El Sol Newspaper, November 13, 1959, Page 3

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Pero estos nada escucharon, tomaron al desdichado joven sonorense, lo ataron a un ár- bol y le dieron de latigazos vergonzosamente delante de todo el mundo. e En seguida la turba salva- je se encaminó a la residencia de Valenzuela, y éste fué a- horcado, sin darle tiempo ni para disculparse. Esto fue bastante para pro- vocar un cambio repentino en el carácter de Joaquín; pero uno de esos cambios terribles, implacables y sórdidos a la vez. Su alma apasionada ya no encontró ningún límite; el sentimiento del honor perdió todo su valor en aquel cora- zón destrozado por la adver- sidad. Juró desde aquel enton- ces que no viviría más que pa- ra vengarse, y que no dejaria a su paso un solo punto que no fuese regado con la sangre de sus enemigos. Poco tiempo después del su- ceso que acabamos de relatar, era una hermosa noche, un americano seguía un sendero situado a corta distancia del pueblo. Al descender por una que- brada que atravesaba el an- gosto sendero, encontróse de repente cara a cara con Joa- quín. Los ojos de éste despi- dieron chispas de rabia cual los de un tigre sediento de sangre; todo su cuerpo se a- gitó con un temblor nervioso. Durante un minuto, los dos hombres no cesaron de mirar- se; por último, Joaquín se a- valanzó sobre el viajero, lan- zando un grito feroz, y le se- ¡pultó su puñal en el pecho. —¿Qué os he hecho yo?, murmuró el americano cayen- do al suelo. ¡Perdón! ¡Tened compasión de mí! —¿La tuvísteis para mí cuando ayudásteis a que me diesen de latigazos delante de una gran multitud de gentes, cuando con la conciencia de vuestra fuerza y protegido por la brutalidad de vuestros compatriotas, os apoderásteis de un hombre inocente, de un hombre como vos, de un hom- bre semejante de Dios y que | posee una alma y un corazón como todos los demás, de un hombre que por sí solo tiene más honradez que todos vos- ¿Y tuvísteis compasión cuando os apode- rásteis de ese hombre, y lo Al apaleásteis y le hicísteis su- frir mil torturas? Cuando vuestros compatriotas colga- ¡|ron a mi hermano del pescue- zo como a un perro, ¿se le hizo gracia alguna? Cuando il asesinaron al tesoro más que- rido que poseía mi corazón, Y Jen mi presencia y casi ante A |mis ojos, y cuando ella pidió perdón a aquellos miserables con su voz angelical, arras- trándose a sus pies, ¿tuvieron compasión de la infeliz cria- tura? ¡Ah! sólo de pensarlo mi corazón se inflama, aña- dió Joaquín enardecido y lle- vando una mano hacia su co- razón, mientras que con la o- tra asestaba otra puñalada a su víctima. —;¡Asesino!, murmuró el a- mericano, apoyando un codo en el suelo y dirigiendo su moribunda mirada hacia el terrible Joaquín. ¡Perdón! ¡Oh Perdón!.... Pero antes de que conclu- yese la frase, el acero de Joa- quín le atravesó el corazón, dejándolo cadáver. Fuera de sí el sonorense, (tal era la sed de venganza de que estaba poseído), continuó apuñaleando a su victima, hasta que el cadáver del in- rialmente hablando, reducido a añicos. —Ahora, dijo nuestro hé- roe, mi obra de exterminio ha empezado ya. ¡Adelante! Y sus dientes se chocaron convulsivamente, se crispó su cuerpo, sus 'ojos recorrieron con una mirada la inmensidad azul del cielo que estaba sus- pendido sobre su cabeza; su mano convulsa y agitada a- pretaba apretaba con rabia el puñal que destilaba todavía la sangre de su víctima. —He aquí, continuó dicien- do, a uno de mis ofensores tendido a“mis pies. Ahora que he enseñado a mi corazón y a mi mano lo que les toca cumplir, juro no descansar ni vivir tranquilo hasta que ha- ya exterminado al último de esos bandidos! ¡Y tú, amada Carmen, tú-cuyo espíritu es- pero que vigile por mí y me proteja, tú también serás ven- gada, y de una manera terri- ble! Mi brazo 'es fuerte ahora para cumplir su obra de des- trucción;. en lo sucesivo la sangre de los americanos co- rrerá en abundancia y tan limpia como los torrentes de nuestras montañas. Al día siguiente, el cadáver del americanó fué encontrado por algunos mineros, y aun- que estaba horriblemente mu- tilado, le reconocieron como a uno de los hombres que más habían contribuido a hacer maltratar a Joaquín en la es- cena de los latigazos. Poco tiempo después, un doctor americano acertó a pa- sar cerca del lugar donde se había cometido el asesinato, y encontró a 2 individuos 'mon- tados a caballo, que descarga- ron sobre él sus revólvers. Merced a la-agilidad-de sus terreno, el doctor logró esca- parse sin otra avería que su sombrero atravesado por una bala. Si la bala hubiera sido di- rigida una pulgada más abajo, era hombre muerto. Estos hechos aterrorizaron a todos aquellos que habían sido partícipes en el complot contra Joaquín; ya no se a- venturaban a salir fuera de la ciudad. Apenas se alejaban a pequeñas distancias en el campo, apenas se animaban a salir a la carretera real, cuan- do eran asesinados misterio- samente. A cada instartte recibíanse informes de haber sido encon- trado algún Americano asesi- nado en los caminos o en los senderos, y siempre se saca- ba en limpio que la víctima era alguno de, los enemigos de Joaquín. Una comisión nombrada con motivo de estos frecuen- tes asesinatos, había declara- do al sonorense fuera de la ley; y ya no le quedaba más recurso que seguir la carrera criminal que» había empren- dido de un modo tan sangrien- to. eS Juzgó necesario para el me- jor éxito de:Su empresa, tener caballos y dinero, lo que no podía obtener de otra manera que añadiendo el robo al ase- sinato. De este modo se convirtió en bandido antes de cumplir veinte años. En 1851 todo el mundo sa- bía que una pandilla de ban- doleros cometía excesos por toda la California, y que su jefe no era otro que el joven Joaquín Murrieta. Las caravanas eran sor- prendidas en los caminos, y se las obligaba a hacer alto y a entregar cuanto tenían consigo; los que viajaban por las regiones salvajes y solita- rias, eran arrancados violen- tamente de la grupa de sus caballos por medio del lazo, piernas y a la desigualdad del | “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE feliz americano quedó, mate-|y asesinados en los matorra- les; los caballos desaparecian de los ranchos; en una pala- bra, todo el Estado se hallaba conmovido en presencia del pillaje y la devastación que causaba la partida de bandi- dos de Joaquín. La inteligencia superior y la educación que Joaquín po- seía habían bastado para que fuese respetado por sus cama- radas. Además, se valió para el logro de sus planes, de la pre- ocupación que existía entre los mexicanos contra los yan- kees, debido en parte a las desastrosas consecuencias que para los primeros produjo la guerra de México; así, pues, muy pronto se vió rodeado de una multitud de sus compa- triotas, cuyo número aumen- taba día en día con la fama de sus hazañas. Entre los que se reunieron con Joaquín, distinguíase so- bre todos los demás ún joven llamado Reinaldo Félix, her- mano de la mujer de nuestro héroe, el cual tenía tantos deseos de vengar en los ame- ricanos el asesinato de su her- mana, como el mismo Joa- quín. Félix fué nombrado sub- teniente de la pandilla, y más de una vez se hizo notable al frente de un destacamento, y al“lado de Jack Tres-Dedos, jefe que se había afiliado ba- jo el estandarte de Joaquín, halagado por la fama de sus proezas. Jack era una fiera disfra- zada de hombre, y se le co-. nocía en México bajo el nom- bre de Manuel García. Duran- te la guerra de México, per- dió un dedo en una escaramu=- za habida entre mexicanos y americanos; de aquí le venía el apodo con que era conoci- do en California. Este sujeto fue quien corprendió a dos americanos en el camino en- tre Sonora y Bodega, los des- nudó, los martirizó cruelmen- te cosiéndolos a puñaladas, les cortó la lengua y les sacó los ojos, y después quemó sus cadáveres todavía palpitan- tes. De los satélites de Joaquín, citaremos a Pedro González, Luis Guerra, Juan Cardoza y Joaquín Valenzuela, todos hombres valientes, astutos, a-| costumbrados a la fatiga y. ardiendo en deseo de vengan- za. . Valenzuela era hermano del sujeto que fué ahorcado el mismo -día que dieron latiga- zos a Joaquín; había servido PAGINA TRES sucesos que estamos narran- do, la banda de Joaquín se componía de cuarenta y cinco hombres cuando menos, y a cada rato le llegaban refuer- zos de la Baja California y de Sonora. A la cabeza de esta podero- sa reunión de perdonavidas, Joaquín asoló el Estado du- rante el año de 1851, sin que (Pasa a la página 4) por mucho tiempo en México en compañía de Guerra, a las Órdenes de un bandido muy conocido, guerrillero y monje a la vez, llamado el padre Ja- rauta. En la época que pasaban los Muchas Gracias Papacito Por Habernos Mandado el Dinero Cuando usted envíe dinero a su familia en México, ase- gúrese que llega a su destino sin riesgos. Y así será si usted remite un giro sobre México de bajo costo y garantizado del First National Bank de Arizona. Todo lo que tiene que hacer es ir al banco y compfar un giro sobre México por la cantidad de dinero que usted desee remitir a su familia. O puede pedir a'su jefe-que lo compre para usted. Luego lo pone en un sobre y lo remite por correo. Su familia puede hacerlo efectivo muy facilmente en cualquier banco en México. 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