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Entonces cnvió Zacarías al siervo hasta la casa dcl tesorero y éste llegó, un hombre afable y bonachón de pequeños ojos re ; dondos que mirahan penetran. tes y expertos por encima de las mejillas rosadas. Tocó como co nocedor en el vestíbulo dyd de dos bandejas de plata labrada que acababan de terminarse, 1 las golpeó con el dedo y exami nó su dibujo gracioso. Curioso levanto una detrás de la otra las piedras talladas de la mesa d etrabajo, contra la luz; tan ju guetón y enamorado repasaba pieza por pieza, tanto las obras terminadas como las que tenía “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE El CANDELABRO ENTERRADO |la sombra en que se había ocul Sólo hay paz bajo tierra. Allá itado, tímido y agitado:: descansan los muertos, con el | —Señor, te rogamos que tú pie en horizontal, de su viajar. mismo elijas uno de los dos. Ahí no brilla el oro para ningún El tesorero miró extrafiado al ladrón y no excita la codicia. lanciano desconocido. ¿Qué pre- | ¡Qué descanse- pues, en paz a- tendía ese hombre raro y por q” llá, el que retorna de mil años lom iraba tan suplicante con de peregrinación.! ojos ardientes e inquietos? Pero bienhumorado como estaba, y demasiado indiferente como pa- ra no cumplir el deseo de un vie jo, volvió sobre- sus pasos. De buen talante, tomó una peque- ña moneda y la tiró al aire. Ca yó y dió vueltas como un trom- po en el suelo, tres veces y giró y volvió, y por últimp quedó entre manos el' orfebre, que Za'quieta a su siniestra. Sonriente carías tuvo que advertirle que señaló el tesorero el candelabro mirase por fin a los candelabros que también estaba a su izquier el milenario y el recién creado da: “Este, pues!” Luego se fué | —¿Para siempre — se sor- prendió Zacarías— piensas en- terrar el candelabro? —Cuándo le ha sido dado al hombre imaginarse tan sólo la leternidad? ¿Cómo podría fijar yo un término a una cosa desco nociendo el de mi propio ser? Quiero hacer descansar el cande labro, pero ¿quién sino Dios, sa be cuátnto tiempo descansará? Yo puedo realizar la acción, mas ¿como he de poder medir “sus. consecuencias, calcular el O rra de los antepasados. Muy a;¡lencio. Dijo tener la misión de menudo llevaban devotos ataú-'sepultar este féretro, y que no des en sus peregrinaciones para lle era permitido decir más. Evi enterrar a padres y parientes ¡tó cuidadosamente la curiosidad en -tierra santa. Podía guardar |que seguían preguntando., con- el candelabro sin peligro en talisultando la veá: dónde estaba ataúd de pino, pues de todas las!el sagrado lugar para jar un cosas del mundo, sólo lo queftaúd a la tierra. Entonces son- ha perecido se escapa a la co-|reían los judios de Jope con dicia de los hombres. tranquilo orgullo, y le dijeron Respetuosamente los dos la Menorah en el. caj.ónjesa tierra era sagrado y en todas moltuorio Envolvieron cuidado-|partes el suelo bendito de por samente sus brazos dorados con¡sí. Pero luego le designaron y seda y pesados brocudos, tal colle señalaron todos los lugares mo se encvuelve la Thora, hija [en que descansaban, en sus del propio Dios. Relenaron los ¡tumbas, en cuevas o en el cam huecos con.estopa y lana suave|po plano, los antepasados, los para que el metal no golpease |patriarcas y las madres de las durante el tarnsporte resonando ¡tribus y los héroes y los reyes contra la madera y no revelase|del pueblo, y alabaron el vigor el secreto. Con mano delicada |activo de'esos lugares sagra- y trémula recostaron a la Meno|dos. Advirtieron que ningún de- rah en la ataúd, la cuna de los|voto dejaba de visitarlos para muertos; y ambos sabían y se[recibir consuelo en ellos. Ofre-. estremecieron: Quizás, si Dios .[ciéronse diligentes para acompa no cambiaba graciosamente ellñarlo ahí —pues emanaba de 'sino del pueblo, ellos dos se- ¡ese viejo algo que demandaba rían para toda la eternidad los|respeto y sus almas suspecha- últimos que hayan visto con |ban un secreto— y de bajar a ojos respetuosos y tocado con la tumba, con su permiso, al sus manos al candelabro de muerto desconocido, uniéndose Moisés, el sagrado candelabro con él en la oración. Pero Ben- del templo. Mas, antes de que jamín rechazó su buena volun- cerraron el féretro, fueron aún tad invocando su secreto, y los en busca de un pergamino con. |despidió con muchas protestas depositaron'que tódo y cualquier lugar de| el original y la copia, que per- maencían tranquilos y dorados uno al lado del otro sobre la me sa. El tesorero se colocó interesa. do frente al par de candelabros Se notaba que su goce de cono- cedor se sentía estimulado: por reconocer en una falla mínima o en una desigualdad oculta, cuál era el recién formado, y cuál pertenecía al botín. Daba vueltas cuidadosamente a uno y otro y los miraba de todos los lados, de manera que la luz caía siempre en otros ángulos sobre ellos. Comprobó su peso, arañió el oro, apartándose y a- cercándose de nuevo comparó y volvió a comparar con crecien te atención su proporción inta- chable. Por último se inclinó muy cerca sobre las ranuras y fisuras delicadísimas acercando a los ojos un cristal tallado de los que aumentan. Pero no pu- do encontrar diferencia alguna, Cansado, dejó las vanas compa raciones y golpeó el hombro a Zacarías: —Eres un maestro, Zacarías, y tú mismo un tesoro para nuestro tesoro Por toda la eter nidad nadie podrá distinguir cuál es el viejo y cuál el nuevo tan firmemente obra tu mano. querido. Y ya se dió vuelta displicen- temente para examinar otra vez las piedras talladas, y eligió u- na para sí mismo. Entonces, Za carías tuvo que advertirle: —¿Cuál es, pues, el candela. bro que pretendéis? Indiferente, y casi de espalda ya, contestó el tesorero: —El que quieras. Lo mismo me- da. Entonces salió Benjamín de Ar you being e a financial emergency has upset your budget? If so, there is an economical way to banish the unweleome “spook”. Come is easy, and apply fo: those nagging, past-due bills! A personal loan will not only solve Los siervos que habían sido lla tiempo y la eternidad? Que de mados llevaron al candelabro [|cida Dios, El solo, sobre el des. elegido hasta el tesoro. El orfe¡tino del candelabro! Yo lo entie bre acompañó a su protector, |rro, porque no sé de otro modo agradecido y atento, hasta el de cuidarlo verdaderamente, umbral de su aposento. pero ¿quién sabría decir para Benjamín se había quedado ¡cuánto tiempo? Quizás, Dios lo atrás. Toco con mano trémula el [dejará eternamente en la obsvu candelabro Era el auténtico, ellridad, y nuestro pueblo tendrá sagrado, y aquél había escogido ¡que peregrinar inconsolado, dis el otro para el emperador. perso y desparramado sobre el xxx lomo de la tierra. Mas, quizá Cuando Zaracias regresó, vió,—y mi corazón está pletórico de a BeBnjamín permanecer .inmó- tal esperanza— quizás querrá ¡vil ante el candelabro, y contem'su voluntad que nuestro pueblo ¡plarlo tan ardientemente como regrese a su patria. Entonces sa Isi lo obsorbiera del todo con su,brá encontrar —iten la seguri. mirada. Cuando el anciano se 'dad!— a alguno que casual - volvió hacia él, parecía el refle-|mente tome un azadón y des- jo dorado brillar todavía en la ¡cubra la tumba del sepultado. niña de sus ojos. El probado ha¡tal como Dios me encontró a mi bía encontrado aquella tranquijpara que ésconda al inquieto. ¡la serenidad que la clara deci-|No te preocupe la decisión, dé- sión obsequia siempre al alma jasele a El y al tiempo. Que se Solo pidió en voz baja: laé por cvrédito el candelabro. —Dios te agradezca, hermano Nosotros, secretos de Dios, nis- Y ahora, consígueme una sola ¡otros no estamos perdidos. Pues cosa más: Un ataúd. el oro no perece en el regazo de —¿Un ataúd? la tierra, como el cuerpo huma —No te extrañe. También he no, ni perece nuestroí pueblo en pensado y reflexionado en estos'las tinieblas del tiempo. Perdu- siete dias y noches cómo podría rará el uno y el otro, el pueblo llevarse la paz al candelabro. y el candelabro. Déjanos creer, Como tú, pensé yo primero que pues que resurgirá el que ente- si salvamos la Menorah, ha de'rramos y que brillará de nuevo pertenecer al pueblo y él debe ante el pueblo que habrá regre- guardarla como sagradísima sado. Pues solo si nunca deja- prenda. Pero nuestro pueblo, mos de creer, resistiremos al ídónde está y cuál es su residen [mundo. cia? Aun somos, en todas par-| Ambos apartaron la vista uno tes azuzados y tolerados, en nin del otro y miraron a lo lejos. gún lado nos está asegurado un Luego repitió Benjamín: sitio parag uardar dignamente Y ahora, procúrame el fé. el candelabro. Donde tenemos |retro. una casa, nos arrojan, y dondej El carpintero trajo al ataúd. elevemos un templo, lo destru-!|Era un cajón común, y asi lo ha yen; mientras la fuerza siga ri- bía pedido Benjamín, para que giendo a los pueblos, no tendrá no despertera mayor curiosidad paz lo sagrado sobre la tierra. si lo llevab consigo hasta la tie 7 How to suy a a , Y CAT! A co a Spoot !-.* ] haunted by unpaid bills that have piled up because r a thrifty personal loan. Use the money to pay ofí :sistente y en él escribieron y ¡de agradecimiento. Sólo pidió confirmaron que ellos, Benja- mín Marnefegh, llamado el a- margamente probado, de la fa. milia de Abthalion, y Zacarias, de la sangre de Hillel, habían depositado en este ataúl la sa grada Menorah, en el octavo año del gobierno de Justiniano sobre Bizancio, para que queda. ra testimoniado, en el caso de que alguna vez alguien desente rrara a este candelabro en la Tierra Santa, que ese era el ver dadero candelabro del pueblo. Guardaron ese rollo de perga- mino en un acápsula de plomo, y Zacarías, el platero, soldó esa cápsula de plomo minuciosa. mente, para que jamás destru- yeran la humedad y el moho la. escritura. Unió la cápsual con graciosa cadenita de oro al tronco del candelabro, de tal modo que habían de encontrar se simultáneamente el candela bro y el testimonio. Hecho eso, cerraron el ataúd con clavés y remaches y no cambiaron ni una palabra más hasta que los siervos le llevaron el ataúd a Benjamín hasta la nave que sa lía con rumbo a Jope. Sólo a bordo, cuando ya la vela crujía en el viento, se despidió Zaca- rís del amigo, y lo besó: | —Que Dios-te bendiga y te guarde! Que El señale tu ca- mino y consagre tu obra! Hasta ahora, nosotros dos eramos los úitimos y únicos que conocían el camino del candelabro. Dr» aquí en adelante lo conocerás tú solo. | Benjamín se inclinó devota- mente. —A mi saber también le está concedido sólo un breve térmi- ¿no todavía. Entonces ya sabrá únicamente Dios dónde destan sa la Menorah. 2 Xx Como siempre, cuand» ancla. al dueño del albergue que pu- siera a su disposición, a la ma- fñana siguiente, un "mozo, a quien pagaría bien, conocedor de los caminos y suficientemen te fuerte para excavar una tum ba en un lugar que le señalaría así como una mula para el transporte del fkretro. El posa- É se el sol estaría preparado su propio siervo para acompañarle a donde deseara. Esa noche, en el albergue de Jope era la última de doloroso linquiriry de santo martirio en la vida de Benjamín, el probado Una vez más apartóse la segu- ridad de su alma, una vez más le pesaba, dolorosa y penosa la decisión. Preguntóse una y otra vez si tenía verdaderamen te el derecho de calar al pueblo el regreso y la salvación del can delabro y de no revelar a sus hermanos el sacro objeto que iba a enterrar en esa tumba. Pues si ya emanaba tan fuerte consuelo para los afligidos de la osamenta muerta, del as tum- bas de los antepasados y pa- triarcas, ¡cuan dichoso habría de ser esa pueblo perseguido, pi soteado y perido en todos los vientos, si se le dejara nada más que lo más débil sospecha de que no estaba perdido el can delabro eterno, ese símbolo más _ de su unidad,s ino que aguardaba a salvo y seguro en tiera patria el día del retorno “¿Cómopuedo negarles la espe- ranza —gimió sin poder dor- mir — ¿cómo puedo guardar pa ra mí el secreto, cómo puedo lle varme a la muerte lo que resul.” taría esperanza y alegría a mi les? Sé cómo están sedientes de consuelo; terrible destino el de un pueblo; tener que esperar eternamente lo que quizás y al guna vez se produce, confiar siempre cuidadosamente en la | dero le prometió que al levantar: Fuéle enviado un mudo en se. ¡fial de silencio. Uno que desco. ¡hovía el país para que perma ¡neciera eternamente oculto el lugar. No titubeó más su alma, y agradecido contestó: —¡Mándame al mudo! Y no te preocupes. Yo mismo conoz leo mi camino. XXX Benjamín marchó desde la mañana hasta la tarde con su mudo acompañante a través del país abandonado. Detrás de ellos trotaba, silenciosa, y pa- ciente, la mula con el fáretro atado a su lomo. A veces, pasa Iban delante de chozas que que daban,pobres y llenas de tierra, a la vera del camino, pero Ben jamín no descansó en ninguna de ellas. Y si se encontraban con caminante, solo les daba el saludo de la paz y evitaba todo conversación. Ya sintió ansia por terminar la labor encomen dada y por enterrar el candela- bro. Aun ignoraba .el lugar 1- propiado, y un temor obscuro y misterioso vetóle la elección propia. “Por dos. veces”, pensó Ipiadosamente “recibi señales. Esperaré la tercera”. Así siguie ron de consumo por el país que poco a poco se obscurecía, y sobre colinas elevóse la noche sobre alas negras. El cielo esta ba cubierto de nubes grávidas que pasaron inquietas y cubrie ¡ron la luna que, desde hacía ¡tiempo ya, estaba en el cenit, [según denunciaba un pálido clamor sobre las cimas. Falta- ría una hora o dos aún hasta el próximo lugar que ofrecía al- ¡ber!gue.Pero Benjamín prose- guía esforzadamente y a su lado como una sombra callada, el mudo con la pala al hombro y detrás de ellos la mula a tro te regular y paciente. De pronto se empacó el ani. mal y quedó parado. El siervo tomó la mula de las riendas pe ra arrastrala. Pero el animal 'c rechazó afirmando sus patas delanteras tercamente contra e! suelo, y rechinó los dientes en. colerizado. No quería seguir. E mudo bajó furioso la pala para golpear con su mango de made ra al animal obstinado, pero Benjamín lo agarró fuertemen. te del brazo. Que espérase, le mandó, y dejase al animal er paz,. Quizás era esa demora un: advertencia y una séñal. Benjamín miró en torno suyo El obscuro paisaje de colinas yacía abandonado, no había e la proximidad casa ni -hoza a! 'guna. Debían haberse desavia. do de la carretera a Jerusalén y Benjamín reflexionó que es" era un lugar apropiado para realizar su obra sin testigos. Pro bó la tierra con el bastón: er: iguasa, firme y sin piedras. Po día excavarse ránidamente [sepulcro allá, y las colinas cir- cundantes ofrecían protección contra las arenas mevedizas Q' de ordinario borraban pronta- mente la huella. Ahora ya sólo se trataba de encontrar un lu- gar adecuado. Miró, indeciso, largo rato primero hacia la dere cha hacia la izquierda, para rea lizar la postrera elección. Pero entonces vió a la diestra, en el 1 ba una nave en Jope, reuniése Escritura y “no poder retener ja,campo abandonado, a la distan- una gran cantidad de curiosos en la playa para mirar de cerca y pe un aviso. Y, sin embargo, lees callándome puede conser. ¡cia de dos o tres pedredas del camino, un árbol de mucha som saludar a los que llegaban. |yarse el candelabro para el puejbra, muy parecido en su forma Había entre ellos también algu;¡blo. Señor, ¡ayúdame en mi des!y crecimiento, a aquel otro, en nos judíos, y apenas reconocie|azón! ¿Cuál es el modo de obrar;la. colina de Pera bapjo él que ron que aquel anciano de bar-[bien y cuál es la manera de no|había descansado y le había lle que tras él bajaban un ataúd, juntáronse todos y siguieron en hermanos? ¿Puedo mandar de vuelta desde la tumba al siervo que aquel me prometió, con la |bas blancas era uno de los Su- [cometer una injusticia con mis gado el mensaje de guardar el |yos, y tan pronto como vieron candelabro. Recordó su sueño, y su corazón scobró seguridad ¡De inemdiato ordenó al mudo q' silencioso acuerdo al féretro, for |consoladora nueva de que en e-|desatase el ataúd del lomo de mando un cortejo solemne, pues |ila descansa una prenda sagra- la mula, y apenas se cumplió considera la fe judía como «c-|da? ¿O debo permanecer mudo¡su mandato cuando la mula ción bondadosa y agradable a para que ninguno conozca, fue- ya aflojó sus miembros y se arri Dios el acompañar a todo muer ra de Ti, el lugar de ese sepul.imó a él de modo que sintió en to en una parte de su último ca cro? ¡Señor, decide Tú por mí!|[su mano el halo cálido del ho- mino y el eyudar devotamente ¡Una vez ya me_diste una señal|cico. Reafirmóse entonces su se también en el entierro de un extraño o desconocido. Y no se substrajo al deber sagrado nin. guno de los judios de Jope tan pronto como tuvieron. noticias |probado. Siguió despierto con el¡si fuera de plata; obediente y vi; del ataúd que uno de los suyos había traído através del mar. Llegaron de todas las callejue. las y caas, dejando su obra y trabajo, y silenciosamente acom your immediate financial problem, but will also help you keep your eredit reputation intact. Low-cost Valley Bank personal loans have helped thousands of Arizonans to meet' large or unusual expenses — medical, dental and hospital bills, taxes and insurance premiums, automobile repair bills, expenses for the new baby, and for many other useful purposes. of course, you save money when you get your personal loan at the Valley Bank because the cost is only $8.00 a year . . «just 67c a month .. . for each $100 you need. You may borrow up to $1000 at this same low rate, and take as long as 15 months to repay your loan in convenient monthly instalments. 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Perol anoche permaneció mu ¡da, y el sueño huyó hostil al ojo ardiente hasta el nacer del nuevo día, preguntando y pre- guntando, y con cada pregunta más profundamente éngolfado en la red ahogadora del temor ¡y del pesar. Ya se aclaró el ¡oriente, y aún no habría gana- do claridad el alma del anciano Entonces penetró el hostelero con mirada afligida a la cáma- ra. —Perwón, pero no puedo certe acompañar por el mozo que conoce el camino, según te prometí. Durante la noche se descompuso repentinamente. Sa [ua convulsivamente espuma de ha. su boca, y ahora está yaciente con una fiebre devoradora. Sólo puede cederte al otro sirviente En verdad le es extraño el país, y además es mudo; Dios le cerró la bosca desde su nacimiento. ¿Pero si con él te conformas, TY-EIGHT FRI ¿naar dióles permiso para guardar si- rada. Había recibido respuesta. ¡un poco, y llegó a la tierra una ¡ VALLEY NATIONAL BAN ENDLY. CONVENIENT OFFICES IN ARIZ MEMBER FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION ONA x* za entre sus hermanos. Pero tam gustoso te mandaré al mudo. bién quiso evitar toda mentira! Benjamín no miró al posadero a la sombra del candelabro, y pi Sólo levantó, agradecido, la mi guridad de que aquél era el lu- gar propicio, y lo señaló al sier vo que comenzó laborioso, su trabajo. La pala resonaba como goroso removió el mudo la mu ida tierra. Pronto llegó a la pro - fundidad requerida. Ya no restó sino lo último: bajar el candela bro a ella. Con los brazos vigo sin sospechar nada; el ataúd se deslizó cuidadosamente y que- dó por fin tendido para el eter- no sueño, guardando en la cás. cara de madera el valioso fruto Ide oro al que prónto habrría de cubrir la corteza eternamente viviente de la tierra que respi- raba, verdeaba y germinaba. Pleno de veneración, se incli nó Benjamín: “Soy el testigo, el útimo”, pensó, “y nuevamente se estremeció bajo la pesada carga de laid ea. “Nadie fuera de mi conoce ahora el secreto de nues tro candelabroé. Nadie sabe su sepulcro y sospecha el lugar o- culto.” Pero en ese momento des garró la luna su velo. Las nubes que desde el atardecer habían retenido su brillo, apartáronse rosos sostuvo el sierv ola carga] Viernes 4 de Marzo de 1949. AA RÁ claridad en un rayo fuerte, y era como si desde el: medio del cielo mirara un gigantesco ojo blanco entre obscuros párpados No era como un ojo humano, : sombreado y con pestañas, tier no y perecedero, sino un ojo redondo y duro como hi de hielo, eterno e indestructible. Miró y brilóó hasta la profundi dad del sepulcro abireto, y fue ron visibles los cuatro flancos re cortados de la excavación, y las planas paredes de pino del a. taúd relucían en la luz blan. quecina como metal brillante. Fué un solo instante, una sola mirada desde lejanías infinitas; luego cubrieron las. nubes de nuevo a la luna errabunda. PeP ro Benjamín supo que otro ojo, fuera del suyo, había distingui do la morada del candelabro. ; A una señal cuya Cubrió el ¡siervo el hueco con terrones de tierra,y cuando quedó concluí. da la labor y el suelo pláno”* otra vez sobre la tumba cerrada regresara y llevara consigo la ya libra de la carga. El mudo izo desesperadas señales con las manos. Quiso expresar que el anciano no debía quedarse solo en laobscuridad y en tierra extraña, porque amenazaba peli gro de asaltantes y de bestias salvajes. Quería acompañar al bondadoso señor, cuando 'mé. nos hasta el próximo paraje de descañso. Pero, decidió e impa- cienete, mandó el anciano al mudo que cumpliese estrictame nte su orden; y como aún titu- beara, le echó con palabras de reconvención. Estaba impacien. te por ver desaparecer finalmen te alhombre ya la bestia detrás delrecodo del camino y de que ¡darse solo bajo el cielo inmensa Imente vacío y en medio de lo inconcebiblede la noche gran- diosa. _Se acercó una vez má,s al se- pulcro, e inclinando la cabeza pronuncióla oración de los muer tos:“Grande es el nombre y sa gradoo es el nombre de lo eter no en este mundo y en los otros mundos ytambién en los dias de la resurrección.” . Sintió el deseo de colocar, se gún la costumbre piadosa, una piedra o otra señal sobre la tierra removida. PePro desistió en holocausto del secreto, y sin volver de nuevo la mirada, camt había dado reposo al candelabro ¡Le había abandonado todo te. bor y su alma no sentía más miedo. Había hecho lo que le estaba destinado hacer. Ahora quedaba de Dios se el candela bro habí ade permanecer ocul. to hasta el fín de los dias y si el pueblo había de seguir dise. minado sobre la tierra. O si quería reconducir, finalmente, a su pueblo y hacer resucitar el candelabro de su tumba des. conocida. El anciano atravesó la nuche, que jugaba obscura con las nu. bes ya momentos brilaba con las estrellas, su paso era cada vez más contento y alegre. Co. mo por encantamienta se desya neció el peso y la gravedad de los muchos años vividos, y des de los adentros se aligeraban sus miembros, sinti.óse 4gil co. mo nunca. Las viejas articula ciones le obedecian de pronto como untadas con un actite suave y cáluido; caminó ligero y cama alado, cual si pisara sobre agua. Levantó la cabeza alzó la mano como llevada por un viento inmperciptible y ya le parecía —¿o lo soñaba, solo? despierto? — que por primera vez podía volver a levantar también el brazo destrozado. Sin tió en su ineriorr la sangre más y más clara, y subir como una savia vivificante en el tronco; ya golpeó fnamente en las sie. nes y de repente oyó un canto. No sabía ya si eran los muer. tos bajo la tierra los que can. ¡taban en un coro fraternal pa 'ra saludarle al volver, osí ese rumor cálido llegaba desde las con más fuerza. No o sabía. Sólo caminaba y caminaba, como llevado sobre las alas más y más adentro de la noche rumo rosa. A la mañana siguiente encon traron unos mercadores que se dirigían al mercado de Ram. leh, a un hombre anciano en un campo cercano a la carretera. Estaba muerto. Yácía con la ca beza descubierta y- con la espa! da con la tierra. Tenía los bra zos como si quisiera abrazar algo infinito, grandemente abier tos; las manos se tendían con los dedos separados como las del que va arecibzir un gran 1e galo. Los ojos estaban clara. mente abiertos en el pacifico rostro transfigurado del que descansaba en la bienaventuran za. Y cuando uno de los merca Pasa a la página 5. estrellas que briaban cada vez. ordenó Benjamín al siervo que . nó sin rumbo y sin preguntarse a dónde. 5 e CE Ya no tenía meta desde que