El Sol Newspaper, September 2, 1949, Page 4

Page views left: 0

You have reached the hourly page view limit. Unlock higher limit to our entire archive!

Subscribers enjoy higher page view limit, downloads, and exclusive features.

Text content (automatically generated)

1 q” se Cree que el plan que se trae Página 4, ¡xrRONSA a e 1 —Claro que el parentesco no! existe más que en 1 aimagina- hija de Bernabé Rubio... ; ción y gn el deseo de doña Cele-: donia... !Ja, ja, ja!! Hay que DOS. -_ CAMINOS —Condesa de Guadaveloz, la jay! —Pero, señor ¿qué es lo que se habrán llegado a figurar e- verla como: se relame y cómo se|sas Carabanchelas? ¿Donde van hincha cuando dice: “Nosotras, |a poríerse ellos con la gente de ' Ja aristocracia,” y cuando nom |más, lustre del Condado? ¿Si bra a la Condesa por “mi prima |creerán que es bastante tener . —Cursi, cursi, cursi... desde la cabeza hasta los pies. Fachendo dinero? —Eso le: faltaba a Caminito, e:parertar con la casa de Gua sa como el hijo, que por algo;¡daveloz, Ya está de ello de suyo le llaman Juanito Fachada. bastante pagada y engreidilla —Sólo que: la Condesa es un|con las talegas del papá... alma de Dios, que a bondad y la cortesía se le caen a chorros y quizá, quizá, se le hará hast+|fñac.... haga el favor. De las tres, cargo de conciencia quitar:2 a Ja doña Cele sus ilusiones. -—Pues, mira, la Condesa será todo lo buena que es, porque, verdaderamente es... tuna Santa Rosa de Lima!... pero de tonta no tiene un pelo, y si la otra va a cuajarle, que se siente, q' están verdes, —¿El plan? ... ¿que plan? modada; ahora bien: comodada de lo que ella cree.| Las bodegas van viento en popa cio, y firme, respondía en todo pero ellos llevan un tren de mi al patrón de las casas solarie-;¡ llonario yanqui, porque a ma! gas que se levantaron cuando dre, ya sabéis que es toda fa- chenda; y, además, hijos de mi —Pues no hay para tanto, hi- jo... !Mozo, .. una copita de co- cepas, ¿eh?. —En seguida, Don —Porque Caminito Francisco. está aco- menos a- alma, sois hermanos..!seis! y —!Ay el angelito, que se cae del nido! —Pero, ¿tu no nas visto la po se del galán de película que a- dapto Juanito Fachada, o sea Carabanchel Alto, cuando tiene la suerte de mostrarse en públi co con Lucita? ¿Y los ojos de carnero moribundo? ¿Y .? —¿Y te quieres callar y no) enjaretar más disparates? Va- mos, hombre, ni que hablaras con uno de los Batuecas. A bue + — na hora consiente la interesada, ni los papás en semejante en- eso de desollar el gato en seis sextos..... Ahora que si me decís que Javierito anda loco por ella prescindiendo del gato, que mal dita la falta que le hará el-fu- turo coinde Guadaveloz, tampo- co seré yo quien lo ponga en duda, porque está la criatura como para chillarle. —Como que, a pesar de lorgu llo y de lapose, es muy simpá- tica. —Tiene ángel, sí... —Fs muy atractiva. —A mí lo que más me gusta ru SUL” SEMANALIO PUPULAR INDEPENDIENTA rabanchel, se trasluce tras el | ¡vidrio de la “Pajarera”, embu-¡ tido en un gabán, con la gorra calada hasta los ojos, y las ma- inos en los bolsillos del abrigo. | Lanza una mirada receosa a los |contertuios al abrir 'a cancela... —Pues, sí.. me lo ha dicho Facheco.... Ahora, después de | Pascua, traen a la Xirgu para ¡cuatro funciones. —¿No sabes cuales? —-'Pchs..!, no, no sé; aunque me parace que hablan de El co- llar de estrellas y La jaula de la eona. —Señores, buenas noches. —'Hoa! —Buenas noches. Mientras los de "La Pajarera” esgrimían a diestro y siniestro el alarma de sus lenguas, segun era uso y costumbre entre Jos ociciosos de toda la vida, «du- rante las sabrosiísimas veladas del Casino, Paquito de Sochan- tre y mister Davys entraban pur la calle de Cánovas del Castillo en busca de la casa palacio del conde- de Guadaveloz. A mitad de la calle, as de uno de los la dos quedaban truncadas por ¡una plazuela donde crecían dos ¡solas y únicas acacias, como idos centinelas de honor que hi- cieran guardia a la encestrai | mansión de los condes de Gua- daveloz, barones de Campal. El edificio, cuauroangular, re- la reconquista sustituyó la vida ¡azarosa de los castillos feudales por las hidalgas y cómodas re- isidencias del tiempo de paz. [Ero sin duda la mejor y más antigua del pueblo., donde no escaseaban pór ser lugar de abolengo histórico. Era, a la vez ¡que una señoril, una casa de agricultores y así tenía sus grandes corrales, su puerta fal. sa, con cancela grande y de for ja sus bodegas, sus lugares, sus | graneros, su molino aceitero mo derno, etc. La fachada era bellí sima dentro de su sobriedad de líneas; la puerta de arco era ¡también magnífica, con herra- ijes y clavos que entusiasmaron a mister Davys hasta el punto de que Paquito hubo de arran- tronque. !Señores, un Caraban-'de ella son los ojos. “Como soles chel sin más abolengo que una ,comn estrellas, como amas”.. bodega 'por vitalicio y en el es-| —Como amas negras, Jepe. cudo de la familia la fonda que heredó la madre de la tía abuela, y el talego de los peuco nas, que dicen maas lenguas, que se dejó un huésped que se murió de repente, allá por los años de Maricastaña en la suso dicha fonda, casarse con ese va- pullito de rosa, con ese botón de margarita color de oro que se Hama Luz Guadaveloz! á —Pero si de eso estamos al Porque cuidado si son negros los ojos de Caminito Rubio Unos ojos amgníficos. —Y si no, que se lo pregun- ten al inglés, ése que acaba de salir de aquí, que el compadre sa encandilla cuando a mira, —¿Como? ¿Cómo ha dicho us té, don Francisco? —¿Peroaun estás así, criatu- ra? Pero si no sabe hablar de otra cosa. Un flechazo. Desde q' carle materialmente de ella pa ¡ra hacerle entrar en e zaguán ivastísimo zocaado de azulejos de Triana. Sobre el arco de la puerta principal había un escu do de piedra con el mote: “Nadie igual ni más alto que Campal”. Y a uno de los lados, alum- brado por un farolillo de aceite un nicho con a imagen del ben dito Patriarca, de quien era la familia. —Es una lástima que haya-. mos venido por la noche — in- sinuó Paquito el Sochantre, porque se ha perdido usted una! vista preciosa; el patio del Paj lacio de Guadaveloz es de fa- ma; pero volveremos cualquier día para que usted lo vea a bue na luz. En esto, el portero, que vivía en la parte izquierda de los ba. jos, salía al sentir hablar, pero al mismo tiempo, por una puer ta a cuarterones que se abría en el ala derecha, dejando esca par por una abertura de sus ho- jas entornadas un chorro de luz asomó la alta y corpulenta figu ra de Pancracio Luque, el admi- nistrador del Conde que, por lo visto, anadaba de faena en el escritorio con los apremios del balance de fin de año. —aramba, mister Davys! ¿Qué se la ha perdido a usted por aquí? — exclamó saliendo ¡al encuentro de los dos visitan Ites, con las manos extendidás. |—!Hola, Paco! —Mi, venig conoseg Conde .... ¡Yo, traer carta para él... —Aquí, el señor, hace ya tiem po, que me venía atormentan- do para que le acompaña:a; traz una carta de un señor in- glés muy amigo del Conde y te nía, vamos, una mijita de repa ro!, en venir solo por la dificul tad de la lengua— explicó Pa- quito. —Ya. Pues pasen ustedes al escritorio por de pronto, Yo no :sé si arriba habrá,n acabado de comer... milagrito será; pero de Oiga usted, señor —eromo, ¿por qué no sube us- ted y le dice al señor Conde que hay aquí un caballero que quie- re verle-? Que diga si quiere que suba el señor o si prefiere él al escritorio...... —De seguida voy... : El portero, viejo, y derrenga- do, subió a cumplimentar la or den mientras Pancracio Luque introduce a los visitantes en el escvritorio y mister Davys abría cada ojo como un plato abarcan do todos los pormenores. Esta era, como su nombre lo indica, una oficina o despacho que na da ofrecía de particular. Asi pu do comprobarlo el curioso ingiés Los cueros de Córdoba de las si llas estaban quizá un poco roza dos por la antiguedad, y las losetas del pavimento, también un poquito peadas a trechos, da ban fe de la vejez de la casa 'que se mantenía, sin embargo, muy bien conservada. y En la chiminea quedaba el re coldo de una viva fogata. Pan- , tracio Luque ofreció cigarros todos modo: cuadro, es Rey Negro, Paquito de Sochantre soltó el trapo de reir, mister Davys se quedó perplejo, mirando estupe facto a Pancracio Luque. Era hijo del anterior adminis trador general de los Condes y, a su fallecimiento, heredó su cargo. Tenía, cuando misted Davys le conoció, unos veinti- ocho años; era alto, más bien grueso que delgado, sin llamar la atención por una cosa ni por otra. Sí la llamaba, en cambio, por tener la cabeza muy gorda. El interesado solía ser el pri. mero que pregonaba esta parti cularidad, por no llamarie de- decto físico, de su persona. Así, cuando iba a pelarse, decía al peluquero: —Niño, ílo quieres tomar por cuenta o vas a hacerlo jornal? Cuando tenía jaqueca o neu- ralgia, decia a los amigos: —Me duele la provincia de Alicante. Voy a tomar aspirina; si las hubiera del tamaño de un queso, me aliviara de seguro Este era el hombre, gracios sin presumir de serlo. con una gracia espontánea, rapidísima y absolutamenet natural, tenía ¡la particularidad de pescar al vuelo lo ridículo de las personas ¡y de las cosas. Era certero y cáu tico; si hubiera sabido escribir habría armado una revolución. ¡Gran narrador de chascarrillos, algunos de ellos origniales, ago cínico y desvergonzado, pero ingeniosísimo. buena persona, era a legría de las reuniones y de las fiestas. Los amigos le llamaban “Cabezón de la Sal”. A A e, Viernes 2 de Septiembre de 1949. estoy yo para servirle, !no falta ba más!, en todo lo que a usted se le ofrezca, y aquí tiene usted su casa, que espero nos hará usied el honor “de frecuentar. Mister Davys llevaba muy po co tiempo en Guadaveloz, pero así y todo el suficiente para ha berse enterado de que las invi taciones de los Condes eran ' muy restringidas, por lo cual su emoción y su reconocimiento .uhentaron hasta lo increíble. Dió nuevamente las gracias y habló de re tirarse. Por una pri mera vista de cumplido ya esta ba bien, s glés se verificó sin que Rafaél Torres Arias (que él era el ins- pirado músico) se diese cuenta siquiera de que habían entrado en el salón dos personas más Así, no pudo entrarse de la cor dial y amabilísima acogida que la Condesa dispensó -al extran- jero, ni de la mirada despectiva y el aire distanciante que tuvo para el pobre hombre la hincha da y fachendosa señora de don Bernabé Rubio de la Grana (née Celedonia Carabanchel), gorda grande, peluda, con el moño cortado a la garcon y un bigote “como el de un guardia civil —¿Irse ahora? Ni que lo pien |reenganchao”, que decía el sala se usted. A menos que' tengan ' ustedes alguna ocupación preci SAonocas — protestó .en Conde diri | giéndose a Paquito. , | —No. —afirmó este.— Ocupa ción, ninguna; de aquí al Casi :no de Labradores a oír las san :deces de los desocupados que matan el tiempo. E —Pues nada. Se quedan uste- les a tomar café con nosotros y ¡luego a la tertulia, hasta las do ce. Así tendré el gusto mister Davys, de presentarle a usted a la Condesa y a mis tres hijos. Y digo tres hijos, porque, aun- que no son mas que dos, si so- brino Rafaél Torres- Arias es, para mi mujer y para mí, un hi jo más en nuestro corazón y en ¡nuestra casa y así' deseamos que lo consideren nuestros ami- gos, - Paquito de Sochantre y mister Davys cambiaron una elocuen- te mirada que pudo traducirse así: ¡ dísimo Pancracio Luque; vesti. da con relucientes sedas y alha jas con impropia suntuosidad que contrastaba enormemente con el sencillo hábito del Car- men que vestía la hermosa con desa de Guadaveloz, en prome-= sa piadosa por la curación de su marido, en año anterior, cuando aquel accidente de caza que le puso en trance de muer- te. En cambio, en el círculo de las muchachas, fue muy acogi. do por Lucita Peña y Cruz Zorri Ma (la hija del doctor don José Zorrilla, médico e íntimo de los Guadaveloz), aunque acaso Ca- minito Rubio, la de los ojos co mo soles, como estrellas, como almas”, frunciera un poco de hociquito al recibir en pleno ros tro la mirada de mister Davys, sinceramente deslumbrado, !va= ya!, ya le había caído una bue na cataplasma con “el tio esobo río aquel”,,, tan alto, tan flaco, tan muchacho...” ¿A qué le ha Monsieur Ribot, el bondadoso , cabo de la calle, Andrés; lo que|la vió se le alteró todo su equi- yo te digo es que el plan se ha |librio británico. cocido en e magín de la Cara-| —'Tate! Pues ya sabemos a banchela y en el de su orondo|lo que ha ido a casa de Guada- esposo don Bernabé, tan cierto|veloz Como ella va todas las no como el Evangelio que se llee|ches a la tertulia.. en la Misa. Así se ha nhecho es-| —!Schss,..! 'niños, callarse, ta cuenta. Lucita para Juanito|que viene Carabanchel Bajo! 'a los visitantes; y empezaron a Fachada y Javierito para Cami. —Cabalito, amén Jesús .. Silencio repentino y profunds. Chupads a los respectivos ci garros. La figura pequeña, es- | muy devota la familia. Entraron, como trasquilado por la iglesia; a estas horas las puertas estaban ya cerradas y sólo quedaba abierto un postig) que se «bría en una de.las ho. jas, por la cual se colaron los 2 socios. Un enorme farol de forja y cristal alumbraba un vetíbulo del más puro estilo español, a cuyo fondo magnífica escaera —Qué más quisiera la mona, |mirriada, innoble, astuta y si-icon soberbiá baranda, conducía piñoncitos monados.... inuosa de Celedonio Rubio y Ca al piso principal habitado por hablar de tópicos vulgares, mientras el administrador gene rai de la casa de Guadaveloz ponía en orden sus papeles para encerrarlos con llaev, dando terminada la faena. Mister Davys, que no paraba de escudriñar en torno con gran des alargamientos de cuello, vino a darse cuenta de que en uno de los testeros laterales ha bía un gran cuadro antiguo. No debía ser de mérito cuando ro ocupaba sitio de privilegio en el palacio como los restan- tes cuadros de la valiosa gale- ría del Conde, pero el inglés no pensó en esto. Los dedos se le antojaban huéspedes desde que había puesto los pies en Es paña y en Andalucía —país del Arte,— y por todas partes veía reliquias de mérito y obras ar- tísticas, mucho más desde que estuvo en Sevilla y salió medio! loco de. entusiasmo ante los ; prodigoisos Cristos de Montañés ' y las maravillosas Vírgenes de Murillo y tantísimo milagro de francés, representante de los productos enológicos, el decía Monsieur de la Téte Grosse. Es taba casado desde cinco años a trás y adoraba a Carmen su mujer. Pancracio era muy hon rado, muy trbajado y muy listo Gustaba de embromar a todos, especialmente a los amigos de: confianza y el Conde y a la Con desa, que le habían visto nacer como aquel que dice, le trata- ban no con la etiqueta fría y distanciante del principal al em pleado, sino con la cordialidad llana y cariñosa que se otorga un amigo íitnmo, Aun' no había salido de su estupefacción, mister Davys y de su risa, Paquito, cuando el ¡Conde de Guadaveloz hizo su entrada en el escritorio. Todo ¡cuanto le dijeron del personaje pareciole al inglés descripción incolora de la realidad al verse delante de la prócer, alta y se- 'foril figura de don Francisco Xavier Diéz-Roncel y Velarina, conde de Guadaveloz y barón de Campal. Tenía el pelo entre cano, más blanco que negro, pe ro el color y la frescura deJ ros- tro y la viveza de os ojos acu-' saban una juventud tan pletóri ! ca como la de un muchacho, era hombre avisado, inteligente y discreto, con grandísimo trato —Este Rafaél Torres- Arias, es bría traído a la tertulia el san- el huérfano cuya historia le he¡gre gorda de Paquito el Sochan- ¡contado a usted hace un rato ¡tre? 'Personas más inoportunas ¡al hablarle de las bondades de¡hija, que siempre se habian de la Condesa... S meter donde no las llamaban! 1 —Ya, enterado. Sentados junto a las mucha- chas, que hacían abriguitos de lana para el ropero de las Con ferencias, bromeaban con ellas Y echaron a andar eectrás del Conde, y cruzaron cl uncho za. guán, y subieron las magnífi- cas escaleras, y luego de atra-|Juanito Carabanchel (alias Fao vesar varias estancias de puro|chada), Carabanchel Alto, como sabor español, donde cada muejie llamaban para distinguiro ble, cada objeto, cada pormenor¡re hermano menor, que por ser de ornamentación y de moblaje de más exigua estatura esa co hubiera vuelto loco a un anti- nocido por Carabanchel Bajo; cuario, entraron en el más ma. ravilloso salón renacimiento en que el inglés había visto en su Javierito Diéz Roncel ..n> al ia do de Caminito Rubio como hu biese deseado su empingorotea vida, y conste que mister Davys da madre, sino al de Lolita Pe- hijo de un importante empleado ña), y el simplón y buenísimo de la casa de Lord Warvell, gran señor inglés de abolengo principesco, estaba acostumbra- do a ver magnificcencias en las suntuosas moradas solariegas (castillos,palacios y aabdias) de la aristocracia inglesa. Un ¡hermoso fuego de leña de enci na ardía en una amplia chimi nea de campana,, de cierto már- mol blanco veteado de negro; ¡una de esas chimineas bajo las, tir pisotones y a carraspear cuales, en la época feudal, hila | ba la castellana, se recostaba el señor en su sillón de cuero, hacían abor as dueñas y: donce llas y limniaban las armas pa jes y escuderos, mientras un por Europa y América, que ha vador gallardo divertían con bían contribuido mucho a demo' cratizarlo, hacía que fuese una! persona codiciada en todos los! sus cantares o con sus narracio nes al auditorio en pago de la hospitalidad, de los castellanos social, el cual unido a los viajes frailecito mendicante a un tro-! sectores de su mundo, y en los otros más modestos de la clase media y del proletariado donde se le veneraba como una autori dad. Paquito el Sochantre le de finió al presentárselo a mister Davys. —Conque aquí tiene usted al conce de Guadaveioz, mister Davys. Mirele usted bien para que cuando vaya. .a Inglaterra, Sobre la campana, el blasón fa | miliar con su mote, y a un lado y a otro, en el testero, una: con ¡deso de Guadaveloz, rubia y fi na, retratada por Pantoja y o- tra pintada por Don Francisco de Goya. Ponga ahora el amigo lector todo cuanto su buen gus t o, su fantasía y su sentido artístico le sugieran: artesona- lao magnífico, tapices auténticos Paco Vélez, hijo del notario, es- tudiante del quinto curso de Medicina. La primera intención de Lucita Guadaveloz tus la de ofrecer asiento en el corro de los dos recién llegados, siquicra fuese porque su condición de solteros, aunque ya muchachos. les ponía en cierto pie de igual. dad; pero empezó Caminito, con harta imprudencia, “a repar y dor codazos a lal punto, que Pa quito, que no había perdido ápi- es, comprendió que el undecimo no estoro1”, y dijo cortando csi al vuelo 14 invitación, que va asomaba a los ojos ile aque 42 Luz, rubia y fina, como su 2 trpasada, a del 1etrato de Partoja: --Bueno, niñ. hasta Jurgo... v. nos ap resato. a mister Dav ys, a los señores respetables. Un momento después, el Con de lo presentaba, en efecto, al Párroco, a don José Zorrilla; al Regostrador y al Juez de Instruc ción, amén del perínelito don Bernabé Rubio de la Grana, pe- queño, esmirriado, insignifican- te, dominado comp.etamente por su opulenía y facherdosa consorte, aunque él alardcase sepa usted decir como es un verlmás cuadros de época (retratos dadero caballero español: hidal ¡en su mayor parte) porcelanas go y cristiano. y objetos traídos de Tierra San- Pancracio Luque salió para irjta por los devotos antecesores se acenar, dicendo que volvería [del Conde, encerrados en vitri- a la tertulia. El Conde leyó con!nas; sedas desvaídas en los hue The opening of school often means added a ispiración de la fe como deja-|singular complacencia a carta ron en la ciudad de Betis —en|de Lord Warvell, a quien cono- huellagloriosa de su paso— los|ció primero en Gibraltar y con más insignes artistas españoles |quien hizo más tarde un inolvi- Y así fue sin echar cuenta si-|dable viaje a la India inglesa, quiera en la charla de Pancra-| —Hombre!, no sabe usted lo cio Luque, se levantó de repen-|que yo me alegro de complacer te p se puso a examinar el cuaja lord Warvell, aunque sea en dro. Sea que éste estuviese colo|una cosa tan insignificante co- cado en mal sitio, que la escasa mo el atenderle a usted, lo cual tuition fees...and meeting financial strain on the family budget. There'; the matter of getting the young folks into goo0 physical trim with trips to the doctor and dentist ...outfitting them with new clothes...paying other expenses that place a heavier-than-usual búrden on the family pocketbook. Tf you need a financial lift—right now—to help take care of these extra bills, then apply for a “hrifty Personal Loan. Valley Bank Personal Loans are available in any amount up to $1000, and are easily repaid — out of exvrent income — *= small, monthly instalments. LEY NATIO: UK” luz de la lámpara con pantalla ' verde e cogiera de repelón, sea por lo viejo y medio borrado de la pintura, el hecho era que el! cuadro presentaba sólo una gran mancha negra. Mister Davys miró el lienzo con la mayor atención. —Ser antiguo, yes, pero mi, no ver bien; yo no podeg decir el asunto. Pareseg quizá la Ado ración de los Reyes...¿no? —Sí, señor —respondió viva- mente Pancracio, sin dejar de guardar y ordenar sus papeles, bajo la mirad zumbona de Paco que esperaba una de las suyas. — Eso debe ser. —¿Debe ser? — interrogó el inglés extrañado de que un hombre que llevaba cerca del cuadro tanto tiempo no conocie aun sin la recomendación de mi amigo, hubiese hecho con muchísimo gusto, baste de me- dia vez sea usted extranjero y venga a honrarnos con su convi vencia en nuestro pueblo. Mister Davys, acostumbrado a la fría tiesura inglesa, estaba casi conmovido ante esta cam- pechana cordialidad del aristó- crata, y, en su turbación, no en contraba la palabra justa; por lo cual se hubo de contentar con farfullar una sílabas ininteligi- bles que al fin resumió en un rotundo y categórico vocablo de agradecimiento, dicho en su lengua nativa. —Pues nada, hombre; utesd me considera como un ambhigo, pero no así, por pura fórmula, sino en toda la más amplia ex E CORPORAT R FEDERAL DEPOSIT INSURANC ra fijamente su asunto. ¡tensión del concepto; un verda —Sí, señor, debe ser la Adora dero amigo de todos los momen ción de las Reyes... porque to el tos y para todas las cosas. Aquí cos, un legítimo Smirma a gui. ; sa de alfombra, todo muy ricso, muy antiguo, muy lujoso, pero! icon ese gesto señoril y austero |que respiraba grandeza y buen 'gusto, sin náda chillón, ni cho carrero, ni descordante en la | armonía de las líneas y del co- lor. Ponga todo eso y tendrá una visión aproximada deel sa- lón donde se tomaba el café y se hacia la tertulia después de comer en el palacio de Guada- veloz. El único mueble moderno que se advertía en el salón era un magnifico piano de concierto, cuyos sonidos llegaron a los oí dos de mister Davys levartando en su memoria musical el cono cido recuerdo de un Minnuetto de Beethiven, ejecutado por un muchacho, que, extasiado en la interpretación, (por cierto impe cable e inspirada) del pasaje, no se daba cuenta siquiera de que sobre la tapa del instrumen to se enfriaba el café dentro de la frágil taza de porcelana del Retiro que, un momento antes, depositara allí Lucita Diéz Ron cel, con estas palabras: —Aquí tieies el café, Rafaél. Mira no se te enfríe... | La presentación oficial del in de todo lo contrario. !Pobre hombre!! —¿Hast visto, Caminito? !Q* flechazo! — disparó Cruz Zorri- lla en cuanto el inglés se hubo alejado de corrillo. —Cállate, hija, no me lo mien tes: ..!huy, qué tío pasmao!— dijo sacudiendo su bonita cabe- za, Camino Rubio, en gesto de desdén. —Mira, pues es muy de agra. decer su devoción — se achó a ,reir como un cascabel la sala- dísima Lolita Peña.— ¿No me saliera a mí una proporción igual! —Quita, tonta. El franchutte ese, más seco que un palo, tan esaborío y tan mal ángel... una proporción?— despreció nueva. mente Caminito.— !Ay! es que ni verlo. Ni con chocolate. Pri- mero de la cofradía del Poyetón que casarme con ese poste. —¿Ves tú...? Si tenéis el al. ma negra, negra, negra — de- claró Paco Vélez, rotundamente —¿A quién se le ocurre hacer padecer de esa manera al pobre señor? !Con lo enamorado que está de tí! Continuará la semana entrante Lea El Sol

Other pages from this issue: