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Cuando la gente se hubo congregado en torno suyo, abrió de un tajo los pellejos que traía erí su carro, dejando que las onzas de oro españolas de que venían llenos rodasen en chorro a la calle. Los vecinos de Frank lin se quedaron con la: boca a- bierta. En aquel tiempo, la mo- neda metálica escaseaba en los Estados Unidos. La gran mayo- ría de los negocios se hacían en papel moneda, cuyo poder ad- quisitivo flotaba a :la merced de las brisas económicas. La población de Franklin no desperdició la oportunidad. To- do el que- tenía un dólar corrió a invertirlo en mercaderías. U-. na joven invirtió 90 dólares en artículos, y poco después reci- bía de su hermano 900 dólares en monedas de oro por la par- te que le correspondía en las ganancias obtenidas. Cuatro a- fios después, en 1826, cuando cierto muchacho aventurero lla- mado Kit Carson abandonaba el.banco del taller donde apren- día en Franklin el oficio de ta- labartero, para tomar parte en las expediciones al oeste, el im- porte de las exportaciones de dóla-. llegaba Misurí ascendía a 90.000 res. En dos años más, a 150.000 dólares. s No era posible que comercio tan importante permaneciese secreto o fuese monopolio de u- na población. Así, hubo de ex- tenderse en breve, y Franklin fue el primero. de los pintores- cos “puertos de la pradera”, nombre que ellos mismos se dieron, situados casí todos cer- ca de la gran curva que el río Misurí describe al Este, en su marcha hacia el mar. Los bar- cos llevaban hasta esos puntos, pero de ahí en adelante había que hacer u- so de recuas y carros toldados. De este modo fueron surgiendo puertos como Westport, * Inde- pendence, Fort Leavenworth y, andando el tiempo, Kansas Ci. ty. Cada uno.de ellos tuvo su. é- poca de auge y despidió .con sal de fusilería la fila de carros que partían todas las primave- ras cargados de telas y ferrete- ría para la venta, y con una buena. provisión de comida y armas de fuego para el .viaje. Luego acojían con entusiasmo el retorno de la expedición que traía mantas de bisonte, lana, pieles lujosas y onzas de oro que enloquecían a todos con su alegre: retintín. Los negociantes hacían fortunas de la noche a la mañana y 'los carretoneros gastaban alegremente sus pesos españoles, como marineros en puerto. Florecían las tabernas, no se cerrabanalas casas de jue- go, los matones cobraban el ba- rato y las mujeres ligeras ha- cían su agosto. Pero todos los “puertos de la pradera” fueron desapareciendo o transformándose en algo dife-. rente. El voraz Misurí se tragó a Franklin. Kansas City absor- bió - a Westport. Independence “borro su alegre pasado para transformarse en una población respetable. El negoció con Santa Fe tuvo dos resultados tangibles inme- díatos en los Estados Unidos — El más notorio fue el caudal “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE ba Página 3 de oro y plata que irrumpió los negocios como en una transfu- sión de sangre nueva. Durante el pánico de 1837, muchos pue- blos fronterizos se salvaron gra- cias a la moneda española. Cuarenta y cinco mil dólares en metálico, llegados a última hora, permitieron al Banco de Misurí hacer frente al pánico de depositantes más peligroso en su historia. Pero nadie pue- de calcular el valor que tuvo el segundo de aquellos resultados: los machos y las mulas de San. ta Fe, orígen de la mundial- mente famosa mula de Misuri, cuya importancia fué decisiva para el agricultor de los Esta- dos Unidos hasta la invención del tractor. Más fuerte que el caballo y más rápida que el buey, la mula llevó a los trafi- cantes de Santa Fe por los peo- res' caminos, desde las hostiles arenas del desierto Cimarrón Paso del Ratón. En didos por la ilusión de las a, venturas. ¡Arriba! ¡Arriba! era el primer grito de la madruga- da, la señal para empacar y en- ganchar. “¡Todo listo!” era. la respuesta que volaba luego de carro en carro, como un toque de clarín. “¡Adelante!” era el tercer grito de mando; y cien látigos de cuero estallaban en los lomos de las bestias que se esforzaban por arrancar y po- ner en movimiento las enormes ruedas. “¡A formar!” era la última voz, la sefral de empa- rejar los carros en fila doble para la marcha. Esta formación permitía a las dos columnas hacer rápidamente un círculo en caso de verse atacadas .por los indios. Hacia el tercer día, la carava- na dejaba atrás el último bos- que del Este, en Council Grove, las mercaderías ¡ y los carros entoldados navega- ban, como . galeones cubiertos de velas, por el mar de una lla- nura rasa de 650 kilómetros de anchura, engalanada a trechos con vistosas flores, serena a ve- ces bajo él dosel delicadamente azul del cielo o azotada por nu- bes de granizo, rugientes ciclo- nes y tormentas ululantes. En ocasiones abundaban por todo el camino los antílopes y bison- tes para regalo de los expedi- cionarios que durante las horas de reposo los asaban en gran- des hogueras chisporroteantes. Pero otras veces había una tem- porada de penitencia, sin otra cosa que tocino salado y harina agria para matar el hambre. No era raro el tormento de la sed que desesperaba a los via- jeros hasta hacerlos cortar las orejas de las mulas para chu- par la sangre, o matar un, bi- sonte para beber el agua in- munda de su estómago. Y en todo lugar donde hubiese agua el peligro de un indio .al acecho. Sin embargo, sólo once ex- pedicionarios perdieron la vida a manos de los indios en aque- Ma región, desde 1821 hasta 1843. Y es que los que entonces negociaban con los indios, lo mismo que quienes primero trajinaron la trocha de Santa Fe, no disparaban sobre los in-. Ísu paciencia, las tribus se lan-| LA LUNA DE MIEL de Misu- zaron bravamente a la lucha rí y Santa Fe.no podía ser lar- en defensa de sus tierras y sus|ga. México y los Estados Uni- vidas. dos estaban fatalmente desti- La historia dice discretamen-|nados a un choque de intereses. te que la mayoría de las cara-|Una docena de causas y dos de vanas llegaron a las montañas.|errores cometidas por ambas Pero esta afirmación no signifi-|partes llevaron a ambas nacio- ca que el ganado no pereciese,|nes a la guerra de 1846. La tro- que los indios no lo robaran en[cha se transformó +en el camino la noche, que los carros n se|que siguió Esteban Kearney con rompiesen, que las armas de[sus legiones de misurianos en fuego no se dispararan por ac-.|su marcha hacia Nuevo México. que los apéndices no reventa-|rían detalladamente todos los sen a 650 kilómetros de todo|pozos y vados, todos los pasos auxilio médico. Las penalida-|y'emboscadas. Con dramática des, el agotamiento, el dolor y|celeridad, Kearney se encontró hasta la muerte eran ocurren-|a las puertas de las montañas; cias comunes en la trocha de|los jóvenes oficiales de Nuevo Santa Fe. México, a las órdenes del gene- Por eso, ni el expedicionario|ral Armijo, le hicieron saber q' más curtido podía dominar su|no pelearían contra los yanquis emoción cuando al final de la|y Kearney entró en Santa Fe llanura inclemente sin agua ni|sin disparar un tiro. sombra, divisaba las montañas| El viajero de nuestros días hasta los fieros pedregales del|con sus cumbres nevadas que|recorre casi la misma: ruta' que se alzaban, primero, como tré-|siguieron los esforzados expedi- Todas las [primaveras salían | mulos espejismos, para trocarse¡cionarios de los primeros tiem- las caravanas para Santa Fe,¡luego en deliciosa con los carros atestados de mer-'miasas de verdura con dombo;¡cas el ferrocarril transcontinen- cancías y los corazones encen-|de hielo que se destacaban so-|tal Atchison, Topeka and Santa realidad—|pos, porque por razones prácti- bre el fondo azul del horizonte.|Fe tendió sus rieles. a lo largo Ya era tiempo de poner rumbo|del camino histórico. Pero por al Sur, siguiendo el curso deljencima de los senderos que los Río Purgatorio, y dirijirse hacia |hombres de la trocha recorrían el Paso del Ratón, donde hasta|ayer a cinco kilómetros por ho- los trenes de nuestros d:as tre.|ra y entre nubes de polvo, vue- pan jadeantes por entre los pi-|lan hoy los ferrocarriles de aire nares. Muchos ejes se rompie-|acondicionado, a 160 kilómetros ron en'aquel terrible camino|por hora. pedregoso donde tres kilóme-| Muchas de las cosas que con-, tros por día era una buena jor-|templaron los expedicionarios nada. Pero al otro lado espera-|no han cambiado ni, gracias a ba Nuevo México con sus mese- | Dios, son susceptibles de cam- tas rojizas como la cara de-un|biar. Entre ellas están el am- indio viejo, y sus aires suaves|plio dosel del cielo sobre las al- como la risa de una muchacha |tas planicies, la emocionante e- hispana. - . Y cuando los ojos alcanzaban por fín, a divisar la fabulosa Santa Fe, los, expedicionarios solían hacer alto y pasaban medio día en “adecentarse"— lavándose, vistiendo la ropa de fiesta, alisándose el cabello. y ¡sacando brillo a las guarnicio- nes de sús caballerías. Luego desfilaban en gran parada has-. 'ta entrar en la polvorienta pla- de la noche. za! AlIK'Se'alzabá' el hermoso palacio: del gobernador, de más de dos siglos de antiguedad, q' todavía se conserva; allí estaba el presidio con su cuartel y campo de ejercicio que resistie- ron el gran cerco indio de 1680. También estaba allí la ¡iglesia de Nuestra Señora de Guadalu- he, en cuyo “penumbroso inte- rior brillaba el oro de los orna- mentos, mientras que arriba la plata cantaba en sus campa- nas. Cerrando el cuadro, La Fonda abría sus puertas hospi- talarias. En torno a la plaza se apiña.. ba la pequeña ciudad que la No. 1. cidente y mataran a alguno, nijMuchos de sus soldados conoce- | cal y la mica hacían resplande- cer de blancura. Tal vez pare- ciese cálida y polvorienta du- rante el día, o lánguida a la hora de la siesta. Pero, cuando llegaba la ,¡noche, Santa Fe se animaba y embellecía. Las ppertas se abrían en las estre- chas callejuelas, dejando esca- par la luz anaranjada de las velas y la música. de bien ta: fiidas guitarras que guiaban a los barbudos extranjeros en la búsqueda de sus placeres pre- feridos. Las mesas de monte eperaban a los jugadores; los dios que veían, ni asaltaban sus tierras, ni sacrificaban toda la caza, como hicieron los bru- tales colonos que llegaron en fandangos a los bailarines. No faltaban mujeres a quienes e-. namorar; y los hogares de las familias aristocráticas acogían de la Guerra en nuestro Pueblo que a mi me agrada pararme y ver de vez en cuando. Por el año de 1865, las gentes juntaban todas las reliquias más crueles de la: guerra y las amontonaban: Cañones, rifles, espadas quebradas, + ballonetas mohosas. Algunas _de nuestro lado, otras capturadas al ene: migo. Ellos las fundían, y de esta desgracia de la guerra nacía un monumento de amistad, tole- rancia y entendimiento— una promesa de que el dolor y el odio de la guerra se olvidarán. Desde entonces, ha habido to- levación de los picos nevados y las pintorescas mesetas rojas de Nuevo México. En la ciudad de Santa Fé se percibe todavía el delicioso aroma del incienso de pino y sigue llevando regocijo a las almas el tañido de las campanas que cantan a todas horas. A —Ák DR. PEASE DENTISTA Extracciones siñ dolor con o sin gas PLACAS TRANSPARENTES Se Habla Español 245 Fox Theatre Bldg. Teléfono 4-3943 OTRA VEZ LOS CHARRITOS' Esta magnífica música, or- questa para bailes, progra- mas y conciertes, nuevamen- te se ha reorganizado bajo la la dirección del maestro Felipe C. 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Pero en lo que yo me fundo — €s parte de la grandeza de América el que nosotros poda- mos permanecer siendo un país unido. y Nosotros pocemos tener nues. tras desaveniencias particulares pero, aceptando esa diferencia de opiniones podremos vivir en medio de una tolerantia y re3- peto mutuo. Gre Musa A gran núméro a la región vein-|a los yanquis refinados, sir-|: 1945, UNITED STATES BREWERS FOUNDATION + SIDNEY B. MOEUR, ARIZONA STATE DIRECTOR ticinco años después, yc uyalviéndoles manjares en vajillas| SIVE 611, TITLE A TRUST BUILDING rn conducta para con los naturales fue tan abusiva que, agotada de plata y regalándoles con de- licados vinos. PHOENIX, ARIZONA (Anuncio) (4% TEATRO RE VIERNES, SABADO Y DOMINGO Domingo Soler y Lilia Michel en otra gran película mexicana “CORAZONES DE MEXICO” NOTICIERO MEXICANO Noche de aficionados todos los Viérnes TAMBEN EL LUNES 7 HASTA JUEVES 10 DE OCT. DOBLE Y GRAN REPRISS! 4 dias de la semana! 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