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Mercedes estrecha la mano rumoreando. un “bien” que: ape nas le sale delos labios. Está. sorprendida por una intensa: e- moción. - Ecco sen, la; de, cómodamente instalada. aL due bilidad y el sufrimiento que la ponen. en estado. ridqculo..de.. sensibilidad que no puede do- minar. , El la: mira, .escrutador, y no ta en ella: ese. aspecto de- cansar - cio y laxitud que acompañan a los vencidos en la lucha <coti- d'ana. Toda una tragedia: se lee sin: palabras eñ. los ojos tris teg y en el. gesto. fatiz>do de: la beJlz muchacha El: la: conoció ar.mosa, valiente, haciendo. ca ra + la vida; y ahora: punta- piés. Lá mirada es? utadora. du- ra solo un momento. vuelve... a guiñape zamorreado pero es su ficiente. Rafaél Maria se inquie ta. Necesita .saber, Ella, rompe al fin el silencio, conv 03 opaca y lacia: ... —Yo do suponía en Roma:.. —He venido a pasic las Nay dades) con: mi' madre, ¿Quiere en trar y tomaremos cualquier co- sa? — invita. Ella se mira non. tristeza: el. trapecito- raido,. el. abrigo. estric peado, los zapatos. con medias * suelas. —No; ahí: no.. Voy demasiado! mal. . —Siempre es. ústed una mu- chacha muy elegante. Aun con nu pingo lo sería usted. Es algo que no depende de la ropa...ob. jeta él, galante... —No: no. quiero. ponerle a. .us ted en ridículo. La». gente es co. mo es. No voy vestida.como pa ra acompañar. secretarios de: em bajada. Ya: nos. veremos... más despacio: cualquier día.. de «estos: El se da cuenta de que ella: re»: husa una entrevista, -¿Por qué? Y se muestra. exigente, con: una. insnstencia carifiosa, que al fin quebranta los reparos de. Mer- cedes, La llevaré a usted .en mi coche a su casa y por el camino hablaremos..— dice él. —No sé si... . —N...0o vaya usted, adecirme que no: eso es corriente. Y den tro del coche no se ve si su ata vio es o no más o menós última moda.Ande, usted. cho y éste comienza a dejar res e] A Second Balhroom Y PL y % wanted a second bathroom-because you know every- member.ef your family would bene-- 1it.every day by this: extra conven- ience... Now you can, have it. The A jalguna —-el lindo juguete so-ldo fuesen: bre el asfalto de la plaza. Un suspiro de descanso se le escapa a Mercedes -al sentirse len los.pies a causa de aquel deambular inutil y se encuentra cansada de pensar y de hilvanar. planes que no han de realizar- | se. Se dice que ha sido necia ne gándose de casarse. con Rafaél María; que esta sensacióón de seguridad y descanso. que la in- ade ahora pudo haberle dura- do toda la vida. Se hubiesen acabado las luchas, el infructuo so correteo, las humillaciones el dolor de saberse impotente para ayudar a su madre, la. ver. guenza de ver como una. aureola de maldicencia iba minando su nombre sin que ella pudiera defenderse de tales acusaciones De todo eso, la hubiera. puesto a salvo Rafaél María si ella no hubiese sido una tonta. Al notar el suspiro de alivio del a muchacha, él, sin volver. se ni distraer, sus ojos del cui. “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTEÁ PS verdad y sin embargo él la pre-! sintió cuando le ofreció a. ella; casarse. , 3 por las calles sin objeto fijo, can sada ya de buscar y no encon- trar. —¿Madame se lo dijo a usted¡- Hay un desaliento tan inmen- así? —Asíi. , —Pero, madame, no sabía...... A madame le ha debido contar alguien. —La seoñra de Lóriga tenía miedo de que se contaminaran sus hijas con mi sola presencia y como al día siguiente tenían que oir a probarse unos modelos “exigió”, no encontrarme cuan. —¿Así, la despidieron a usted como a una...criad? —Ni siquiera eso, porque a una criada se le da tiempo a buscar otra Cosa.. | —¿Y después? ¿Qué pasó des pués? La voz de Rofaél María era se ca, dura, cortante. Mercedes se dió cuenta de' que había come- tido una imprudencia al hablar Con los hombres no se puede ju gar. Intentó recoger: selas. —¿Para qué quiere usted sa- berlo? Todo esto no son más q' miserias... El despecho de una madre que esperaba atrapar un buen marido para su hija; el odio hacia la que cree que le ha malogrado. sus proyectos. Nada de importancia. Son cosas tan viejas como el mundo y que es- tán pasando todos los dias. —Cuénteme lo que pasó des. pués — insistió él, cefiudo; sin hacer caso de las divagaciones de Mercedes, dominado por una so en el gesto y en la voz de la muchacha, que Rafaél María . |se siente conmovido.-!Pobre- cria tura Ella sabrá los tragos que habrá pasado y que se estará pasando Piensa en los dias ho gareños de Navidad... ¿Cómo serán las navidades para esta criatura desdichada, afligida por un dolor y una injusticia. falta de recursos, quizá pade- ciendo de hambre y necesida- des? El ha venido a buscar el calor de su madre desde tan le jos, sólo por disfrutarlos en am- biente de: hogar y he aqui a es ta criatura infeliz, que sufcirá en el suyo una tortura cuando el niño pida el turrón que va comprar a sus compañeros y vea a su madre privarse de to. das las abundancias y los rega- los a que ha estado acostumbre da toda su vida..... El coche ca. mina por una amplia avenid: con árboles a uno y otro lado. Rafaél María se vuelve hacia Mercedes y su voz es áspera cuando para ocultar yu emoción quiere decir de un modo trivia! léa frase que le tiembla en. los labios desde el principio de su ¡charla. 1 | —Ahora comprenderá usted porque le dije que se casara ¡Conmigo. Todo esto lo presen- ¡tía yo y me admira que usted [no lo pensara porque no es us. ¡ted ninguna ingenua, —Tiene razón — confiesa. e- dado de. conducir entre el laberi,1dea fija y 'un deseo de saber. la bajando la cabeza anonada into del tráfico, observa: —¿Muy cansada? E —Sí, mucho — responde, Mer cedes, cerrando los ojos y. recos tándose contra el respaldo. del asiento. —¿Muchos modelos que expo- ner hoy? . —¿Modelos...? trabajo en casa de madame Pe- tuois. —!Ah, - no? (con sorpresa que no logra disimular). Y ella, amargad, s esiente a- traída como pór una fuerza su- perior a romper el dique de sus reservas y contarle todo. lo. que le está pasando. No reflexiona ven los consecuencias le esta: im prudéncia. Se deja. arrastrar. so lamente por la necésidad de descansar en alguien su: fardo de pesadumbres. —No: me despiideron. —¿La... despidieron? ¿Quién? 5. —Madame. - —Pero...¿por” qué? ?Qué hizo usted? —Había dado un escándalo, comprende? Sí: había. dado un escándalo y no podían tenerme en la casa. La casa es una casa seria y de uña reputación - muy bien sentada de moralidad; y si me, se exponía a perder.la clien tela. te, chorrea de las frases de Men. cedes. Rafaél María, no se atre sin. prisa|ve a comprender toda.la terrible: in Your Home 12 y able, it's just :, property. with —Nada. ¿Qué había de pasar Que busqué otra colocación. —¿La encontró? ¿Está usted ocupada en ella, ahora? —No: no estoy. ocupada en ella ahora. También me despi. / da. : —Además, la señora de Lóri- ga, es implacable. Por lo visto ¡se ha propuesto hacerle a us. “ted la vida imposible en vengan A E - —os tos en ningún sitio. Y ya, casi más por usted: que por mi. Su: madre de usted puede enterarse ¡ ¡brá hecho daño. creemos. Flori. por la señora de. óriga y... —Mi. madre no. recibe ni cono lamidad una encima dle otra, Dios Santo! —'!Qué sé yo! Algo que lo ha «a lo encontró cuando vin del ce a la señora de Lóriga; mi ma-!almacén acaparrado y mustio. der es de los que seleccionan sus amistades — dice con orgu- llo Rafaél María. —De todos: modos mi amistad la puede perjudicar a usted. —En los dias que corremos esas cosas ya no perjudican a nadie, —No insista usted. Siempre perjudica algo con visitas a un buen casamiento el que un mu chacho ande en lios... —!Váyale usted a la gente con distingos! —-Pero usted no es un lío! —Veo que ha aprendido usted hasta demasiado bien: la lec- ción de experiencia que quise enseñarle. Al comienzo, se sen tía usted llena de audacia y de un desdén hacia los opiniones ijenas que me asombraba; y 1hora, de repente, se llena usted de escrúpulos como una beata., —No se enfade usted, por Dios. e tiende la mano. Es la estre- cha de mala: gana. Está muy contrariado: —Que pase usted. felices pas- cuas consu madre y con su her- mana::. —añade- suavemente, Mercedes. El, se ablanda, estrecha otra vez la manecita. fría... —Permitame ofrecele a.su hermanito unos. dulces mañana, ¿quiere? No me niegue usted eso...— suplica. —Bueno: si es. su gusto, —¿A qué hora vendré? —Toda la mañana estaré en ca — se conforma ella. Sabe que hace mal; que no ebía volver.a vera este mucha la dieron... en cuanio se enteraron za de no haber querido yo atra cho a quien la calumnia ha enre de “lo que había hecho”. Había|car al matrimonio con su niña.| dado con ella en sus mallas; macín;, conmig» — las hijas del Háneno — y n:.. era conveniente. —Me alegro: je saber todo es.| to. ¿Y Juego? Sigue. Mericues contanu” su calvario. Es Ya un torrent» des bordado. Sus palabras fluyen de sus, labios con una facilidad que habla + en claro de su sice ridad. Rafaél María indignado, oye el relato de todo este obseu ro calv:::io dela muchast; ”.. busca de un empleo y se crispa suando ella !e dice que ha ser. vido de. doncella en una, can —¿Y usted no sabía mis se- fias? ¿Por qué no me escribió a Roma? Ella, no responde. Baja la ca- beza, confundida. Y pasado un rato, se dice así misma: —Acaso debí hacerlo. -Ust2d es un buen amigo.... Pero. yu soy 'orgúlloza y antes de recurrir a usted para que usted pensara tra situación... —¿Quiere usted no decir más mente. — ¿Y qué hace usted ahora? —Nada. Ya lo ha visto. Pasear SS With low-cost. financing avail- economy to make the repairs and improvements that willincrease the beauty, comfortand value of your home. Look over your a buyer's critical eye. List the repairs and improvements :« needéd. Get an estimate of the cost building" supplies dealer. Then, come and apply for “ToWwcost FHA fi- nancing to repair, “improve or mod- “Pernize your home! ? No sé. Ya no muchachas jovencitas en el al. (Y mal la veo a usted. —No me asuste, Rafaél María ,—suplica. ella, decaída. La voz del mozo se suaviza repentinamente. —No, no quiero asustarla. Es que tstoy muy emocionado y yo cuando me emociono me pongo que parezco un cardo. Es que no he podido oír todo lo. que us ted me ha contado y adivinar lo que no ha querido contarme, sin sentirme atrozmente indig- nado. A la señora de Lóriga le arrancaría los moños, palabra... !la cacatúa indecente! Y no sé de lo que sería -capaz para darle una respuesta adecuada a- toda su maldicencia.... 'Mercedes, Cá. sese conmigo! —Por Dios. | —Pero, ¿por qué no quiere ¡usted? —Ya se lo dije en Pollares. Por muchísimas razones. Una de ellas, la primera quizá, porque yo me quedaba en ella, mada| QUe lo hacía. por explotar nues- ¡usted no me quiere...y porque yo no le qui ro.. . * —Esono es cierto. De amor, ro nos une simpatía recíproca y una estimación mutua. —¿Cree usted que eso es bas. tante? —Perol o menos es la base. —Su madre no me perdonaría nunca el obligarle a hacer un casamiento desastroso. —Mi madre no tendría más re medio que aceptar el hecho con sumido. —¿Así, a la tragedia? No: pre fiero trabajar. —¿ Y que la rajen de arriba a abajo? —¿Si me casara con usted no me rajarían? *—Pero como usted no lo oqria se podría reir del mundo. —No. Rafaél María Ahora me nos que nunca, Hasta usted mis mi me despreciaría al pensar que me había casado con usted al verme ancorralad. No. —Es. usted *cabezona. —Mucho. Desciendo de batu. rros. Un antepasado mío fué Adelantado ' Mayor de Aragón... —Por culp ade usted yo no tendré ya en mi vida ni una, ho ra de tranquilidad. —No sea exagerado y en lu. gar de casarse conmigo, busque me una colocación en algún si. pero es tan sincero, tan genero- sojtan noble... ¿quien le dice q' no? !Y se alegrará tanto Tonín, pobrecito! !Al menos el nene tendrá turrones! j Sube él la balilla. oPnel el Pie en el acelerador; marcha suavemente, sin ruido. Encima de portal, ella se queda viendo como sobre el cristal trasero la mascota .— el gatito negro con un -collarcito. rojo — se tamba- lea com oun péndulo. CPITULO VI Subió las escaleras, despacio Auúnque no quisiera confesársee lo, había sufrido una enorme emoción. Arrastraba las piernas tambaleantes y se paraba a res pirar a cada descansillo. Cruzó el principal, donde vi- vían unos nuevos ricos, que es. tabán amasando una fortuna desde que acabaó la guerra. Trascpuso el priméro en cuya puerta la placa lustrosa de un Se le ocurrió tocarle y le eicon tró caliente. Se quepjaba de do. lor de cabeza y le acostamos. El pequeño estaba amodorra- do, con los ojos cerrados y la res piración jadeante. La madre, inquieta, se volvió hacia Merce des. —¿Y tú hija, encontraste al. go? —Nada, mamá. —'Vaya por Dios! —Flora animó, valiente: —No hay que desanimarse. Ohora son malos dias. Nadie piensa mas que en el pavo y a Viernes 13 de Mayo de 1949. KA a a doy. el aguinaldo. En época normal, la madrina le “estrenaba”” cincuenta duros pero entonces Mercedes era una niña rica. —acias, madrina. —Y a, ver si. es-el: último sa blazo porque, hija, entre unos y otros no la dejáis vivir a una —Procuraré que sea.el último, madrina. —¿Por qué no te casas? —¿YO?.. —Hay muchos señores de ci rta edad que se-casarían- en. cantados con. una muchacha co. mo tú: ¿Quieres que te- arregle. con-un señor que yo conozco? Precisamente el otro día me es, ¡taba diciendo que... Mercedes corta un poco busco —Si yo quisiera. casarme. así, los turrones. Cuando pasen fies!ya estaría casada ... taS.... —Buenos pavos vanos a' tener nosotras... — selamentó la ma. dre, afligida — Estamos sin un cuarto... y con la enfermedad de Tonín por aguinaldo. —Podrías ir a pedirle algo a 'tía Pepita — dijo Flora enca- rándose con Mercedes... —¿Tía Pepita? Bueno. por lmí.. Pero la última vez que es. tuve me dió a degañadientes cin cuenta pesetas comó quien da una limosna y al entrar me pre guntó: “¿Vienes a darme otro sablazo..? —Yo iría — insiste Flora. 'E- res su ahijada y bien mirado tiene obligación moral de soco. rrerte. —Tía Pepita no me perdoria- rá nunca el que antes de la guer a no quisiera casarme con el sobrino de su marido. Yo pre fería a Somoza... Un timbrazo.. Luz en el recibi. dor, la puerta ques e abre... Un caballero elegante vestido de azul marino, cn beun gabán gris sonrie a Flora.. é —ola, chiquita, ¿quien hay anfermo por aquí? ¿Como estáis todos? Las ha conocido apenas noti. “idos. No han cambiado de mé dico a pesar de su pobreza y el doctor tiene compasión de sus sus cuentas. Seguramente, en su fuero interno, eftá la decisiór de no cobrarles nunca; pero pre- fiere no decirlo pod no agravia: susceptilibilidades. —Todas cestamos biein, doc: sor. Es Tonín, que se ha puestc -on fiebre de momento. —Conque Tonin? Vamos a ver ERAN La puerta se cierra lentamen te después de naber visto al do 2 como se pierde en-la anchz «Spiral de la escalera. Luego, “las tres mujeres se quedan zn :ndose desoladas. Flora sosti- =- en la mano varr'as recetas. —Hay que comprarlas en se. abogado de fama se metía por|”Wida. El doctor vendrá mañana los ojos, el segundo, el tercero, tel cuarto....Los pisos se advina Una amargwa: intensa, hirien: sandeces? — corta, él, brusca-|puede que no nos queramos, pe-|ban confortables y bie lumina ¡dos de perfumes caros y un to rrente de risas y palabras va- cias y frívolas, que ella debió pronunciar tantas veces y que ahora se le antojaban horras de sentido. Los inquilinos de los áticos no tenían derecho a su bir en el ascensor. Mercedes con tinuaba su penosa subida como en un sueño. Le parecía que salía de un cine donde acababa de ver la proyección de “una pe- lícula de emoción intensa y lla mó al fín apoyando el dedo so bre e el timbre de su puerta. allá en el tejado. Oyéronse pa- sos precipitados tras de la puéer ta y la voz de Flora, quebrada y débil, que decía; . —Ya debe estar ahí!! Abrió Florita y. se encontraron las dos cara a eara. Aun sin ha blar su.hermana, Mercedes tuvo la intuición de que en su casa estaba aconteciendo .algo. —¿Cómo- has tardado tanto, mujer? -— preguntó Flora en un reproche — Mamá estaba preo- cupadísima, » j —¿Tan tarde es ya? (Mirando ,el reloj de pulsera de Somoza, que se aprieta a su muñeca delicada,.) -— Se me paró... —No es por tarde precisamen tio donde no conozcan a la se.¡te. Es que Tonín se ha pesto fiora de Lóriga. —Ya veré. Se lo diré a María Teresa. ayer? malo y... —¿Malo Tonón? —¿Qué le pa- ¿Sabe usted que vino sa? Y corre desalada ai cuarto del —No, no lo sabía. De saberlo, |nene donde la madre estaba “la hubiese ido a ver. —Bueno: estamos a la puerta de su Casa, si no me equivoco, Vive usted en un barrio precioso ¿Nos volveremos a ver? —Es posible. A lo mejor nos encontramos. —No: así, no. Necesito tener la seguridad de verla a usted; necesito saber cómo van sus asuntos. ¿No comprende usted ponsabilidad? ¿Por qué no nos vemos en cualquier sitio? poniéndole unas: compresas de agua fra sobre la fente, —¿Hola, hija que rato me has hechop..asar! — se lamentó . la madre: E —¿Qué tiene el chico? " —No 'sé: fiebre. Mucha fiebre —¿Habéis llamado al doctor. —Desde luego. Le estamos a- guardando. Ha dicho que ven- drá en cuanto salga a. hacer la que pésa sobre mí una gran res|visita de la noche... —¿Y como ha sicdo esto? Ya no se acuerda de su can- —Por no necesito que se so.isancio Siempre generosa, sólo metan más nuehtras. cosas; por|piensa en el niño, en la atribu que después de aquello, a usted |lada madre... 'Bienvenido seas y a mi, no se nos debe ver jun-'mal,' si vienes solo! !Cuánta ca a primera hora y neceesitará ver el efecto. —Ire yo a la farmacia — dice Mercedes. . —Pues 'pásate por casa de tía Pepita y sea lo que Dius quiera. A mi no me queda más que es te dinero. Dile que no quererros que nos dé nada: que nos pres te lo que. queda y en cuanto amanezca y abran en la casa de empeños iremos a empeña: los solitarios de briliantes. —!Mamá! Tus pendientes de novia.... -— protesta Florita. —¿Y qué quieres, hija? ¿Qué dejemos morir al pequeño? (la madre, sin lágrimas, pero paté. ticva). —Tieine razón. mamá: prime- ro es el chico. Ahora vuelvo. ==. decide Mercedes. Ñ Coge el abrigo, maquinalmen- te. y se encuentra en la mero sin saber cómo, arrastrando las piernas, agotada, desfallecida, “muerta de hambre y agotada por tantas impresiones En su cerebro baila como un, polí chinela una idea loca y su sub conciensia repite sin cesar una frase que es como el motivo: de esta sinfonía desu tragedia.: “Por qué no le habré dicho que si a Rafaél María? En casa de Tía Pepita la es- cena es cruda y desagradable; la eeterna historia de los parien tes ricos que se sacuden zomo moscas a los parientes pobrees cuando acuden a su licitar su protección. Al fín, como quien hace una gran cosa, la señora, que viven en un piso magnífica con seois criados y dos automó. vilse, que no piensa en el cua. viles, que no pieensa en el cua: dro le su primo yque se siente molesta y de que Mercedes lec haya estropeado la disgestión laboriosa de una cena opípara, le alarga un papel de cincuenta peseas y le echa a la cara esta frase: A s > —Y dile a tu madre que no es menester que empeñe los so sitarios. —Giacias, madrina. —Hasta cuenta: de que te dog el aguinaldo. En época normal, de que te tragedias y demora el sobre de|: 1 —¿Y no quieres? ¿En qué piensas? Sería la solución de tu casa... No*seas novelera y ten unp oco de sentido práctioco, hija, que me parece que estáis las tres, hacitndo el 'indio. A Mercedes le sube hacia la garganta un chaparrón «de pala bras fuertes y para no proun- 'ciarlas decide cortar en seco la 'entrevista. —Bueno, mádrina, ya lo iré pensando. Buenas noches. —Que no sea nada lo de To- nín. —Gracias. xXx Cincuenta pesetas! ¿Para q' habrá con cincuenta pesetas.? Y el sueldo de Flora agonizando ¡y aun bastantes dias por delan te hasta que cobre el nuevo mes Y ella sin encontrar colocación. HRabrá que empeñar los: solita. «los de mamá. Y precisamente icuando viene de empeñarlos a la mañana siguiente disgustada e ver la 1r=isoria cantidai que le han dado por-eltos, desespez cada y imuctia, se encuentra ar enttar en su-casa con el anun- «io «inesperauo. 'Ya no se acor. * taba de que tenía que ven!.' «Ahí tienes a: un” mucha:ho muy elegante v “muy bien * y,e te está esperando — anuncias Florita, sonrienc u —¿A mí? —Me parece que ha de ser el e tu aven“ura. Es guapo, chka - simpático. Si es él, no com rendo cómo no te has de.idito A casarte. ? —Calla. Cállate. Me- volverte oca. Es ya como un estr.b-.o wef:ase... — p: testa Mor+'es zapándose la crra con las-duz “anos. —Entra. —¿Hace mucho que eso na? —Aun no habras tu vue:. la quina cuando paró su co:*.2 3 la puerta. Yo estaba en la u.c tra y le vi. “iene un. Balilla 11. viosos. Mercedes, sin entrtenerse a más, pone en: la mano de Fl.ra el papel de cim:enta pe :tas. —¿Sólo .ert0.? — pregutr e desolada. Mercedes le responde con un gesto de impotencia. —¿Y para qué tenemos: con-es, to? No valía la pena de ir apa sar un mal rato, porque ya Ssu= pongo que lo habrás pasado,: Co - nozco. a tía Pepita... —Yo os lo. dije; pero eso no tiene importancia Atiende a. lo que haga falta. , Maquinalnente, se alisa el ca bello, se humedece los lablos, $e estira la falda» y entra en 2l cuarto de estar donde sentado con un libro entre las manos adivina a Rafaél María Beltrán —Siento haberle hecho espe- TA vió Se levanta él, de un salto, sorprendido de la' alteración de esta voz -conocida. !Dios Santo! ¿Qué puede haberlep: asado más desde ayer a hoy a esa criatu. 1a? La mira. Tiene miedo de adivinar lo que hay-en el fondo de las pupilas sombrías. ?Des.. esperada? ¿Un alma que vactia entre tinieblas, perdido el run bo en una hora difícil? : ¿Qué pasa a usted Merce: des? — casi grita en voz baja, toméndola ansiosamente las d::s manos. Ella se desase, áspera. ¿A mí? ¿Qué quiere usted que me pase? —No. sé cómo la veo... “—Aprensiones, de usted. Todo hoy es igual que ayer.. , —Más vale así — contesta :4l si nconvencerse ni mucho mex nos, sino más escamado a cada * instante. — Aquí le traigo lo: prometido para su hermanito, Señala un voluminoso paque te con la envoltura de cierta -: acreditada confitería que al en trar dejó sobre una. mesita de labor. Una angustia, y un dolor que toda su: fuerza de voluntad no logra contener, asoma a las pu pilas de la muchacha, extenuas da, agotada, rendida. —!Pobre.Tonín! Mucho me -. temp. que no llegue a..come:se los bombones y eu turrén que us. ted le trae. , 3 >