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Página Cuatro. CAMINOS "dejando en el umbral boquia- —Pues créete que lo siento, mucho, pero no puedo compla-' certe; hoy por hoy “mis pági- nas” están en blanco. Palabra. —Habrá que creerte, puesto que así lo afirmas. YRafaél, viendo venir a doña Dominga y temiendo como a la muerte ue cogiese al pela de la gaita, es decir, la conversación, porque era cosa que la buena señora no tenía fin, púsose de pie iniciando el mutis. Despidio se rendidamente de las hidal- gas señoritas de Guzmán el Bueno; y María Luisa siguió con él hasta la puerta. Hablan del magistrado que sólo vino o a- 9 bierto al primo poeta. Este, son- rió al verse sólo, relamiéndose del encuentro inesperado y fe- liz, Miró sus dos nardos, los pu; so sobre una de las molduras de la puerta, mientras encendía su pitillo, volvióos a coger y tornó a su vuelta buscando otra vez la ocasión esperada. —Qué criatura más deliciosa! !Cómo se ha puesto! — pensaba. Y añadió: z —¿Quién había de pensar que “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENER —— ¿Te querrás morir, Juanito? —No creas. Rafaél está loco perdido con los versos, ¿sabes? Y le da por llevar flores en la mano como as muchachas. YoY estaba viendo el acarreo, ahí en la puerta falsa, y le ha visto pa- sar como una bala. Le he llama do, hemos encendido un cigarro y a a fuerza me ha dado los nar dos. No sabría aué hace con ellos y me los endosó. A mí me ocurre tres cuartos de lo propio y te los doy a tí; si tú tampoco los quieres, dáselos a Llanos o a mamá o al Moro Muza... —Bueno, hombre; tráelos y muchas gracias. Sí los quiero. Y los prendió sobre su corazón Cuando Juan entraba en la ca- sa, Camino, riendo, murmuraba: —Por todas partes se va a Ro- ma. !'Qué idea de muchacho! Pero aun cuando los. nardos llegaron a su destino, Rafaél no lo supo nunca. Caminito, esqui- va o acorbadada por la oposi- ción de su familia, no dio “al mo zo ocasión de comprobarlo. Por muy enamordao que estuviese, Rafaél no era ciegó ni tonto, y mas ocasiones en cue podían encontrarse, te conpensaban de sus agudísimos vu:lecimentos. El eterno muñeco en manos de la mujer; cera blanda, mode lada a su gusto por el escultor del cariño... XXAx La estancia de María Luisa Alvarez en Guadaveloz se pru- longó un poquito más y la ado- rable y encantadora jovencita si guió poniendo sonoras-notas de regocijo y juventud en la ve- tusta mansión de las señoritas de Guzmán el Bueno, en cuyos salones amplios y mayestáticos resaltaba con gentil esplendor la maravilla de su belleza, claro está que sin pretendero ni bus- carlo, A Marfía Luisa le encan- taba esta prórroga aunque, por otra parte, pensaba que el vera-' neo resultaba menos sensible en! el pueblo de su padre, situado a bastante altura para recibir vientos frescos y para ver fácil- mente el mar, pero sentía la A A Viernes 11 de Noviembre de 1949. — tianos, tracas. Tentaciones me locutora ideal (el chiquillo está él dice: “Mal que menos, asín monologueando: Está Sólo!) Ma|ya no pierdo el viaje.” vienen de marcharme, Pero... “no ya remey”!! Ahora puedo ganarme “un troset de pá” y hay que sufrir. —¿Con que son las fiestas de tu pueblo? 'Cuánto me gustan las fiestas de por allá! Los mo- ros y los cristianos son una fies ta única! —«¿Las ha vissto? ¿“Veritat que son ber.uques?” —“Molt”. Todos los años voy a verlas. El mozalbete, que ya le hubic ra preguntado a María Luisa en seguida que empezó a halbar,, de donde era y no le hizo por un sentimiento ¿e instintiva discre ción, preguntó ahora sin darse cuenta: —¿Dóndo va la “señorzta u vóreles? <A * —!Caram, caram!” Son las mejores de aquella. terreta.” La muchachita y 21 mozo ex- en ¡tendieron su bilingue conversa- nostalgia de sus amadas tierras [ción sobre pormenores de estas de Aliacnte, pues era esta cria- típicas fiestas levantinas, ella tura mitad andaluza y mitad le evocando con hechicera gracia escenas y costumbres de la le- ría Lusa no lo aceptó por pare- cerle ya demasiado golosina. —!Pero qué guapísima estás! —Pos sí que siento no verlo, mujé, porque gora sabé Dió cuándo golverá a darme una ca Cada vez que te veo— y gracias |raíta por aquí,; jace muchísima que pocas veces tengo esa suer- te;— cada vez que te veo me pa reces más guapa. Créete que de bonita me quitas la caheza. —Jesú, hijo —rió la mucha- eha — cualquiera te quita a ti la cabeza. Haría falta ia grúa grande del muelle de los ingle- ses. Un aparejo reá. —¿Un aparejo? No creas, Con una jáquima grandecita hay caló y no está mi cuerpo pa via- jes y, ademá, como el señorito Rafaél está con nosotro en la Guerta y no pasa día que no ven a Guadaveló., el chaufe s'en carga de traé los que jace falta en el auto. Asín no es semenes- té que venga yo. —Mujé, sí que lleva un trajín de di y vení er señorita Rafaé.... !Lástima de fatigas que está pa bastante, Y adiós, que a tu vera|sandose por quien no lo mere- las horas son soplos, y los he- ce! Mi Bernardo es cosita que no lados —soplándose los dedos ya|quie ni sentirlo mentía.... vacios —soplos también. — Adiós, hombre. Dale recuer- dos a Carmen. Sólo una santa como ella puede aguantarte. tValiente asaúra! - Y siguió su camino +1 del qui tasol, y entró la de la muñeca de Onil q se fue el chiquet pre- gonando su deliciosa mercan- cía. —!Helado, cuajado, qué ri- quillo es! —Pero ¿er que? —!Ah!, pero... ¿Es que entavía estás así, Urbana? ?Es que no sabes na? —Pero na... ¿de qué? —Pos hija, del noviajo der se- fioorito Rafaé.... —La primera noticia, herma- nita. Mia, el muy solapón, si se* lo tie poco callao; y eso que una lo ha criao, como quien dice, con miajoncitos de pan, como la mitad de mis flores “cambia-¡bien veía el poco arranque de ran de camino”... Caminito. !'Buenas estaban las vantina y a las dos regiones re- partía por igual el tesoro de su Xxx que o he visto nacé y ese niño jana tierra., y él mirándola em- Siguió su senda. No se presen- tó la ocasión. Y ya desesperado, cosas para sostener unas rela- "ciones contra viento y marea compañar a la muchacha y el cual ha de volver de un día a o- tro a recogerla para acabar de pasar el verano en su casa sola- riega de la provincia de Alican- —¿Cuando te vas a Alicante? —pregunta Rafaél ya en el por- tón; ella dentro; él en la acera. —Ya, muy pronto; en cuanto llegue papá. —Pues, mira, chiquilla; no ol- vides este encargo mío. —¿Un., encargo tuyo? ¿Cual? Este; ya eres una mujer... —No, aun no.. Rafaél. mien- tras no me recoja los tirabuzo- nes, me consideraré como una niña. —No importa; tú ya sientes y piensas como una mujer. Y pa- labra de honor que acudirán a ti los golosos como las moscas a la miel, porque como tú, de lin- da, no vi muchacha ninguna en' mi vida. casi de noche, tropozose en la gran puerta falsa de los Rubin, en una calle que por la espalda bordeaba os corraes, a...Juanito Fachada nada menos, que pre- senciaba la entrada de los ca- rros de labor cargados de cos- tales de trigo. —¿Donde vas, ilustre? —Ahí.., a... al estanco ese; voy a comprar fósforos. —Toma, yo t daré unos cuan- tos. Lía un cigarro. Y le alargó la gran petaca campera. Con la petaca, el papel y e barullo, los nardos cayeron al suelo. —!Anda, ya se te cayeron las flores!! Me alegro. Siempre con, tus tonterías de poeta. !'Qué bo-¡ nito, un hombre con flores en la mano! ¿Dónde las llevabas? —Ni lo sé; las cogí en Las Ga- llombas. ePnsaba dárselas a mi prima Luz que gusta mucho del perfume de nardos.... con una niña tan apocada! Es decir, que después de siete dias sin verle no le ocurría siquizra la idea de asomarse a un bal- cón, sabiendo como sabía ya a estas horas por su propio hel- mano que Rafaél estaba en el pueblo! Y si.se le ocurría le fal- taba valor para llevarla a la práctica. Rafaél se sentía herido deprimido, desaentado.... Entretanto, poco a poco, el pueblo todo fue sabiendo los a- mores de nuestro protagonista, que bien pronto llegaron a ser un secreto de voces. La familia Rubio se estremeció de cólera en sus cimientos. Doña Cele tri- naba y rabiaba! hablaba con un sarcasmo infinito de Raáfaél y con una ironía sangrienta le nombraba “mi yerno” Don Ber- nabé, eco fidelísimo de la cos- tilla, traba de mofarse del pre- tendiente de su hijita en pleno Casino. cariño. Acaso decimos mal esta cualidad de la muchacha, por» que nuestra heroína era más bien “toda ella” andaluza, dán- dose en su persona una verda- dera y total fusión de las dos mágicas comarcas luminosas, Je estirpe innegablemente moruna. !Oh, los inefables ojos moros de María Luisa Alvarez! Así, estando en Guadaveloz, gustaba de charlar a menudo con los mozalbetes alicantinos que se desparramaban por el | Sur desde mayo a octubre, ven- diendo helados en ambulancia. —-!Helado, cuajado, qué ri- quillo es-! La muchacha oía el pregón evocador rompiendo el silencio de la colina andaluza, desde -la fresca y penumbrosa gaería de las hermanas Guzmán el Bueno Era como un lejano beso pater- nal que le acariciara dulcemen- |te: caricia de luz y de verdor de la espléndida tierra encantada, bobadito, envidiando ai “cham- —Pero asiéntate siquiera una|ha sío mi debilidá endeje que bi”, porque sus labios de coral|miaja, mujé, que aun es tem- le prodigaban deliciosas cari- cias. Al colocar a tientas el tape de la garrafa, se le vino al sue- o el cucharón y, sin dejar de mirar a a paisana, sonriendo dijo el chico agachándose: —Bendito sea el “Señor Robat' —!Hola! Ya se de donde eres, “chiquet”,( no lo pueden negar, De Onil. —No; soy de Ibi; ya se lo que- ría decir a la “señoreta”. Por cierto que de Onil o de Ibi pue- de ser también usted, “señore-1 ta', según la copla, —¿Y qué copla es esa “chi- quet. Vuelve a sonreír el muchacue- lo con expresión de travesura y dice: —Alacant, pera les barques; Xixona, pero el raim; y pera les chiques guapes, Ibi, Castalla y Onil. —Muy bien. “Moltes grasies”, prano. era como un gorgójo, porque es decí que más gueno ya no lo —Miá, Felisa, que tú no sabes¡hay, porque su Divina Majestá cómo está Don Ramiro endeje que tié trato con tititos los reye cristiano de la Historia de Es- paña. —Ya, ya m'han dicho que pa- ece que está una mijita tocao de la rueda.... —No mujé, no tanto. !Caray con la gente, que tamién cs má: desapeerá....! Sino que aada [componiendo un romance sobra la vía y milagros de una reine que, según parece, estaba mu desacreitaísima por mor de ger te dafiina, porque hija, en titi- tos los tiempos ha haía malos lenguas y malas intenciones, y lo que toca la envidia nunca farta arreeó de esas personas de tantísima importancia; lo cuá que yo, primero a jozá y con titita la jeta llena de barro que sentía en un trono. Y don llena de brisas mediterráneos y |galante paisanito; pues ni soy|Ramiro, que es decí que es un Y de pronto... —Ese mocito busca cuartos. La chiquilla quiso reir, pero de perfumes campesinos que se|de Ibi ni de Castilla, ni de Onil,|pozo e cencia, porque es cosita ha debió de rompé el morde, pe- ro anda, éjalo que yo me le eche a la cara, que ya le diré yo al muy escastao si está bonito que haga con una semejante judía. Y...¿quién es ella? <—La Caminito, la de don Ber- nabé Rubio; el de las Bodegas. —¿La Ca...? !Jesú, Jesú! Pero, ¿eso es verá, Felisa? —Hija e mi arma, asín corre por titito er pueblo, y la otra no che vide yo misma una arción en la Verbena del Casino e La- braore; que bailaba titito er rse- fiorito en la plaza Mayó, que ,m'alegrara que la hubías visto [cómo la pusieron de farolitos de colore y de caenetas y serpen- tinas y..... —Pero, tu crees.... tú crees q un Torre-Aria puea enamorarse de una niña que no e de su iguá —Mujé, enamorarse sí. ¿¿No esctá una cansá de ver dispara- tes en esto de los enamoramien- la risa no le salía del cuerpo; había enrojecido como una guin da y estaba terriblemente tur- bada. !'Vaya con las ocurrencias de Rafaél! Y Rafaél hablaba tan fogosa y apsiondamente que no se podía poner en duda su sin- ceridad. —'Tonto este! Déjate de piro- pos. Guárdalos para quien tú sabes y vamos al encargo. —Mira, Juan, para tí; quédate con ellos. —¿Que me quele yo con ellos. 'Tú estás loco! ¿Para qué quie- ro yo eso? —Pues nada, para ti van a ser. Y después de encender el ciga rro salió corriendo, dejando al bueno de Juanito Rubio con los dos nardos en la mano y con la boca abierta. No es tonto. Que se contente con la huerta y los cuatro terro- nes del chiflao de su tío don Ra miro, el eengenioso hidalgo de Guadaveloz. Y así por el estilo. Claro que cuando estaba delante alguien que pudiera contestarle se pega ba prudentemente tres puntos en boca. El pobre Rafaél sufría horro- res. Disimulaba, huía, correspon le entraban alma adentro con aleteos de emoción... Los jaz- soy de Alcoy....O, mejor dicho, [que te pasmarías, hermanita, de|tos? El amor es ciego y lico. Pe soy de Guadaveloz. Un “pupu-¡oírle mentá jasta cómo se lla- mineros del huerto, cuajados de| rrit”, hijo mio o, lo que es igual, | maban los cabayos y las espa- blancas florecillas, le parecíanluna pierna de aquí y otra de l|das de tititos los reyes de la cris hermanos de aquellos otros que|a]]á. en los jardines levantinos empa- rralan y los portales de las ca- citas campestres, y e trinar de los canarios, el rumorcillo del surtidor, las copas zaragateras, —¿De veres., señoreta.? —De veres; pero ahí dentro tengo una onilense legítima. Quieres verla? Y sin esperar a más, entrá rá tiandá (mi memoria había e te- né pa acordarse, que vi a la co- cina ca cuarto de hora a buscá una cosa y aluego que tentro no sé a lo que voy.); pos el guen señó se ha propuesto poné las de a criada joven y las frondas pidamente y volvió a salir en-|cosas en su lugar y escarbá to lo y perfumes del maravilloso pa-|seguida, acariciando una hermo|que haiga que escarbá :jasta de- —Bueno, pues el encargo es este; cuando estés en Palma yl Juan atravesó los grandes co-[día con su digno desprecio, lan- te salga un pretendiente — que¡rrales. En el patio encontró a |zabaepigramas ridiculizando a te saldrán a racimos—, antes de | Camino que cogía jazmines de|la familia Carabanchel, los cua- interesarte por quien sea, antes! un enorme jazminero que deco-|les eran aclamados en a tertu- de decirle que sí, no dejes de |raba una de las tapias del fres-|lia juvenil del casino. Se pro- avisarme, [co jardín, y muy contento de en|metía a sí mismo tomper de un: tio andaluz, tenían algo seme-|sísima y bien vestida muñeca, volverle a la pobrecita señora la jante con el espíritu y el cuerpo|de las que Onil envía constante-|fama que le quitaron. Lo cuá de las azules tierras de Levante,¡mente a las cinco partes del [que eso e una obra de miseri- fecundas y opuentas. mundo. N cordia mu regrandísima. Pero Al correr el pensamiento de —¿Qué te parece la paisana? [tú no sabes como está ese cuer- María Luisa desde Guadaveloz| —“Molt bonica”; pero me gus'po, siempre con las narices me- al pueblo de su padre, no podía |ta mucho más el “popurrit”. ro lo peó der caso' no es que er señorito don Rafaé s'haiga ena- morao de esa niño, sino que ti- tita la familia se le ha puesto en contra y que no lo quieren ni con chocolate; ni a la hora e la muerte.. —-'Cochinos, lambruciones! La vaca marismeña de la madre y el judío tisico der padre, más feo que un mono! Asín revan- taran... .!Mal tiro les peguen! ¡Qué más quisiéran ellos, que arrecogé a... San Luis Gonzaga, ar príncipe de Austrias., a. —Como t'habías indirnao, her manita, es si llegas a ver lo que La risa musical contestó a la' contrar una solución al arduo tirón aquella cadena que iba extraña y seria proposición del problema de.sus inesperadas primo y, sn más palabras que aun: —-Mira, este! Maria Luisa corrió hacia aden tro como un cela¿e de ilusión, flores, se encaró con su herma- na. —Toam, niña, estos nardos. —Anda, qué fino; así me gus- , Ita. 'Vaya un hermano cariñoso! resultando ominosa, pero una ¡mirada inmensa, llena de pro- mesas y súplicas, de Camino, ¡echaba por tierra todos sus pro- pósitos y unas palabras dulces de la amada, en las contadíst- evitar cierto temblor emotivo y al oir en el silencio de la siesta do, cuajado, qué riquillo es!., —!Qué gracioso! tías en los libros, unos libracos yo vi, lo cuá que m'acordé de ti. que se trajo del convento de Tri- ¡Estábamos mi comadre y yo con —o que “li dic, seforeta; no |nitarios, que guelen a meás de¡unas vecinas a la misma puerta la voz evocadora de “cahmbi”,|men torne ajrere”. Me gusta diciendo con insistencia: “Hela-|mucho más el popurrit”, La risa cristalina. de María ratones que jasta mieo me da a mí de que los haiga metio en el despacho sin dejarme que les corría a veces al amplio zaguán |Luisa acabó de hechizar al mo-|diera antes una pasaíta con cs- con un'revuelo loco de “etami-|zalbete levantino. A esta sazón |tropajo y lejía, porque, hija, a lo nes” y batis:as orlando sus va-|pasó por la acera Pancracio Lu-|mejó jasta chinches tienen, por- lientes piernas esculturales, fi-[que, con un quitasol gris, forra-|que sus reverencias serán mu namente calzadas. Llamaba ai chicuelo coa su voz ideal y en el dialecto dulce, | cabeza. sonoro y expresivo, o en pinto- do de verde, protegiendo “el he-|curiosos, pero estos libros pa mí misferio boreal” de su enorme [que estaban arrincanaos en ar- gún 'soberao, y así andan ellos —Adiós, encanto. Hay días q'|y pa apestarnos la casa no se resco bilingue, que sorprendida [nace uno con suerte. “A lo mejó|necesita na; pero lo que toca el al ambulante desliciosamente, comprab un “polo” de los ma- yores, emparedado con habili- se le aparece la Virgen a los |señó, ni se entera de que guélen pastore.” La transición no puede ser sino que titito er día encima de ellos que no sé como no se guel- dad entre dos galletas frágiles|más rápida y completa. De va-|ve loco con el caló tan regran- a y limón. Y mientras sorbía |lenciana - alicantina legítima y|dísimo que está jaciendo este como barquillos planos de cane-|total, María Luisa pasa a ser an|verano y tooas las siestas metió de la Iglesia, sentás en los esca- lones, mirando el baile que, co- mo te digo, estaba precioso. De mocerío estaba o mejó de Gua- daveló, porque jasta la niña der Magistrao y la señorita Lucita que salen como aquel que ice una ve al año y bajo palio, co- mo su Divina Májestá, tenían q' ir aquella noche, lo cuá que no fueron; como que eso fue el a- somarme yo que, como tú sabes soy mu repoltronísima. Pero di- jeron que tenía que ir la señori- ta María Luisa con el mantón de caras de chivo de marfí de doña Dominga, echá una canita al aire, Felisca, que toa que se con las cerezas de sus labios enjdaluza castiza y cabalísima. en aquel depacho, contra, que no sale de allí aunque le echen lo emprestó, y dije, digo: amo a flor el néctar delicioso y frío, |Hsta parece que ella, que de charlaba con el rapaz, el cualfordinario se expresa en caste- [los cabestros en mala compara- se derretía de gusto— lo mismo |llano correcto, aun cuando con|ción. Y, claro, como trabaja tan- que el “polo” — de ver y oír ajel acento y la gracia de Anda-|to de cabeza, se le ha puesto un la “señoreta”. luía, exagera ahora —ante el |genio tan erritable que qué tené —“Chiquet”...! Dame un cham|chiquet absorto— el giro anda-|tititas las cosas en su punto y bi”, El vendedor acudía a:egra- mente, diciendo: —'!Huy, “señoreta”. !Voy, voy! ¿Que quería usted? luz neto, como para subrayar acaso sin darse cuenta, el con- traste encantador. hora, asin es, hermanita, que estoy aquí y estoy en ascuas, porque si me se llegara a jacé Pancracio continua. tarde pa la cena no quió pensá —¿Me vas a convidar, cielo? !a tracamondana que iba a a - Con risueña y graciosa serie-|!!Anda, convídame a un helao!! armarme. Y a todo esto,, yo sin dad solía replicar ella; —Pero, ¿estás “sort, chiquet”?|helao y por ser tuyo A ver si me sirves un “ctiambi”, eso que llaman aquí un “polo”¡que eres un helao con quitaso!. ¿Es que no entiendes el valen-¡De manera que en lugar de in- ciano? ¡Me va a saber a gloria, por ser! preguntarte por Don Bernardo qué scabeza la mía! Si el que —!Huy qué fresco éste! Tú silanda con un cojo, al año si no yoles renquea y lo que toca yo, Isi el señó no acaba prontito con vitarme tú, que eres un caballe-[doña Urraca, vi acabá por jablá —!Qué gracia tiene la “sefo-|ro, quieres que se cambien las|sola igualito que e. reta”! Que si no entiendo el va-¡tornas. lenciano? Y con la gracia y la . —Por Bernar:) rstá guero, —Hija de mi alma, sí es queja Dios gracias. Uitrna, lo que dolsor que tiene mi lengua oyen te tengo ni una gorda; palabra. [siento es que no lo vas a podé dola a usted! —¿De veras? —“De veres, señoreeta.” —Gracias, “chiquet” Pero yo sé que es otra la causa. E3 por-juna gorda. “Estaría bonito que te recuerda muchas cosag |hombre! queridas... ¿eh? No tengo suelto más qu el vien-|ve, con tanto cmo se alegra él dl de echá un pár:..fo contigo, —Pues toma papelillos parajrcrque vino (iravié el de Roza- sujetártelo. Yo tampoco tengo ni|lejo y se le vevó pa las Diez Ca:zas. —¿Pa las Diez Casas? ¿Es q' —Mira, entra y videsela a cual-|hay fiesta o romería en las Diez —Si— “ontesta el rasa: sin de | quiera de las dos viejas, que de|Casas? jar de mira.*.. mientras la en-j|ben tener muchas. Dile que es tc ga el “polo”. —¿Y tienes ganas de volver a tu pueblo?— pregunta María Luisa después de probar el deli- cioso helado callejero. —!Que si tengo ganas, “seño-|incorregible cotorrón. —'!Ca! El suegro de Gravié q' ara limosna a Jas ánimas ben-[está mu malito con una úrsula itas del Purgatorio, que tam-|der vientre, y yo no sé que de- bién deben: ser algo perientes |monoi querrá icirle a Bernardo Reía la linda muchacha con|que el yerno ha tenío que vení a las salidas de pie de banco del|por é. Y con e se fue pa allá. No sé cuándo gorverá, porque se reta”! Figúrese .. Ahora son as| Por fín, Pancraco compró su,llevó las dos mulas pa traerse fiestas allí: danzas, moros y cris|polo y quiso dar otro a su inter-|los garbanzos de Tumbalejo, q' la carne no s'ha de corga der mismo garabato... Conque arre- cogí a mi comadre y tres o cua- tro vecnas.. Paca, la der Corral de Aabajo, Frasquita la Duenda, señá Gaspara la del Tinaejro y Pepa la de encá er Boticario, lo cuá que... —Mía, Felisa, no te vayas por las ramas que estoy en ascua y haz favor de icirme pronto lo q' sea, contra, que si es que por un casuá le han jurgao al pelo a la ropa a mi niño, me voy y empi- tono a la doña Cele como un no villo de Miura... !'Asín que gor viera toro! Pero anda, que vieja y to y tan cascá y tan estroná como estoy, por estas que son Cruce, que el día que entropiece con la Carabanchela al regorvé deuna esquina soy capá de pe- garle una patá en serva sea Ja parte, que va a habé -onsurta de meicos pa sacarle la bota. !Mía la relametona, jarta de aire!! Qué pasó? ¿Cuéntalo, q' ties unaasaúra.... Continuará la semana entrante [ESE O ES) CLASES DE PIANO Profesora graduada de la Universidad. Sra. Berta 1 Montero 763 E. Polk St, — Tel: 2-8185 Phoenix, Arizona ESTOS E