El Sol Newspaper, May 27, 1949, Page 3

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“EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIEN%a A e AAA Viernes a de MEJ6 Ue 1949. deseando gue la mádre yel Hijo" desaparezcan. Espera que lo ha gan de un momento a otro; pe. ro con sorpresa y contrariedad. A A 5 y hay lugar ad udas.. tía una sensación de descanso en el fondo del alma, como si de repente, perdido en una senda a través de un bosque enmara- fiado, hubiese hallado el camino — sonrie;ma idea, la marquesa se decide¡a esta mujer que se ha enamo- ella. la entrar en materiar. Justo es|rado'de su hijo cómo una idio- Y es tan deliciosa esta sonrisa |confesar que antes de hacerlo |ta? a , que la dama.comprende — a ca¡siente escalofrios. ¿Pues no la| -—Si, séñota, “así “es — declara está cohibiendo esta mucosa ¡al fín, valientemíente. Por la ventana de le: clbia sa de, Vall de Ebo. ta que se abría sobre el ático,. se. ,: Mercedes siente que le fla. veían las pérgolas. pintadas. de! quean Jas piernas. * Maquianl- azul cabalto y. una madreselva ,Juente, deja el bordado sobre la que el invierno -peló, pero que'mesita 'doride lariguidecen “las quería hinchar ya sus yemas en Mores en su jarrón de Talavera. precoz avance, y sobre. el, poye»|: “Bonito jdifón”, piensa la mar t> que circundaba la terraza se |quesa “al 'iliralló. Y no hubiése alineaban .los: tiestos de clave- sido hecésatia Ta frase ariuncia les de Flora, cuidados con mimo q de la asisterite para dárse Más allá, el. bosque de chimi».. ¿én el acto de que “esta. neas, de tejados, y de pi Fc o coi de la gran_cludad. y el paisaje/la. ma aría porq' austero y pelado: de la llanura [es tan “ásómbroso el parécido fi- castellana que asomaban me- [sico que. a primera vista se nota drosicos sus hojitas tiernas Tom; el "La muchiacha se piendo la dura tierra helada en Ha puéstó | én pie, digna y cortés] un esfuerzo por ver el sol y aso-|La mardilesa' Se-détiéne un pún- marse al mundo. to, dsóimbrada de esta distinción chosa de vivir.. En un principio, [de su fuutura 'nuéra, No 'es co- su consentimiento--fué sácrificio mo. ella había pensado. Nada pero ahora se había hecho a la |de . Es de justicia confésarlo idea y se plegaba contenta ' a la Y, iétda: las -palabrás “de su voluntad de Dios, de sa hijo cuarido la dijo aquella no- y de re nunciamiento. El precio |che: “Ya vérás cómo te gusta”... to de su orgulo, de aquella dig-; fd6l María le haya seducido la' nidad que con la cáluminia y el idéa matrimonió. y el matrimonio encántadóta uña marquesa de subsiguiente iba'a quedar harto | Vall de Elbo. malparada... ¿más qué impór- taba si a ese précio énétraba en el alcázar de la felicidad? Por- que ya para la muchacha ator- mentada, Rafaél Maria Beltrán la, no era sólamente la réabilita- ción, no era el biénestat, 'no era el amor. La generosidad del, lera iba ída — orgullosa, no ma a, Ja marquesa — en un profun do Tespéto 'hacía 'la chica y, so- bre todo, en una absóluta seguri. .|dad de la inocencia de los dos, muchacho, su nobleza, su bon- jóvenes. No: esta mujer, tal co dad, cautivaron el corazón arísimo ¿ella“la ve y la mira, no és co y rebelde de esta muchachíta |; 'mujer capaz dé dar ún tropézón que porque como un día en Jos[en matéria “de hónra. Por si el albores de su juvéntua, 'éstaba "ddr cepto pr 'tiéñe de su propio firmemente convencida de qué. hijo * :no “adonafa las afifmacio- no podría volver a querér 'nun- nes dé “este, aqui esta ella, con ca más. , Su coritinénte digno, con su fren ¿La quería €l? Segunrámer Le tiva “y 'déspejada, frente no. Ella no se hacía ilusiones la y casta, con su mirada Mas, ¿para qué le había hecho' y recta, cón su bóca récia, Dios inteligente y bonita? ¿Para |y. firme de mujércita'enérgica, y qué le daba las. armas del matri|de repénte se da cuenta de que monio, dentro del, cual, honrada 'sieido como és ella se entende- mente, podría luchar para con.|Yán mejor. Está sgura de que quistar —o como era al fin su Mercedes Sandoval la compren. obligación de esposa — el añhor|derá. de su marido? La 'inclinación que cambian —Rin.. rlin.... riin... , Mas. dos. mujéres es semejante: De la cima de sus gloriosos jigual distinción én ella, igual pensamientos trájola al suelo, de [frialdad, igual distanciamiento.. un golpe el hecho vulgar de Un|y semejante respeto también. timbrabzo insistente dado en la |La muchacha, sin palabras, ofre puerta por una mano, 'eviden- ¡ce una butaca a la marquésa temente. habitauada a que se le aguarda sus frases 'con adé- obedeciese n. seguida. . mán “aténto, en el fondo del . —¿Quién será, Señor, con ese |cual la señóra adivina un ins- aire? — se dijo. —!Mamá! dar de defensa. imamá!. Ante todo, débo presentar. —Ya, ya he oído. Ya sale Do- me a mí misma — comienza 'la lores — contestó desde la cocina | damá, la madre. —No es necesario, Es usted £ Lx la payo ¡de Rafaél María. Se —Anuncie usted a la marque-' parécen ' ustedés tanto qué nó * —. 8 Hr Compañy is ño pe "poetes ob A-1 Piléner dera a coi to Serve, arizona Die WiÑe ¿due $1, 19e. ARIZONA PAHOENIX e WNEN TIRSO ANO hontar uta ee dilad Fidel vil, reso TIEN WITS A COLD BOTTLE OF SMOOTA, SATISEVING A-1 PILSNER, “(cuenta de por qué su hijo le ha mera véz — ante que piensa cóger la puerta, ba da instante va comprendiendo mejor — que s uhijo se haya en |terriblemente? caprichado:con la muchacha Se| —A usted, que es inteligente detiene antes de hablar. Difícil |y comprensiva, no puede sor. de exponer. su comisión. A otra | prenderla que una. madre, en muchacha, acasa; pero a esta....|mi situación, tenga proyectos No es mujer a quien se pueda sobre su hijo... comprar con dinero. Ahora se daj —En absoluto. Lo sorprenden te sería que usted. no los tuvie- ofrecido casarse con ella. Mer-P'se —afírma Mercedes. cedes Sandoval no es de la.clase| —Naturalmente, estos proyec- de mujeres que se-compran _nijtos nacieron antes de... vamos, se venden. ántes de esa estúpida “aventura |y “=Sf: todo el mundo dice... [de ustedes en la playa de Pol. : —Se parece usted más a su hi|lares. ; ' jo que a María Teresa — añade¡ Mercedes se ruboriza hasta el Mercedes.. cuello, pero no baja los ojos, q' —María Teresa se parece a su|siguen firmes, abiertos y lim- padre... pios, desafiando a los ojos de Pese a todo su hábito social, [su interlocutora: y son los de la ¡marquesa está terriblemente ésta los que se abaten quizá ¡cóhibida. Hay un momento en|con un sonrojo. 'Dios y qpé difícil resulta decir eso que ella desde su casa creyó tan fácil! . z —No sé si usted conocerá a jar la escalera y echar a correr antes que resistir la mirada cla ra y limpia de la joven y bajo real. —¿Qué me contesta usted, hi- ja mía? — apremió la marqúesa Antes de que contestase Mer. cedes, sonó un timbrazo en la Puerta del piso. —Reflexionaré. —Si yo sospechara que mi hi- jo y usted se querían como de- b*n quererse dos ' personas que 'han' de casiirse; de ninguna ma nera intentaría dar este paso que voy a dar. Si me placía o no me placía la elección de Ra- faél María, me lo tendría para mi; pefo' He sospechado desde el do repentino para que yo contes primer moniento que el amor no te con plena libertad de éspiri- [tiene que 'ver en este negocio !tu.. — se “excusó Mercedes. ; que quza las cosas se pudie.! —Comprendo. No se apresure. añ arreglar sin llegar al matri-| Queda tiempo. “Penetre dentro de sí misma y decida. Los pasos de la asistencia er el corredor; la puerta que se a. bre y una voz masculina. !Santo Dios! ¿cuándo se muere una?, preguntando si la señorita de 3andoval está en casa y si pue- de recirbirle. Y mucho antes de que pme- dan darse cuenta ni, Merceúes ni la marquesa de lo que se les viene encima, sin tiempo ni pa Comprehderá monio. El se casa pur tener tran quila su conciencia; y su con. ciencia 'no puede estar tranqui. la mientras sepa que el nombre de usted está en estredicho - y que pasa usted necesidades por esta causa. Y usted se casa por; conveniencia, por conveniencia material, ¿no es eso? —¿No le solúcionaría a usted usted que esto ha sido demasia su caso un buen empleo? de su parte, la marquesa se dis pone a marcharse sin que el hi- jo se slenté primi 'pa- lante párí ¿eom —?Has traído coche, María? —Si: he timado un taxi. Abe 30 lo' te130, —Pues vas' a' “dejáfinel5; ¿qiile** res? porque yo despedí al mío la idea de volver:a pié;:pes ro. .pienso que. tendré que lelgar «un: moniento a casa de tu A a, ya lo supongo. Ya pesar de toto interés én lspurocir 'cariñdóa y amable, 'es- ta última“ frase eñolérta “una re- ticencia que molesta a 105 dós jóvenes. Después de To cuxl, la señora tiénde Su maño 'a Mercé ¡esta ducha de agua hélada expo los duques de Miralbar. Mercedes se sentía feliz y di-|de ésta cortesía nada moderrias|dor desde el trampolín. de su dicha era el apabullamiéen En etécto: comprende que a Ra ¡Asuntos de beneficencia, que lo de hácer de esta mujercita; Una. “cuerda tirante se afloja|yo a su casa — facilita Merce- en su corazón y convierten la có!des, dándose cuenta del terrible ne la mal querencia de que|aroamiento de su futura suegra ner sus prowectos; pero reac- —De vista... Y acaso, acaso los ciofía al: cabo, se decide, y se |haya encontrado alguna vez, en lanza de cabeza como un nada-[|casa de amigos comunes. Me parece que en un baile 'én casa [de Forgues... ¿no? ¿No frecuen- tan los Miralbar la casa de los Forgues? —Muy amable. —Mucho. Son parientes. —Peto he tenido tantísimo tra| —Miostambién por parte' de bajo estos ultimos dios con mis papá... La marquesa abre la boca,. la ho ido retardando. cierra después, mira a la pegas No debía usted haberse mo azórada... Rafaél María no la en! lestado.' Si deseaba verme, con 'gañó cuando le dijo que la mu Un simple recado, hubiese ido |chacha pertenecía a una fami. lia principal de su misma cla. se Además,. ese talante aristo- crático, esa prestancia señoril, no se improvisan. Tiene que ha- ber cierto atavismo. —Hace muchós dias que que- ría venir avisitarla, señorita..—; comienza... “Décididamente, inteligentis sima — se dice la marquesa.— so- Está al cabo de la cale y adi. 'vina...” —Gracias, péro me alegro mu 'chc de haber vendo yo... y espe nas amgas.. si usted quiere. Fo que hablemos como dos bus- —¿Por' qué no? —Verá usted. Yo me quedé viuda siendo” muy joven. Usted nó tiéne” idea de lo que me ha costado sacar adelante a “Rafaél María, porque ahí doride usted le ve tan fuerte y tan robusto, de pequeño se me estaba mu- riendo á todas horas. Le he cria docomo quien cria una flor con todos los mimos y cuidados, siepmre con el anhelo de que un dia pudiera ya ver satisfe. chas en él todas mis legítimas ambiciones de madre. ...Rafaél María, usted le conoce, es un mu chacho de condiciones. Además de su título y de su fortuna, po- see una carrerá brillante que ha sacado afuerza de estudios y trabajo. Eso es un honor para él y para mí, porque !'hay tanto ¡ niño principal haciendo el Enea] por el mundo! La señora se explaya hablan.! do del hijo. Mercedes siente más con 'la expresión de la mi. rada que con palabras; pero se pregunta a dónde irá a pa- rar la buena señora. Después de' mil vueltas y revueltas a la mis, Nini Miralbar. —Sí: la conocí en otros tiem. pos. Una chica muy mona y muy buéna. —¿Verdad que sí? Pues ésa jo. Si usted la conoció y conoce a la familia, huelga que le diga náda más. —Rafaél María merece mu. cho; pero, en efecto, hubiera sido un casamiento acertadisi. mo. —Rica, ilustre, guapa, simpá- tica, buena y... y llevándole a mi hijo en prenda la seguridad de tener rápidos ascensos en su carrera; porque usted no ignora que la influencia juega mucho por este mundo, q Niní es sobri. na de Carlos Medina, y éste — el marqués de Medina, nuestro embajador en Londres — es hoy ed pontífice de la diplomacia. — Lamento mucho haberme pia — empieza a decir Mercedes. La señora se hecha rápida. ¡mente a fondo y coge la ocasión [por los pelos. —Aun sería tiempo. Se miran las dos fijamente. ¡La mirada de la marquesa es implorante; la de Mercedes, du- ra y fría, ; —¿Qué? Diga usted. —Hablemos francamente. ¿Por qué se casa usted con mi hijo? —Sefñora, porque él me lo pi. dió no una, sino varias veces, Y | con tal empeño, que al fín tuve que ceder aplastada' por sus ar- gúmentos y sus ruegos4. —Sí: lo se. Sé que es usted Juna señorita en toda la exteñ- ¡sión que se le puede dar a la palabra. Y además, una mujer de bien Estoy enterada por Ma- ría Teresa de que usted se negó explico... pr U , bell! morado de usted, —Ya: pero siente remordi. boca de Mercedes. Im qué yo le guste ni me quiere, vivir en paz consigo mismo. Por eso me rogó que me casara con él. El siente sobre sí el peso de una responsabilidad; no porque en realidad ocurriera riada, que de eso la creo a usted cierta y —Desde luego: absolutamen- te convencida — afirma la se. fora. —..sino porque la gente ha carnos el diente, y calcule usted lo que se me espera a mí pásar, teniendo que vivir de mi traba- jo y expuesta a que uña señora de Lóriga, por ejemplo, me va. ya siguiendo los pasos para ma lograrme todos los empleos. —Bien. Esa es la verdad, ¿no es así? Mi hijo se casa por dar paz a su conciencia y usted ¡e admite porque necesita vivir. Francamente, con crudeza, sin paliativos.... . | Mercedes desfallece; sus ojos .se empañan. ¿Cómo le dice ella ra cambiar una mirada, Rafael - María Beltrán entra en escena, sónriente, alegrísimo, un poco pálido quizá a causa del viaje y des, da un par de e tl “dh —No sé... de di dé 0 ra de Rafuél María —Piense usted si mi hijo me- rece el dafñio que involuntaria. mente le va usted a causar. —Entoncés conocerá usted aj era la novia elegida para mi hi-|. a casarsesFué él, el que insistió [entredicho? con una obcecación que no me|de dignidad). sonrisa irónica frunce la [Porque tal como yo la conozco a —No: no me la explico.. DOr- rebajar hasta colocarla 'a un'n- que Rafaél María no está ena-|vel de ínfima servidumbre a al ientos de conciencia y no por.|de su hijo. —!Ah! ¿Pero ústea 'admite?...l y se me ha ocurrido venir'hoy, |Pór —¿Yo...? —¿De veras no se le na ocu- rrido 'a usted nunca pensar que ¡gl matrimonio con una chica que está en las circunstancias de usted. podria tener lamenta- bles repersusiones en la carre- ra de Rafaél María? —Yo no... no sé.., no —En la carrera diplomática tienen importancia muchos pe. el madrugón, mas con aire de completo optimismo. La actitud de las dos mujeres esde un criminal cogido con las manos en la. masa. El las mira sin asombro ni extrañeza '(sos. pecha, acaso, está más enterado de lo que parece del paso que acaba de dar su madre?) y sólo un leve fruncimiento de cejas da un. indicio de su inquietud. —Pero, ¿de dónde sales, hijo? queños "pormenores que en otra- l= pregunta al fin la señóra, a- *profesiones són de *ndole pura-¡brazándole cariñosamente, aun- ¿mente privada y personal, ¿com 'prende? Y yo ño creo que el he *cho de ser su padre lo que es. y estar condenado 2 lo que está por lo que usted sabe, favorezca nada a Rafaél María si se casa con usted. Por lo menos no se le permitirá ocupar pingún pues to de confianza... Mercedes ha apoyado la cabe za sobre el' respaldo de su bu taca. Sus rasgos se crispan en un dolor que conmueve tambiér, ta la marquesa. .—Perdóñeme,- hija mía, que la puesto... que toda ella es una palpitante sospecha. -—De Roma, mamaita. Acabo de llegar en avión. .¿Qué tal, querida? (A: Mercedes, estre. chándole la mano, que encuen.! tra fría, y envolviéndola en una mirada inquisitiva a favor de la: cual descubre el. aturrulla- miento de la pobre muchacha). ¿Y Tonín? ¿Sigue bien? ¿Y tu madre? ?Y Florita? : —Todos bnen, gracias. El ni- ño, en el colegio, ya fuerte y re gracias a ti — no pue. tran en* + «e de sobre lá caia tutca y Mercedés se estremece * el cambio * EA “su riovio: Yo no es el muchacho alégre, despreocupad lo y optimista “que antés pareció a te los ojos de su' un hombre serio, grave, casi hosco, aplastádo: por el 'péso Je —¿Quieres decirme 'a qué ha venido mi madre, Mércedes? — pregunta secdmiente “como un juez, —Ya te 'lo há dicho: “a coro: ¡ ríne. a turbación de Mercedes “és tan manifíésta “que provoca ¡una sonrisita “irónica en Rafáél María, a, muy mál, querida. exito...? atra cdónes que sí. Quie. rés tapár a 'mi madre, discul. parl. —é qué había de hacer yo ¡haya hablado con tanta crude- de menos de declarar la joven,|todo eso? za. No era mi intento hacerla sufrir; pero era preciso decirlo. lla con voz ahogada. —¿Comprende usted, verdad? ¿No pensó en ello, no es cierto? Mercedes deniega con la ca. beza, os ojos cerrados contienen las lágrimas y el corazón se le para en una arritmia loca para comenzar a galopar después. La lucha es dura. !Ay, si no fue Se porqué media el amor, cómo terminaría Mercedes en dos pa- labras “arrojadas al “rostro de la imprudente señora! Pero está por. medio el carifio que siente por Rafaél María y comprende que esta mujer — su madre — tiene el derecho de defender lo que ello cre que-son las conve. niencias y la felicidad de su hijo. —Yo había pensado buscarle a usted una colocación digna y ¡lucrátiva. —¿Dónde? | —En mi própia casa. e pare ce a usted bien? | —¿Yo.. en su cas? :—¿En qué sitio- mejor para dar ún mentís a la gente y para cerrarles .la boca a los maldicien tes? ¿Quién que cónozca a la marquesa de Vall de Ebo es ca- paz de ' Pensar que “júnto a ella 'admita en un cargó de confian- za a una persona que está. en (Con orguilo lleno —Búeno, ¿y en qué empleo? usted. no comprendo que quera mujer que después de todo ha estado a “punto de ser la esposa no, señora, sino porque quiere|¿Usted consiente...? —Hable usted antes. ¿Qué se, ría yo en su casa, señora? ¡envolviendo a Rafaé] María en una mirada de gratitud que él fruncir la dura boca de la mar- quesa. Está diciéncose la señora pa- ra su saya que le han explota. do; que vese a su aspecto dis- tinguido y ..ctocrático han e. jercido resdeviv a él una especio de estata: ym han abusale de su generosidad.. !y él!.. el muy infeliz, dejándose cazar por és. tás! !No quiere calificariasi En este momento y en contradi2- ción abierta con sus apreciacic. —Porque “eres muy búéna 4 muy noble, y no quiéres poner —Comprendo — murmura e-|recoge con agrado y que hace¡cizaña entre una madre y un hijo. —No, no lo creáis. Es verdad que tu madre vino “solo “por verme. 'Un día' u otro” tenfa: que llegar a eso, ¿no crees? —No, no lo creo. Venir a cano certe, sí, pero conmigo. En el "ac to prototolario de pedir tu ma- no. ¿Pero sola? !Qué impacien- icia tan inexplicable... dada la poca simpatía que ha manifes. tado desde el prmer momento por nuestro casamiento! Ella no nes de un rato antes, la marque ha venido a algo más que tú no sa se siente injusta. Los celos la devoran, Agarraría por el cuello a esta bonita muchecha a la cual está mirando embob2.. do su hijo y sería capaz de re torcerle el pescuezo. Así. —Me. alegro. Pues yo vengo... (con aire de naturalidad que engaña a las dos, pero que no hubiera engañado a María Te- resa) con una comisión de mi embajador; un asunto urgente y délicado. He tenido ese honor.. —¿Para muchos dias?— insi. núa la madre, recelosa. —No: me marcharé pasado mañana. --Ya— respira 12 marquesa. —¿Y a qué debo, immamá, la sorpresa para mí muy agrada. ble de encontrarte en esta casa? — pregunta con toda la inten- ción de un toro viejo Rafaél María. quieres decirme. «No 'seas mal pensdo Rafaél María, Tu madre es una señora .Iuy, correcta, muy señora, Ha ¡Sentido de repente la corazona- ida de venir a verme y sin discu tirlo consigo misma lo ha hecho Conste que le estoy muy agra. “decida. —¿Si?...¿Y de qué hávetó Hás bládo en la eñtrev! A —Pue s..de...mil bed 1Qué sé yo! —¿No se le: ha ocurrido por ¡casualidad decirte que no debes lddsarte conmigo? —No...(!Qué suplicio Señor! Tener que mentir así tan desca- radamente bajo esos ojos escru tadores e irónicos que parece q" la están desnundando el alma. La pobre muchacha quisiera ¡verse siete estados bajo tierra “ántes que 'pásar por esta dura Por dueña de sí misma que «s¡prueba.) la señora, no logra evitar una ligera turbación que el joven recoge. No le ha engañado Ma. ría Teresa. —Sencillamente, he querido conocer y saludar a tu novia; ya ves qué coincidencia. : Rafaél María, pasa su brazo un momento por encima de los —Mi 'amíga Íntima, mi secre-| hombros de la muchacha “que dado en tomarlo así y en'hin:| taria, mi señorita .de compañía;¡está azorada hasta el punto de lo que usted quiera llamár a la|no hallar la palabra y con alar- persona que ha de poseer mi [de de ternura — que si es simu confiánza, mi cáriño y mi osti. ¡lado puede conceptuarse como mación y que ha de vvir a mi¡la obra maestra de un gran có- lado, no en la servidumbre, sino,mico— la atrae hacia él, decla. como una hija muy. querida. Si Irando con acento infinitamente usted cede a mis ruegos, yo le suave y lleno de apasionamien- ¡prometo que no olvidaré nunca to (Dios, y qué farsante, piensa EN lo que. haga. La pausa intérminable que siguió, pareció que iba a eterni. (maravilla? zarse,' Desde el fondo de su yo, ¡Mercedes se rebelada contra el[cha un lío, de puro aturrulla. “destino después de haberse he- cho la ilusión de 'ser la mujer de Rafaél María. Estaba deso. rientada. En un momento no cambia el panorama de una vi. da sin producir honda perturba ción. Dolíale perder aquel amor recién nacido, cuya correspon- dencia era cosa tan problemá- tica todavía, pero a la vez sen- 1 ercedes) —¿Y qué te ha parecido esta —!Por Dios!.. (Mercedes, he- da.) —¿Porque vas a estropear mi carrera? —NoO.... —¿De veras no ha dicho Ae de eso? No: no es nécesatlo que te pongas colorada ni que llores tan poca, “cosa. Parécé mien. tira. ¿No me dijiste úna vez qúe no tenta nervios? '¿Púes 'a qué todo “ésto? . —!Entre todos vals a volver. me locá! —giómó Mercedes de- rrumbándose áfligida sobre los seg con Ya no sé qué ha: . ni a quién oír. yoo querida; no te és. fuerces en “encubrir” a mamá.” Precisamente 'estóy adúí porque María Teresa tuvo ayer” a una conferencia “te ciéndome lo ue preparava mt madre. —Eso, precisamente: una ma|ge ravilla — de clara la señora, esta vez sin »»mbra de reservas mentales. — Tenías razón en todo cuanto he hablaste de el —'!Cuando yo te decía! clama satisfecho Rafaél María. En el ambiente vibra una an- |: gustia opresora. Mercedes está

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