El Sol Newspaper, August 5, 1949, Page 4

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Página Cuatro PPP 7 o PP PPP o e Noche Blanca CAPITULO XI Mil veces, en los momentos en que se dejaba llevar d edsus rabietas, alá por los comienzos de la desaparición de su mujer, se abía dico Raaél María Bel- + trán que si algo le pasaba a su hijo se las tenía que pagar Mer cedes. Estaba por entonces des que toda la culpa de la trage- dia,la tenía élla. y por lo tanto hacíala responsable de todos los acontecimentos que pudieran Un momento lo llamron para que besara a su hijo antes de que se fuera al ciely: entonces si que el dolor y el remordi- miento de Rafaél María rompie ron los diques; entonces sí que se refugió en el oratorio y allí lloro a sus anchas ante la ima- gen de la Virgencita que tenía entre sus brazos un niñito rubio de pelo ensortijado... !como el que iba a morir por su culpa! lYa nunca más tendrá Mercedes sobrevéenir en perjuicio del niño [en sus brazos un niño. Hubiera péro cuando se encontró rente!podido tenerlo, pero él, él... con a lar ealidad de la muchacha sus tonterías... Y ahora ya, nun en peligro de muerte, después[ca más, Bien claro le había di- de haber contemplado el inerte¡cho que no quería volver con él bultito que, nacidos antes de Y eso, aun contando con el la. tiempo, sólo vivió lo suiciente[zo de unión del pequeñuelo. A- para recibir con apresuramien-!hora, en que todo atadura pare to .las águas bautismales, su conciencia —en horas de ver-- dad— díjóle a gritos que sólo| él era: el grandísimo culpable de tdo cuanto estaba aconte- cía quedar por completo rota en tre Jos dos, muchísimo menos, porque ella no creería jamás en aquel amor que ni siquiera se había atrevido a confesarle ciendo. Y además de su concien ¡teniendo su repulsa. cia se-lo dijeron su madre y 3u hermana sin pa liativos. Sus devaneos tontos, su amistad con lam istress. Había hecho el in. dio en toda la línea porque en realidad no le había sacado na da práctica al “flirt” con la ex- tranjera y a causa de ella ha. bía vuelto loca a Mercedes con todas as demás consecuencias. El aviso telefónico de María Teresa llamándola a toda prisa y cidenándole, áspera, que tra jese cori él al mejor especialista de Madrid dejóle aturdido has- ta el extremo que tuvo que ser María Beltrán la que hiciera frente a todo. Cuando llegaron a la finca de los condes de Murla, María Te resa les recibió con aire fresco hermética y dura.. El especialis ta dijo a la marquesa de Vall de Ebo se hallaba muy grave y pidió consulta. A Rafaél María, a quien no dejaron entrar los médicos por temor a que la enferma se im. presionase y porque los mari- «dos siempre suelen estorbar en semejantes casos, se le antoja- ba que todos los criados y hasta los jornaleros de la heredad le miraban con rencor y con des- precio, deciéndose unos aotros: —Este hombre ha matado a su mujer a disgustos... por una cualquiera. Y lo peor era que no existía tal cosa; que ni él estuvo nunca enamorado de mistress Graham ni le había faltado a su mujer lo más mínimo... !Las aparien- cias! !Las condenad as aparien cias"! Pasaron días difíciles, henchi idos y zozobras, en que la muer te desplegab sus alas obre la casa solariega de los condes de Murla, rodando su presa, y ollí estaban María Beltrán doña I- sene, María Teresa y Flora, dis- putándole palmo a palmo la vida de Mercedes. El conde y Rafaél María pasaban el día fu “LL SUL” SEMANAS1n01 PUPULAR INDEPENDIÉNTO amargas y descubriendo el se- creto de su tragedia; y el hom- bre humillándose ante los repro ches dictados por la calentura, ¡confesando su falta, prometien do la enmieda, pidiendo perdón y ofreciendo cariño. Y la risa dura, seca, que sonaba a falsa de la marquesita, cada vez que oía cómo Rafaél María hacía protestas amorosas. Una noche, dijo esta frase terrible: —Ya puedes decirle a tu ami ga ques e ha salido con la su- ya; que ha matado a mi hijo... y que ha arruinado mi vida. ! tPorque yo ya no créo en ti, y sin esa fe mi vida será un su- plicio! Vanamente Rafaél María pretendía calmar estos arreba- tos con palabras llenas de sua- vidad y de cariño. Mercedes se enfurecía al oirlas y se encris paba al contacto de las manos que asian las suyas y se indig- naba al sentir los labios de su marido sobre su frente. Y era toda ella un grito de protesta. —-No!... 'No me beses! !Estos son los besos que le han sobra- do a élla !'Y yo no quiero las sobras de.... esa! La dolorosa rtregedia de este matrimonio ya no fué un secre tc para ninguno de los que ro- deaban a la enferma. ¿Cabía mayor humillación par el ma- rido? Ycon todo, el orgullo di Raíae María ya ny pensaba er strlevarse. Ya lo aceptaba iu- d» Solamente quería salvazla po:Gue cuanto m'ís cerca la v veia de la. muerte más violen:o se revelaba el amo” que herta entonces estuvo oz:lto dentr de su alma, insospe:had) 1:s- ta de sí mismo. al. fatiga les rendía a todus; pero tods la desafirbu con ahi.e- gación. Jamás una mujer estu- v» mejor atendida. Los criados mando cigarrillos, taciturnos Y|que rodeaban 2 Mercedes hu silenciosos. El conde solía reco-|bicyor, de confesar que ningún ger sus aparejos y distraerse |marido en el munto podía da: en sí mismo y no hallaba dis-|maycres muestras de tracción ni lenitivo para su pe- sadumbre. !Si Mercedes mori - ría, él llevaría eternamente un peso sobre su conciencíia!... El día en que peor se encon» traba la enferma recibió, reex- pedida desde Roma, una carta de mistress Graham, dándole quejas por su larga permanen- cia en España e invitándole a visitar con ella los maravillosos bosques de cerezos del Japón cuando en la próxima primave- ra estuviesen floridos. Estrujó colérico la carta y dejó escapar una maldiciones... Las noches de delirio eran du ras y pesadas para todos Turná banse en la vela. Había tam- bién una sierva de Jesús por el día y otra por la noche y por desasido de los cosas de la tie- rra que estuviese el corazón de las religoisas, no podían me- nos de tomar parte en la amar gura de este espectáculo dolo- roso. Un hombre, en la plenitud de su juventud, amarrado al le cho donde agonizaba una deli. ciosa criatura; la enferma, en su deliroi, pronunciando frases YES, Valley National Bank Money Orders | —+for any amount — mow cost only 150. No puzzling over rate charts when you buy Valley Bank Money Orders. One Money Order, one price — 156 — for any amount you want to send. bt coa cariño a su n:ujer que las que de conti nuy estaba dándole el marqués de Vall de Ebo :: su esposa. Hu biera pasado lo que pasar, »ie.1 podía perdonarlo tol» la señora rs;cue ya no se le podía. pedir más a un hombre. Cuando la gravedad dejó pla za a una convalecencia lenta y pesada, Mercedes se dio cuenta de la continua presencia de Ri- faél María junto a clla. No .e rechazó, pero tampoco manifes tó alegría. No la manifestaba por nada. Estaba poseída de un insensibilidad completa para to; do y para todos Agradecía con amables frases, con dulces scn visas a su suegra a su cuñada y: a los uyos todo lo que estaban | haciendo por ella, mas se vaia bien claro que volvía a la vida ísin ilusión y sin gozo. Así fueron pasando los días, sin una transición; y así !legó una en que Rafaél María pensó que debía incorpo.arse otra vez a su destino después de pa.:uda la gravedad de Merc :desé t15 « Madrid y dió principio los preparativos de viaje. No le dijo nada aMercedes Entre los dos había quedado rota toda in- ¡timidad Además, él temía siem pre excitarla, y desde que v0- menzó a convalecer aclaró sus ratos de permanencia junto a ella y eludió de intento todo mo tivo de charla entre los dos. Só lo hablaban de generaidades y siempre soían juntarse cuan do estaban delante los demás. Al atardecer del día en que partió Rafaél María María Tere sa entró llevándola una cesta de hermosísimas frutas y un gran ramo de flores de delica- dos tonos: nardos, rosas, Clave- les blancos... Mercedes dirigó a su cuñada una mirada interro- gativa. —¿De quién es esta maravi. lla? De tu marido, hija. Hazte cuenta de que te hace .el' amor Comienzan para ti los días de tu verdadero noviazgo. —No sé qué quieres decir...— excusóse turbada Mercedes, po- niendo la cara entre las flores. —Ya te lo dirá él. Y cuando te lo diga, no cometas la estu- pidez de lo creerlo, Ahora, por la pronta, huele las flores, —¿Pero, ¿donde está Rafnél María? — preguntó Mercedes. ¡saliendo por primera vez de su insensibilidad. —Se ha ido a Madrid a pre- parar su equipaje. Mercedes parpadeó. A Ma.:a Teresa loe quiso parecer (ue cor algo de emoción. —¿Sale de Viaje? —Se va: Roma. Ya es hora Lleva dos meses cuidándote... 1Se va a Roma! — murmuró Mercedes, lentamente. Volvió a hundir la cara entre las flores. Recordaba las horas dem aravilla de su llegada a la Ciudad Eeterna con un futuro ante ella repleto de ilusiones y de esperanzas. Sus días de triun fos, el orgulo que su marido sentía por ela, la satisfacción con que la presentaba en todas partes, el agasajo con que fué acogida por tantas personas se. lectaS..... María Teresa, ¿adivinm quizá sus pensamientos? la puso una mano sobre el hombro, cariño- samente y murmuró al besarla: —Todo eso puede repetirse, querida. La vida se renueva. Una lágrima, la primera des. pués de tanto tiempo, resbaló por las mejillas enflaquecidas de Mercedes. N ocontest3, Ya no denegó con movimientos de cabeza. Su terquedad, ¿..n esta- ¡ba cuarteando? Saió María Tc resa dejándola sola _con sus flo res flageladas por los primeros vientos de otoño. Remolinos de ¡hojas danzaban alocadamente ante los cvristales y por los <a minos iban y venía constantes polvareadas. Los árboles se tor naban esqueléticos. !'Qué triste za emanaban del ambiente y del paisaje! Mercedes pensó que yo no le xería nunca más ya no su silueta alta y fuerte junto as u sillón de convale- ciente; ya no el humo perfu- mando de sus cigarrillos en tor no a ella; ya no su voz armono sa, ahora tan grave y tan tris. te, flotando en el silencio y rom piendo las cadenas de pensa- mientos tristes... !Ya no, ya na! "sto era el fín. Lágrimas silenciosas, blandas 'odaron hasta caer sobre las lores como cristalino rocío. Den tro de su alma, estas lágrimas fecundabn el yerno y la semi. llitaentumecida por el frio del egoismo y la altivezgerminaba quizá al calor del sentimiento. xxx —El señor marqués ruega a la señora que le reciba unos |momentoS.... Se estremece Mercedes. ¿Ha llegado al fín? Asiente, con una ¡Inclinación de cabeza —no pue ¡de hablar, su voz se ha perdi- do— , y Marieta da entrada a Rafaél María, de traje castaño, guantes y sombrero en la ma. no. ¿Llega en este momento, por las trazs? ¿ O acaso se va? iBen será esto último. —¿Cómo te encuentras queri- da? Sin darle lam ano, pues no olvida que su contacto parece '|repugnar a la convaleciente. And you save money, too! For example, a Valley Bank Money Order for $150 now eosts just 15€. A postal money order for the same amount costs 604. —four times as much. Save money when you send money. Use convenient-to- buy, safe-to-send, easy-to-cash, low-cost edi Bank reos _ Orders — now only 15€ VALLEY NATIONAL BANK )NVENIENT OFFICES IN ARIZONA x* DEPOSIT IMSURANCE CORPORATION A TWENTY-NINE FRIENDLY MEMBER FEDERAL ser sl guien » a et pro VALLEY NATIONAL BAN ¡con igual embarazo. —Mejor, ya. Siéntate. —Poco será. —¿Tienes prisa? —Salgo esta noche. —¿Ya? Hay un mundo en este “ya”, que se le escapa a Mercedes. y él recoge el matiz y se emo. ciona visiblemente. —Sí: vengo adecirte adiós. Nada más. No encuentra pala bras para decir nada más. Tie ne la garganta hecha un nudo. —Hace buena tarde..— comen ta 'estúpidamente, retorciendo entre sus manos los guantes con nerviosa insistencia. —Un poco de viento, pero A «|lo sé. Aun recuerdo cómo me e- — - — o —Í. ñ ' —Ya tenemos encima el in- vierno. HE en Roma, no lo notarás. —'Creo que sin ti, voy a mo- rirme de frio! — exclama él, in capaz ya de aguantarse por más tiempo. —'!Bah! Yo no hago vacío. O- tras, acaso,; pero yo soy tan po- co brillanté, tan silenciosa, tan reconcentrada.... Y más ahora, fiesde que he estado tan enfer- ma. , —'Mercedes: para. volverte 12s? —Nada hombBe No es culpa tuya todo cuanto ha .sucedido. Fué mía. Yo no debí hamerte aceptado nunca; yo debí com- prender que. no podía adaptar- ¿Qué huria yo a hacer como e- me jamás a esta situación de es: ¡porque yo te quiero. i posa a quien no se quiere ni se permite que trate de hacerse amar. A otra cualquiera, más mundana que yo,:ácaso le hu-: > marga «desconfianza. biese bastado con la vanidad de llevar tu nombre. de gastar, de lucir, de triunfar en socie. dad. ! Las.hay tan frívola: Pero yo necesito algo más: - Y ese “algo más”, tú novhas podi- do sentirlo por m:!.... —-Te equivocas! Oyeme, Mer- cedes; no quiero irme sin recír |telo. No es para comprar tu per ldón ni para edcirte . a seguirme a Roma. Bien sabe Dios que no. Es que me debo a mí mismo. esa confesión del averdad y te la debo a ti. Luego, tú harás lo que quieras; pero antes, óyeme —Bueno... —concede con ges to de cansancio ella. A pesar del desalieñto que es te gesto provoca en Rafaél Ma ría, se decide, No quiere irse sin que la situación quede aclarada entre los dos. —Cuando me casé, eones 10) teber de saballerosi ad; pero «i me hicisras jurar—hoy que! no estaba ya, un poquito énarro tado de” ti me atrevería” a yu zarlo... ¡No te sonÍas. asi, Mer vedes; no te burles? que estoy hablando con el. corazón ¿en la mano Mira que “si “algo “e “digo que no te_parezca cierto, nó es mentira: es porque así lo .sien- to. ! No te das cuenta de que” “es ta es en-mi vida la hora: dela verdad? aX Mercedes -détuvo 'en “seco, a pesar suyo, uma sonrisita escép tica, que estaba dibujándose en sus labios. El tono de Rafaél María era tan serio, tan sincero que la impresionó. —Y luego he Mogado a querer te como ni' tú Misma sospechas como ni ye creía que llegasta a querer a ninguna mujer. —¿Cuando te has enterado, hombre? — no. pudo menos' de preguntar. con sarna Mercedes. ——Cuando te perdí. El día que desapareciste del cortijo, se me juntó el cielo con la tierra — afirmó él con lealtad. —Parece imposible, teniendo allí a.la encantadora mistress Graham... La ironía resbaia sin dejar huella. Para Rafaél María estas cosas son tan pequeñas junto a la grandeza de su confesión que ni la detienen, ni la córtan Y quizá est actitud, grave y re- cia, hace. en “Mercedes el efecto de matar de.raíz- nuevos inten- tos deburla. —Y entonces—"demasiado tar de, como he -visto “después —, comprendí lo que debía haber comprendido, mucho antes;..lo que quizá" no comprendí porque las frivolidades y lo sdevaneos, hasta mi mismo “flirt” con mis tress Graham, no me dejaron comprender. Porque para descu- brir estas matices espirituales se necesita viir en el recogimien to de sí mismos; encerrarse en 1a tome de marfil en comunión ecn el ottó yo, que es el que ha ala a nuéstro Ccórazón. Y yo an daba demasiado distraido y disi pado en cosas ligeras para d- vertir aquel sentimiento que na cía dentro de mí; pero aunque yo no lo sintiera nacer, ¿l ere. cía, crecía... y el- día--eh- que de un golpe brutalmente, la -reali dad se descorrió ante'Tmí con tu fuga, vi con asombro que “aque- Ho” “que yo no sospechaba, era algo-ya tan grande como mi propia vida. Si te digo que el or gullo no tomó posiciones, mien to. Tú me conoces bien y sabes que soy muy altivo..... —Rafaél María,. por Dios.. mumura “Mercedes, atajando con un gesto “de su mano estu confesión dura, sin paliativos, a que: se somete su marido, por propia voluntad. :'-- 4 —Si hablo, es. «para decirlo to- do. Yo soy así... Medias tintas, no. Te quiero. Ya lo sabes.¿ Q' no puedes quererme? También chaste en cara eldía en que te muy templada — asegura ella., —Ayer hacía más frío. - encontré aquí,: que si venía a buscarte no era por«ti, sino .por Fuiste injusta, Mercedes. Aquel, día yo no pensaba en nuestiw (Mercedes se estrece al percibir lá ternura de esta fra se elocuente en su simplicidad: “nuestro hijo”), sino en ti... Co mo hoy. ¿En qué quieres que piense hoy, en esta hora, en €s- te momento, cuando te ruego que te vengas 'conmigoa nues tra casa, que olvides este mal sueño:como lo han olvidado tan tos matrimonios que hoy vuel- ven a vivir felices? No está el niño que pudo unirnos, a pesar de tu rencor y de tu desamor... (Mercedes se éstremece de nue- vo, ¿Desamor, ha dicho? !Santo Dios!, si él supiera cómo le he querido, cómo le quería aún, si pudiera ceerle y olvidar!..) pero tú hablaste de otro lazo aún más fuerte y esta lazo existe, Mercedes se tapa lu cara con las manos y reflexiona. Quisie- ra Creerle; pero sienie una a- que Rafaél María tiene el es - Viernes 5 de Agosto Wé1949. y porque al fín, al conocerla me jor, estaba queriéndola. .La .da- ba un ainmensa compasión, y sus desajres a Rafaél María — aunque le dolieran porque .para algo cra madre— le parecían muy justíicados. Nada se hablo de interses. A María Beltrán, le * parecía esta muchacha abatida y silenciosa, el szermás degin- teresado de la creación y s” 1e hacía violento hablarte de tales asuntos, pueg ello le daba la- impresión de ago así como el re conocimento aáctico de lá “Sepa: ración de los dos esposos, y allá en el fondo de sí misma la se- fiora sentía una vaga *speran- za de que algún día habían isa volver a reunirse... Abrióse, pues, un opaca espera. Se vivía en dulce quíé tismo que nada alteraba. María Teresa volvió a su vida .socral ajetreada; pero no logró comven cer a su cuñada para que lalá. compañase ni a reuniones, téa- ¿No será ¡tros y bailes; ni siquiera a visi tas. Aun las que recibía Maria cándalo y por evitarlo hace tc¡Beltrán en sus jueves de «ecibo da esta comedia de cariño? No. (no solían vera la nuera. Dando “lle dice su sentodo común. Ra. [como pretexto su grave enfeime faél María tal como ella io cr [dad y el estado débil en:que to- noce, es un hombre sincero. Nr.Idavía se encontraba. Mercedes, ca ha mentido ni aun para dis-|se excusaba de asistir. Era la cuparse... De pronto, siente que |¡marquesad e Vall de Ebo en a- una voz llena de ternura y de emoción habla junto a su oido —¿Encargo dos billetes para el próximo avión, querida? Está“a punto de claudicar. Le siente tan cerca..... Pero no sa- bemos qué demonio tentador y ruin se interpone entre estas dos almas torturadas.... Sin des- taparse el rostro, dice a tropezo. nes estas frases que trunca la más intensa turbación... —Te lo agradezco.... !'Gracias Rafaél María! Pero no me a trevo -Tengo miedo. Será mejo: que cad cual tirepor un lado Seremos más. felices. —!Yo, no!!— grita él, apasio- nado.— Y si tú lo eres, €s.... por- que tienes el corazón tan seco, que ni el amor ha podido brotar en él. —'!No digas eso! — exclama 2lla,, desgarrada, mirándole con la car desencajada. —-'Si lo digo! No eres capaz de querer otra cosa más que a ti misma. Tu terquedad y tu or gullo lo dicen bien claro. No puedes .perdonar ri olvidar, por que no sabes lo que es querer. —'Dios mío! !Si no te hubiese querido: tanto, te hubiera perdo nado más fácilmente! —Mientes, mientes, eres una egoista. El María Teresa ye se lo dijo cierto día; pero élla setá llena de resentimiento y su corazón árido nc se ha querido acercar a Dios, que es en la tribulación ¡ la única fuente de consuelo. Ra-| faél María siente que le suben a los labios palabras henchidas de dolor y de amargura, que a- caso pudieran herir y excitar a la convaleciente y, refrenándose toma de pronto su actitud co. rrecta.* —Bueno, como quieras, Yo hi ce lo que pude; pero recuerda que si algun día quieres recti-. ficar yo no soy como tú; yo per dono y olvido, precisamente por que tengo el alma llena de ca qual palaciote antiguo. y seño- rial del viejo Madrid coino.-una figura silenciosa vagando -por. corredores y salones como. una sombra o que se aposentaba: ba jo los tilo sdel jardín ancestsal donde cantaban millares de ipá- jaros y revolteaban las paomás con un libro que no leía»para dejar errar su mirada. por :é+ césped cuajado de florecilas «y por los arriates de rosales y ale . líes. María Beltrán traba a-.su nuera con un tacto tan lleno de | cariño, que hasta la servidum-, bre se hacía cruces. : —!Y pensar que no la die: sía...! —se decían.— Pobre se fiora marquesa, tan joven. y tan delicada! No emparejará los a- fios, si sigue así...: —era' él=co- mentario. 7 Mercedes se adaptava penosa mente, pero se adaptaba y al fi “|nal esta vida de reclusa llegó a ser ella dulce y suave y tan a gusto a vivía que no quería ta mar en alboroques que rompie- ran este ritmo espiritual «llel si- lencio y la paz. Alguna . sa. lía en coche hacia 'las : de Madrid con su doncela lo con su suegra y. se esponjaha [respirando el puro oxigeno de la amplia llanura castellana O de as cumbres espolvoreádas de nieve del Guadarrama. Estos eran días de gran gala para ella. María Beltrán la miraba y se decía que no era posible que esta situación se prolongase; ¡pu no había derecho a confl- nar de ese modo a una criatura tan joven y tan bien dotada. ¿Pero,: !ella lo quería!. Una, indi. ferencia absoluta por todo. y por todos se había apoderádo de ella. Hasta en su arreglo personal —ella que siempre fué tan exigente— se mostraba “de una simplicidad monástica. >: Lo qu más.intrigaba a María Beltrán —que no sin inquietud seguía toda la evolución psiqui riño. Siempre que mudes de pen [ca de su nuera — era su apar: samiento, estaré dispuesto a re tamiento absoluto de las prác. cibirte. Ahora, cuídate y ponte | ticas piadosas. Iba a misa todos pronto buena.. Y.... si no quisres|los domingos y días de guardar vivr.conmigo, ya mi abogado sejy a eso se reducía todo. La reali entenderá contigo para....para....:dad de Mercedes efa muy otra 'Es.duro y crue todo esto! Se detiene dep ronto y sin darle la mano, da media vuelta y se diri ge a la puerta de la habitación. Desde allí, vuélvese a mirarla. La triste figura de Mercedes pa rece desplomarse sobre sí m!3. ma, ruin y miseraglye, y agota da, la cbeza hundida entre los brazos... —AdiOS..... Ella no le contesta; pero él no se detienz. Sale con pasos vacilantes, quep arecen los. de “un boedo y poco después ella se el niño que había” de nacer. encuentra sola 'ante el- destino que — a la luz de al ntorcha de la soberbia — ha elegido... Xxx El tiempo vilvióse frío y aspe- ro hasta el extremo de que Ma- ría Beltrán inició la convenien cia — puesto que su nuera pa- recía estar completamente re puesta — de instalarse en Ma- drid, más cómodamente de lo que lo estaban en la vieja caso na: de la Sierra. María Teresa aceptó y, Mercedes, a pesar de ser consultada, no emitió opin ión; plegándose dócilmente a. Jo que su suegra dispuso. Estaba en un lamentable estado de a. bulia. No tenía deseos ni pare- cía vivir más que como un re flejo de los demás. Con su ma- dre y con Flora, que la echaron en car otra vez su conducta loca y estúpida, no podía vivir. Ma- ría Beltrán, que veía esto, no quiso indicarle que se fuese con ellas. Le hubiera parecido algo así, como despedirla de su casa. Y eso, nunca. Por ser quien era de lo que aparentaba, oda su serenidad era falsa. Vivía en un ¡estado de inquietud: causado por los remordimientos. No dor pS tranquila, su estado de ner vios era tal que a veces gritaba por cualquier: rúidito insignidk- cante que la sorprendía. Una sorda desesperación roía su al. ma. como una “carcoma.... Una tarde, en que su suegra había salido a efectuar * visitas, dióse a recorrer las ha. bitaciones del palaciote, Habia cosas antiguas de muchísimo mérito y.muy curiosas. Su retva to, pintado por un famoso pit. tor romano el último invierno y colocado en la galería junto al de Rafaél María, de unifor- me de Regulares, la- produjo tina sonrisita burlóna*ál” pas: bajo él. Continuará la semana entrante BUEEse PRIMERA: LABANDERIA Y LIMPIADURIA 138 S., Ist. St, Tol: 4,2046

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