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Página Seis. Noc Bla eb A “EL SOL” SEMANARIO PUPULAR INDEPENDIENTE también su gesto es de otra épo- ca, pero no comprendería que yo no hubiesepuesto nada de mi parte para dar lugar a la a- ventura causa del casorio. —Juzga usted mal a mi ma- dre. —No: me pongo. er la realidad. Si yo fuese úna muchacha rica y de buena posición social, esas suspicacias no aparecerían. .To. do lo más pensarían que me ha bía enamorado. de ustel y que para conseguirle le había tendi do.un lazo. Y eso, al fín y al ca Cuando ella la toma do ma-'tenta hacer como que -no lo en-[bo, no es más que un ardid de nos de Rafaél María, un pliegue” tiende Sinceramente contesta: cillo de contrariedad le frunce; —Ya; pero la señora de Lóri. la frente. Ella no se puede per-|ga no es todo el mundo, ni la co mitir el lujo de viajar en prime |lonia de bañistas de Pollares me ra. A ver si ahora este dispendio ha. de volver a encontrar .en su es causa de que no le liegue el dinero para el billete de Valen. cia a Madrid. En ese vaso, ten- dría que hacerle un préstamo su primo Teo y eso no le gustaría ro porque Teo no le adelantase complacido todo cuanto necesita se no, sino porque ela, desde que es pobre, se siente extrordi. nariamente cohibida sobremone ra para pedir dinero. Siempre cres que al donante le queJla dextro la aprensión de si el ac pic no le pagará. Mercedes domina rápidamon- te el gestecillo de contrariedad y echa mano a un monedero de ante gris con una boquilla preciosa, modelo también de la casa, pero Rafaél María le ataja el ademán con un . —Por Dios.... que hace enrojecer a la mucha- vida. Tengo mi mundo, mi cír- culo.... “Y después-de todo, que amistades que por tan poca -.co. sa pierdan la. fe en mí, poco me importa conservarlas. - —Ese absoluto desdén - hacia la opinión ajena permítame de. cirla que -es algo imprudente. —¿Preferiría. usted que nos ca sáramos así, por la fuerza de las circunstancias, sin querernos? —Si su piera que usted había de padecer desaires-y censuras; desde luego que sí. Yo estaría. más tranquilo. —Y me la pagaría usted con la primera que se presentase. —Es usted muy cruda. 2 —La verdad siempre lo es; pe- ro, ¿como quería usted que sa. liera un matrimonio recho-a- la trágala, vamos-a ver? —Es que podríamos enamorar. nos. S cha consciente de haberle ofen- dido. Galante hasta Él extremo este pretendiente desdeñado. El y su hermana no han sabido co mo atenderla durante el almuer zo,. Como si quisieran dar a la gente una respuesta adecuada, María Teresa ha salido hasta la —Muy problemático. —Juzgará usted 'por sí misma. —Por los dos. Es usted un chico extraordinariamente “deli cado, generoso y bueno. Posee usted un margen de caballerosi | poco en nuestros tiempos. Se ca- dad como va ya quedando muy; misma puerta de la verja de Villa Clara a despedirla. Allí la ha abrazado y besado cariñosa- mente (las de Zurbarán que es. taban en su jardín, sesteando, han presenciado toda la escena minuciosamente) y luego, Ra- faél María en persona, la ha a- compañado en su coche a la es- tación. Pueden hablar cunto quieran las buenas lenguas. E- lla se siente alentada con estas muestras de consideración. La estación se llena otra vez de público que sale al andén a tomar posiciones para cuando llegue el expreso de Barcelona. Rafaél María se deja al mozo encargado del equipaje y le re- comienda que busque un buen asiento para la señorita en cuan to el tren lelgue. Luego la in- vita a seguirle andén adelante fuera del ambiente sombrío y mal oliente que la aglomeración pone bajo la marquesina. Y cua do por un sendero paralelo a la vía van hacia los huertos inun- dados de sol y de flores que cer can la ciudad vuelve a decir el mozo gravemente: —Ya ha visto usted que no me he equivocado. Ello no rehuye el tema ni in- crificaría gustoso con tal de evi tarme a mí esos padecimientos enamorada, que se disculpa en tre dos sonrisas benévolas.....““!es tas chicas!”; pero en mi situa. ción no le quepa a usted duda de que-no me quitaría de enci. ma un monte muy feo Yo sería la aventurera que ha cazado a un hombre por los peores me. dios. Y prefiero los desaires de esta mañana. Al menos, siempre podré decir con la cabeza alta: “No me he casado con él porque no tenía nada. que tapar. Eso es”. —Bueno, Mercedes, como us- ted quiera; pero prométame—ya se lo pedí esta mañana—, pro- métame que si las cosas se a- gravan, que si en algun momen to cambia usted de manera de pensar, se acordará de escribir. me. No le oculto que me siento defraudado. Yo deseaba y espe- raba poder reparar. —Pero... ¿pedor reparar, que? ¿Hemos faltado en algo? ¿No comprende usted que si nos ca. samos la gente callará, pero den tro: de ellos pensarán que si, qu| en efecto, estábamos - sucios cuando «hemos tenido que...? —Hay puntos de vista diferen tes. El mío no es ése. - E Quizá crea usted a la gente _peor de lo que es. “Ya ha visto usted esta ma. fianael mundillo de Pollares. —Bien. Mi tren parece: que vie ne: No discutamos más.:Mis se. quiméricos que yo no veo por|fias están aquí y si las perdiese ninguna parte. Pero el sacrifi. cio no es bastante en el matri- monio; hace falta el amor y el amor.... no suele venir cuando una quiere, sino cuando le da gana a él , que para algo es ni. fio. Además, hay -muchas..cosas que nos separan. —En la vida moderna ya no hay prejuicios. —Pero el hombre cuando se casa, si es buen hijo, se casa— aun sin darse cuenta de ello— un poco también a: gusto de sus padres y usted no debe ofender. se si yo le digo que entre nosoz tros estaría su madre y eso sólo. sería bastante a separarnos. Rafaél María bajó la cabéza, disgustado. Mercedes estaba bien informada. Su madre no pasaría [por semejante consenti. miento. - —Su madre de usted es de o. tra época. No le censuro. Y no comprendería.. .. —¿Mi gesto de caabllerosi. dad? —SÍí, su gesto, sí. Hasta se sen tiría orgullosa de él porque -- ZA dd) / His $ Eon wa usted, sólo con-ir a casa de Ma- dame Petuois y preguntar:por “mí sería suficiente. Gracias por todo — se enterneció un poco al alargarle la mano:— pur su a- yuda la noche de marars, por su caballerosidad en todos los mo. mentos, por-su cortesía hasta úl tima hora.... No lo olvideré nun- ca. Y si necesita usted quien dé informes-de su hombría de bien acuérdese de mí. Se estrecharon la mano fuer- temente. El estaba también un poco -conmivido. Muy- noble la muchacha, de elevada categoría moral. Otra le hubiera agarrado con las dos manos. a caza-del marido. Y sin embargo, esta. mu chachita «que hubiera' podido volver. a. su medio, al lujo, a la riqueza, a la vida muelle sólo con aceptarlo; le dejaba en li. bertad. —Le escribiré: a usted desde Roma *— aseguró: con la voz opaca. xxx Ayúdala a subir, ya sin pala. bras. Piensa, emocionado, que ¿00 Didn't Keep- A gentleman from California: hid-$5,800:in his refrig- - a o o es muy fácil que no vuelvan a como andan las niños desde al encontrarse más; y ahora, en e+s|gunosaños a esta parte, quiero te momento en que van a sepa. ¡decir desde que empezó el Movi rarse, intuye lo que hay de posijmiento. La que no ha andado tivo valor en esta muchachita |con un hombre tasado es una Viernes 29' de“Abril'de*1949;* e e a A $ ¡gradable que sería encontrárse- | sin elaprecio y: la buéeña opinión -- lo una mañana o una tarde en |de- als gentes, no se sentía se. Uca calle de Madrid y ¡gura de ella misma, por rmuy cambiar con él algunas frases tranquila que - tuviese la con. - que de seguro serían muy cor. |ciencia. Se le vinoa las mentes empobrecida, que tiene que lu- char con la vida a brazo partido Algo muy dentro de sí mismo le está diciendo que la señorita 1i- ca y de familia ilustre que al. gún día será su mujer no valdrá lo que esta pobre muchacha. Y hasta se atreve a decirse que no le hubiese costado gran trahajo amarla. La instala en un asiento des ocupado sobre el que ella deja caer sus guantes para salir a la ventanilla a despedirle. Ella ha dado media vuelta, en silencio, y se ha ido recatando de ella sus ojos entristecidos y ahora es tá sobre el andén, alta de cabe- za, la mirada fija en el rostro expresivo y fino que encuadra el vacío de la ventanilla, resaitañ do su silueta prócer de entre to da aquella vulgaridad que la rodea. Un silbido enronquecido, una campana, un ronco jadeo... El tren comienza a moverse, lentamente. Rafaél María Bel. trán alza la mano y saluda. Al mismo tiémpo, ella dice: —¡Adios, Rafaél María! — Adios, Mercedes, Le mira mientras puede verle El tiene la cara vuelta hacia | cosa rara. !'La de cuento que hay. por el mundo, señorita de mi alma! Y al menos con la se- fiorita, estaba' seguro de llevar- Se úna mujer de bien. —Usted sabe que hay que mi rar otras cosas! z—La señora marquesa, la ma- dre del señor, puede que las mi. re porque es así, muy pagada de sus apellidos; pero lo que to ca al señor marqués es muy sen cillo y muy campechano y creo, creo, que se hubiera casado con la señorita por muy poco. En Pollares “se llegó a decir que él pidió a la señorita y que la se- fiorita se negó a casarse. —No tengo por qué negárselo, a usted'Pura, es verdad. Fuí: yo quienno” quiso casarse? —¡Digo! ¿porqué- hizo usté eso? —Porque “él no se casaba con- migo por cxariño: El señor mar- qués a mí no me quiso nunca, ¿Comprende?, sino por tapar las lenguas'a la gente: con motivo de.... bueno,' de: aquelal noche,,, usted sabe. —Claro que sé: Y como yo estaba limpia de toda mancha; como no me re- diales y separarse después .co. mo dos buenos amigos... Suspiró Mercedes. ¿Había he. cho bien negándose a casarse con él? -¿No había exagerado su concepto de la dignidad has ta rozar los límites del orgullo? ¿Acaso no hubieran llegado a quererse y ser felices? 'Bah! Ella tenía el alma todavía He: na de un recuerdo que la impe= día amar; y él..... no le había ' - inducido hacia ella otra cosa más que un rasgo de hombría de bien. Acaso si ella hubiera visto otra cosa en él, se hubie- ra decidido a sacrificar'aquel orgullo: sl Al regreso de sus vacaciones pasómuy malos días, siempre con el temor de que cualquier]: imprudente supiese lo ocurrido '—el mundo es un pañuclo— y lo pusiera en conocimietnto de su madre y de Flora;. pero el tiempo'fué pasando en absoluta calma. Mercedes, cada día cum .plía mejor, con su cometido -y Madame Petuois- estaba alta: mente satisfecha de ella. En- el hogar «deshecho por la revolu-= ción, la calma iba renaciendo. Flora y Mercedes, aportaban ella y en la primera curva se mordía la conciencia no quise sus salarios y la madre distri. pierden de vista uno y otra. Mer admitirle. buía los ingresos con. una admi. cedes se deja caer pesadamente! —Pues me parece, me parece nistración que ninguría persona en su asiento. !'Qué insospecha- do fin de estas vacaciones co. menzadas con tanta ilusión!” CAPITULO V Al ir a subir:al Metro, senveni: contró con: Pura, la doncella de María Teresa Beltrán. Mercedes no se había dado cuenta' con la aglomeración y las prisas de la subida, pero la muchacha la tocó familiarmente por el codo a punto de sentarse. —Señorita... —Hilo, “muchacha... —¿No me recuerda? —Ve una tantas caras... la verdad; pero me quiere parecer que la conozco a usted de....(una vacilación; un rubor) de este ve: rano. —Justo señorita: soy'Pura;'la| primera doncella: de la «señota condesa de Murla. —-Ah, ya! (Y el pavo aumen: ta hasta adquirir * proporciones: alarmantes, Vamos a ver ¿por qué? —¿Cómo sigue la señorita? —Muy bien, gracias. ¿Y uste. des? ¿Todos ustedes? —La señora,enferma de sus nervios, como siempre. La pobre desde que acabó la guerra, con sus sustos y los sufrimentos, no tiene una onza de salud. Ya ve usted tan joven... Todos los de- más, muy bien. —Por unos dias. Saldremos pa ra Sevilla, mejor dcho para el cortijo, a fines de mes. Los se. porque el señor marqués está en Roma desde que acabó el vera. neo. —¿Al fin le destinaron a embajada de Roma? la si tarda un poco en irse revien- ta.. !Los dias que pasó aquel cuerpo cuando usté se fué! —¿Y eso? que me tome la libertad de ha. blarle de esto, 'pero nou “es atrez vimiento ni curiosidad; es que;¡ todos' los «de la casa nos toma: mos mucho interés por la == rita y sentimos mucho la judia da que la hicieron los señores | —¿Están ustedes en al fiores y los niños, clado está, | que le dió' usté un disgusto al! señor marqués; porque lo mis- mo fué marcharse usté que ya no volvió a tener alegría. Con ese genio tan vivo y. tán revuel- 'to que tiene él, que se mete con todo el mundo y a su Tado no hay penas. Se dió a no visitar a nadie, a pasarse el día pescan- do en alta mar con el tío Rodri- go, el botero, y a volverse tarum ba leyendo, que no hacía otra cosa. Su hermana le regañaba porque decía que se estaba vol- viendo insociable; pero: él se en cogía de hombros. 'Si usté supie ra las rabietas que tiene cogi- das la niña de Lóriga. ] —Yo creí que se habrían arre 'glado al venirme yo. Es decir, arreglados ya estaban, pero su- pongo que con nuestra aventura 'habría sus monos ¿no? —¿Monos?... Un hocico de a palmo y un cuello de tres me- tros de largo. Pero para poco le valió, porque él no volvió a mi- rarla. —'!Pobre- Elenin! —!Con las: ilusiones que se habían hecho los papás...! Pues nada: él no volvió a decirla o- ojos negros: tienes; y si alguna ¡vezse encontraban «en la playa 'la saludaba serio, serio, serio, que daba miedo y otra cosa, Yo, para mí— es un pensamiento mío— que el señor marqués no les ha perdonado a esa gente el desaire que a. usté la hicieron, y la lengua que han derramado —Siento que por mi causa..... —Pues no lo sienta usté por- que tampoco a esta niña litrila Í | hubiera querido la sefiora mar- quesa. ¿De dónde tienen el se. fiorío y--los títulos esos señores —SÍ, «señorita; Por-cierto..que¡ Ye Lóriga? —Pero son millonarios. —Ni falta que le hacen los milolnes: al señor. Marqués, que está muy apañao por su padre —Pues perdóneme la señorita|y lo que herederá de la madre, y 'su carrera, y lo que le dejará jsu tío don Vicénte.... ¿Usté no lo conoce?, el almirante, que es ri- quísimo y no tiene familia ni más herederos que él y mi se- fiora;. pero, según dicen, que co- mo don Rafaél es chico y ha de que 1 ahubiese conocido en ue tros dias hubiera podido esperar de ella, tan habituada al lujo y a las abundancias. El niño es el dicho' tantas veces -oídos:- sin: - pararse ¡a meditarlo: “No «sola. - mente hay que ser honrada sino además hay que parecerlo.” Verdad, era verdad. Afligida y angustiada, se lez vantó' para acercarse al Cristó entre” la gente” que salía:-Fuerá-- roncaban los motores y sonaban ches pará los que parecía novex”-> istir la testricción a una elegán”” tísima muchacha que se arrodi. llaba ante la imagen: y apoyaba: su frente agobiada “sobre los — pies. erucificados. ¿Llorar? No le” era fácil! Reaciá:a las lágric * mas, no solía. llorar con. faciliZ dad, pero su corazón estaba ane gado de amargura.. XXX - —De parte de Madame, que en. cuanto- acabe usted de des. - nudarse que -baje a : despacho.: - Mercedes, -con «la cabeza entre: el revuelo de tules de un maravi lloso. vestido. de noche que esta. - ba quitándose «en. el «vestidor después de -haberlo.expuesto. en una cansada exhibición ante una niña» elamida: y exigente, : lanzó a la doncella —traje.ne- -gro, cofia, delantal, pu6os y cué llo de un rosa * desváldo — una mirada de extrañeza y respon: dió: Está' bién. En 'séguida 'vóy.* ¿Sabe usted para qué me quié: TO... ? s —No, señorita, no lo sé; pero'” tudiaba como un hombrecito. jestaba muy enfadada. Sólo la espina del hijo muerto Mercedes, mientras colgaba y aquela pena viva del marido¡el traje“en el perchero y lo en. en la cárcel ensombrecían las, tregaba a la doncella encargadá' horas de las tres mujeres; pero¡del vestidor, mientras alisabá el trabajo de adaptación se iba ¡rápidamente sus cabellós y se realizando lentamente. Era unalpasaba la barrita del rojo por” vida nueva, tan distinta de 'a-[los labios en un' instintivo. arte. quella a la cual estaban las fres acostumbradas que parecía como si al plegarse a ella las tres mujeres hubiesen vuelto a 'nacer en un mundo desconocido Cerca de su' casa, Mercedes so lía frecuentar una iglesia en ¡las -postreras horas de la tarde, 'cuando terminaba su'faena' dia ¡ria disponía de unas horas para: sí. Solía llegar cuando la fun: ción estaba mediada porque la hora de salida de su trabajo era ¡a las siete. Más todavía: llegaba rio en el recoleto rincón de una a tiempo de poder rezar el rosa= capilla donde un Cristo agoni. zante extendía sus brazos conso ladores alumbrado por una lamparita de aceite. Una tarde en que se celebra. ba un quinario con sermón pre dicado por un ilustre orador sa. e ado, encontró toda la: iglesia lNena.de ese público volandero que acude a las iglesias como a un teatro cada cuando hay fun Iciones que valgan la pena; se. ¡fioras elegantes y caballeros pul cros, coche en la puerta, ete., Mercedes intentó llegar hasta su Cristo. Inútil empeño. Se hu bo de quedar en pie, terca de la pila de agua benditá, y allí se arrodilló para rezar su rosa. rio. La función terminó antes de que élla acabase todas sus devo ciones. Sin duda se había retra sado ella causa de la prueba de los trajes de novia de una se fiorita muy encopetada... En el sitio en que se encontra ba no tuvo más remedio que ver salir a la gente y así fué como entre todo aquel público elegante y de acamodaticia pie. dad divisó a la señora de Lóri. ga con sus des niñas. No dejó glo, hizo calladamente un dete * nido examen de 'conciericia ” y como no encontrase nada ' de qué acusarse, empezó a ándar- por él corredor alftóombrado dere chita”'al - despacho «de Madame, diciéridose: —!Bah! “Estará” de ma!húumor por cuálquier otra cosa «que no tenga náda' que ver conmigo. a última “clienta: nos ha puesto los nervios de punta a ella y a mí. Entró en el despacho coque- tón donde Madame, vestida con suma elegancia; depilada, ma. quilada, tefiida, perfumada, pro: paganda viviente de su cas, la esperaba en pie junto al escri. torio, evidentemente con cierto nerviosismo: que - Mercedes: hubo de notar: Madame era una bue. na persona; muy comerciante, ¡Pero muy buena persona. Reci. bió a Mercedes con esa cortesía propia de los franceses, que en ningun momento les falla, pero a la vez"cón -una- frialdad que inquetó a Mercedes y'con su es. pañol «chapurreado y su detes. table acento; comenzó -la confe. rencia- con una serie de lamen. taciones. Ella no lamentaba mucho, pero su casa era una ca sa seria. No podía exponersé”'a perder su clientela. Todo él per sonal de su establecimiento era- .de una moralidad réconótida:..'- Mercedes trabpuso-los linderos “ de la inquiétud para entrar en” los de una franca: alarma, Una: nube negra se le puso por délan te de los: ojos. Su orgullo se sin. tió -espoleado.y en ella se alzó en violenta protesta toda su dignidad. —Ruégole, Madame, que me hable con-toda claridad. —¡¡Oh, ma chere! Es tan do. de Lóriga Como que cada vez|heredar los títulos pues también que :ofmos hablar del asunto . |le dejará la mayor parte: de- la nos encendíamos... fortuna. Ya “ve usté. Hombres Mercedes quiere sublevarse; | con suerte, Y usté que hubiese pero no puede. En algún tiem-|Podido ser marquesa y millona- po, ello no hubiese tolerado se-|ria,'no ha querido. mejantes familiaridades la «una; .—Yo prefiero: ser povre y ga- sirvienta; pero ahora, ¿por qué narme mi pan, y.que nadie pien oponerse a ella? La sirvienta en se que me he casado porque te- su género y ella en el suyo, :am 'nía:algo que tapar o porque me bas son dos: pobres chicas que interesaba.-aprovecharme de las se ganan la vida, ¿A santo de'circunstancias para atrapar a de sorprenderla su presencia .a|loroso paga hi... “Je suis fáches aquelas horas en una iglesia; |de tout cet 'affare”.... Osté' sabrá porque las Lóriga eran más afi|seguramente -de-qué le hablo”. cionadas a los bailes del Palace] -—Sospecho, madame, pero quí que a escuchar sermones; pero |sieraetner-1á certidumbre: Diga' + fuere el caso es que eran ellas mé: con: frariqueza qué «uentos Pasaron por su lado, rozándola,|le, han traído de mi. Elenín cruzó con ella su mirada|'—Es madame ótiga; com. y tuvo un gesto de contrariedad--prendez?-que-me-ha: contado-to. y de desdén que no se tomó: el trabajo de reprimir. Pasaron sin dirigirla ni una inclinación do.:- —Ya. —Y voús comprenez;'ma' chez. : erator “just overnight.” The money was a: down:payment on a new home. But that very night a burglar broke in, found the cold cash, and made off with every dollar. The calamity- : shows what can happen when much money is kept at home hidden in a refrigerator, teapot, óld shoe, behind a picture or “inder a mattress — instead of in the bank. z A good place to keep money ¡is in a checking account, When you pay by check, your:cash is protected: against: any risk of being stolen, mislaid, burned up or thrown:.away.: Yes, a checking account is safe — and it's convenient, too! You can pay bills the step-saving, time-saving way by mail: And: your canceled checks are your best. receipts. What's more;a. checking account has prestige value — reason enough, in itself, for opening a Valley Bank checking account with your next salary check! qué echar mano de un orgullo | que ya le está vedado? Vale más admitir la conversación -de la doncela dándole la interpreta. ción que realmente tiene, que no €s Otra que'la dee un-sin:- cero interés Asiente con una sonrisa que estimula a contiz nuar hablando a Pura. —En casa de la señora Conde sa todos sentíamos una simpa. tía muy grande por la señorita y hubiéramos visto con muy buenos ojos que... Se detiene, Esto sí que no se atreve a decirlo por miedo a: 0- fender a Mercedes; pero ella comprende la frase truncada y la agradece. —Gracias —dice con voz dul. ce. — No era mi sitio. Yo no de- bía llegar tan alto. Rafaél Ma- ría Beltrán se merece otra cosa. —i¡Lo que ha de procurar el señor Marqués es no recoger el día de mañana un pingo, por- que hay que ver, !'hay que ver! un hombre'rico:: Bueno, Pura; encarítada-de haberla encontra- do. Salude a su señora y que les vaya muy bien por Andalucía. —Gracias señorita, y usté que se conserve buéna y hasta otra vista. ¿Baja: uste aquí? —Sí: en esta parada. Adios. —Vayausté con Dios. - Mertedes. -se apeó vivamente y echó a andar hacia su casa a buen paso. Estaba a punto de nevar. Era un día de diciembre aparatoso y gris. Mientras se arrebujaba en el cuello de pie- les de su abrigo, «iba pensando en lo que le había dicho la don cella, sobre todo en el desquite de Rafaél María. ¿Con qué su réplica a la actitud de a señora de Lóriga no se hizo esperar? 'Bienchasco! Era muy de agra decer que Rafaél María vengase los agravios que leinfirieron a ella, Buen amigo y buen caballe ro. ¿En Roma? Ya no volveria a: verle más... Y pensó en lo a- de cabeza. Mercedes se sintió |re, ¿ne cest pas? Yo no puedo ** vejada y ofendida. Se acordó de conservar en mi casa a una mu! lo que le dijera Rafaél María [chacha que anda en: lenguas en * respecto a la opinión de la gen-funa casa: tan.... tan fea; te. Verdad. De nada había servi do su negativa a casarse con | —Madame, si usted quisiera“ él: ese gesto arogante que ha.|Ol'me y creerme... blaba bien claro de la perfecta” _:Matg:st la creo, me petite, ** inocencia de los dos. Los mal. | gj yo la: ereo!' Pero aunque todo** pensados seguían creyéndola '|geg “un “cuento, el casó es que se * culpable de algo bochornos0.-- | habla, comprenda, se: habla..... Súbitamente, sintió los ojos Me|y mi'easa':es una casa” seria nos de lágrimas y una gran "| usted ya lo sabe. d verdad se abrió camino en su | cerebro: lo de que pese a todo —¿Debo entender entonces q” su arrogancia, a todo su simpá. | Usted me- despide? tico orgullo tan saturado de dig dd nidad, no pdría prescindir de la Continuasé"la semana “entrante opinión de la gente. Ya se lo ha | ———__225 “a bía dicho Rafaél María: Ella no Tres: Años de Servicios: quiso creerlo, pero ahora se es. . ALA GENTE MEXICANA taba dando cuenta Por muy in. PARÓ USPRRACION OR CALZADO dependiente de caráscter que Tallér de Reparaciones Ag ella fuese, por muy moderna, FINSON'S por muy audaz, se sentía presa E _. des de esa red invisible y tremenda 17 8. Irá St. Phoenix. Arta, l: el “qué dirán”. Comprendía, q'