Subscribers enjoy higher page view limit, downloads, and exclusive features.
a A —— LA HUERFANA SEMANARIO POPY_/$t INDEPENDIENTE Nerón. sirviros... Viernes La Pauker hizo llamar entonces 10 de Diciembre de 1948. Roosevelt y se vió en el caso —¡Calla!— gritó el aya, con acento feroz y amenazador, lle- vando la mano á su bolsillo pa ra sacar el puñal. capar un aullido de rabia: el puñal había desaparecido. —¿Y tendré entonces a mi hijo? —Lo tendrás. —¿No me engañáis?—balbu- Pero casi en seguida dejó es. ¡ceó. —Tu hijo está en lugar se_ guro, no se le hará ningún da- a los representantes israelitas 'de hablar por su propia cuenta y les manifestó que no habia ¡durante 15 minutos, hasta que podido persuadir a su padre y;¡el tren partió. “Estuve escu- ¡¡Ah!! había sido imprudente|fño, pero si quieres reconquis_ en enseñarlo a la mujer que la|tarlo enteramente para siempre había servido de guía. Así, se |debes obedecernos en todo sin encontraba ahora desarmada discutir pamás nuestras órde- en poder de dos desconocidos |nes, nuestra “voluntad. Tu hijo a su hermano que se quedarar:l y que respetaba sus deseos de marcharse. "Los representantes de Israel dieron el permiso ne_ cesario, y el padre y el herma- no de Anna Pauker abandona_ fon su patria para irse en busca de otra. ; X-x Xx De La Juderia que conocían todos los secretos|nos será garante de tu silencio de su vida y podían perderla. una indiscreción por parte tuya Will hays, antiguo Director Esta última palabra le que dó destrozada en la garganta.[to de cabeza. Volvió a alzar la cabeza; estaba lívida y us ojos expresaban una [mente el costado derecho con especie de desvario; sus manos|su carreta, y en vez de excu_ apretaban dolorosamente el pejsarse gritó furioso: cho. lla cita. + —Ifé— dijo casi en alta voz.|ciertos y desiguales, y a cada —<es presciso que vaya. Y rompiendo en pequeñísi_ mos pedazos el pliego recibido, ¡péecho, mientras su cuerpo tem- trató de recobrar la entera po=' Sin: embargo, nio intentó si.[caminas? Bien ancha es la ca- fuiera ponerse en lucho con el|le. desconocido que le escribia, noj Paula no contestó. A medida trató de rebedilarse contra aque|que se aproximaba al lugar de ¡lá rehusó con un leve movimien haceros algún daño, no se hu- biera escogido este sitio, ni esta hora. Tras una corta reflexión Pau_ la dijo bruscamente: —Y bien, sea.. me dejaré ven- dar los ojos. ¿Y después? —Debéis jurar por vuestro Dios que no intentaréis quitar_ os la venda y no trataréis nun ca de reconocer el sitio a donde seréis conducida. —=El juramento es fácil, por- que espero no volver a poner lospiés aquí dentro. ¿No hay Un barrendero le rozó leve- —Rediós, ¿no véis por dónde la cita sus pasos haciíanse in_ momentoi tenía que detenerse para calmarí la opresión de su blaba bajo el grueso mantón a Elhombre semidesnudo sonrió|podría serle fátal. socarranomente, mientras tinuaba: —¿Eres tú... Julia Lamberti la Cigarra,' que en una noche de Carnaval entraste disfraza. con- da en la Judería para asesinar humildemente. a tu último amante el rey Ne.| rrón? + Esta vez Paula cruzóse de. brazos y miró a su interlocutor con gesto de desafío. —;¡Pues bien, si,... sOy yo... era yo! —repitió lentamente con a_ cento de soberbio desprecio. — Pero, ¿quién de vosotros me ¿conoce lo bastante para juzgar- General de Correos y antiguo presidente del Comité Republi- cano, estando la otra -noche en el Hotel Algonquin, fué invita_ do a hacer un comentario so- bre la reciente elección presi. dencial. “En una palabra”, dijo Hays, “¡huy!” Y al peedírsele que analizara las campañas, Paula inclinó la frente lívida rugosa; estaba vendico, domi_ nada. —Estoy en vuestro poder, soy vuestra esclava, mandad— dijo . —Hace falta un juramento— exclamó el hombre semidesnu- dd: ¡contestó: “Una. de las razones Paul. 1 is .que mediaron para el resultado coin CI E que el candidato habló co- mo si fuera el Presidentes, mien — tras que el Presidente hablí co_ 3 si fuera el candidato.” —En nombre de mi Dios, so. bre la cabeza inocente de mi hijo, os juro obedeceros en todo y callar. E Mientras profería con fuerza El senador Joe Ball, quien sici.ón de si misma. Sin em_|de lana obscura. bargo, de vez en cuando su en; Sin duda tenía miedo; no obs trecejo se arugaba hasta 2! punjtante, a la luz de los faroles hu to de ocultar el continuo abrir [biérase podido distinguir el y cerrarse de sus corvulsos pár-;fruncimiento de sus cejas, el pados. crispamiento de sus labios. Y sus lívidos labios rra A la entrada del pasaje con caer palabras entrecortadas, de¡conduce a la plaza de la Fra_ las cuales era casi imposible |ternidad había un grupo de más? —No. si “me? ¿Habéis sido, quizás en el —Apresuraos, pues — dijo pasado mis compañeros de crá_ Paula impaciente. pula? No-os recuerdo... Ese pa- Convenientemente vendada, |Sado ha muerto.. y os desafío el aya quedó envuelta en una a probar ques ea yo la mujer estas palabras, el hombremiste- rioso se separó del muro al cual ¡se mantenía arrimado, y casi ¡Arrastrándose sobre el pavimen to fué a acurrucarse frente a completa obscuridad. —Dadme la mano— dijo su guía, — os conduciré. que habéis nombrado. Paula. —¡Olvidas que tu hijo vive!| —Ahora' hablarás conmigo, Paula lanzó un grito sofoca.¡Paula— dijo con acento que hi_ ER ¡fué derrotado en las elecciones, permanecerá en Wáshington, y de nuevo volverá a su antigua profesión de periodista. Quienes le conocen biene dicen que no parece descontento de volver al pasado. Xxx La Biblioteca Pública de Nue- comprender el sentido. hombres descamisados que dis| La desconocida hizola bajar ¿do, y aferrando un brazo del |zo estremecer al aya.— “Tengo va York, como parte de la cele_ ¡Chando a Trout en la radio,” explicó después Roosevelt “cuando estaba haciendo mi presentación, quise saber lo q' diría cuando el presentado no se presentara.” — 5,000 toneladas de 'armas pequeñas ¡fueron enviadas ¡a China WASH. — La oficina del se- cretario de la Defensa, James Forrestal, anunció que se ha_ bían embarcado 5,000 tonela. das de armas de pequeño cá. libre, consignadas al gobierno del generalísimo Chiang Kai. Sheek, cuyo régimen se ve a. menazado por la ofensiva de los comunistas chinos. Al mismo tiempo, se anuncia que “en un futuro cercano ge harán embarques adicionales” lde acuerdo con el acta de ayu. da a China, de 1947. El embarque anunciado es “la primera gran exportación de 'armas a China, desde los re_ cientes y grandes avances co- Al anochecer, antes que elcon|cutían entre si. de Mario saliese, Paula se pre_| Paula no osaba avanzar, pe- sentó a él para pedirle permiso|ro en aquel momento los relo_ para ausentarse por la noche jés de 1 aciudad sonaron las otdas tres gradas, y ella se de_i+hombre semidesnudo fijó en él[necesidad de interrogarte' ar. jaba conducir como un cuerpo|Una mirada preñada de ira, de|tes de darte mis órdenes. muerto. Finalmente, la mujer |desesperación. ——Pero, íquien sois?—balbu_ bración ' de su centenario, exhi- munistas en el norte de esa na birá ]00 de sus más preciosos ción. El diario “Seattle Post In. abandonó la mano de Paula, diciéndole con voz seca, vibran —¿Sabéis dónde está, y por [CeóPaula , que temblaba con esto me habéis hecho venir a.|todos sus miembros, como si volúmenes, pero no figurará en tre ellos el ejemplar que tiene de la edición original de” “Pablo telligence”, dijo que 42 aviones de caza P.47, figuraron en los embarques hechos desde Bre_ del palacio. diez. El conde dió un salto de sor.| —Es la hora— murmuró Pau presa. la;— aquella mujer me espera te y irónica» quí?.. Ea, contestad. ¿Por qué hubiese sido atacada de vértigo 7 y Virginia”, po: Benjamin de —Deteneos; contad hasta 30, os habéis apoderado de él? ¿Pa —Soy aquí el único amo — exclamó el hombre misterioso [St Pierre, que es el único que Y resueltamente avanzó ha. cia el grupo de los hombres que impedían el paso, balbuceando: —Perdonad.. quisiera pasar. La hicieron súbitamente paso sin siquiera mirarla, continuan do sus discursos. Paula se sintió un poco se_ gura, pero empleó dos largos minutos en atravesar el pasa- —¿Dónde quieres ir? —A casa de una parienta en_ ferma que me escribió que_no quiere recibir los consuelos de la religión. > El conde miró a Paula con alguna desconfianza; pero el rostro del aya permanecía im- pasible; sólo sus ojos se mos. traban ligeramente cercados de rojo, como si hubies ellorado. — |je, y se detuvo en la plazoleta —Pues bien, vé, y que Dios|mirando a su derrecdor. te guíe— dijo el aristócrata con| Casi en seguida una sombra acento sarcástico sin que Paula|se separó de la pared y acer_ y después quitaos el pañuelo. Paula obedeció; pero cuando se quitó la venda experimentó un movimiento de terror indes criptible al verse circundada de tinieblas. —Vos que me habéis condu- cido aquí, ¿donde estáis?—gri_ tó. —En nombre Dios —decía,— tened piedad de mi; ¿queréis abandonarme aquí? ¡Socorro! ¡Socorro! ¿Lleváis acaso, oro ni joyas en. ima Si se hubiese querido De improviso una mano afe. ra que puede serviros? ¿Sois vos quien habéis cometido el |indicando a su compañero que crimen? ¿Con qué objeto? Que¡Se había inclinado humilde. queréis de mi? ¿Qué pude ha_|mente y se retiraba para ceder- cer por vos? ¿Queiráis un re- ¡le el puesto, hén para procuraros dinero? Después, con frío sarcasmo, Puesbien, no regatearé el pre. Añadió volviéndose hacia Pau. cio, pero me devolveréis a mi la: ; hijo, io querréis atormentar a» —Y ahora. que me conoces, una mujer que jamás os ha he¡hablemos... cho daño alguno? A A A O AS Se oyó como un suspiro de la Dos horas después, Paula, con parte del muro donde estaba conducida por el hombre semi. el hombre que parecía un -lío los ojos todavía vendados, era, existe. Ha traído desgracias a cuantos se asociaron con él, Los editores enviavon ese ejem plar ala Consejería de París, como un regalo a Mara Anto_ nieta, y cuando llegó el libro a su destino, la Reina acababa de ser decapifada. Luego lo adqui- rió el principe Galitzin de Ru_ sía, a quien el Czar mandó eje. cutar. El Czar Nicolás tuvo el libro en la biblioteca de 'Tsar_ koiselo, hasta que fué depues- lo advirtiera. Se retiró en seguida a su ha bitación y aunque faltasen dos horas para la de la cita, empe- zó a vestirse. No empleó más de diez minu_ tos; no se cuidaba de hacer ga la de seducciones; pero no ol. vidó ocultar en el bolsillo del vestido un pequeño puñal cu_ ya hoja había brillado a la luz de la bujía. —Las precauciones no están nunca de más— murmuró.—A este puñal, que ya me sirvió otra vez, confío mi defensa; la punta es segura. Estaba resuelta. No se mos- traba ya abatida, tenía el cuer_ po rígido, la cabeza alta, los ojos centelleantes, lo slabios encrespados. Cuando el reloj de la sala so nó lenta y solemnemente las nueve, Paula se arrodilló delan te de un pequeño altar de la ViVrgen, ala cual había encen dido una lámpara, y recitó en voz baja una oración. En aquel momento llamaron a la puerta. —¿Quién es?— preguntó le- vantándose súbitamente. —Yo, Anselmo— contestó la voz del criado. —Quiero advertiros que el se fior conde se ha ido ya de la casa. —Está bien; tú puedes hacer lo mismo. —¿Necesitais algo, Paula? —No. Los pasos del criado se ale. jaron por el corredor. Un mo- mento después Paula salía en. vuelta. en un mantón obscuro y un sombrero negro que lé sombreaba la frente. Con un pa so lento y automático bajó por la escalera de servicio, abrió la portezuela por la cual la vimos salir la noche tempestuosa, ho- rrible, en que llevaba entre sus manos a la hija de Renata, y cerrando con doble vuelta la llave siguió hasta volver el án. gulo del severo palacio y se encaminó hacia la vía Ghibe- llina para dirigirse a la plaza de la Catedral. El tiempo era bastante apa. cible; el cielo estaba cubierto de estrellas. Las calles, empe- ro, estaban casi a obscuras, por que en Florencia, apenas de no chee, se cierran los comercios, se apagan las luces que ilumi. nan las muestras y los rarísi. mos faroles de gas alumbran tan sólo a los transuentes. Paula caminaba poco a poco por la acera, evitando los pocos transuentes que no se fijaban en ella. En la plaza de la Cate_ dral los cocheros, al ver a una señora vieja transitar sola, le ofrecieron un carruaje, pero Pau señora cóse a élla. Era una mujer de|rró la suya, y al ir a lanzar un la que Paula no pudo distin.-|grito, presa del delirio del mie_ guir las facciones. do, otra mano se posó fuerte. —¿Como está Julieta Lamber¡mente sobre su boca, ti?— preguntó la mujer en voz: La voz se extinguió, no tuvo baja: ya fuerzas para debatirse cre. Paula tembló; pero contestó |yéndose que había llegado su sin titubear: última hora... se sintió transpor —No es ya la Cigarra... tar con un vigor extraordinario Entonces la mujer le cogió ,parecióle caer en un abismo una mano. sin fondo... —Venid conmigo— dijo. Cuando se serenó,Paula en- Paulo se dejó conducir a un¡contróse acostada sobre un mon pasillo largo, obscuro, tortuoso, |tón de paja, y un hombre junto en el fondo del cual una linterfa ella le rociaba el rostro con na colocada en el suelo permi. |aguafresca. tía distinguir una escaera que| De momento creyó soñar. Se parecía conducir a los sótanos. [encontraba en una especie de Paulo detuvo bruscamente a;,subterráneo malamente ilumi_ su guía que se había inclinado |nado por una linterna colocada a reciger la linterna. sobre una piedra. —¿Hemos de bajar por esa Mas, el objeto más horrible escalera?—preguntó el aya. de :aquel sitio era el hombre —Ciertamente. que tenía cerca de élla. ¿Era —¿Y si... me negase? verdaderamente una criatura - —Sois libre... pero recordad [humana o una bestia? Su cuer el contenido del bilete. * po semidesnudo, “con largos pe_ Paula se estremeció mirando los, tenía la forma del cuerpo a la mujer, de la cual no «descu |de un hombre; pero sus ojos ( bría más que los ojos brilalntes, | redondos, feroces, que se fija. porque el resto de su cara esta-|ban sobre ella, parecían los de ba oculto en un ancho pañuelo |un ave nocturna, tanto que se_ que llevaba en la cabeza. paró su mirada, no pudiendo —¿Sois vos... quien me ha_.[contener su brillo. béis escrito, y me conocéis? Pero pronto se encontró con —No; yo sólo obedezco laS órjla de otro individuo que pare- denes que se me han dado. —¿Por quién? —Ya lo vereis. Paulo secó el puñal de su bol sillo. —Tened cuidado... estoy ar. mada—dijo entre dientes. —Vuestra arm es inútil, y aunque me mataseis no podría deciros más de lo que os he di.. cho y sería al momento venga- da. La tranquilidad con que fue_ ron pronunciadas estas pala- bras trastornó a Paula que | sobre lapared. De este segundo individuo no distinguió las fac ciones, ocultas bajo un ancho manos morenas, pero bellas y capuchón, y caso extraño, dos bien cuidadas, quet enían afe_ rrado un nudoso bastón, mos- traban en cada dedo meñique un anillo con una gruesa pie_ dra de brillantes, que parecian dos centellas de fuego, dos ra- yos que deslumbraban. Paula, sacando fuerza del ex ceso mismo de su desesperación ¡comprendió lo inútil de la lu_'se incorporó sobre la paja y con cha. coz en vano trató de hacer fir_ —Ea, pues,... bajaré —dijo, es|me, preguntó: condiendo el puñal. —¿Quién sois? ¿Qué queréis La desconocida, sin contestaride mi? ¿Por qué me habéis marchó adelante. Paula contó !traido aquí? veinticinco escalones y se en-| El hombre semidesnudo se a- contró sobre un suelo húmedo, |currucó tranquilamente en el en una estancia de techo bajo¡suelo. que parecía una cueva. —¿No has recibido mi carta, —Ahora— exclamó la mujer|Julia Lamberti?— preguntó, dejando en el suelo la linterna, lanzando una irónica carcajada cía un lío de harapos apoyado| de harapos. Paula, descompuesta, un grito. arrojó es ese hombre que no habla? bre semidesnudo. Paula cayó de rodillas, aba- tida, aniquilada... y en voz ba_ ja y rápida, dijo: —No.. no me conocéis; vos vcreéis que quise asesinar a Nerón para desembarazarme de un amante; pero no era mas que para quitarle mi hijo, la sangre de mi sangre... —Nerón os acusó de infanti. cidio. —Ah! ¿o sabéis?.. pero era una infamia... yo adoraba a mi hijo... yo quise quitarlo a Ne_ rón... porque habíase negado a boutizarlo: quería hacer de él un judío... ¡ah! no! esto jamás.. antes lo hubiera ahogado entre mis brazos.. Pero, yo pensaba siempre en mi hijo, llegué al extremo de suplicar a Nerón como se suplica a Dios: aquel hombre fue inexorable. «¡Oh! ¡maldita sea su memoria,.. Aho ra, hablad.. vos que tenéis a mi hijo. ¿Qué quereis hacer de*esa desgraciada criatura? Devolvéd mela.. y si queréis... yo' seré vuestra esclava... os daré todo lel oro que poseo. —Conservad vuestro oro— di jo el hombre semidesnudo,—so mos más ricos que vos. Otro co sa necesitamos... El rostro de Paula se iluminó —¿Y si os la doy, me devol. veréis a mi hijo? El hombre semidesnudo la observaba tranquilamente. —Quizás... pero advertid que contraéis un gran compromiso... debéis. tener la obediencia que no duda, herir cuando os orde_ ne, no vacilar ante nada por LEAL Ingrese " ALIANZA HISPA La Alianza Hispano Americana es -la Sociedad Fraternal de la Raza. La A- [bre subterráneo. —¿Quién está ahí?.. ¿Quienjen profunda meditación. Des. —Uno que te conoce al par |Pués saltó en pie, y poco faltó que yo— dijo fríamente el hom'*Para que no se diera con la ca. desnudo fuera de aquel lúgu. |to, poco antes de ser ejecutado. En 1936, la Biblioteca lo adqui_ rió con fondos aportados por William Augustus Spencer, quien pareció en el desastre del Titanic. Su compañiero quedó solo du rante algunos minutos absorto LE Bob Trout, comentarista de la radio, era el anunciador en la Casa Blanca, destacado por la red Columbia durante la admi. nistración de Roosevelt. Hizo las campañas al lado del Pre_ sidente y presentaba a este an. te los radioescuchas siempre que el tren se detenía lo sufi_ ciente para un discurso presi. dencial. Cierta vez, al llegar el tren a una estación, Trout peri_ foneó: “Dentro de breves minu- ¡tos aparecerá a hablar. Aguar_ dó en vano que apareciera ! | beza en la baja y obscura bóv veda de la cueva El hombre se quitó la capa, y entonces pudo verse en su fiso nomía animada, los ojos infla. mados, la boca contraída por una sonrisa llena de amargura y de odio, —Ahora os tengo a todos en mis manos— exclamó exten_ diendo con fuerza su brazo vigo roso hacia un punto invisible, — quiero veros a todos a mis pics inplorándome piedad, Pero seré inexorable; ¡desgraciados de los que me han hecho daño! Aquel hombre era el barón Armando Viser, o por mejor decir, el hebreo Florencio Serví. FIN NOTA: — La continuación de esta novela, la encontrarán nuestros lectores en la que lle. va por título - PASIONES Y DE_ LITÓS,donde aumenta 'prodigio- samente el interés de ¿LOS MIS TERIOS DE FLORENCIA. *- 3 y ) s "Es la Botica de z ) $ ELSOL, dentro de un mes. La Cueva del León NUEVA YORK — Anna Pau- ker, la líder comunista al fren_ te del Ministerio de Negocios Extranjeros de Rumania, rifñó violentamente con su padre q con su hermano, quienes son de votos judíos ortodoxos y, por ic tanto, el comunismo se encuen- tra en conflicto con su Ye. La “ministra” oyó de boca de sus más allegados la declaración de que deseaban salir del país, para irse a establecer en Israel. Serente. - 325 E. Wáshington St. llo, Guaymas, a NO AMERICANA diario. merton, Washington, pero fun. cionarios del Departamento de Defensa han desmentido esa in Yormación. 'Muere el Niñ Ricardo Luján Debido a una hemorragia, se. gún opinaron los médicos, mu- rió el niño Ricardo Luján, de 110 años de edad. El niño em_ pezó a estar enfermo repentina. mente el sábado mientras ju_ gaba con sus amiguitos, en su Casa, situada en 3232 al Norte de la calle 20. Inmediatamente fué conduci. do al hospital de Santa Mónica, pero cuando llegó, ya iba en ¡estado de coma, muriendo a: los cuantos minutos. | Era hijito del Sr. Francisco de eLuján. También le sobrevi_ Luján y de su esposa, la señora ven sus hermanitos Francisco Jr., María, Estela y Mercedes. Sus funerales se verificaron el martes, con oficios religiosos een la Iglesia del Inmaculado Corazón de María. ES O LEANDRO RIADA COCER ZE LA BOTICA RAMONA los Mexicanos"" El más Escrupuloso y Rápido despacho de Recetas. Se surten recetas de todos los médicos, por menos precios. Su dollar compra más en la Ramona. Vendemos el legítimo PULMOTOL V.R. CANALEZ Teléfono: 3-9135 Phoenix, Arizona. OSOS a A VUELE USTED A MEXICO! Visitar por avión las ciudades de Hermosi- Ciudad Obregón, Culiacán, sulta. más barato utilizando el servicio ae--- Mazatlán, Cananea, N. Casas Grandes, Chi- huahua, Torreón, Monterrey, la capital y otros puntos de la República Mexicana, re- Somos representantes de Aeronaves de Mé- xico, S. A., las Lineas Aereas Mexicanas, 8. —precisa que aceptéis una con dición si queréis saber lo que os interesa. —¿Qué condición? — balbu.. ceó Paula abriendo desmesura- damente sus ojos fosforescentes —Espreciso que os dejéis ven dar— contestó la mujer, sacan. . do un pañuelo. de su bolsillo. —¿Vendarme? — exclamó Paula dando un salto atrás. —Es necesario. ¿Y si fuese un engaño? —¿A qué engañaros? Vues- ¡ travida de nada nos serviría. El aya tembló. —¿Soisvos quien la ha escri_ to?— preguntó con gran trabajo —Te pregunto si la has reci. bido. —No nos hemos engañado; eres verdaderamente Julia Lam berti, llamada la Cigarra, la mu jer que cantaba por dos sueldos en las más obscuras tabernas del mercado, que era la aman. te de todos los forasteros, y por último la favorita del que en la Judería era llamado el rey para sus niños. Teléfono: 3-2304 lianza expide pólizas de seguro para toda la familia a precios muy cómodos. Además se imparte proteceión a los so- cios. Tome un Seguro para usted y . A. y la American Lines. —Podemos arreglarle su excursión a México, con todos los gastos pagados. —Haga sus reservaciones en nuestra Oficina. Nada extra nos pagará por ello. Veanos. SOUTHWEST TRAVEL AGENCY En el Vestíbulo dei Hotel Adams O Llame al teléfono 4-2665 pa Vean al Señor CARLOS MORALES, Organizador Regional de la A.HLA.. Phoenix, Ariz.