El Sol Newspaper, February 11, 1949, Page 4

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Página Cuatro. AA o e A A A a __— El CANDELABRO - ENTERRADO Cada comunidad a que el multo de los sentidos conmovi- mensaje había llegado con tiem'dos. Pero ninguno, ni siquiera po, elegía a un hombre de us medio como delegado a fin de que asistiese con los demás a la llegada del candelabro a Bizan- cio y participase de las delibera raciones. Y todos los que fueron enviados se estremecieron de di cha y bendijeron el nombre de Dios. Parecíales maravilloso, en su pequeña existencia obscura, que da ordinario transcurría en peligro y necesidad diaria, que el superior,, se atrevió a ir al encuentro del esperado. Perma- necieron aguardando con la res piración retenida, y cuando Ben jamín, conducido por Joaquin se acercó a la casa parecía por su barba alba y la potencia de su mirada, obscuramente bri. llante, a Samuel conducido por el niño, la figura de un patriar- ca; el verdadero señor y maes- tro del milagro. Estalló enton- ellos, pequeños mercaderes y [ces incontenible, el entusiasmo obreros, pudiesen particinar d trn milagroso suceso y ver al refrenado: —¡Bendita sea tu lle gada! ¡¡Bendito tu nombre!! — hombre que Dios había guarda-|le agritaron jubilosamente. Ro- do, visiblemente, para el acto |deáronle precipitados. liberí¿tador. Compraron o piúie ron prestados ricos atavíos, co. mo si fuesen invitados a una fiesta, ayunaron, se bañaban y oraban a diario antes de par- tir, para recibir el mensaje, lim- pios de cuerpo y alma, y al ini. ciar el viaje, les acompañaba la comunidad del pueblo, o.de la ciudad de cada uno en todo el primer día de su caminata. En todos los lugares que atravesa. | ban hasta llegar a Bizancio, o- frecíanles los piadosos alber. gues y recolectaban dinero para el rescate del candelabro. Orgu- llosos y misteriosos como emba jadores de un poderoso rey, mar chaban estos pequeños mensa: jeros de un pobre pueblo y débil hacia Bizancio, y cuando se en| contraban en la ruta y la pro..; seguían en común, discutían excitadamente lo que sucedería, y cuanto más hablaban, tanto más se agitaban. Y cuanto más se conmovían mutuamente, tan ta más seguridad adquirían to-. dos ellos de que llegarían a ser testigos de un milagro y del — desde tanto tiemp oanunciado— cambio de suerte de su pueblo. Y ahora esperaban todos jun. tos en el oratorio de Pera, un turbulento y ardiente enjambre de hombre ques hablaban, se excitaban, vaticinaban y pre- guntaban. Por fin llegó exhaus to el niño que habían enviado impacientes, agitando desde le- jos ya un lienzo sobre la cabeza en señal de que Benjamín Mar-. nefesh, en ansiado huésped, ha bía desembarcado de un bote procedente de Bizancio, Los que todavía estaban sentados, se le 1 Besaron su vestimenta y las lágrimas rodaban sobre sus mejillas aper gominadas, se empujaron y a-. pretaron para tocar, cada uno, devotamente el santo brazo, que el candelabro del Señor había destrozado, y el superior hubo de colocarse como protector, de- lante del anciano, ya que de lo contrario le hubiera aplastado el excesd de los hombres embria ' gados. La fogosidad de su fervor pia doso asustó grandemente a Ben jamín. ¿Qué querían, qué espe- raban de él? Fué presa repenti namente de temor ante la carga de la inmensa esperanza que depositaron en él. Defendióse suave y perentoriamente. —¡No me miréis así!, y no me envanezcáis, a fin de que no me envanezca yo mismo! ¡¡No esperéis milagro alguno de mi! ¡Conformaós con esperar pacien temente! Pues es pecado exigir un milagro como una seguridad Todos dejaron caer la cabeza, sorprendidos de que Benjamín hubiera adivinado su pensa. miento más oculto. Y, avergon= zados de su arrebatada impa- ciencia, apartáronse silenciosos, de manera que el superior pudo conducir a Benjamín hasta el lugar que le estaba preparado, un asiento cuidadosamente aco modado con almohadones y vi- siblemente elevado sobre los de más. Pero de nuevo rehusó Ben jamín: —No, no me enaltezcáis. No quiero sentarme en lugar espe- ci;al sobre vosotros. Pues no soy más que todos vosotros y quizás incluso, soy uno de los más in. vnataron rápidamente, los que|(significantes en medio de voso. en. ese momento habían estado|tros. No sol nada más que un gritando y disputando, se queda landiano a quien Dios sólo ha ron mudos y a uno de ellos, vie dejado exigua fuerza. Sólo vine jísimo, le abadonaron las fuer.|a ver y a aconsejarós. Mas no zas: cayóse desmayo en el tu- esperéis milagro alguno de mi. “EL SOL” SEMANARIO POPULAR ¿INDEPENDIENTE Dóciles hicieron según era su voluntad y sentóse entre ellos, el único paciente en medio de la impaciencia de los demás. Só lo entonces levantóse el jefe de la comunidad para saludardo: —¡La paz sea contigo! ¡Ben. dita tu salida! Nuestras almas se regocijan de verte. te. Luego prosiguió el superior con queda voz: y —Recibimos las cartas de tus hermanos de Roma, que nos a- nunciaron tu llegada, e hicimos todo lo que estaba en nuestro poder Hemos recolectado dinero de casa en casa y de lugar en lugar a fin de que se consiga rescatar la Menorah. Prepara- mos un regalo para disponer los sentidos del emperador a la cle mencia. Dispusimos lo más pre cioso que poseemos, una piedra deltemplo de Salomón que nues ¡tros antepasados salvaron des. ¡pués de la destrucción del tem. plo, y queremos ofrecerla-al lemperador como reglo. Pues to- do su pensamiento está puesto enest a hora en el propósito de erigir una casa de Dios más magnífica que todas las que ha- bía. Para ella reúne lo más hermoso y sagrado de todos los países y ciudades. Todo eso lo hicimosde buen grado y conten. ¡lo que de nosotros esperaban tos. Pero nos espantamos al oír nuestros hermanos de Roma; que te consiguiéramos paso a la presencia del emperador para que de él soliciteis el Icandela- bro sagrado. Nos asustamos grandemente, pues aquel. que es dueño de este país, Justinia- no, no nos quiere bien. Es into lerante con todos los que no confiesan exactamente su fe, ya sean crstanos de otro pensar o herejes o judios, y quizás ya no sea de larga duración nues- tra permanencia en este país, quizás nos expulse muy pronto. Jamás admitió a uno de los nuehtros en su presencia, y con el corazón avergonzado llegué a este casa y a esta hora para tener que decirte que es un im- posible lo que piden los herma nos de Roma. Un judío no puede presentarse a la faz del empe- rador. . El superior se llamó a un grande, temoroso' silencio. To- dos bajaron confusos la cabeza ¿Dónde quedaba el milagro? ¿Cómo iba a producirse un cam bio cuando el emperador nega- ba su oído y sus sentidos al en- viado por Dios? Pero con voz A acting assignment. unqualified amateur. There is, of course, no obligation of any kind. to entrust to an amateur — mistakes are too costly! executorship demands the specialized skill and collective judgment of many men — men who are thoroughly familiar with tax laws, real estate values, investments, property management and probate procedure. 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VALLEY NATIONAL BANK Todos calarron solemnemen. ; más clara prosiguió entonces el mayor: —Mas,es confortante y mara- villoso, saber siempre de nuevo, que para Dios no hay nináún imposible. Cuando entré con el corazón oprimido a esta casa, vino a mi: encuentro uno de nuestra comunidad. Zacarías, el platero, un hombre piadoso y justo, y me trajo la nueva de que se había cumplido el deseo de nuestros hermanos en Roma Hientras hablamos, hablábamos y nos esforzamos desorientados él obró en silencio y realizó lo que los sabios y los más sabios creían imposible. ¡Habla, Zaca- rías, e informa! En una fila trasera levontóse indeciso un delicado hombre giboso de baja estatura, tímido y avergonzado porque todos lo miraban curiosos. Inclinó la ¡frente para disimular su rubor, pues, simple trabajador y siem pre ocupado en silencio, temía lo oratoria y el ser escuchado, Tosió repetidas veces y se man tuvo su voz débil como la de un niño: —No me alabéis, rabbi— cu- chicheó— no es mío el mérito. Dios me alivió la tarea. Desde hace treinta años me estima el tesorero, desde hace treinta a- fiosle trabajo día a día, y cuan- do hace pocos años, el pueblo se alzó contra el emperador y saqueó e incendió las cosas de los cortesanos, lo oculté por tres dias, juntamente con su mujer y hijos, en mi casa has- ta que había pasado el peligro. Sabía yo, pues, que me conce. dería cualquier pedido, pero nunca le había hecho ninguno. Mas, al saber ahora que Benja- mín estaba en camino, le rogué por primera vez, y fué al empe- rador para anunciarle que ve- nía un grande y secreto mensa je para él de alelnde el mar. Y Dios quiso que sus palabras tu ¡viesen fuerza y que el empera- dor le complaciera. . Mañana se permitrá a Benjamín y al rab bi la entrada al Chalké, la sala de audiencia del emperador. Zacarías volvió a sentarse tranquilo y huraño. Todos Ca.. llaron y se estremecieron. Pues ya era un milagro inaudito el que se permitiese a un judio co locarse frente al inaccesible. Sus almas temblaron, sus ojos se agrandaron y el mensaje de la gracia aleteaba sobre su si. lencio respetuoso. Pero como un herido gimió Benjamín: —¡Oh, Dios! ¡¡Qué carga me imponéis! Mi corazón está ex- tenuado y no hablo el lenguaje extraño. ¿Cómo he de presentar me, precisamente yo, ante el jemperador? Sólo he sdo llama- do para testigo, para contem- plar el candelabro, no para to- cadlo y conquistarlo. ¡No me elijáis a mi! Que hable otro: yo soy demasiado viejo, demasia. do débil. Todos se espantaron. Esta ba preparado un milagro y aho ra se negaba el llemado a reali zarlo. Pero mientras aún reflex ionaban recelosos de qué modo se pudiera persuadir al apocado lenvantóse Zacarias otra vez si. lencioso de su asiento. Otra era entonces su voz, resulta y fir- me: —No, tú debes ir, nadie más que tú. Era poco mi trabajo, y sin embargo, sólo por ti y por ningún otro pensaba realizarlo. Pues yo sé que si hay uno entre nosotros, eres tú el que puede llevar la paz y al candelabro Benjamín lo miró de hito en hito: —¿Cómo puedes saber tú eso? Pero Zacarías repitió sereno y decidido: —Lo sé, y 1) sé desde hace sirgido del medio de este pueblo mucho tiempo. Si uno hay, ca- paz de devolver la quietud al condelabro, ese eres tú. El alma de Benjamín vaciló a Zacarias, quien le miró reafir mativo y sonriente, y de repen- ite le pareció haber visto antes ya sus ojos. Ell otro también DEIA ANAL ALAN ALIANZA HISPA para sus niños. | Teléfono: 3-2304 ,increíble, poder reconducir ante tanta firmeza. Ccniempló ¡objetos sagrados, reconstruir el “templo y vivir en sombra! Ha. — parecía sentir algo de ese reco- lnocimiento, pues se aclaró su | sonrisa y habló casi confiden- cialmente, por enmica de los —¿Recuerdas aquella noche? demás: ¿Recuerdas uno que en aquel entonces iba con su comunidad Hyrcanos ben Hillel? Entonces sonrió también Ben jamín. —¿Como no he de recordarlo? Aun tengo presente cada pala- 'bra y cada sombra de aquella Inoche bendita. Zacarías prosiguió: —Yo soy hijo de su nieto. To dos somos y seremos plateros, ¡y donde haya un emperador o 'un rey que tenga joyas y oro y quee busque les dé forma y las ¡avalúe, elige a uno de nuestra ¡familia. Hyrcanos ben Hillel cui dó en Roma del candelabro du- rante su cautiverio y todos los de su estirpe, dondequiera nos encontremos, esperamos desde entonces la hora de verlo regre. sar a otro tesoro para ser guar- dado, pues donde hay tesoros, estamos nosotros para apreciar./ -los y formarlos. Pero el padre ,de mi padre me dijo am i, que | después de aquella noche en qué fué destrozado tu brazo, fanunció refiriéndose a ti,-lo que tú mismo ignorabas por nifio: “Su acción y su dolor deben te tara el candelabro, será él”, Todos temblaron. Benjamin dijo: so conmigo que Rabbi Eliéser ta su palabra. Perdonad la pusil inimidad de mi corazón. Una vez, de niño, fué valiente tam- bién, sólo el tiempo y la vejez han hecho de mi un tímido. Pe ro una vez más os ruego a todos ¡No esperéis milagro alguno de mi! Si deseáis que vaya hastx el que retiene al candelabro, lo probaré, pues ¡guay del que se niega ae piadoso ensayo! Yo | mismo carezco del poder de la persuasión y de la oratoria, pero acaso Dios me dispense la pu- labra adecuada. Había una inflexión decrecten. ¿te en la voz de Beniamín., y su ¡cabeza se inclinó profundamor te bajo la carga del larmamier 'to. Sólo pidió muy bajito: —Perdonad que os deje ahors Soy un hombre viejo y cansado del día y del viaje. Permitid que me retire a descansar. Todos lo dejaron pasar respe túuosos. Uno solo, su acompañan te, Joaquín el indomable, no consiguió retener la impacien- cia, y preguntó mientras acosta. ba al anciano sobre ele lecho preparado. , —¿Pero qué le dirás mañan: al emperador? : El anciano no levantó la mi. “rada,y sólo murmuró como ha- ¿blando consigo mismo: —No lo sé, ni lo quiero saber y pensar. lo tengo valer. Todo tiene que serme dado, todo tie. ne que venir de El. Los judios en Pera quedaron aquella noche, reunidos largo tiempo aún. Ninguno consiguio dormir, incosantes hablaban y deliberaban, con ojos ardientes más que despiertos. Jamás se prodigio. ¿Y si en verdad ter- minase ahora la dispersión, la cruel miseria del éxodo, el etc1r no, ser perseguidos y pisoteados el temor diario y nocturno de la próxima hora, del siguiente día? ¿ Y si en verdad ese an- ciano que acababa de estar de cuerpo entero entre ellos, fuera el enviado, uno de los maestros como en otros tiempos, habían+ y que supiercn guiar el corazón de los reyes hacia la justicia? ¡Dicha inimaginable, merced los confusa, y su confianza fué más ingrese a la La Alianza Hispano Americana es la Sociedad Fraternal de la Raza. la A- lianza expide pólizas de seguro . para toda la familia a precios muy cómodos. Además se imparte protección a los so- cios. Tome un Seguro para usted y Vean al Señor CARLOS MORALES, Organizador Regional de la A.H blaron de ello como embriaga- dos durante toda la larga noche NO AMERICANA ¡EFI zm ó 4-3488 | e Viernes 11 de Febrero de 1949. a rr y más ardiente. Habían olvi-,drada rodeada de columnas, de dado la advertencia del viejc ¡lante del palacio de Justiniano. de que no debían esperar mila. gro alguno de él, pues como judios no habían aprendido otra cosa de sus libros que confiar Detrás de ellos llevaba Joaquín, el fuerte y robusto, sobre sus hombros, una pesada carga cu. bierta. Prontamente, serenos y en los prodigios de Dios, ¿y co-|tranquilos, marcharon los dos mo habían de vivir los expulsa | ancianos, ataviados de sencilla ¡dos y oprimidos por eterna per- | vestimenta obscura, hacia la 'secución, sino gracias a esa in-'puerta de bronce de la “Chalké” finita espera de la redención? que formaba la entrada a la y cuanto más se acortaba,,tanto ¡ fastuosa sala del troño del em- más larga lesparecía la noche perador de Bizancio. Pero tuvie- ¡ hasta el próximo dia y ya no|ron que esperar en el vestíbulo lograron sujetar sus corazones ¡hasta mucho después de la ho miraron sin cesar el reloj de [ra fijada, pues era costumbre arena que para ellos corría de deliberada de la corte bizantia masiado lento y perezoso. A ca- hacer aguardar interminable- da momento iba uno hasta la | mente a los enviados y postul. ventana, y siempre de nuevo sa [antes a fin de que la espera les lía el uno o el otro a la calle. ¡enseñe interiormente a apreciar juela para mirar si no brillabajla extraordinaria gracia que sig alfin, a aurora en la linde dellnificaba poder ver el rostro del mar obscurecido, y si no se en-[más poderoso de la Tierra. Se cendía el día con su propio co- ¡dejó a los dos ancianos estar de razón ardiente. | pie indiferentementeuna, dos Mucho trabajo le costó al rab tres horas, sobre el frío mármol lbino refrenar a la colectividad Sin ofrecerlos un tuburete o una que de ordinario le obedeciera Silla. Pasaron delante de ellos tan voluntariosa. Pues todos €n displicente actividad los cor querían pasar ese dia a Bizan.. tesanos y grasos anucos, los cio, acompañar a Benjamín y guardias de la corte y servido. tras él hablara con el empera- brillantes, pero nadie se cuida. dor, el soberano del mundo, pa- ba de ellos, nadie les hablaba esperar frente al palacio mien. res vestidos con ropas de colores . Rabbí Eliéser, el puro y ctaor, ira estar más cercanos y partici. par más con el propio cuerpo del milagro. Pero el superior les recordó severo que era peligroso ner un sentido. Si alguno resca ¡aparecer en un cortejo cerrado o en gran masa llamativa ante el palacio imperial, pues el pue sensación. Sólo por medio de se a permanecer reunidos en el orátorio de Pera y a rezar, invi sibles para los demás, al invisi ble, mientras Benjamín era lle vado a la presencia del gran monarca; y así oraron y ayuna ron ese día entero. Rezaba cada cual con tal fervor y fuerza 0. mo si la nostalgia de todos los judios del mundo estuviese en. cerrada en el pequeño corazón de cada uno, y su sentido per- maneció cerrado a todo otro pensamiento del mundo que nc fuera éste: que aquél logre o- brar el prodigio y que se liberte alpueblo graciosamente de la maldición del exili.o XK E Xx Era cerca. de mediodía, la ho- ra prescripta, cuando Benjamín cruzó con el rabbino de la co. lectividad- la amplia plaza cua. o miraba, mientras desde las paredes los contemplaban, mul. ticolores y frios, los mosaicos e- ternamente iguales y mientras sobre sus cabezas, la cúpula q' descansaba sobre columnas, mezclaba su oro exhuberante inclinó la cabeza, conmovido, y|blo les. era adverso, y siempre¡“ada vez más abajo con los 17 ly en todas partes les resultaba |Yos del sol. Mas Benjamín y e: —Nadie ha sido más ondado | Peleas a los judios el causar superior de la comunidad espe raban pacientes y tranquilos. en aquella noche, y me es san[rias amenazas pudo oblogarlos Como ancianos, sabían agua>- ¡dar. Había corrido demasiado ¡tiempo junto con ellos para q aún asignasen valor a una hc ra o dos. Sólo Joaquin, el jóve e inquieto, miraba curioso a t: do el que iba y venía, y en s: impaciencia contaba y recon' ba las piedras de los mosaicos para abreviar el tiempo insir- tablemente lento. : Continuará la semana entra. SE ARREGLA: INCOME TAX. y CGontadu»».. Servicio de Negoctos en Phr> Precio Razonable Desde las 5 P.M. | Casa: COLUMBUS No. 39 AS ss LE DUELEN Nosotros corregimos los Dedos Torcidos, Ampollas, LOS PIES?? Arcos Caídos, Flat Feet, Callos, Talones Adoloridos, Todos estos males son la causa de: PIERNAS ADOLORIDAS Y DOLORES DE ESPALDA habían sentido tan cerca «del | Vean al Dr. H. B. Murray, Ph. T. 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