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SPANISH PAN-AMERICAN WEEKLY NEWSPAPER Published every Friday by J. C. Franco. Entered as a second class matter March. 20, 1940 at the Post Office at Phoenix, Arizona, under the Act of March 3, 1879. No nos hacemos responsables de las ideas entendidas por nuestros E colaboradores. > Para precio de anuncio diríjase a las Oficinas situadas en 62 So. 3rd. St, Teléfono ALpine 3-4948 Toda subscripción debe pagarse adelantada, y cuando el subscriptor desee que se cambie el envío del periódico a otra dirección, deberá notificarlo y acompañar la suma á 10 centavos. AM oat-of-town subscriptionsí'must be paid in advance for at = least a period of six months. ; SUBSCRIPTION RATES Per Year: $3.00 Six Months: $2.00 AM payments must be made to the E,'tor. Post Adáress: P. O. Box 1448 á Phoenix, Arizono SARGENTS MARKET 10145. 17th AVE. - PHOENIX, ARIZ. entregas gratis a domicilio RN CHULETAS DE PUERCO coros: FRIJOL PINTO. 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INDEPENDIENTE Datos Historicos Sobre la Muerte de Tomas Urbina En diciembre del año anterior, el periodista Martín Luis Guz- mán estuvo en la Hacienda de las Nieves y sus alrrededores, levantando testimonios de tes- tigos presenciales, con referen- cia a la verdad sobre la trágica muerte de Tomás Urbina. Ade- más de cuanto ya hemos dicho sobre este asesinato, reproduci- mos cuanto han dicho los tes- tigos a que hacemos referen- cia: El jueves pasado volvimos a andar por los mismos caminos que tantas veces recorrieron los “Dorados” de Villa hace ya mu- chos años, acompañando al ex- traordinario novelista que es don Martín Luis Guzmán, quien te- niendo en preparación un nuevo libro, trata de precisar con la mayor exactitud la forma en que murió una de las figuras -de la revolución, el general Tomás Ur- bina. Habló el historiador y perio- dista con diversos testigos de a- quel drama; precisó los lugares que el relato menciona y visitó también la modesta y olvidada fosa en que reposan los restos del que primero combatió a Oroz- co y a- Huerta y más tarde firmó el desconocimiento de don Ve- nustiano Carranza como primer Jefe. EN LAS POLVOSAS TIERRAS DE DURANGO En una flotilla de varias ca- mionetas el señor Guzmán fué a Las Nieves y Villa Ocampo, Dgo., acompañado del Presidente Municipal de esta ciudad, el Se- cretario Particular del Goberna- dor, profesor Barrón, el ingenie- ro Pacheco Loya, los regidores profesor Alejandro Novoa y Mi- guel Duarte, el señor Pedro Dá- vila de 1a O., —prominente veci- no de aquellos rumbos que pre- paró el recorrido— y este repor- tero. En Las Nieves estaban ya es- perándolo el grupo de personas Fla quienes el señor Dávila había reunido previamente para que Saving is simpler than you think —uith U. $. Savings Bonds on the Payroll Savings Plan! Treasury Department thanks, their patriotic donation, the Advertising Council and conversaran con el historiador y cada uno refirió sus recuerdos sobre aquel hecho sangriento o- currido el 3 de septiembre de .... 1915. Primeramente estuvimos en lo que llaman la “Casa Grande” y que habitó en aquella época el general Tomás Urbina. Y el viejo campesino, antes re- volucionario, Ramón Hernández H., refiere esto al señor Guzmán: —“Yo vivía a media cuadra de la casa del general Urbina por una calle frente a la misma ca- sa. En la mía empezaron a me- ter mucha gente por órdenes del general Nicolás Fernández, cuan- LI A do los “Dorados” se disponían a atacar a Urbina. Cuantas gentes pasaban por la calle eran obli- gadas a despejarla para que sal- varan sus vidas, pues habría mu- chos balazos. Recuerdo que el último en pasar por ahí fué un muchacho como de 13 años; lo detuvo el general Fernández, y le preguntó: ¿A dónde vas? y és- te le respondió: —““A-dar pastura a unas vacas”. —“Nada, nada, métete allí cuanto antes. UN TREMENDO TIROTEO PREVIO “A los pocos minutos, —sigue refiriendo el señor Hernández— empezó la balacera. Fué terrible; (los villistas disparaban contra los de Urbina que se habían pa- rapetado en la casa y sobre los que cayeron en forma casi ines- perada) duraron más de una ho- ra balaceándose. Recuerdo tam- bién que un muchacho desconoci- do tuvo la tentación de ver cómo andaba aquello y cometió la im- prudencia de asomarse por la ventana en los momentos en que el abanderado de la gente del general Fernández se acercó con su caballo y lo jaló violenta- mente diciéndole: —“Tú qué quieres, has de ser de los otros; jálale pa' acá”—, y lo arrastró hasta atrás de la Casa y le des- cargó su pistola matándolo al instante. (Esto da una idea de la orgía de sangre que debe ha- ber sido aquello). a “Cuando cesaron los balazos —le seguía contando el viejo ex- revolucionario al investigador— ya todos pudimos salir y'acudi- mos a la casa de Urbina donde estaba todo en movimiento; la gente de Villa andaba adentro, y a los pocos minutos salió un au- tomóvil (el único que había en el lugar), manejado por un tal Justo que era el asistente del general Urbina”, El general Villa salió perso- nalmente a colocar unos colcho- nes en el auto y después, llo- rando y todo salió con Urbina en brazos diciéndole a su espo- sa: —Fué un error, comadrita, dis- eúlpeme, pero no se apure, aho- rita mando a mi compadre a cu- rar y le ¡ponen su pierna y su brazo de hule”. (Llevaba mate- rialmente destrozada una pierna y un brazo-. “El auto partió rumbo a Pa- rral y solo iban Urbina, el asis- tente y un doctor. Villa le dijo a mi general Urbina: —“No se detenga en Parral, compadre, sígase hasta Chihua- hua y luego le dijo a Rodolfo Fierro: —“Tú te encargas de mi com- padre”... y luego Villa partió con su gente hacia Torreón de Ca- ñas... NADIE QUISO QUE LO SIGUIERA; IBAN A MATARLO Había terminado de dar su ver- sión el campesino Hernández, y luego interviene otro vecino del lugar, Wenceslao Rivera, quien agrega este importante detalle: —“Cuando salía Urbina en el carro y se quiso subir a él María Esparza, su esposa, el general Villa 1e dijo: —“Usted no se vá allí comadre; mañana se irá us- ted temprano a seguirlo; ahora llevan a mi compadre a curar a Chihuahua. Interviene otro testigo, un vie- jo también que entre cada fuma- rola de su cigarro parece llegar- le los recuerdos y dice: —“Yo viví en la Haciendita Carreteña, "y una mañana muy temprano pasó por ahí la escolta del general Urbina, quienes nos dijeron que iban a Villa Ocampo a mandarle decir una misa al Santo Niño y que allí llevaban como veinte hombres. Luego, co- mo a la media hora.o más venían de regreso los mismos hombres, esta vez a todo galope en sus caballos, quienes dijeron que ha- bían sido informados de que ba- lacearon e hirieron al general Urbina. “Pasaron algunos minutos y entonces .apareció a lo lejos el auto del general; lo identifica- mos porque era el único carrito que había por esos rumbos. Es- peramos que se acercara y el se- fñioor Ramón Pereyra, que era el administrador de la Hacienda se acercó a ellos y les preguntó qué había pasado. —“Pues me asaltó mi compa- dre”, declaró el general Urbina que iba herido, y me manda a curar a Chihuahua”. “A esto el señor Pereyra le con- testó con alarma: —“Nada de curar; la cura se la quiere hacer en otra forma, largue el carro; hay le tengo ca- ballos para que en ellos pueda huir por la sierra; lo que quiere Villa es matarlo”. El general se negó a aceptar la ayuda que generosamente le brindaba el señor Pereyra y si- guió su camino. “A la media hora más o me- nos —sigue contando el entre- vistado por el novelista—, llegó Rodolfo Fierro con unos quince hombres y preguntaron si por ahí había pasado el auto de Ur- bina, a lo que se le contestó afir- mativamente. No hicimos apre- cio a sus preguntas, pues consi- deramos que Urbina podría es- tar a salvo por la mucha venta- ja que les llevaba.... Sin embar- go, ya usted sabe que Fierro lo alcanzó al1á por Catarinas y fué quien consumó el asesinato de los tres ocupantes del carro”. Y en verdad por haber rehusa- do tan oportuna ayuda que llegó a ofrecérsele, Urbina fué hacia la muerte. HALLARON EL AUTO Y LAS TRES TUMBAS Vuelve a intervenir en la plá- tica —entre testigos e historia- dor que trata de obtener los me- jores datos para lo que supone- mos será su libro “Muertes Para- lelas”— el señor Hernández H., quien parece haber recordado al- go más de interés, y dice: —“Yo fuí al siguiente día con la esposa de Urbina acompañán- dola hasta Parral; íbamos a ca- ballo y casi al llegar a la Ha- cienda de Catarinas, vimos el au- to abandonado. Era lógico supo- ner que ya Villa había acabado con él”, “En efecto, 'en Catarinas en- contramos tres tumbas, con sus montoncitos de piedras marcan- do el lugar. Los vecinos de allí nos dijeron que estaban enterra- dos en ellas Urbina, su chofer y el doctor. La inhumación la ha- bían afectuado la noche ante- rior”. Luego hablando con aquel gru- po de rancheros de rostros cur- tidos por el sol y manos enca- llecidas por el rudo trabajo, su- pimos que fueron alrededor de unos 150 hombres los que, a la orden de Villa atacaron la casa de Tomás Urbina, en Las Nieves. Esto lo confirman también Mi- guel Arzola y Jesús Acosta, quie- nes explican al señor Guzmán, que les tocó ver de madrugada cómo Villa llegaba al lugar que se denomina “El Chirulo” cerca de Las Nieves, donde distribuyó su gente entre grupos al mando uno del propio Centauro del Nor- te, otro del general Fernández y Viernes 20 de Febrero de 1959. Phoenix Union High School Auditorium Jueves 26 . : de Feb: o a las 8:30 P. and his Company of SPANISH DANCERS) Singers and Musicians 45 Boletos: $1.00 - $2.40 - $2.25 y $1.75. 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NO HUBO TAL TRAICION SINO VENGANZA PASIONAL Ya en conjunto, la plática va por otros rumbos, y sin que na- die pueda asegurarlo, o quiera asumir la responsabilidad de un cargo de tal naturaleza contra una mujer, se da esta versión sobre la posible causa del ase- sinato de Urbina: , Aseguran que el general Urbi- na no había traicionado a su compadre Villa como algunas versiones de la: Revolución lo han asegurado, y agregan que la tragedia la provocó la misma esposa de Urbina, María Espar- za (quien nadie dijo ahí si aún vive o ha muerto) quien al pare- cer tenía relaciones ilícitas con cierto individuo al que dió muer- te Urbina, al saberlo y en defen- sa de su honor. - v ” Esto disgustó sobre manera a la mujer quien empezó a intri- gar con Villa, enviándole falsos escritos en los cuales por lo vis- to puso muy mal a su esposo. La versión anterior es sin em- bargo muy dudosa, pues siendo como es el temperamento del mexicano y máxime tratándose de un hombre como Urbina, en el caso de una traición semejan- te hubiera dado muerte también a la mujer. Además, el cariño de ésta por su esposo, queda de- mostrado cuando intentó acom- pañarlo yendo éste seriamente| “.. The herido. Creemos más en la versión que en estas mismas planas se publi- can sobre la muerte del general Urbina y que sin duda será un espléndido tema en manos de un artífice de las letras como es el maestro don Martín Luis Guz- JOIN THE MARCH OF DIMES El Periódico de los Mexicanos LLA LLJUL — OS o Duivk Reliet of PAIN Ease PAINS of HEADACHE, NEURAL- GIA, NEURITIS with STANBACK TAB- LETS or POWDERS. STANBACK is not a one ingredient formula . . . STAN- combines several medically proven complete usually a Test STANBACK Sup Beck ains 44 STANBACK mán.