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Página Cuatro Noche Blanca Al fin, tras de una discusión das. laboriosa y después «e mucho| La princesa -maravillosamen- ver piedras y combinaciones, ¡te vestida de azul ultramar — Rafaél María y Mercedes se de-lterciopelos y esdas en mezcla cideron por los ópalos. Eran de[de un gusto perfecto y de una un to ne dorado que se confun. [sencillez artística — con ricas dían con la montura, no de pla [joyas de brilalntes entre 1izos, tino, sino de oro y orlados de |ya que comenzaban a plater, diamantitos que hacian resaltar|sobre su escote y su cuello, en más el amarillo de las piedras |sus mueñe“as y en los dedos de La única que frunció el cefio |aquellas manos que por sÍ :c- fue Marieta. Atrevióse decir ajlas la calificaban por su forma su señora que no: debía ponérse|su tamaño y su finura. recibió los, que traían mala sombra. [todos los honores a la deliciosa Eso son supersticiones — re-|marquesita vestida de color de cehazó con desdén Mercedes. ámbar co nópalos con adorno. —A poca gente verá la señora |' Cumplimentó calurosamente que lleve estas piedras. Y es por|a Rafaél María, quien se espon eso. Dicen que traen lágrimas. |jó de satisfacción por el hallaz- Algún tiempo: después debía¡go de esta mujercita encantado recordar Mercedes Sandoval es-|ra, y les retuvo tanto rato jun- tas palabras de su Joncella. [to a ella, que nadie en la fiesta Xxá dudó de que el matrimonio es- A la entrada del soberbiz sa-|pañol poseía por entero la esti lón deslumbrante de luces y de|mación de la dama. Raro don, flores y Jleno casi en su totsi.[Luego Mercedes entró de lleno dad de todo lo más se'ect de [saludando a diestro y siniestro, la aristocracia, mo sólo itallanajen el salón leno de gente cono- sins internacional, la prin “sa |cida y dercunocida. Pronto llo. recitía a sus invitados. No era|vieron las demandas de presen guapa ni muy joven.; pero pose|taciones, y un momento más ía un gran atractivo como mu-|te:de la marque .: de Val ¡e jer y era tan sumamente distinlEb estaba rul:ada de hom - guida y refinada, tan principal¡bres —siluetas negras impeca- señora, que, al verla, se com- [pies con el pecho cuajado de prendía que no quisiera mez-'condecoraciones y uniformes q” clarse con gentes que no lleva ¡daban incopiable prestancia a ran el sello éscogido de cual. ¡quienes los llevaban.— Tuvo q' quier aristocracia menos la de'abrirse paso casi a la fuerza +wu SUL” SEMANARIO PObULAS INDEPENDIENTA a rienta esta noche aquí. Quisiera ¿la acompañase al pardín, ilu- saberquien ha sido el inroduc: [minado profusamente. Su caba- tor. Desde luego debe estar muy llero —un mozo de la mejor no bien caído con la princesa, porjbleza romana, que se advertiía que esta esta mistress Grahami..¡completamente fascinado por —¿No “es recomendable? — ellá — la condujo bajo unos ti pareció conducir la frase Merce los corpulentos que daban un des, mirando hicia el lugar don ! poco en sombra y la instaló en A a o a prrotada de ellos cuando se en. gresar al hotel hasta la noche. ¡contiaba con gentes que no e.|] Rafaél María esperaba —era ran dé su gusto; y en los ds ¡de cajón— la invitación a co. de mistress Graha:n una cmwio-,mer hecha por su mujer; pero sidad impertinente y un pu”o [Mercedes se había encerrado en desdeñosa. “!Bah,! !Una chiguijun silencio absoluto y bien a lla todavía!”, parecían decir los¡las claras demostraba su impa. pupilas verdes. ciencia y sy deseo de que con. de a su vez miraba Medina. lun banco rústico doselado por _.—Es una loca como hay tan. [frondosos jazmineros El se sen tas por el mundo; gente tan . ¡tó a su lado; pero ela no pudo ultramoderna que nosotros, que¡decir nunca cuál fué la charla no pecamos en.rancios precisa. ¡distraída y laboriosa que sostu mente, casi nó' la comprende- mos. Cuenta el dinero hasta por castigo; es'de una versatili dad que espanta. Se ha casádo vieron. Estaba ausente. Negras ¡sombras envolvían su alegría de unas hzoras antes, Sin darse cuenta precisamente del porq”, —Mi mujer— presentó sin más ceremonias Rafaél Maria— Y mistress Grahm, de Chicago, parienta de nutstro amigo Nor ton Bridge. —Encantada, señora. —Tanto gusto... Las dos manos se estrechafón ¡Apenas y ambas mujeres sintie cuatro veces y se ha divorciado¡la entrada de mistregs Graham ron una instintiva repulsión otras tantas. Toma y deja un marido como quien se quita un guante... Mercedes columbró la alta estatura de la extrajera vestida fastuosamente de rojo y oro, con 'un lujo de poco gusto car- gada de alhajas magníficas y tan atrevidamente fresca y li. gera de ropa, que una a distan cia. le pareció ver a la princesa fruncir el. ceño.- “Estas mujeres! —pensó élla— ¡Qué poca impor tancia dan a ciertas cuestiones de .decor! . Desde luego, está poniendo en ridículo a la perso na que la haya presntado.” Nor ton Bridge, muy elegante, de uniforme de gala, estaba a. su lado. La princesa la recibió fríamente, casi a la fuerza — se estaba notando,— casi por.» no desairar a quien la presn. tara... Y en. el colmo del asom- bro, Mercedes vió a su marido entre el agregado naval y su parienta, hablando con la prin cesa. Luego los tres se inclina. la había resultado muy desagra dable. Se llamab a si misma ri dícula; pero sentía la vaga a- prensión de que aquélla mujer estaba persiguiendo a'su mari do. Al mismo tiempo dde experi mentaba .estaimpresión moral, sentía úna éxtraña séñigación física de anfustia y dé mareo. Algo jamás sentido. Húbiese querido echafse sobre Ungdiván y cerrar los ojos y que la de- Jasen tranquila. —Al fín lá encuentro a usted, marquesa.... He. recirrido todo el jardín.. Medina me dijo que 'había ústed venido por haquí.. ¡No.hay derecho 4 que se éscon- da entre sombre la mujer más bonita da la fiesta... Era Norton Bridge, sonriente y simpático, y un poco niño grande, que se inclinaba hacia ella... | —La marquesa estaba cansa. - .dA.... —insinuó el joven roma- no, contrariado de que hubie - sen sorprendido su aparte. (Y val rozarse. Los ojos verdes —o- jos de ídolo— dém istres Gra- ham recorieron de ariba a uba- jo a la marquesa de Vall de Ebo y esbozó un cumplimiento que a Mercedes le rsultó más por las palabras, sino por la ex presión y el gesto que las acom pañaron. —Muy linda su mujer, señor Beltrán. —¿Verdad que sí? — se es - ponjó Rafaél María. —“'Charmantt, charmante !” —repitió mistress Grahm. Mercédes parecía haberse petrificado, bajo el asombro cluyese esta conversación en la que se estaban haciendo proyec tos en sus mismas narices sin contar con ella. Aquella mujer mujer se la llevaba e marido como si fuese a cosa más co. rriente del mundo Mas como Rafaél María viese que su mu.= jer — con una actitud descon. certante, que él no le cnocía, — se había encerrado en la reser. va más absoluta, fué él quién dijo: —La marquesa tendría un verdadero placer en que al re. greso de laexcursión se sentase usted a nuestra mesa... ¿ver= dad, querida? Los ojos de Rafaél María no encontraron la mirada llena de cariño que solían hallar siem. pre en aquellos otros ojos, sino que huyéndole respondió seca. mente: —Sin duda que sí... —!Oh, muy agradecida, mar. quesa. Acepto con mil amores. —Bien: pues entonces, si ya de Rafaél María, que esperaba llo tienen ustedes todo hablado, de ella una cordialidad impues ta por los más elementales de- beres del a hospitalidad —!qué diría de los europeos aquella señora! — no abrió si!tquiera lu boca par adecir un cupmlimien to, por banal que fuese. La con- versación. en este plan de fría 'hostilidad por parte de la mar- bién una impertinencia, no 1 ron y Rafaél María dió el brazo!eso que bien sabe Dios que no quesa languideció bien pronto. a mistress Graham, escoltados por Norton Bridge. Medina y Mercedes no fueron dueños de reprimr una miradá elocuente que se cruzó entre ellos. ¿Ser áposible que mi ma- Írido haya cometido la torpeza sacaba nada en limpio de este, aparte, porque estaba aquella mujer de lo más distraída, tan 'ingeniosa y chispeante que so. ¡lía ser de ordinario su charla). —He bailado tanto... —mur- |muró Mercedes como una excu- dineto. Por instinto, huía del Ipara llegar donde estaban las de presentar a esta mujer... a. [Sa.. contacto de los dueños de fortu|señoras. de otros funcionarios “nas fabulosas, sobre todo de las!de la Embajada. que se habían atesorado en po-| Decir que su presentación en co tiempo. Quizá éste fué el [casa de la princesa de Sant An mayor escolo con que tropezó |gelo era un triunfo, es decir po mistress Graham; porque esta |co; en realidad, hasta los envi- señora era rica; fabulosamen.|dioss hubieran de convenir en te rica, absurdamente rica, Sujque estaba siendo la reina de padre había sido en vida rey [la fiesta. Era aquelo de no pa- del caucho y elal —su hija —|rar un momento, de no perder había heredado con su dinero|ni un solo baile, de pasar de su concepción materialista de [unos brazos a otros. Raf1iél Ma la vida. Para mistress Graham |ría había bailado con ella un no había nada que no se pu-|fox y se había partado cha:lan diese comprar. Excusado es de.[do con otros caballeros. Los o- cir cómo la sentarían las Jiti. cultades que se le pusieron por delante para introducirse en a. quel palacio inasequible y ver de cerca a un ejemplar tan cu- rioso como la princesa; el ejem plar que podría servir de expo nente, no de una raza, sino de un continente. Toda la civiliza. ción y la cultura europeas; to- das las tradiciones toda la/his-|¿En los billares? ¿En....? toria, ante el pasado reciente Se detuvo casi en redondo al de un pueblo nuevo donde sólo oír Medina : comentar con iro. el oro tiene singular valor y ¡nía: donde el arte y el sentimiento tienen manifestaciones destaca.'ton Bridge meternos a su pa- te que esta noche. Estaba bailando con Jorge Medina, cuando “ocurrió el he. cho. Se dió vuelta a mirar a Ra faél María y no le encontró. ¿Dónde estaría? ¿En el salonci to de fumar? ¿En el jardín? x FOR YOUR AUTOMOBILE PROBLEM If your car has been a constant source of worry lately —letting you down when you need it most — here are two “go-ahead” signals, either of which can solve your problem: [1] TURN YOUR CAR OVER TO A RELIABLÉ MECHANIC to be thoroughly overhauled. If you have been postponing automobile repairs for lack of money, a thrifty Valley Bank Personal Loan will take care of that in a hurry! 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Cuando —Al fín ha conseguido Nor. terminó se sintió un poco ma- Ireada y rogó a su pareja que TURN YOUR CAR IN ON 4 NEWER, BETTER MODEL Here, again, the Valley Bank can help you, with liberal, low-cost financing that protects your inter- ests. Under the economical Valley National Automobile Finance Plan, you pay no brokerage fees, no cox fiseation or conversion charges, m “extras” of any kind. COME IN AND LET US HELP YOU SOLVE YOUR AUTOMOBILE PROBLEM VALLEY N * TWENTY NINE NWENIENT OFFICES IN FRIENDL ATIONAL BANIK MEMBER FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION 0 VALLEY NATIONAL BANK ARIZONA x* —Lo siento. Yo venía a pe- dirle a usted un vals — dijo Norton Bridge. —¿Por fué no? Ya he descan sado. — aseguró ella, levantán dose mientras sus oídos reco. gían los primeros compases de un vals Straus. (Casi prefería bailar a aguantar sin ganas una conversación con los dos dos hombres. ¿No se acabaría nunca la fiesta, Señor?) xXx .— Va usted maravillosamen- te vestida, señora —cumpli- jos de Mercedes le seguían di- log que miraban el baile y perci; 6 i ciéndose que nunca le había en|bió el murmullo de comentarios imanes. a ll Vea 6 contrado más guapo y atrayen-'encomiásticos de las mujeres » rato que no ha visto jamás un atavio tan perferto y tan ac*:. tado como el suyo. Y esas joyas son de un gusto y de una ele- —¿Ha venido al fín su pri ma-? — preguntó Mercedes ha ciéndose la inocente... Al fín. Costó... No es fácil en trar en el Palacio de Sant An- gelo. —¿Quién fué el introductor? El señor Norton Bridge se dió cuenta de que iba a cometer una imprudencia. Si: se dió _|cuenta, por repentina intuición de qué, fuese por lo que fuese, a la marquesa no le iba a dar gusto lo que pensaba decií:; pe to era demasiado tarde para retroceder, y los ojos enormes y abiertos de Mercedes le esta. ban mirando fijamente en cspe ra: de conteptación. —El marqués de Vall de Ebo. . Mercedes no parpadeó; pero en el fondo de su corazón sintió como un chorro de agua fría. ¡Qué desagradable impresión: —Lo celebro. Su prima de us. ted es una mujer encantadora. —Ella deseaba ver por den. tro uno de estos palacios anti. guos y tratar de cerca a esta áristocracia de la sangre que sólo se reune de modo tan com. pleto en una de estas fiestas. A nosotros nos atraen mucho la tradición y las costumbres de estudios? —Ahora se dedica a la escul. | tura, Cuando acabe de visitar Roma, marchará a Milán. La pobre se distrae. —¿Tiene penas mistress Gra» ham? — preguntó Mercedes, con leve ironía. » —Hace tres meses que se ha divorciado de su cuatro marido —concedió el marino con aire ingenuo. Mercedes sintió una indigna. ción irreprimible y estuvo a punto de preguntarle: “¿Y vie ríe a Europa por el quinto?”, pe ro se dió cuenta a tiempo de q' el baile había concluido y de que casi encirma de ellos esta. ban su marido y mistress Gra. ham. Las dos mujeres se m!'. 1aron fríamente. Si Rafaél Ma. ría no se hubiese distraído un momento mirando a Norton Biidge, que le decía lgo, hubie se recogido en los ojos de su mujer un destello espelal quer: Ante el matrimonio estaba la señora Graham, desairada, .pero sacando de la situación el me jor partido posible, cambiando frases con los dos hombres. A Norton no le sorprendía el silen- Cio de Mercedes. Sabía que no se encontraba bien: pero Ra. faél María,. acostumbrado a la cortesía amable de Mercedes, se iba sintiendo violento y en terreno falso ante su actitud improcedente. Por fortuna, mis. tress Graham no parecía tener muy fina la epidermis., y al ver que se estaba aburriendo mien ¡tras la orquesta interpretaba una danza deliciosa, se cogió familiarmente del brazo de Ra faél María y se lo llevó, dicien- do con una inconciencia que crispó más de ol que lo estaban lereo que será hora de que pien sen en que yo estoy muy cansa da y deseo irme. a Rataél María, la miró asom- brado. ¿Que le pasaba? —En seguida, querida. Y fué a ordenar que llama- ran su coche. —Tiene usted un marido en- cantador.. —sugiró mistre3s Graham. — !Oh, los españo!es! —Le gustan, ¿verdad? —!Un liorror! —Podía casarse ahora, esta vez, con un español... (Cun toda la intención del mundo, jerdida ya la brújula ) —!Oh, ya me gustaria! !Si en contrase uno como el marqués! —'!Muy ocurrente! !Oh muy ocurrente! — se retorció de risa mistress Graham sin recoger — o haciendo como que no la reco gía — la ironía mortificante de Mercedes. Ya en el coche, Rafael María extendió sosbre ella el adredón, solícito. —Debo felictarte, ¿no? Has tenido el mayor de tus éxitos creo, —insinuó cariñoso — Na Viernés 24 de Junio de 1949. mirándola. Entonces fué cuan. dó se dió cuenta de que estaba muypálida y todo el resenti. miento qu ese iba adueñando desu corazón al verse contraria do se deshizo en cariño. —Estás muy nerviosa, queri. da: no hables. Estrechó la manecita helada sin que ella corespondiera a la presión; y se preguntó, asom- brado, qué era lo que podría pasarle a su mujer aquella no. che. Siguieron a éste otros muchos días de desasosiego y desata - miento de nervios. Rafaél Ma. ría, casi no reconocía a su mu. jer. Estab presa de tal irritabi lidad que no se la podía contra- riar y hasta veces, sin contra. riarla, pedía su dominio de sí misma hasta el extremo de tor narse áspera y seca en sus res. puestas. Tabajosamente, lleva. ba su vida de sociedad en lo q' sólo a fuerza de voluntad y de ogullo J sobre todo recordando las amonestaciones de su sue. gra — lograba manténerse en estado de aparente equilibrio espiritual. Sin embargo, sus triunfos eran cada día mayores Había entrado con buen pie en aquella sociedad exigente y ya todo cuanto viniese de ella, no se discutía, sino que llevaba la consagración como un sello inapelable. Decir la marquesa de Vall de Ebo, era decir el co. gollo de a elegancia y de a dis- tinción: Se copiaban los porme. nores de su tocado, sus gestos, sus: dichos. Se comentaban sus frases de ingenio con encomlo, ¡se alababan sus trajes, su pei. nado, su “maquilalje” y hasta el alarde de buen gusto que la llevaba a prescindir de muchos [cosas tenidas por imprescindi. jbles; pero cuando volvía a su [casa lo hacía rendida por este Posgames- Ímprobo que significa iba para ella el constante retor- cer sus inclinaciones en labor de disimulo. Acostábase agota. da y sólo conseguía dormir un poco — era siempre mezclado su sueño ocn pesadillas absur. das. Rafaél María, se estaba dan. docz uenta de que a su mujer le pasaba algo. Mercedes esta. ba descorazonada. Siempre cre- yó poder hacer la conquista del marido. Como la aconsejara Ma tía Teresa;. pero lo que en los los alterados nervios de Merce- die ha causado la sensación q”|primerostiempos de su matrimo ' des. —!Qué dolor que z=2 pierda tú. La princesa está material. ' mente hechizada contigo. Ya has oído; quiere que vayamos nio era estímulo de su vida y ¡£speranza más íntima e ilusio. nada de su corazón, ahora era esta música, marqués! Baila. |a pasar quince días con ella alya a sus ojos un imposible, sc. mos, ¿quiere? Mercedes se volvió a Norton|t= pasa, mujer? Bridge. —Es simpática su prima — dijo mordaz. z Norton recogió el matiz de contrariedad que destilaba voz de su interlocutora, un poco sonrojado. —Usted extrañará seguramen Scrisento en octubre... Pero. , qué ¿No me estu- enas” " ¡Mercedes había recostado la cuteza sobre %os almohad: 1es dai coche y cerruba los ojos la [chst nadamente. —Me duele la cabeza... — murmuró... —En cuanto lleguemos, que bre todo desde que se había mezclado en la existencia de Rataél María la odiosa mistress Graham. Si ya antes era difícil encen- der en llama la frialdad abso. luta de Rafaél María, imposible tenía que serlo desde e instante en que andaba distraído, muy te muchas cosas si trata a mijte dé Marieta una -aspirina..A'a gusto, con esta mujer desa. prima. Sus costumbres son tan|ver si te pones mala precisa. |prensiva, que se le metía por distintas... —pareció excusarse. mente mañana, mujer. —Ya la veo —respondió seca mente Mercedes; pero como | —¿Qué hay para mañana? —¿No vas a venir con mis. el buen muchacho no decía na | tress Graham y conmigo a la ex da, le sonrió ampliamente, con ;¡cursión?— preguntó en un tono lo cual él respiró. ¡ xxx tan natural Rafaél María, que ella se sintió un poco abochor- Toda la noche bailaron jun-inada de sus sospechas. tos mistress Graham y Rafgél María. Era demasiado para el estado de nervios de Mercedes. Cuando ésto no- pudo resistir más., envió a buscar 2 su mai do con el caballero que habra vailado con ella el último brie Legó Rafaél María con la inevi table mistress Graham... —¿Quieres marcharte ya? — preguntó solícito. —¿Marcharte?... ¿Has dicho “marcharte”? — silabeó ella [con la tempestad en los ojos. El no reocgió este disgusto, ni casi lo advirtió. Estaba harto distraído con los cosas chistosas. de mistress Graham. + —Estoy muy cansada. —Lo creo. Ha sido usted la ¡reina de la fiesta— dijo mis- tress Graham, fríamente —De todos modos, no creo haber bailado más que usted — devolvió Mercedes. —!Oh, su marido ha sido muy amable! — confesó la se. fora, —El más elemental deber de cortesía.. — comenzó a decir 4l, inclinándose. Pero élla, le atajó cogiendo al vuelo una idea que se esca. paba. “—Dígame: ¿Cómo quedamos en esa visita al Capitolio? ¿Me acompaña mañana? —Desde luego que sí. ¿A qué hora? —Podemos salir hacia las on. ce y emplear el día recorriendo monumentos.... !Oh, me apasio- nan señora! (volviéndose hacia Mercedes). — Sería delicioso eo mer en cualquier sitio y no re- No: mistress Graham no desea mi compañía. Ya hás vis to que a mi no me invitó. Le in teresas solamente tú. Yo sería «un estorbo. El —!Qué tonterías dices! —Puede que sean tonterías, pero no vey. No quiero meter. me entre vosotros-como una cu. fia. Ya vendréis a comer y bas tanteharé que la tendré que a- guantar toda la comida. —¿No te ha sido simpática? —No. —Ples es muy agradable. Tie ne cosas singularísimas; pero en el fondo no es mala persona. —No digo que sea mala; pe- ro no me gusta. Eso no puede remediarse. Y creo, Rafaél Ma. ría, que has cometido una pifia presentándosela a 14 princesa. —Yo también lo temo, queri. da; pero me asa!tó Norton y te. nía ella tal empeño, que me su po mal no hacerlo... —MistressGraham no es de lia clase de mujeres a quienes la princesa se alegra de recibir. —Bién está, pe) tú, por tu parte, tampoco has -estado rauy cortés con ella.. — se resintió Rafaél María. — Y yo creí siem pre que mis amigos deberían merecerte todo suerte de consi. deraciones. —Desde luego que sí; pero es ta mujer no es una amiga; es un ave de paso. Y un ave rara. Una pájara de muchísimo cui. dado..., —!Por Dios, hijita! —Lo que te digo. —Le tienes hincha. —¡Nola puedo ver! —excla. mó tan ardientemente Merce. des que Rafaél María se quedó los ojos a toda hora y la apar. |taba“de ella y de su hogar cuan to podía, que era mucho. Ya no se les solía ver juntos a los marqueses de Vall de Ebo len los paseos de moda, ni en losmuseos, ni en el teatro. Sólo a' ciertas reunjones el. que la teiqueta lo prescribía, iban reu nidos. El divorcio espiritual se acentuaba ytrascendía en esta forma. Nadie se daba cuenta. Miranda comentó un día con la embajadora este distancia. miento, queriendo - relacionarlo tonla americana — Miranda era amigo y admirador de Mer. cedes y no tenía un pelo de tonto— pero la embajadora le contestó en tono muy natu. ral, que era cosa que tenía que acontecer más tarde o templa- no. Sensillamente consistía en” ue laj luna de miel se había zuabado y cada cual retorna! a a su independencia y a sus cos tuinbres.... DIENTES POSTIZOS DR. PEASE DENTISZA Extracelones sin dolor con e sa gas 245 Toy Theatre Bldg. Telélono 4-3943 PLACAS TRANSPARENTES