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Página Cuatro. o —Á A a a — *EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE PLnoa ny cer temblar, retumbranteg, las marullas de piedra; era toda una ciudad, un mundo entero que vibraba hacia el hija de | o ardientemente:. —¡Nuestro! Nuestro! por toda la eternidad!! Pero nadie, ni siquiera los Nuestro Viernes 4 de Febrero de 1949, mente endurecidos. La persecu-;ver una vez más el candelabre - :. “ción y la injusticia forjaban incesantemente la férrea cade_ na que sostenía el tronco que- ¡Eso debía ser una señal!! Dios no podía haber conservado y guardado por nada a ese hom. Imás cercanos, oyeron el grito lbrantado de su unidad a fin de campesinos de Macedcnia y la aislado. Pues la masa prorrum. | que no se carcoma y derrumbe; d ¡bre más allá de la medida graciosa mujer, que otrora — a mún del tiempo terrenal. El CANDELABRO ENTERRADO Pero se extrañaron mucho ¡ción, orarían también sus hijos;mente en Bizancio, tres días cuando Benjamín se negó a us- 'fluíido de generacón en genera. después de haber llegado a Be_ bir al carruaje. Insistió obsti_ nadamente que deseaba hacer a. pie el camino a Portus, tal co- mo en aquella noche lo habia cubierto, más de ochenta años girás, un niño débil. Creyeron imposible y demasiado atrevido ei propósito de que el anciano, por lo común tan decrégito, pu. diera llegar caminando hasta alj mar. Pero se sorprendieron - al verlo, pues estaba transforma. do desde que había llegado a. quel mensaje. Parecía que de la noche. a la mañana hubiese re- tornado el vigor a sus miembros y corrido nuevo calor por su san gre entrada en años. Su voz, de ordinario apagada y debilitada sonaba altiva y. fuerte cuando rechazó furioso casi, sus cuitas; y respetuosos le obedecieron. Durante toda la noche escolta ron los varones judios de Roma a Benjamín Marnefesh, el ele_ gido de su. comundiad, en el mismo camino que otrora ha. bían cubierto sus abuelos para acompañar el candelabro del Señor. Llevaban, sin embarg oculta, una parihuela, para con ducir al anciano en el caso de y nietos y la más lejana descen dencia de éstos. Detrás suyo, los demás se sor prendieron tímidamente, pues no comprenderon su extraño pro ceder. Pues la época del año era más próxima que en oportu nidad de aquella otra caminata no observábase en el, cielo res plandor -alguno del arnanz.cer y era lejana aún la hora del día: ¿Cómo podría un creyente pronunciar la oración matutina antes de que despertara la ma- lisarioc on el botín de Africa. Bizancio, centro del imperio y dueña del mundo desde que la corona de la testa de Roma, ¡era aquella mañana, un enjam bre de gente, pues, desde hacía años no se había prometido a esa ciudad, que amaba las fies. tas y juegos más que a Dios y la justicia, más hermoso espec táculo que entonces: Belisario, tel vencedor de los vándalos, de_ bía llevar, en el cerco, su ejérci- to victorioso y todo el botín al encuentro del Basileus, el señor fiana? Era eso contrario a toda costumbre y un insulto a la tra|del mundo. Muleitudes incalcu_ dición y a la Escritura. Pero, no|lables se estrujaban en las ca- obstante, permanecieron respe_|lles embanderadas, una sola tuosamente agrupados alrede-[masa llenaba, negra, el ovala_ dor del que oraba. Pues lo que|do es!pacio enorme del hipódto hacía el ungido, no podía serfmo, y la espera apretujada re- un agravio. Sentían todos que |tumbaba y gemía como un mar le era permitido todo, y aún q” diera a Dios las gracias por ¡a luz antes de que la luz se hi_ ciera. Terminada la oración, el an- ciano dobló la mantayprosiguió vigoroso, la marcha, como si las palabras devotas le hubie_ sen reconfortado. Cuando por fin llegaron al puerto, miró lar- agitado, hosco e impaciente. Pues seguía completamente va los viejos aún lo recordaban— habia exhibido en ese mismo lugar su cuerpo como bailarina y que, de noche, lo vendía a cualquiera. Pero eso también había quedado en el olvido co. mo toda vergueza después de la victoria, y todo acto de vio_ lencia después de su trunfo. Pero otro pueblo permaneció mudo en las terrazas superiores sobre esa multitud arrebatada que lanzaba su júbilo venal, sucio y gritón como un desa. gue hacia el vencedor, un pue blo silencioso y pétreo: los cien tos y cientos de estatuas de Gre cia. Habían sido arrancadas de sus templos, en que sólo había paz, esas imágenes de los dio_ ses de Palmira y Cos, de Corin- to y Atenas, las habían sacado de arcos de triunfo y columnas desnudas y relucientes en el al_ bo eterno de su mármol. Inacce sibles a la pasión fugaz, hundi. das para siempre en el sueño infinito dde su belleza, estaban allí mudas e indiferentes, no re_ verenciaban a lo terrestre ni se |movían. Miraban pétreas y alta ¡neras sobre los fuegos sangrien tos hacia la lontananza azul del mar, que echaba espumas con 1 4 pió entonces en un solo alarido|tanto más fuertes se juntaban de goce: Belisario, había pe- |sus almas. Esa vez también al netfado en la arena. Caminaba|canzó el rumor de que 'a Me_ a larga distancia de los carros|norah, el candelabro del nuebio, triunfales, de la presa incon_ l|había vuelto a ser lbertado del mensurable, vistiendo el senci-|cautverio oculto y viajaba, co llo uniforme de sus guerreros. mo en otro tiempo desde Babel Pero el pueblo conocía y reco?_'hasta Roma, a través de paises nocía a su héroe, y gritaba: tan'y mares, a cada judoi como un fuertemente su nombre, y sólo |destino propio. Uníanse en las el suyo, que Justiniano se mor|calles y en las calles y en las dió celoso los labios cuando sujlas casas hablando agitadamen general se inclinó delante suyo te, examinaban. con sus maes. Siguió luego un silencio, ple|tros y sabios detenidamente la tórico e intenso como antes lo!Escritura para interpretar el había sido él estrépito, Gelimer|sentido de esa peregrnación. el rey de los vándalos, que, iró-|Pues, ¿qué significaba el que ¡nicamente cubierto de un man. “lo sagrado vuelva a viajar? to de púrpura, iba detrás de su| vencedor, Belisario, estaba aho ra frente al emperador, Los es- clavos le arrancaron el manto y el vencido se echó a bruces. Porun instante no franqueó un sólo hálito los miles y miles ¿Presagiaba ello esperanza O pena? ¿Comenzaba una nueva persecución o era ese su térmi_ no? ¿Serían ellos otra vez, de Mtro de poco, los expulsados y peregrinos sin meta de las carre teras, otra y otra vez los sin cía aún la tribuna imperial, la olas puras contra el Bósforo. catisma, que cubierta de colum' Nuevamente resonaron, cerca. nas y cargada de adornos, cerra nos y estridentes, las cornetas, ba con una recta el enorme 0va'para anuncair el corteio triun_ lo. Todavía el Basileus no había fal del estratega había llegado llegado hasta su pueblo supe pórtico exterior del hipódro- sando el paso subterráneo que|mo.' Abriéronse las puertas, y unía ese espacio festivo con el ¡otra _vez creció el zumbido ya que le abandonasen las fuerzas go rato fijamente el mar; revi_ antes de tiempo. Pero él viejo¡vió en su alma el niño, el niño caminaba vigoroso al frente de|de tanto tiempo atrás, que en todos. No hablaba cón nadie, y |aquella oportunidad había vis. su perisamiento estaba íntegra_|to por primera vez el oleaje y mente dedicado al tiempo ido.¡la lejanía. Era el mismo mar de En cada piedra y en cada reco.-|hacía ochenta años; profundo e do del camino, que no había |inexplorable, como los pensa. vuelto a recorrer desde aquella | mientos de Dios, pensó piadoso. noche, recordaba más y más cla [Como en aquel entonces se ilu- ramente la poderosa hora de su minó su ojo en la claridad del infancia. Tenía presente todo cielo. Bendijo a todos los com_ lo que le había sucedido en a_ pañeros que lo habían escoltado quel entonces, oía las voces de|al despedirse de ellos para sem; los muertos en la suave brisa,¡Pre, luego subio con Joaquín a despertóse cala palabra que u-|la embarcación. Y como otrora | nos y otros habían pronunciado |los abuelos y antepasados, así Aquí, a la derecha, había lla_ meado la columna de fuego dej¡ la casa incendiada, allá estaba la piedra miliar junto a lal que vacilaban los corazones apaga- dos, cuando los jinetes numí_ dicos galopafon hacia ellos. Re cordó cada pregunta que había formulado y cada respuesta que le fué dada. Y cuando llegó al lugar en que, aquel amanecer, los ancianos pronunciaron al borde de la carretera, la oración sacó, como ellos lo habían he- cho, la chamarreta de ritual y la correa para decir, mirando hacia .el Este, la misma plegaria que los padres y antepasados ya | miraron ahora los hombres conmovidose desde el muelle có mo se movía el galeón y cómo se alejaba con velas hnchadas de la ribera. Sabian que habian visto por última vez al amarga mente probado, y cuando la ve- la desapareció en lontananza; sintiéronse pobres y despojados. Fuerte e incesante, adelantó la nave por las aguas. Las olas se encresparon con furia y del Oeste venían rodando obscuras nubes. Los timoneles miraban preocupados si no se acercaba un temporal, y con éste un peli_ gro mortal. Pero aún azotada por tempes- habían rezado a la mañana, y que, conservada en su sangre y transmitiéndose en obscuro tades, y por dos veces rechaza_ da en el viaje, venció la nave las dificultades y fondeó feliz. palacio imperial. Finalmente anunciaron to- ques estridentes, el momento solemne, Primero se alinearon los guardias imperiales forman do, con sus uniformes rojos y sus espadas relucentes, un mu_ [rallón brillante, luega llegaron [numerosos, en sus vestimien. tos de seda, los dignatarios, sa_ cerdotes y eunucos, y por últi. mo hicieronsu entrada, bajo palio y llevados en dos sllas de mano, Justiniano, el Basileus,, ¡el autócrata, la corona de oro combada sobre la cabeza como “na aureola, y Teodora en -cl resplandor de sus joyas. Cuan_ do se adelantaron en su sitial imperial, estalló de golpe des- de todas las gradas en huracán el júbilo alborotado. Ya nadie recordaba que en ese mismo lu gar, sólo unos pocos años atrás la misma multitud se había abalanzado sobre la misma tri buna ocupada por el mismo emperador y que, por castgo, se degollaron a treinta mil per sonas en ese sitio;; siempre bo_ rra el triunfo toda culpa para la masa eternamente olvidadiza Enbriagados por el fausto y al mismo tiempo por el celo del propio entusiasmo, gritaban y rugían y se enardecían y aplau dían esas miles de bocas en ¡centenares de idiomas hasta ha T. Valley National of Solomonville, Arizona, it is a state-wide $244,000,000 serving more profitable who will which are provided. W the bank's sound, progre: will like the cheerful attitude VALLEY NAT R FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION Bank was established and convenient to use one or of the frien: serve you. A BÁN — in the frontier town before the turn of the century. 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Primero pasaron altaneros ¿los carros triunfadores que otro ra habían capturado los vánda- los, luego desfilaron sobre al_ tos andamios tronos adornados con joyas, los altares de dioses desconocidos, relucieron esta-_ tuas creadas por maestros anó nimos en el nombre de la be_ lleza, y luego, cargados hasta el borde, arcas repletas de oro y czlices y vasijas y vestidos de seda; todo lo que el pueblo pi. rata había robado en todos los confines de la tierra, volvió en_ tonces y pertenecía al empera-' dor, al imperio, y el pueblo so. ¡ ñaba en crédula embriaguez que todo el esplandor, toda la riqueza del mundo se vertía aho ra y para los tiempos sobre ellos. La multitud no paró mientes ¡en que los portadores traían a- l hora, en medio de tan deslum_ ¡brantes tesoros, unos objetos ¡ que, comparados con la magni- ¡ficencia escogida, parecian rui_ Ines: una mesa cubierta con planchas de oro, dos tubos de plata y un candelabro de siete brazos. Ningún júbilo recibi5 esos objetos insignificantes. Pe ro, muy alto, en medio de la multitud, gimió un anciano mientras presionaba con su ma no— era la sinniestra— el bra zo de su vecino, Joaquín: des. pués de ochenta años volvió a ver el viejo lo que en otro tiem po había visto siendo niño, el candelabro sagrado de la casa de Salomón, el condelabro al que había tocado su mano nfan til y que había destrozado para siempre su brazo. Bienaventura da vista; ¡era él, el mismo! Invencible, dió el candelabro imperecedero un nuevo paso a través del tiempo infinito, hacia el retorno! El anciano sintió la gracia del encuentro como una; tormenta interior: incapaz de retener el exceso de júbilo, gritó XAO para sus niños. “Teléfono: 3-2304 Ingrese a la ALIANZA HISPANO AMERICANA La Alianza Hispano Americana es la Sociedad Fraternal de la Raza. La A- lianza expide pólizas de seguro para toda la familia a precios muy cómodos. Además se imparte protección a los so- de labios. Todo el mundo miro fijamente la mano de Basileus ¿Concedería perdón o no? ¿Se levantaría o se inclinaría su dedo? Y helo aquí, lo levantó, regalando la vida al vencido, y en un solo trueno desencade_ nóse el entusiasmo. Uno solo en medio del gentío no lo haW bía mirado, Benjamín, el ancia_ no conmovido. Miraba única - mente a la Menorah, que los portadores seguían conduciendo desupacio a través de la arena. A ella sólo se dirigió su mira_ da, y cuando el sagrado obpjeto desapareció con el cortejo, hizo. se la oscuridad “ante sus senti_'- dos. — ¡Llévame de aquí, Joaquin, —gruñó en voz baja. El brillo del singular espectáculo atría al ansioso joven. Pero la mano del viejo se aferró convulsiva. mente, dura y ósea, a su brazo —i¡Llévame! ¡Llévame de ? acá! Anduvo luego a tientas y tor_ pemente por la ciudad, tomado como un ciego, de la mano de su asistente. Seguía viendo con los ojos del alma el candelabro e impaciente instó a Joaquín q” le llevase a toda prisa hasta la comunidad de los judios. Hizo, de pronto, presa de él un temor ¡de que, ahora que se tocaban el comienzo y elnfin su vida pudie ra apagarse antes de tiempo y él dejar escapar otra vez la sal. vación del candelabro. LK En el oratorio de Pera espera ba en tanto la comunidad, des de horas y horas, al ilustre hués ped, Así como en Roma sólo se concedía a los judios permane nencia en la ribera opuesta del Tíber, tolerábase a los judos de Bizancio nada más que en Pera en la costa opuesta del Cuerno de Oro; allá como en todas par tes, era el apartamento su des_ tino, pero también el secreto de su supervivenvia en el tiempo Lleno y repleto, sofocaba el espacio del oratorio. Pues no só lo los judios de Bizancio esta. ban reunidos en espera; desde cercay lejos, de Nicea y Trebi_ sonda, de Odesa y Esmirna, ha- bían llegado delegados de todas las comunidades judias para participar del consejo y. evento. Hacía tiempo ya que la noticia de que Belisario había asaltadd la bastilla de los vándalos y re capturado con los demás tesoros también el candelabro eterno, se dfundía por todas las costas del mar hasta las comundades. No quedaba julio en el imperio de Belizancio que no hubiese re cibido exaltado la noticia. Pues aún esparcido como paja sobre las eras del mundo y desgarra_ do en muchos idiaomas percibía ese pueblo perdido todo lo que sucedía a sus símbolos sagra- dos soco un goce o una pena co mún, y todo peligro refundía fraternalmente “sus corazones, aun cuando a menudo se olvi_- daban y se mostraban mutua Ñ cios. Tome un Seguro para usted y Vean al Señor CARLOS MORALES, Organizador Regional de ln A.H.A. ó 4-3488 descanzo, ahora que el candela. bro viajaba sin tregua? ¿O sig_ labro también la suya propia, pártida y regreso, el término finalmente, de la desdichada peregrinación? Ardían las al. mas de todos en impaciencia. nificaba la liberación del cande'; zás era el amado 4 condueir de regreso al sagrario.y a elles mismos, simultáneamente. YY a los otros, tanto :ménos duda. ban: la fe en el redentor, ener” minaba y brotaba en la sangre mer soplo sálido de cada espe... ranza; encumbróse poderosa “pet fecundó sus corazones. Sorprem dida miraba en los" pueblos: y ciudades la gente extrafía a los judios, pues habían cambiado de la noche a la mañaná. Mien tras antes se arrastraban timi. dos y encorvados, siempre £, guardando un insulto e un gol. pe, caminaban ahora alegres y como extasiados. Avaros que siempre volvían y escatimaban cada grumo, compraron ricas ; indumentarias, ¡tartamudeaban levantáronsy y predicaron elocuentemente la |promesa, mujeres embarezadas' tenían visiones y se arrastraba ¡hasta el mercado para comuni, :carlas cuanto antes a las de. más, y los niños llevaban ban_- ¡deras policromas y coronas. Los -* ¡más fervientes aprontáronee pa salvador que eternamente “ger. Corrían mensajeros de lugar a Ya el viaje y hasta vendian pre cipitados sus bienes para temer lugar para saber más del viaje y destino del candelabro y era grande su terror, cuando al fi_ nal supieran que el objeto sagra do sería llevado en públco triunfo, como otrora en Roma, ante el emperador Justiniano. Ya esa noticia atormentó po_ ¡derosamente las almas. Pero la “agitación llegó a la embria- guez cuando los mensaje.os de Roma comunicaron que se ha_ llaba camino dé Bizancio, Ben- jamín Marnefesh, el amarga_ mente probado, quiende niño había visto, como último, el candelabro, en oportunidad del' saqueo vándalo. Fueron presa | primero de asombro. Pues, des. de años y años, conocían todos | losjudios, por muy dispersosh | que se halloran en la lejanía, a maravillosaacción de aquel niño de site años que «durante; el saqueo vandálico pretendía | arrancar el candelabro a los | piratas y al que había destro_ zado el brazo al caerse. las ma dres hablaban a sus hijos de Benjamín Marnelash y del co tigo de Dios, y de €! hablaban los sabios a sus alumnos. bu accián se había convertido ya er. leyenda piadc:a como las le: la Escritura, que s2 leí“ e jn_! ¡termetaba De noc“ se la can | teban en las casas judias, como! una de las historiax3 viejas, Lo mo los actos “aros y Pbseuros (de "th y Simson, y de Amán y Esther, de las madres y ante lpasados del pueblo., y ¿ahora llegó de pronto la noticia inercí. (ble,, maravillosa: aún vivía el "niño de aquel entonces. Y más aún, ese niño hecho un anciano ahora, venía por tierras y ma- | res. Estaba en cámino Berjamín lMarnefesh, último testigo, para UNION CLEANERS NATALIO VELAZQUEZ, Propietario. 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