El Sol Newspaper, May 20, 1949, Page 4

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Página 4. A 5 5 5 5 : ústed que me casaré más ena- morado? ¿Qué tendrá más que usted la muchacha que me elija mi madre, vamos aver? —Será rica. —No me hace falta la riqueza de nadie. Con la mía me sobra. . —Y tendrá pergaminos. —No intente usted decirme q' usted no los tiene, porque me he documentado y conozco per- fectamente todo el árbol genea- lógico de su familia. —¡Bah! Nosotros nunca nos hemos preocupado por eso. So- Blanca —¿Por qué? ¿Qué le fasa a se metió en dond» n> le incum-imos más..... modernos4. Tonín? lbía y se mezcló con quienes no —Bueno: el que ustedes nó —Está muy malito. ¡dería. Ya se lo decíamos en “a|se preocupen no tiene nada que —Es así la tragedia? No: hay sa. Sólo Dios sabe el martirio Q'lver para que existan. algo más. Bastante más. Y no'hemos tenido con él durante los| --Su madre de usted ho que. porque él no crea a Mercedes capaz de sufrir con la, enferme- dad de su hermanito, con ser muy grande. —No se aflija usted. Es una contrariedad desde luego. Van a tener ustedes malas fiestas. pero no hay que asustarse mu- cho por los chiquilols. Yo lo sé por los de mi hermana, que tan pronto se están muriendo como están hechos unos diablos. A lo mejor no será nada. ¿Vino el médico? —Vino. Sí. —¿Y qué dijo? —Pues que es una bronconeu | monias muy grave. —Pero' las: bronconeumonias se curan si se acude a tiempo. —Y si se dispone de todos los medios necesarios... — dijo: al fin Mercedes, dejando escapar toda su amargura. . —.Ah! —murmura Rafaél Ma ría, comprendiendo. —No tenemos recursos para hacer frente a este golpe. Ya nos veíamos bastante apuradas para vivir sin mi sueldo, conque calcule usted ahora, con una enfermedad grave a la cara... ted lo que vamos a hacer noso- tras con cincuenta pesetas! ¡Y. para eso como quien hace un gran favor! ¡Y con qué frases! des. Rafaél María Beltrán se que- —Le aseguro a usted que no puedo “más. — declara vencida. La expresión de seriedad se acentúa en el rostro del mozo. pertinente y pesado, yo volvería sobre mi tema.... —Diga usted lo que quiera. Ya todo me da igual. es una consecuencia de nuestra desdichada aventura. —¿Y qué? —Pero, ¿usted cree que a mí me van a lucir las Navidades; que voy a sentirme contento; q' voy a vivir tranquilo, ni ahora ni nunca, sabiendo el trance en que se encuentra usted por mi culpa? Yo tengo la desgracia de poseer una conciencia muy delicada. Claro que esto a usted Vle parecerá extraño en los tiem pos que corremos, pero en el ¡tres años de guerra... ¡Mire us-|rrá nunca. —Y yo no seré nunca línea di visoria entre una madre. y un hijo. —¿Quiere usted dejar este ex peo por mi cuenta? —¿Pero está usted hablando da mirando fijamente a Merce.|en serio? —Más en serio que nunca. L:ame usted a su madre. —¿Qué súbito es usted: Mi madre está ahora con el niño y Si no me juzgara usted im-|nn creo que tenga la cabeza pa ra ciscifrar jeroglíficos, —¿Jeroglíficos? —Naturalmente, ¿Es que cree dido con una chica casi desco- |la pesao viuda cr ás usted que no ha de pareccrle un'nocida; ni una muchacha decen¡Ebo aparecía contragdas y dura —¡Ah!!! ¿Pero es que no sa. be? —Ni una palabra. —Ya.Entonces . volveré otro día. ¿Cuánd»? —Lo mejor que puede usted hacer — ya se lo dije ayer —es irse a Roma cuanto antes. —No se me escape usted por la tangente. Mañana vuelvo y de paso que me entero de, la sa- lud de Tonín, hablamos usted y yO... > y —iQué pesado! —¿Y no hay un amigo, un pa mundo siempre hubo de todo y, -—Dele usteda su señora ma. riente, que les pueda ayudar? —se indigna el mozo.. —Hay- algunos que me soco. rrían, pero quizá el precio de ese socorro me pareciese a mí demasiado caro. Y la familia no «quiere nada conmigo desde que mi padre hizo la estupidez de mezclarse con la, gentiza. Yo lo comprendo. —Pero ustedes no tiene la cul pa de los desaciertos de su pa- dre. z —Si; pero nuestra familia, gente de una traición muy lim pia, no le perdonarán n a él nia nosotros esta torpeza... Has- ta ahora mismo, que vengo de pedirle una ayuda a una Na mia, madrina a la vez, no he comprendido cuál es nuestra ver dadera postura respecto a la fa- milia. —No lo comprendo: es absur. do. Por encima de todo, y dán. dolea la justicia lo que sea su- yo, la sangre debe hablar. —Pues no habla. Es lecir, ha. bla para humillar y para ofen- der; pada echarle 2 una en cara Cada uno es como Dios lo ha he cho. Usted cree que yo soy de una generosidad excesiva al ¡proponerle que ponga usted re- ¡medio a su situación casándose conmigo y no es así, Mercedes. No es generosidad de mi parte, no es caballerosidad, no es un gesto romántico de hidalguía ni mucho menos: es solamente un enorme egoísmo, porque yo sé de cierto que si no me caso con usted y pongo punto final a todas las calamidades que es. tán padeciendo — si no por-mi culpa, por mi causa — no he de tener un minuto de paz interior Y yo soy de las personas que no pueden vivir si no tienen el es- píritu tranquilo y reposado. Mercedes le mira de hito en hito mientras habla y va dicién- dose “in mente” si no estará un poco chiflado este muchacha q' la está proponiendo lo que cual quiera reputaría por una tonte- ría enorme. —¿Y usted sería capaz de ca- sarse, así, sin estar enamorado, por una imposción de las cir. dre el paquete. Que se lo guar. de al niño para cuando esté bue no. Y ahora, teniendo en cuen- ta que yo soy un buea1 amigo, no se niegue usted a aceptaz u- na ayuda. Si usted quiee, y pa- ra que no le resulte ta nviolento a su o:gullo, a título de prés- tamo.... Ella se enciende'cón un rubor que la llena de sangre hasta los ojos. Por un momento, su maánc, instintivamente, se escon de entre los pliegues de su fal. da, como si el contacto de los bi lletes que Rafaél María Beltrán le alarga fuese algo que le re- pugnara. Perod espués la reali- dad se impone. Piensa en el es tado del niño, y como si el adi. vinase $us pensamientos, es es. te también el supremo argu mento que invoca. —No tiene usted derécho a privar al niño de todo lo que ne cesita. Sería para usted un re.¡! “iencasa él. Tá no sabes has |osp9?, mordimiento si se muriera... Mercedes cierra los ojos: Alar- ga sus dedos finos. Nunca has- ta ahora se ha dado cuenta él cunstancias.? —¿Por qué no? Si me caso a que pregonan esa raza que ella gusto de mi madre — como se. parece menospreciar. Rafaél Ma guramente será mi final — ¿cre'ría Beltrán pone en esta mane- pecados que no ha cometido..... Si mi padre faltó, ya está pur- gando lo que haya hecsho, y a má me parece muy bien. Porque * BANK-BY-MAIL SERVICE Is a Real Time and Trouble Saver —— Banking-by-mail is a con- _venience-service which banks have developed to save time and trouble for their busy customers, and to make banking easy for folks, everywhere, who find it incon- venient to get downtown during regular banking hours. When .you bank by mail you can choose your own banking hours,” «and your nearest mailbox becomes your personal “teller's wiridow. This fast, easy, safe service lets you make deposits or withdrawals from either a checking or savings account, s without leaving your own home or office. Wherever you live, whatever your working hours, you will find banking by. mail is a real time and trouble saver. And, of course, you can open either a checking or savings account "by mail, too. Just drop a note to our nearest office and we will send you full information and " a supply of Bank-by-Mail envelopes. LLEY NATIONAL BANK WENTY-NINE FRIENDLY CONVENIENT OFFICES IN ARIZONA * VALLEY, NATIONAL BANK cita temblorosa unos billetes q” “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTA A ,simpatía avasalladora... Y en ellárecibe sin mirarlos. Casi no vano Mercedes se esforzaba en puede murmurar un “gracias” demostrarle qu eprecisamente que se le estrangula en el sofo.|esa riqueza y ese título y sas co que la invade. El la pone carifiosamente la mano. en el hombro, le da unas palmitas amistosas y anima, za- lamero: —No sea usted criatura. Nada hay que parezca a ga- lantería en la actitud francamen te fraternal de Rafaél María. Ella se da cuenta de que él pro- cede con toda rectitud de inten- ciones. No piensa ella como no- vio probable. Es un deber que tiene que cumplir, y ela, en el fondo de su ser, siente la com. pleja amalgama de un. descanso y de un despecho. —¿Hasta mañana? —pregun-|cigarrillo y se entretuvo en ha- ta él, insinuante, desde la puer ta hasta donde ella le ha segui do, como un autómata. —Haga usted lo que quiera.... —dice aturdida, xxx La madre, cuando recibe el dinero — cantidad exhorbitan- te que él ha dado, como tía Pe- pita dió cincuenta pesetas, sin prestarle importancia — siente «sobresalto. No es frecuente ¡que un muchacha sea tan esplén —Todo lo que le pasa a usted ¡jeroglífico la petición de uste? ¡te debe admitir de cualquiera una cantidad semejante. Merce. des, protesta, trata de explicar le a la señora cosas difíciles de ¡explicar para el criterio honra- do, recto y un poco anticuado de la madre. Y el remat*, no que- riendo descubrir su secreto por n) carle a la señora un nuevo dolor, afirma ¡ avemente: —Rafaél María cs muy rico ¡rico, mamá. El da esto —y su mano seña: con dewdén los bi. lMetes), cor*.» s1 no diese nada. —No es eso niña. r- es eso. Es que n «tras n) d+ ten os ad. mitir de un desconocido. —Rafaél Maria Beltrán no es un desconocido matrá — respon de con arrogancia la muchacha —Para mí, sí, aunque para ti sea un amigo, ño muy antiguo tampoco. —Para una madre no puede ser nunca un d23.nocido el no- +3 de su hija. está dicu». Ya está erta e a suerte. Aura Dios hará lo “ur ás. —=-¿Eh-? ¿Nov:n? ¿Un mucha cho rico novio tuyo? Mira, mira, no me vuelvas loca, hija. Ten conocimiento y no te fíes, n) va yamos a tener algún disgusto. Ese chico'vendrá a pasar el 1ato contigo, y tú has debido admi. tir ni un céntimo suyo, ¿me en- «iendes?, porque eso le da Aere- ¿ho a él a... - Nu me ofendas. mamá. Ni : + CUÉ punto es bu. o y decen tu ese muchacho. No seas infeliz. —¿ ¡e convenve'1 de la bon. “ka de pedirme en matrimonio? --(:eételo. -T*afiana mismo. —Para engañam s a las dos: Júyami. —Eso sería ser un canallita y un sinverguen +1. Y Rafaél NMrría Beltrán ha sido siempre u». («.ballero. + ..Ltando lo ve1 lo Creeré; pe lv si te pasa alg» no dirás que no te di a tiem; un toque de £tenc'ón. -—i eñiana haolaremos. XXX El día fué dificil para Merce-|y la sabía soberbia, inflexible, | Comprende, des. Un mundo de sentimientos encontrados se arremolinaban hasta hacerla perder el juicio dentro de su corazón atormenta. do. La mañana aun se pasó sin sentir, ocupada en ayudar aj cui dado de Tonín y en salir a la farmacia -a comprar lo necesa= rio; pero cuando llegó la tarde y el doctor visitó al pequeño, adelantando la esperanza de poder dominar la dolencia, al aflojarse su tensión, de espiri.- tu con respecto a su hermano, reaparecieron con más potencia sus propios problemas. Se enca minó a la iglesia y se instaló en la eapilla del Cristo. Allí se estuvo. enredando y desenredan do e lío en sus pensamientos du rante varias horas hasta que de cidió seguir la corriente de los acontecimentos y ponerse en manos de Dios. Que hiciera de ella lo que quisiera según sus doesignios. Yal terminar el ejer cicio del rosario, se retiró a su casa un poco más calmada. Su noche fué la de un calenturien to. Durante ella apenas durmió una hora seguida sin despertar se con sobresaltos nerviosos. El despertar era horrible siempre, al darse cuenta «de la realidad que se le avecinaba. ¿Por qué? Flora, con quien se confesó al levantarse no lo comprendía Rafaél María era un chico es. tupendo. !Ojalá se hubiese fi- jado en ella! Además, rico, con una carrera preciosa, con una condiciones del pretendiente e- ron lo que la asustaba al com- prarlas con su insignificancia. Y sobre todo el bofetón sin ma- no que era para su orgullo cso, de casarse así, para tapar las bocas. maldiicentes.... !'Quién se lo tenía que decir a élla! !Ya no se podía llegar más bajo! Pero fuere como fuere, lá suerte es- taba echada y Mercedes era de las que una vez adoptada una determinación no se vuelven atrás. A CAPITULO VII Rafaél María Bedtrán sacudió con cuidado la ceniza de su » Viernes 20 de Mayo de 1949. una ratonera? ¿Te há enredada una aventurera? !A tí, con tu mundo, con tu experiencia de las mujeres, hasta con tus cos. tumbres siempre intachables! ¿Qué has hecho, Rafaél María, quéhas hecho para tener que sa crificarle a esa mujer tu vida? tu carera, tu nombre tu....? —'Por Dios, mamá, basta ya! No insultes a quién no conoces. Voy a casarme con una múcha cha excelente, bien educada buena cristiana, formada en el dolor y apta para encararse con todas las dificultades de la. vida. Ya la conocerás y me darás tu opinión. Verás como rectificas. Y ahora, puesto que te debo una 2xplicación, voy a dártela. Así podrás, mejor, hacerte cargo de quién es ella y de la clase. de obligación moral que tengo que cumplir, La señora cerró los ojos, dis- cer con ella un montecito en el cenicero de plata sobredorada qué como isla fulgurante en mar de esmeralda sobresalía de: | puesta a oir de esas historias terciopelo de un tapete verdc.Isucias de las que tanto abundan Una lámpara en cuya pantallajpor desgracia en postguerra, y cierto pintor celebre habia repro ¡Rafaél María Beltrán, escogien- ducido escenas del Quijote, p-¡do sus palabras para presentar nía con su luz discreti una no-¡a Mercedes a los ojos de su ma. ta de elegancia en el magníficojdre bajo el mejor prisma posi. despacho de puro estila Renaci-|ble, comenzó a contarle su estú- ¡miento auténtico? y a los refle [pida aventura, con todas las cor | jos de esta lámpara la cara de[secuencias que se habían deriva do de ella. xxx no sabemos si por un efecto de| — ¿Y dices que ella no ha luz o por un. malhumor que no querido aceptarte hasta ahora? se cuidaba de ocultar. Ss ma —Desde el primer momento ros enjoyadas con soberbios «-|me rechazó. nillos de brillantes —unas ma- —Por lo menos ha demostra- nos que sablan su belleza y es. do ser decente — confesó la tudiaban sus gestos — se pren.|marquesa con un suspiro de a. dían nerviosas a los brazaletes|livio — Pero no veo la .necesi- del sillón de cuero cordobés, y|dad de que te cases con ella. sus ojos, llenos de cólera, iban|Creo que con scolo que se le hus 'a engarzarse como un mordisco |cara una colocación lucrativa, ten la cara grave y fría del hijo,¡quedarías bien. Y yo cumpliría quien por primera vez se le de-|mi palabra a los duques de Mi. ciaraba en rebeldía. ralbar, gue están confiados en —¿No quieres decirme la ver-lque te comprometerás con Niní. gGad entonces? — insistió la se.| Rafaél María conocía a su ma fícra. dre y su madre no le conocía »= —¿Qué verlaá, mamá” él: ésta era su ventaja. Ella —¿Son cuentos de la gente [creía estar aún,en aquellos dias no? ¿Chismor:eos? anteriores al Alzamiento en que —No. Es cierto lo que te han|l2 manejaba como a un chiqui. dicho: que me vics1 con Mer. |llo que era; pero ahora, madu- cedes Sandoval aye:, en el Pa.|rado por la guerra y por la vida lace. Que a 2lla y a su hermana | militar, el hombzre estaba for las presenté a algunas de nues|mado y su personalidad tenía tras amistades, "también es cier. [Unos trazos serios y rígidos, de b uva energía que en fin de cuen —¡Qué valor! Pero, ¿has perdi|tas era atávica, puesto que 2 da el sentido moral? su madre la heredó:. Miró a %: —Y esas nuestras amistaies | marquesa de arriba abajo y res. encotraron encantadoras a las|puncié fríamente: dos hermanas — tezminó con fle? --Has hecho mal en adclaniar ima Rafaél María -— Si eso es io] »a dar tu palabra a los duques que te han dicho, verdad es. ¡sín haber contado antes coniii- —Hay algo más; algo que nc | 7); porque yo tamo.%1 he dado puedo creer, ¿ la ría a Mercedes Sandova!, y —No sé. vay acumplirla como un hom ,-—Que presentaste a esa...se-[972 de honor que soy. fiorita.... ¡bueno, la llamo seño-| —¿Aunque yo no quiera? rita por llamarla algo!.... como| —Lamentándolo con toda mi a tu futura esposa. ¿Es verdad|2alma, pero aunque tú no quie. ras, mamá. Rafaél María sonrió apenas; | —'Rafaél María! !Que estás una de esas sonrisas con los la-| hablando con tu madre! bios cerrados que se ofrece unc| —No te falto, mamá. Es que a si mismo. Estaba preparado |2stos asuntos son muy persona- de la delicadeza de estas manes| “44 de sus intea:imes el he-[para el chaparrón y lo recibió con un estoicismo que dejó a. sombrada a su madre. —Sí, mamá. Es verdad. El silencio que siguió a esta declaración duró bastante. Por dos o tres veces quiso hablar la marquesa; pero sus labios, tem- ¡blorosos de rabia, se volvieron ¡a cerrar. sin dejar escapar otra cosa más: que un leve gruñido. la situación hubiera resultado les, y creo que te estás extrali. mitando un poco, ¿no te pare. ce? ; -—Bueno, pues óyeme bien lo que voy a decirte: o ella o yo. —Rafaél María se inclinó fría mente ante su madre. do ya. —'!Desagradecido! ¿Hasta ese punto la quieres? . —Si la quisiera; si sólo por —Siento decifte que he elegi- — — A A e rr fras tope era de un sencillo buen gusto que hubiese bastado ¡Para acreditar de elegante a Merfcedes si ya no tuviese bien Estada esa reputación. Todo he ¡cho en España; todo rico como correspondía a la novia de Ra- faél María Beltrán. Ya scabía Mercedes que toda aquella gu- nerosidad no era para-ella, sino por respeto al apellido y a la po- sición «social. Pero aunque ella estaba segura de esto, nosotros hemos de objetar en favor del novio que no estaba en lo cier- to, porque el hecho de que el marques de Vall de Ebo se ca- sase con ella.... por lo que se ca- saba, no excluía el que se sin-* tiera orgulloso de su belleza; de su elegancia y de su distin» ción. Hubiera necesitado para ello no gracia o no tener ojos en. la cara. El sabí aque Merce. des honraría su casa y su ape- llido; que en ningún momento cometería una pifia de los que a diario cometían tantas y tantas niñas “bien”; porque Mercedes mujercita del día, era en el fon do una tradicionalist convenci. da y había sido educada por su madre en un respeto hondo ha. clatodas las cosas repetables por muy pasadas de moda que estuviesen. Mercedes Sandoval sería -sin discusión una marque- sita encantadóra: el mejor flo. rón de la casa de su marido. Y llevaría su nombre con la dig nidad y el honor que merecían, aunque otra cosa pensara la suegra. : Rafaél María Beltrán se había marchado a Roma pasadas las vacaciones de Navidad. La boda se había fijado para el mes de marzo. La marquesa viuda, des pués de la borrascosa entrevis. ta que tuvo con el hijo, ya no volvió a abrir la boca ni en bien ni en mal. Aceptó las felicita- ciones de sus amistades —mu- chas de las cuales conocían a Mercedes Sandoval de otras é- pocas — con una gravedad que no decía nada en contra del'no- viazgo, pero que tampoco invi. taba a hacer comentarios y lle. vó la discreción de gran señora; que no se rebaja a dar a nadie el espectáculo de sus disensio- nes familiares hasta el extremo de pararle los pies a la señora de Lóriga, quien, deseaso de enredar la madeja, !cómo iba ella a consentir que la odiada Mercedes, que le había desbara tado el casorio con Elenín, se llevase aquel premio gordo de ¡la lotería matrimonial!, había ¡Conseguido ser presentada a !a marquesa en casa de unos ami. gos comunes. El gesto de la se- fiora de Lóriga se le murió en los labios la insidia que tría hilvanada. Y no hubo nada que hacer. Esta tarde de mediados de e- nero — tarde traslúcida y hela- da de invierno madrileño, con nieve en el Guadarrama y sol en las calles, —Mercedes bordaba unas cifras bajo una corona en ciertos juegos de seda, muy sen. cillos, que aquella misma ma- fiana había terminado una cos. turerita necesitada del vecinda. rioa quien estaba dando todo el trabajo más sencillo de su ajuar recordando los dias amargos y ¡duros en que ella buscaba tra- cómica sí no fuesé' por las con-¡cariño me casara con ella, me .Pajo y no lo hallaba. secuencias .inquietantes que de ella se pudieran desprender. Ra faél María conocía a su madre insobornable. —Pero... pero, ¿te has vuelto loco, hijo? — pudo decir al ca. bo. : —No mamá: es decir, creo q' no. Vamos, a mi me parece que estoy en m: juicio. <—¿Sí?..Pues a “mí, en cambio, se me antoja que en Leganés los hay más sanos.que. tú. —Son opiniones. Ami concien cia, se me antoja que en Lega. nés este es el acto de mayor cordura que realicé en mi vida. —¡Vamos, no! Vas a decirme que se trata de una calaverada de muchacho, ¿verdad, Rafaél María. Siento no poder decírtelo así mamaíta.* Ya sabes tú que yo no fuí nunca calavera. —Pero.. ¿tu has pensado?.... ¿Una chica pobre, desconocida, con el padre 'encerradó por....? ¿No comprendes, infeliz, que eso daría al traste con tu carrera? Lo unico que comprendo es que tengo una obligación moral que cumplir con respecto de esa señorita y que es aclase de o- bligaciones para un caballero, para un hombre de conciencia, están antes que todo. La señora se irguió, asustada, más asustada de lo que quería aparentar, y le temblaba la vrz cuando inquirió, sorprendida: —¿Has dicho una obligación moral? | —Eso he dicho, —Pero, !tú! ¿Tú has caído en sería más fácil complacerte y dejármela; pero con mi concien cia “no quiero transacciones. mamaíta, ¿cómo te ría yo que ser feliz con seme- jante peso encima” Ya te lo ha contado todo; ya cnoces mis puntos de vista... Compréndeme. Tá eres inteligente y eres bue. 1a. Ponte en el caso de esa pu- kre criatura... . —No pierdas el tiempo. Nun. ca transigiré con una nuera co. mo esa. e Se levantó rígida y se alejó dejándose a Rafaél María solo en el despacho. Encendió otro cigarrillo y se recostó en el si- llón murmurando: . —Bueno: hemos sorteado er primer escollo. Debe estar furio. sy pero la conozco,. Ya le pasa. Enesto se equivocaba el mozo La contrariedad y la ofensa — ella lo tomó a ofensa— le lle- garon tan hondo que echaron raíces een su corazón. No era mala la marquesa; pero siem- tía un desmedido orgullo por su nombre y por su abolengo. Guildermina tuvo razón cuan do dijo a Mercedes que jamás la señora de Beltrán consentiría en un casamiento con la niña de Lóriga. !'Cuánto menos con esta muchacha detestable. desde todos los puntos de vista de la ambición y de las conveniencias xxx Mediaba enero. En el cuartito de estar, Mercedes bordaba con mano primorosa la cifra de unos juegos interiores; su equipo, 1 costeado sin restricciones ni ci.' ' La belleza aristócrita y Yina de Mercedes Sandoval resaltaba en el marco discreto del lindo cuartito alhajado con los pocos muebles — muy buenos y de es tilo — que lograron salvar del desastre de su casa. Un enorme ramo de alelíes blancos y de vio letas gigantes llenaba el centro de una mesita donde la mucha. cha ponía sus hilos y las tijeras Eran las flores que diariamen. te enviaba una floritas elegante de Madrid 'por encargo del no- vio. A Rafaél María no se le ol. vidaba un-pormenor, y todo el que hubiera seguido paso a pa. so el desarrollo de este noviaz- go, hubiera purado que el mu. chacho era un novio perfecto, enamorado hasta las orejas de su futura, Así lo pensaba la por tera de la finca, que veía subir losramos de flores —cada día de un color y de distinta varie. dad, pero a cual más bonito — todas las mañanas, hacia las ¡nueve, a un botones diligente y menudo; y la asistenta que Rafaél María impuso a su futu- ra suegra, lastimado de ver a la señora descender a trabajos du- ros y ordinariotes, a los que no estaba acostumbrada. Era es. pléndido Rafaél María. Por su gusto, hubiera traído el ático un par de sirvientas competen. tes; pero la señora y Mercedes se opusieron de un modo tan firme que no se atrevió a in. sistir. —Ya hablará bastante la gen te...No quieras que hable más... —r0gó Mercedes. Y él cedió. A

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