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Viola: enrojeció, “pero su Can-|gremente,— ya que me propor- dor no se mostraba 'ofendido... Tomó la cosa a risa y dejando transparentar en una agelical sonrisa toda la bondad de su alma, exclamó: —Los príncipes.son hechos pa ra ti; una pobre criatura conto soy yo. no debe acariciar aser jantes sueños. Y sin distraer su mirada pura y profunda de los ojos de Lucia- na,A preguntó ingenuamnte: —¿Y tu lo has sentido? La sangre Lu Luciana afluyó a sus méjilas, y la huérfana que dó deslumbrada por el brillo que relampaguó en sus ojos. Pero Ja hermosa 'herbrea no tuvo tieg1- po de responder. El portier se ha bia levantado, y Noemi venia a advertir a su niña que en el sa. lón se-ericontraba el conde Mar- celo Delmonte. Sí Viola hubiese observado en aquel momento a su amiguita, hubiérale visto ponerse súbita. mente' pálida, como si, del ros. tró ¡toda su sangre hubiese aflu ido al corazón. Pero «Luciana tenía demasiado| dominio sobre si misma para: demostrar su emoción. —Ven conmigo—dijo a la huér fana ,— me harás compañía... Y mientras arrastraba consigo |ra a Viola aturdida, le susurró al oído:.. —Me dirás tu parecer sobre el joven que te presentaré: MBarcel oesperaba €n pie la lNegada “de Luciana: había an- ticipado algo la hora de la co. mida para estar más tiempo cer ca de la hechocera hebrea. Cuan do el criado le advirtió que el barón estaba ausente, Marcelo sintió palpitarle el corazón y sonrió de complacencia. —¡Estaré a solas con ella! — pensó. Déspués, tomango ue aire grave, dijo al criado: —Anunciadme á la barenesa Luciana. S Cuando las dos jóvenes entra ron abrazadas en el salón, Mar- celo quedó vivamente deslum-. brado: —¿Quién era aquella angeli. cal criatura que no se había en- contrado jamás en sociedad y q' parecia la amiga de Luciana? Marcelo se hizo esta pregunta tratando en lo posible de ocul. tar su turbación inclinándose con -la urbanidad de un gentil. hombre. Luciana le tendió fran- camente la mano. ¡ —Habéis hecho bien en, anti. cipar vuestra venida —dijo ale- cionáis el placer: de presentaros a mi buena amiga Viola... —El placer es mio— exclamó el oficial inclinándose de nuevo|. en tanto qué las doradas pesta- fias de Vióla velaban sus ojos y se bajaban sobre sus mejillas vivamente coloradas. Lueiana no -se perctaó de la confusión de- la joven; o la tomó por timidez. Hízola sentar a su lado, sobre el diván, teniéndola: siempre a- brazada por' 1'acintura mientras inidicaba :al joven : :cónde uha butaca a a corta distancia de ellas. : —¿L aseñorita estaba quizás en algún colegio, ya que es la primera- vez que tengo la fortu- na de encontrarla?— preguntó Marcelo, recobrando pronto su desenvoltura de hómbre del mundo. Una explosión de franca risa que escapó del pecho de Lucia- na lo desconcertó. —Te lo habí adicho —exclamó ésta volviéndose a Viola, —que te tomarían por un aprincesa. - Viola alzó sus bellos ojos azu les, de ese azul obscuro que sue fian los poetas; y mirando'en el A al oficial “ajo cón dulzu- ¡An! señor.. yo no soy mas que una pobre joven, una modes ta bordadora y sólo a la bondad de Luciana debo el que me en. contréis aquí y que nos trate- mos con tanta-confianza. ñ —¿No eres tú de la misma re- ligión? — interrumpió vivamen- te Luciana. —¿La señorita es hebrea¿ — preguntó mal de su grado “al ofi cial —¿No os parece que tengo el tipo ? —exclamó Lutlána. rien. do. —¿Debo deciros francamente mi pensamiento? —Oigámoslo. * * —Hubiera- creído a la señorita pariente de la duquesa de San. tamaría.¿ No os parece que se le asemeja? Las mejilas de Viola se infla. maron, y Una sonrisa e dora abrió sus'labtos. - S «¿Pariente 'de una diques; yo? -Os lo'repito, señor; Soy una pobre joven hebrea.“ -- ALuciana, al parecer, érale fastidiosa la. conversación; le pa recía que el joven oficial se ócu pase demasiado de Víola y la mirase más de lo conveniente. Con la penetración de su natura leza, sintió que lá huérfana to. ANA maba supremacia sobre ella yl una nube la veló la frente, y de, vivaz y sonriente se puso nervio sa, inquieta. —Hablemos de otra cosa —ex- clam ó. Y fijando una artevida mira- da en Marcelo le pidió noticias de un concierto al cual ella no habia asistido. Después la con- versación recayó sobre la músi. ca; luego hablaron de viajes, de libros nuevos, de poetas moder- nos, y Luciana, dejándose llevar de su natural viveza, recobran- do la elasticidad de su espíritu, resultó tan agradable y placen- tera e nsu conversación, que Marcelo quedó encantado, mien tra sViola miraba a su amiga con sincera admiración. La' nube que obscureciía la frente de la hermosa hebrea se disipó; se consideraba ya segu- ra de su victoria. No obstante, el oficial, de cuando en cuando, dirigía una rápida mirada a Viola. ¡Er atan bella en su timidez, en su misma ignorancia; eran tan profundos, tan suaves aque- los ojos que de vez en cuando encontraban los suyos! Y el joven conde se hallaba bajo la fascinación de una po. derosa fuerza sin que pudiese ¡explicar la causa; se sentía fe. liz, y a pesar de que nada habia cambiado en su vida, parecía te- ner la promesa de mejores dias. Cuando el barón Armando se presentó en compañía del mar- ques Rutilio, la conversación entre los tres jovenes era ani. madísima. Al barón le disgustó ver a Vio la vestida como su hija. Le pare ció que Luciana perdiese mucho de su prestigio, de su gentileza, al ladu de la pobre bordadera. El hebreo, estaba seguro de que la huérfana, hija de Susana experimentaba a su vista un ex- traño malestar. j —Si supiese— pensaba, — Qq' por vengar a su madre, a quien amaba como « una hermána, yo maté al hombre que la había deshonraod. Si supiese que la misma Susana armó mi mano y no tuvo piedad alguna para el padre de suh ija. También Rutilio quedó encan tado de la suave beleza dee Vio. la,pero su sorpdesa no duró más que un segundo, y sus mi. radas de admiración fueron pron to para la linda hija del barón, por la cual empezaba a perder la cabeza. La comida fué de las más a- * TRYENTY WISHING 042 GET THEM! a never bought a home 2.808 to Feollege . .. or started a . » . 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Terminada la comida, el ba- «rón invitó a sus huéspedes a pa 'sar a una galería llena de flores donde estaba preparado el café y los licores, y donde algunos braceros de plata ofrecían el me dio de encender los cigarros. Rutilo estuvo pronto a ofrecer el brazo aLuciana, pero ésta re- husó sonriendo, y diciendo ale. gremente, rodeando con el brazo la cintura de la huérfana: —Yo me retiro con Viola; nos reuniremos más tarde. Y dirigióse con su amiguita al salón, ceró la puerta, y cuan- to estuvo segura de que nadie podía oirla, preguntó alegremen te: —Y bien; ¿como encuentras al Conde Marcelo Delmonte? Viola tenía el rostro encendi- do y sus grandes ojos azules ti- jos en el suelo. —Me parece bien —contestó. —¿Solamente?— exclamó -Lu- ciana con acento ligeramente sarcástico, —¿no le has mirado el rostro? ¿No te parece guapo? Estas preguntas turbaban ex trañamente a Viola, que no con testó. —¿ Ysi yo te dijese que el con de Marcelo me gusta mucho?— añadió Luciana siempre sonrien do, —que le he distinguido entre todos los demás... que le amo, ¿que me contestarías? . Viola temblaba de emoción y. sus labios intentaban en vano - murmurar alguna palabra. Luciana hizo un gesto de im- paciencia. —¡Habla!— dijo con acento ca is áspero que hizo apuntar una lágrima en los ojos de Viola,— ¿mi elección no te agrada? ¿En que piensas? —Pienso 'en que el Conde Mar ¡celo es cristiano —contestó Vio. la con aire triste y dulcisinmg. —¡Y yo soy hebrea!— inte- rrumpió Luciana lanzando una carcajada,— ¡ja ¡ja! ¿Conservas todavía semejantes prejuicios? ¿Qué importa la diferencia de religión cuando dos se aman? ¡Oh! en los tiempos pasados no digo que no hubiera solo un de- lito el mio; nuestra raaz estaba rechazada, maldita... pero ahora somos nosotros los amos del mundo, ¿comprendés?-— Si hu- bieses viajado como yo, si hubie ses llevado mi vida, frecuentado «la sociedad, sabrias que ahora los hombres no se inclinan más que ante el oro. Ahora, si entre los cristianos está la nobleza, entre los hebreos están las rique zas, en nuestras manos está el comercio, la industria, el oro... y los cristianos buscan a porfía la unión con otros. —¿Y crees que tu padre con. sentiría?— balbuceó Viola tra. tando en vano «de recobrar su tranqnuilidad. —¿En que? ] tiano. —Mi padre no desea más que verme felíz. —¿Y... estás cierta' que el con de Marcelo te amg? —¿Por qué no ha de ¿amarme? —exclamó Luciana mirando 'a- tenta y Yriamenfe a Viola?. ¿No soy, quizás, bastante hermo sa, rica y admirada? Es verdad que Marcelo no me ha dicho to.. davía una palabra de: amor; pe- ro han hablado sus Sonfisas, sus miradas, sus atenciones; ¿no lo” has observado tú misma? ¿ Si... tú eres digna de ser a-' mada por él, -—dijo Viola son- riendo tristemente y contenien. do a duras penas su. emotión,— por tu felicidad. Luciana 'éstrechó las manos de Viola y le“besó én* Y" “frente con impetuosa 'ternura.* “* —Eres buena y geferosa y a ti sola he confiado el secreto de mi corazón— exclamó 'la hermo sa hebiea— Ahorá dame el brá zo y vámos a “reunirnos' con mail padre. —Irás tú solá, Lucia; con firméza Viola. * —¿Por qué? —Es ya “demasiado honor el que me has hecho de sentarme — dijo a tu mesa Y'usar conmigo el lén'|' guaje de una amiga... no la ól- vidaré nunca, y conmigo llevaré] el dúlce recuerdo de esté dia: Pero ahora, petmitemé' que viel, va a tomar mis vestidós”* para que cuando mamá Susana ven- ga por mí reconozca a su hija. “—Peto tú estás loca ,—exí mó Luciana con mal, hunuor, .- ¿qué dirán esos sel dot eya? Si . Ninguno se ocupará dé mi,|' —— —En que amases a un crls.¡ y nadie más que yo have votos |. —No— contestó Viola con una ¡sonrisa de gratitud,— te lo a-; gradezco,... no acomtumbro al Luciana le dió dos golpecitos mejillas con cariñoso ademán y la dejó sola. Entonces en rostro de Viola se puso muy triste, y dos lágrimas cayeton de sus ojos como dos gotas de rocío. ¡Ah! ¿por qué había aceptado la invitación de Luciana? ¿Por qué había ido o aquel palacio? .| Habiari bastádo pocas horas pa ra perder la tranquila serenidad de su corazón; las palabras de la hebrea habíanla herido pro- lfundamente. “Cuando Susana fué a recoger a su hija Viola, se encontraba en el salón “con el barón y Lu- ciana. Estaba sentada al pianu y tocaba un vals brilalnte; las mejillas de la bella hebrea esta ban abrasadas y sus labios se hecrespaban con- una especie de rabia convulsiva. Viola estaba sentada tímidamente cerca de ella, a un extremo del piano, sin comprender la causa de la agitación de Luciana; el barón [estaba mudo, pensativo, con el [codo apoyado sobre una mesa. Cuando Noemi introdujo a Susana entre los tres personajes hubo un cambio rápido de mira ,.[das. Luciana interrumpió súbi- tamente su vals y su tisonomía se serenó; Voila, muy eencarna da y confusa, se puso en pie, mientras el barón parecía devo- rar con los ojos a Susana. “> —¿Habéis venido a recoger a vuestra “hija?— dijo éste con a- cento benévolo y suave. Al oir la voz del barón, Susa puedes estar segura, ni tampoco lo quisiera— observó con triste'sen aplastado una vibora... na «saltó cómo: si sus pies hubie mi- y leve sonrisaViola, —Por darte|ró al barón con profunda aten- gusto que me distiazado, de prin |ción y estaba a punto de lanzar .cesá, pero tú eres” demasiado. un grito. buéna para insistir en hacerme Pero yd el barón, con un ges- representar duránte” más _Hempo]| ¡to rápidó, había llevado un dedo un. papel que no mé conviene, a sus labois... y Susana quedó Déjame aquí, Luciana; a ti 'sola|con la boca abierta sin pronun- te toca volver al lado de tw pa-|ciar-palabta. ¡dre, de tus nobles. huéspedes. Los. demás no se percataron —¿Y quieres 'marcarte sin des de esa escena muda. pedirte? —No, porque debo, también E dar gracias al barón por su bon dad para conmigo; peho hay venga a buscarme, y, Noeíni _Ará a advertirte, Taiciana dejó transparentar to do su carácter irascible, * —Sea— exclamó, —quédate a. quí, cambia tus. vestidos: pero diríase, casi, que eres envidiosa —¿Yo?— balbuceó Viola po. 'niéndose muy pálida y mirando a Luciana con espanto, - La: hija del barón se arrepin ¡ tió de sus palabras, y con la mutabilidad de su naturaleza, abrazó a su-amiguita con por cia ,exclamando gan aceni to co, movido. ** » —Perdonad: Viola; daña pa recerte mála... pero Ha sido una bronca, ¿sabes? .. dime que me; perdonas. na echóla log brazos al, cuello, y la besó. Luciana devolvió con transporte aquel beso. Pe te dejo, pero volveré pron ¿Quieres que” te mande a, o para ayudarte? qe LA CASITA: LACASITANO:1- 1021.8. 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Susana inclinó los ojos y bal. buceó: —Por nada, señorita, perdonad me; vamos, Viola. Luciana quiso acompañar a su amiga fuera del salón; tras de éstas iba Noemi, después Susa. na. Apenas el aya había pasado al otro lado del portier cuando la hija de Jacobo se sintió tirar del vestido. Al volverse, el barón se incli. naba hacia el la. —¡Susana!— le susurró con una dulzura de voz que sacudió todas las fibras de la hebrea, — —¿me has reconocido? —¡Oh,si, Florericio, sí, antes que mis ojos os mirasen mi co. razón os reconoció, Florencio...... —Calla— díjola al oido el ba- rón poniéndola una mano sobre la boca. —Florencio ha muerto para todós, excepto para ti. Yo so yel barón Armando Viser, re- cuérdalo. —¿Y no os veré más? —Mañana por la noche; pero que tu padre ignore aún mi vi. sita. —¿Donde recibiros? —Ya lo pensaré.. Natabeo irá a avistarte. Susana dió un salto. —Natabeo, sabe.... —Que soy el enviado de la Ju dea... nada más. ¡Ay de ti si pro nuncias mi nombre delante de alguien! Susana iba a contestar, cuan- do Noemi, sorprendida de no verses eguida por la madre de Viola, levantó el portier. El barón, en actitud grave, es taba poniendo una bolsa en ma nos de Susana, cuyo rostro se mostraba extraordinariamente animado. —Esto... para ia huérfana que recojiste— decía el barón. —Aho ra, marchad, buena mujer, no me olvidaré de vos. Continuará la semana entrante Alegren su Casa con Linolo de Cuadritos A Colores y a Precios Cómodos Par alas Señorites ó Señoras: Rluzas y Faldas Bailarinas a precios cómodos y bajos Tenemos Implementos para el Jardín WARES VARIETY STORE 633 East Jefferson St. Phoenix, Arizona LA BOTICA RAMONA "Es la Botica de los Mexicanos" ro El más Escrupuloso y Rápido despacho de Recetas. Se surten recetas de todos los médicos, por menos precios. Su dollar compra más en la Ramona. Vendemos el- legítimo PULMITOL V. R. CANALEZ Serente. ES E. Wáshington St. Phoenix, Arizona. Bo > VELINE?" 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