sí: —!!A comerme a esa cabra 'montuna!! !A icirle lo que un perro no oye! Ahora veremos si se atreve a tentarme a mí el ja- to, conforme se la .está amolan- ido pa esacreitá a mi niño. !Si por argo le he tenío yo titita mi baja que naide lo oyó, como no:santa vida una entrepatía tan _Íuera er señorito Rafaé.... más amarillo que la pajuela el arma MÍA... 2 regrandísima a esa mujé.! !A esa voy yo a meterle-los Cristos en er cuerpo! rethura a la mansión de los a-|locarlo de guarda en la finca borrecidos Carabancheles, con el|del Conde de Guadaveloz y ailí ánimo decidido de espantarle a|seguía aún, a satisfacción del doña Cele el ándel de la Guarda [nuevo administrador, Pancracio, de una bofeteaúa o de ponerle|que sucedió a su padre en ei ¡el canasto por montera y el asa|cargo. [por barboquejo; mientras Felisa la Guapa se quedaba preocupa-|nos, la misma edad que Bernar- ya y mohina por lo que aconte-|do; eran compadres, porque Ber- cer pudiera, nosotros seguire- |[nardo fue padrino de uno de los mos a Bernardo, su marido, y a|hijos de Gabriel. Este era tam- Gabriel el de Rozalejo, en su via |bién hombre de buen humor — je a la tenencia de la Diez Casas! un poco o mucho— más tosco . Era Bernardo a modo de ad-[|que Bernardo, Improvisaba ver- ministrador o de encargado dej¡sos, hacía aleluyas mal aconso- Jlos bienes que en Guadaveloz te|nantadas y no mejor medidas, ¡nía María Luisa Alvarez, por he|pero que constituían el regoci- rencia de su madre; persona jo de las gentes de campo —se- leal a toda prueba, fiel hasta la|rranos o de la campiña. —Cuan- exageración, consistía su misión|do iban cazadores a las Cuevas, encuidar, dirigir y administrar|Gabriel les espetaba sus versos los bienes de .a hija, que el ma|con gran contentamiento del gistrado había puesto en sus |Conde, de Javier y de los señor- manos. Bernarda regía sabia- [es forasteros invitados, los cua- mente estos bienes. Era un hom'les reían de buen grado las ge- bre alto, corpulento, recio, enér- nialidades del rústico bufón. Ga gico, un poco socarrón, hombre,¡briel era bufón, y mucho más de campo, sesentón y fuerte. |zafío e ignorante: tal era la di- Muy cristiano, muy honrado, muy trabajador, y con un cariñ>|los dos era tonto. Tenía Gabriel, poco más o mej ciego por su niña: su niña' era María Luisa, Estaba casado con una exce- lente mujer, limpia y lista, A cabllo en la Pulía”, a mu- jeriegas y a la grupa de Bernar do, canturreaba su copla favori- ta mientras veía hundirse como AA o Viernes 18 de Noviembre de 1949. nos que quia jacé testamento Ambrosia, la mujé de mi Joseli-,que haiga infierno? y piense de consurtarte y que. seas testigo... * 1 —También pudiera ser. En — ! fin, más corre un galgo que un| mastín; pero al cabo del año - más corre el mastín que el gal- go. Y callaron los dos para sumir se en la pasiva contemplación del crepúsculo de estío, dejando correr su mirada atónita por la belleza policroma del oro y del fuego de un cielo de viento, que el cristal del arroyo reflejaba en su linfa de adelfas de color, de rosa. | XXX El suelo terrizo, el techo bajo y ahumado, con gruesas vigas... En un camastro con jergón de perfolla de maiz y un buen col- chón de lana, enfermo, estiliza- do como una figura del Greco, rumia su mal incurable. Por la abierta ventanuca entran los primeros fulgores siderales, co- mo un mensaje de paz y que llega del cielo hablando de bon dad y d .ecompensaciones infi- nitas, —¿Cómo va esa humanidá, tío José.? : —!Hola, Bernardo! ¿Si que hás venido? Dió te lo pAgue. —¿Conque “Dió” quie usté que me lo pague? ¿En qué que años, entonces? El otro día no paece que estuvía usté mu con- forme con que había Dió. —Eso son.. salías que tene- mos los hombres de ve en cuan- do. Pero eso no equivale pa que lyo crea iguá que tú, que hay ferencia Ahora bien: ninguno delarguien poncimo de tititos nos-|muchas ilusiones, Bernardo. otros, u sea Dió. —Más vale así. —Asiéntate. Ahí a los pies de|de que no había infierno? la cama debe de habé una silla. —Sonque, ¿cómo stamos? to, que es una javata, y como las nueras nunca se llevan bien con las suegras, y ese hijo mío es un calzonazos que no jace na más que lo que quiela Ambro- sia, pos ya pensaba, de ejar las cosas bien arreglás, pero con a- rreglo a la ley, así, pa que no puedan jincá er diente por den- gún lao jasta que la pobrecita : e mi mujé se muera. —Me paece jussto y mu bien pensao, tío José, que naide lo tién ganao tanto como la que fué pa usté, y o e aún, compa- fiera de pesare y trabajo en la moceá y en la vejé. Y pa mí que lo mejó es jacé un testamento bien jecho. —Eso pensaba yo. Y por eso te ha mandao razón. Mía, Ber- nardo: ¿tú te recuerdas de la pelotera que tuvimos jace unos meses sobre si había o no argo más alá de cuando uno se iba de este mundo? —Claro que me acuerdo, Co- mo que endeje entonces, como '—Y usté ¿está seguro de que no lo huiga? ¿Y si lo hay? ¿Y si se condena usté por sicutera, en un principio por siempre ja- más, amén? !Por vida de San ' Allá y San Acá, que son dos san tos que van y vienen! Misté que er principá negocio que tenemos es el de sarvación del alma y por una coma se pierde. Misté que un santo mu regrandísimo, que agora no me recuerdo quien era, pero que jacía muchos mi- lagros, como que resucitaba muertos y to, decía: “de qué te habrá servío ganá er mundo en- tero si pierdes tu alma? Y Ycons te que si no me meto a predicao no es porque vaya a meterme un ochavo moruno en la faltri- quera, sino porque le tengo a usté queriencia y me sabría mal que no estuvíamos juntos en el otro mundo. E —Pero...¿de verdá que me ves en peligro de: condenarme, Ber- —!Toma! ¿Ha cumplio usté como cristiano durante su vía que le dije a usté las verdades, |pasá? Demá sabe usté que no. me se quiso paecé estaba usté ¡Y lo que toca matar no ha ma- una mijita serio conmigo..¿no?¡tao usté, porque tie usté la tem- —Hombre, como las verdades |peratura pacífica, pero robar... amargan...y yo tenía en aqué ite!!mi madre! si no está usté em- una venda mu refrandísima en|pringao, cerca le anda. ¡los ojos... !Hay que ve el aire —Entonces, ¿t_úcrees que yo que uno tie cuando. gasta salú!|soy... si me callo y no deguervo |Pero, ¿ves tú?, endeje que esco-|el dinero, no a quien me lo dio, menzó a atormentarme la úrsu-|sino a su legítimo amo, asín, a la, que siempre solo, siempre ¡manera de c..mplice? [rumiando, en esas noches tan |—"Qué voy a decirte, Antón, largas en que no podía pegá los|de eso de andar agachado? oños por el doló que me gorvía|!A mí me falta un lechón loquito, me se han caío a mí ¡y tu hocico está pringado...!” .José no contestó de momento. —¿Y por un casuá habrá sío|Cerró los ojos bajando sobre e- una de ellas aquella tan famosa | llos los pergaminos de sus pár- pados y pareció debatirse en ——Cabalito. No es que ahora [una reñida lucha que, por des- usté mu seguro de que lo haiga, | gracia, no había de ser aún la pero como tampoco estoy mu se|última en esta alma atada a la —¿Ande está? ¿Andeestá esa] —!Urbana, por María Santísi- Y lun goterón de fuego el disco del —Malamente, Bernardo. Ja- puerca, cochambrosa, que le a- ma! rranco el pelo en cuantito que; me la eche a la cara? —Mujé, si te pones así, no cuento ni una palabrita más. —¿Pero es que no hay pa in- dirnarse, hermanita, si eso no lo jace elante de un público na más que una fiera maryada de esas de los romances? !Ay, que gofetá va a ganarse! La taras- ca, que no salúa a los probes endeje que tiene cuatro pesetas, que sabe Dió cómo las habrán jecho entre ella y el avaro de su marío, ¿le paece a usté?, Cele- donia, la del Portazgo, que en su vía pensó que la llamarían “doña”, hija del tío Lucas Cara- banchel y de la tía Teresa la Zurda, que tititos sabemos los haberes que tenían: treinta días al mes, barriga limpia y ropa su. cia... !Amos, señó! La Celedonia Carabanchel, que quien la ha visto como yo, criá ar bentesta- to, como un verso suelto, Y ma- choteando por esa calle de Ata- razanas con titita la chiquille- ría de su barrio.....Hombre, - pa que venga ahora jaciéndole as- cos... a don Pelayo er de Cova- donga! —Mia, Urbana, no te estrali- mites, porque no acabaremos nunca. —Verdá. Dí. times —!Ejame esfogarme o pego un reventón que no oigo er tra- quio! E- XX No sabemos si la indignada Urbana consiguió lo que se pro- ponía, es decir, darle una sofo- quina, que aquí para inter nos, le hubiera estado muy bien em pleada a la estúpida doña Ce- ledonia. Las “crónicas guardan sobre este punto el más impene trable silencio, por ¡o que nos habremos de conformar con ha- Cer cada cual por nuestra cuen- ta el comentario que nos parez- ca más oportuno. Pers aunque nada podamos aclara: a este respecto, en cambio si podemos decir que el resultad> de la me- morable verbena trajo conse- cuencias desastrosas para el e- namoramiento, ya vacilante, co- mo niño que empieza a dadar falto de apoyo, de nuestro sim- pático protagonista, porque lo cierto fue que considerándos2 ca paz el pobre mozo de sufrir a- quel infierno de situación; al llegar octubre, y de acuerdo con «1 Conde, a quien no placían, ni inucho menos, las reiaciones dei sobrino, Rafaél lio los bártulos y se marchó a Sevilla; a practi- car con don Evaristo Lóriz, el prudente: Felisa la Guapa le de- cían en el pueblo, porque yo fue de veras y aun a los.55 años conservaba pruebas inequívocas de su proverbial belleza. Este ¡matrimonio no tenía hijos, pues una niña que tuvieron murió muy chiquitina. Vivía en un de- partamento de la casa en que Guadaveloz tenía el masgistra- do, cerrado salvo en las escasas temporaditas que el cabellero pasaba en la villa de nuestra istoria. Gabriel el de Rozalejo, que con él compartía el asiento de la “Pulía”, una magnífica mula neg:a (la otra iba de vacio por-; que no era de fiar para cabalgar en ella) era el guarda y casero de Las Cuevas, finca de sierra del Conde de Guadaveloz. Ga- briel no era de Guadaveloz, era serarno, nacido en Valverde del Camino. Vivía en las Diez Casas poblado” de los baldíos de Nie- bla; coleeción o conjunto Cde cascuas de pizarra o de cajas, unas techadas de tejas rojizas, otras con cobijas de monte: ge- neralmente jaras, “zaguaros”, y encima de todo, juncos. zón de la sierra, ya cerca de Val verde. Las veinte a treinta casas Esta tenencia de las Diez Ca-. sas estaba situada en el cora-' mejor abogado de la capital an- que constituyen el poblado esta sol, sabe la línea indefinida de un lejano horizonte, más allá de las Cumbres, altísimas y abrup- tas, poniendo en su arbitraria portuguesa un dejo de melan- colía: “Yo fuí a plaza de Figueroa a torear un touriño; y el touriño era mu bravo y me metió el cuerneciño, iSal y toma, Mariquiña, sal y toma, sal y toma, Mariquiña, toma y a VO mano 1 —Oye, Gravié.. ¿sabes tú, po- co más o menos, pa qué me man da a llama tu suegro?— le pre inotaba honda y viva preocupa- ción. -—Yo, no; pero me lo pieneso. —¿Te lo piensas? Es que a mí me escama una mijita está llamá tan a destiempo. Mu ma- lito debe está el hombre...Yo no sé si tú sabrás que tiempos a- trás tuvimos una conferencia mu larga él y yo. ( —No sé na. | —Veras, Tú sabes que tu sue- ¡gro es una miaja verde... —Ya. —Si tú lo oyes a él, curas, no hay ninguno gueno: tos son u- nos igoístas que quien darnos el Bean-Paste Soup, or Money in the Bank? a day. who don't, y a Nx Whether or not bean-paste soup or money, in the bank can actually lengthen your life, one thing is certain: a backlog of savings will. make your life easier, safer, more secure. Open a savings account and increase your chances for a better, happier, Wworry- : free future. Next payday is a good day to start your savings program at the Valley National Bank. VALLEY NATIONAL BÁNIKS * TWENTY-NINE FRIENDLY CONVENIENT (OFFICES “IN :ARIZONA x*x MEMBER FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION According to a Japanese college pro- fessor, Shimazawa villagers live to be: 80 or more because they eat miliet grass and bean-paste soup three Here in America, insurance statistics show that folks who save money live longer than those cielo a nosotros y quearse ellos con la tierra; los failes unos va- gos sinverguenzas, las monjas lo que no quio nombrá, Dio le perdone. —Sí, hombre, conozco el reper torio y el vocabulario. Esas son palabras de Leónidas en las Ter mópilas. !'Qué tino! Yla figurilla baja, obesa y sanchopansesca de Gabriel, se agitaba a impulsos de su propia risa, allá en las alturas de la mula, con grave "riesgo de per- der el equilibrio e irse al suelo. —Un animá, Bernardo; mi sue gro no es más que un animá, porque esa palabrería es cosa e bestias mayore. Y empués de to, que con quien te jablé te comparé ¿y qué quiés tú y dé de sí, si titita la vía se la ha lle vao pegaito al fardón de don Bernabé Rubio de la Grana, y | | casa no hay más Dió que er di- nero? —Gueno, ejemos eso ¿no te parece? A mi no me gusta crí- tica a nadie, a más de que eso no nos importa. Y gorbiendo al asunto te diré que al respeceive de esa cuestión, tuvimos tu sue gro y yo una agarraita jace u- nos mese: él que no había in- fierno y que titito eso era una invención de los “curas pa sacar nos los cuartos, y yo, que ya se tonces, la verdá, parece que tenía un poco rabistirao, que agora me da en qué pensar esto de mandarme un recao, tan de repente. ¿Tú que te piensas? —Yo, pa mí, que le remuerde la concencia por arguna fecho- ría atrasá, porque él no duerme ni reposa, como si argo le jucía cosquillas....y a la cuenta ha querío llamarte por peírte con- sejo, Como tú ties fama de pro hombre, y to lo sabes y en toos los guisaos te encuentras...A me demás sabes tú que en equella | A ciendo carrera. 'guro de que no lo haiga, e lo q' [tierra todavía por mil bastardas —Hombre, no sea usté apren- yo me he dico: porel sí o por el |pasioncillas. Bernardo le mira- sivo; misté que la aprensión esíno, amo a arreglá los asuntos |ba entre compadecido y soca- una cosa muy mala.., —¿Aprensión? No, no es apren- sión; yo fesmo me conozco que me vi acabando. ¿Sabes tú lo q” me va a pasá a mí? Pos iguá qy' a un candí cuando le va fartan- do el aceite, que se acaba justa que por fin pega un chisporro- teo y espicha. Yo estí mu malito, Bernardo: antié llené una jofai- na de sangre y esa es mu mala seña Podré tirá medio año, un año cuando más, pero no los emparejo, ya verás,. lenfermedad de usté está mu o- ícurta pa que nadie diga con se- guridá ná de ella. Acuérdese us- té de Picho Palomeque.: talnién estuvo en Sevilla, en el Hospi- tal con una -úrsula igué que us- té. Quisieron operarlo, él no se dejó, lo echaron a la calle con viento fsesco, porque no que.ien do operarse, ¿qué jacía allí sino robarle el sitio a otro esgraciaí- to? Y pa el cortijo que se vino y allí lo tié usté que antes ni con leche sola podía resistí el doló tan fuertísimo de estómago y agora no es que como de to, precisamente, pero fideos y sopa de papas jervías y cositas lige- ras sí que come y jasta sus cin- co quilitos que ha aumentado mi hombre endeje que salió del! Hospital. —Es que Picho na estaba tan adelantao como yo, Bernardo, es que yo esto y pasaíteo, hijo de mi arma. Ya tú vez, cuando jus- ta er mismo don José Zorrilla di- ce que”es una tontería que me manden al Hospital, porque ya no va a sé tiempo de operarme... —Y vamo a entrá de lleno «ul motivo de haberte jecho vení tan a deshora 1 tan lejo... 4 —Usté sabe que yo vengo cor, mucho gusto y que estoy a ser-| virlo. —Escucha, Bernardo. Ny sé - cómo explicartelo. El caso e.. que hay en mi haciendo un pe- dazo que vale sus tres mil pe- Isetitas: el que compré cerca del arroyo de las Adelfas... —De toas maneras, no “pierda usté las esperanzas. Dió sobre to. —Gueno, pos te he mandao ra zón, porque... la verdá, tú eres un hombre de bien y honrao a carta cabá y en asuntos de con ciencia se Cebe de consurtá gen quien pueda darle a uno un consejo... —Pos usté dirá... —Mía, Bernardo: yo tengo u-| na haciendica que hereé de mi | yo tengo mujé, hijo e hija; y era mi pensamiento ejárselo to en sufrictu a mi mujé mientras viva pa que luego pase a mis hijos, a fin de que a la probe, que sio mu guena pa mí, me ha cuidao mu bien y con mucha pa «Ciencia, no le falte no en su ve- jé. Y la verdá: de Gravié no ten go na que decí, porque siempre ha sío, más que un yerno, un hijo pa nosotros; pero está la f / por lo que pueda troná. | —Ya.* —¿And están los sauce? —Justamente. Po.,.. esa peazo, en conciencia...no es mío. —¿Qué...no es de usté? —No. —¿Quié usté decí acaso..? —No quio decí na, sino que er dinero con el que que se corr pró, yo no pueo decí honrada- mente que sea mío, ¿compren- des? —No, señor, no comprendo; guntó Bernardo sin volverse, pe-. —Misté, tío José, que los mei-|porque yo no pueo suponé que ro con.un acento grave que de-¡cos tamién se inquivocan, y lalusté lo haiga robao. Yo no lo ten | 12 las dos tendrá más fieras go a usté por ladrón. —No, yo no lo he robao. A im me lo dieron en pago de...cierto trabajiyo de poca importancia... | y más que ná, pa ponerme con e un candao en la boca... pa que no contara a naide nunca lo que sabía. Pero el que me dió a mí ese dinero, si no lo había robao precisamente, tampoco era suyo. Se ....lo encontró, ¿sabes? Y en [ve de buscá el amo der gato y jacerle la entriega, pos se lo _embolsilló tan guapamente. 1 —¿Y hay amo der gato? ¿Y ¡no sabe ná? —Ni lo sospecha siquiera. —Ya. . —De manera que como en con cencia yo no creo que ese dinero sea míp,.. ¿qué te parece a ti q' jaga? —Pos misté... yo no sé de más leyes que las de los santos Man- damientos de la Ley de Dió, que me enseñaron al iguá de usté en la Dortrina cuando era tamañito como un culandro., y con arre- glo a lo que empués de conocé ar dedillo los tales Mandamien- tos me ice mi concencia, le digo yo a usté, tío José, que por pri- mera providencia no debe usté de incluí en er testamento el ptazo que compró usté con ese dinero sospechoso. —Es lo mismito que pansaba yo. —Y, empués, supuesto que us té conoce al amo der dinero sea devolvérselo. ' —¿No podría jacerlo en mi nombre otra persona? —¿Por qué no? —Oye, Bernardo. Y si tú su- pieras que se había encontrao... pongo por caso, una herencia que titito er mundo creía per- día: y supías cierta de quien es esa herencia, y vieras que se la apropiaban lus que se la habían encontrao y te pagaban pa que te callaras..íqué jarías tú a la hora de la muerte? —Po lo primerito, llamá-a un lo irían en el otro mundo el día|padre y la casa en que estamos, cura y confesarme en er mismí- que estirara la pata. Endeje en-*'que, aunque no es gran cosa lo'simo ite “por el sí o por el no”, lo que vale, una casa es. En fín, | porque sería un chasco que Pa- asín es¡valga o no valga, el caso es que|teta le jurgara con un tenecó en las caderas del infierno, y em- pués, jacé punto por punto titi- to lo que er cura opinava sob1e el particular, que a mí me se fi- gura que será el que usté de- guerva a su. ligítimo dueño ¿as tres mil del ala y diga clara- mente alde se encuentra y en qué manos está e resto der gato —Es vesaíto, Bernardo. —Más pesao es condenarse. —Pero... ¿tú estás seguro de rrón. —Gueno, po ya lo pensaré, Bernardo. Me quie parecé que tienes razón y que ar finiquito y remate habré yo jacé lo que tú jas dicho: llamá a un cura y confesarme Pero lo decía con. tan poco con vencimiento, sonaba tan falso, que Bernardo, al trasponer, aga chándose, el menguado umbral Je la puerta de la alcoba —don* de dejaba a tío José entre las garras de la enfermedad y de la zonciencia, que no sabemos cuál uñas— rezó para su capote la vieja frase con cue solía dar a entender que a él no se le da- bn con queso: | —'!Mendrugos en «alma ¡galgos.,.! 'Hum! XXX Mientras seguía sudoroso el vivo caminar de las dos mulas cargadas de garbanzos, Bernar- do no paraba de barrenar sobre lo: que oyera la noche antes al tíoJosé el de las Diez Casas. ¿Conque el tío José tenía o ha- bía recibido dinero procedente de un hallazgo? ¿Conque se lo dieron para que callara y no lo despampanara a los cuatro vien tos?¿Conque se sabía que el ha llazgo pertenecía a una persona que vivía, y podía por lo tanto, reclamar la herencia con perfec tísimo derecho? !Caramba, ca- ramba,! ¿Y... quién sería el la- drón que estaba aprovechándose con tan poca aprensión de lo q' no era suyo? , Bernardo era cristiano de pura crepa, enemigo por ende de ha- cer juicios temerarios y levantar falsos testimonios y faltar a la caridad. Así, "pues, al llegar a esta última pregunta no la con- testó: si acaso, ellá en lo más recóndito de su pensamiento de letreó un nombre...Pero en el de ¡acto procur óalejar aquella sos ¡pecha a la que no debía dar cuerpo. Sí....claro que por el pue blo se decían que habían subi- do demasiado aprisa, pero como había también tantas lenguas que debían arrancarlas de raiz,. dio con areglo/ a conciencia y aquí paz y después gloria. —Arre, “Pulía”, arre “Zaga- la” Muytempranillo se había tras ladado desde las Diez Casas a Tumbalejo, había envasado los garbanzos y, cargando las bes- tias, emprendió el regreso hacia Guadaveloz; por mucho que madrugara, el sol le había al- canzado en mitad del camino, y torraba de firme cuando atisbó, a la entrada del barrio moro de saabor medioeval, la garita del fielato de consumos. Los garban zos eran especies gravadas por él impuesto que, en aquella fe- cha, no había sido substituído en Guadaveloz por los moder - nos arbitros municipales. Ber- nardo decidió en su magín pa- sar la cargo de matute. Llegó mi hombre al fielato, y muy se- rio, paró en firme sus caballe- rías que llevaban bien cubier- los sus serones de esparto con sendos sacos de lona basta.