El Sol Newspaper, October 22, 1948, Page 4

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De La Juderia Un momento después, Viola y lle y: caminaban pensativas, sin dirigirse la palabra, Ningu- na de las dos advirtió fue un ángulo de la calle se había des tacado joven oficial en compa- fñiía de un paisano, que se dis- ponían a parecer a seguirlas des de lejos. Viola: pensaba en el rápido cambio de: humor de Luciana y no sabia a qué causa atribuir. lo. ¿Podia la hija del rico judío comparars econ ella, pobre huér fana, criada por caridad? ¡Ah, q” mal habia hecho aceptando la invitación de la soberbia señori. ta y plegándose a todos sus cá- prichos! Viola comprendía que una singular revolución se espe raba en s.uvida; existía en el fondo de.su corazón algo' triste que no Hegaba hasta las lágri. mas,al go alegre que no llegaba hasta. la risa, ¡¡Ah, no eran ya las riquezas le la hebrea las que habian turbado el alma pura de la huérfana; no su vestidos y alhajas. ¿Pero por qué el sino habia querido que se encontrase con aquel joven cristiano de tan dulce.mirada de sonrisa tan leal que Luciana confesaba amar? Y él también debía amar a la bella:.y rica israelita! —¿Qué te había hecho yo pa- padre, de la fortuna qug me es-. —Amaba tanto a su padre.. y quise una parte de él, he recha- zado a mi hija para ser tu ma- dre. No.... no haría nunca esa Con. fesión, a costa de la vida, a: C08- ta de un eterno remordimiento. Miró con miedo a Viola, que caminaba con la cabeza inclina da, completamente recogida en si, y preguntóla con acento Con. movido: —¿Qué tienes querida? M epa reces pensativa. Viola se estremeció y volvién dose hacia Susana trató de son. reir, —Te engañas mamá querida, no tengo nada, —Mejor así. ¿Te has divertido en casa del barón? —Si mamá,; pero te aseguro que prefiero la tranquilidad de mi casita, tu compañía... —¿Dices la verdad, Violamia? exclamó la hebrea conmovida y con un rayo de alegría en el rostro. —¿Por qué había de mentir, mam áquerida? —observó since ramente la joven. Habían llegada a a entrada ¡Oh,-qué feliz debía ser la hi.¡de la udería... y pronto desapa- ja del baró n.! 1 Susana; por el contrario, pen. saba en el encuentro inesperado con Florencio. ¿No soñaba? ¿Ha bía visto 'realmente después de tantos años al hombre que ama- ra con delirio, con pasión, en el jardín secreto de su corazón, al hombre que creía muerto? Por un instante la hebrea retrocedió hacia el pasado, se refugió en aquel solo recuerdo de amor q” le habia quedado en la vid. Pero de repente experimentó nu espasmo indecible. Si el ba. rón era Florencio, la hermosa muchacha, que pasaba por hija de él, era por el contraria aque- lla niñita co nque Susana habia ,substituído a la verdadera hija . del judío. . Todas aquellas riquezas que Luciana gozaba pertenecían de . derecho a Viola... Pero ¿hubiese : Susana confesado su culpa que ahora le parecía monstruosa? Rechazó co nhorror semejante “Idea. Su confesión la hubiese " convertido en un objeto despre- “viable para'* Florencio, un objeto * de maldición para su hija, y so “*bre-todo para Viola a quien a. '“maba más que a una hija. , La huerfanita le hubiera di. cho con razón: estate is definitely not a one-man ¡recieron en la obscuridad de la boveda... El oficial y su compañero, q' habian seguido desde lejos a las dos mujeres, se detuvieron sor- prendidos. - —;¡Por Dios!— exclamó el ofi. cial, que no era otro que el con de Marcelo,-—¿una joya tal en semejante lugar? ¿Qué piensas Rutilio? —Que será muy fácil posesio. narse de ella. —Temo todo lo contrario... por que será difícil aventurarse en ese maldito laberinto. —Yo no te seguiré, ciertamen- te— exclamó el marqués Rutilio con una explosión de risa,— pe- ro no como la hija del barón pue da conocer gente de esa calaña. —Viola es su bordadora. —Y Luciana permite que la trate de tú. —Son hebreas las dos. —Pero hay una gran diferen. cia entre ellas. Marcelo se echó a reir, —oN querras hablar de la be- lleza supongo. —¿Por qué? —Viola nada tiene que envi. diar a la hija del barón. Rutilio hizo un elocuente mo- hín. SETTLING AN ESTATE AS MOTA. — O, consideration to your family's financial needs. 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Sin embargo, te habrás persuadido de que Viola en su tipo, es quizás más hermo sa que Luciana. —¡Ah, diablo! cómo te entu- siasmas. ¿Te habrás enamorado quizá? —Tú vas muy de prisa— excla mó Marcelo encogiéndose de hombros. —Me gusta esto es to- do.: es un bocado delicioso y fuera un loco si lo dejase esca- par. —Mira, Marcelo, que te metes en un feo negocio. —¿Si no hubiese peligros, que rido, o la victoria fuera fácil, q' alicientes tendría la lucah? — Tienes razón; pero yo prefie To que las cosas se presenten más llanas. —Tú eres un pusilánime. —Puedes decirme lo que quie- ras porque no he de ofenderme —dijo Rutilio encendiendo un ci garro y sonriendo. Pero dime, ¿haces cuenta de detenerte aquí toda la noche? —No, sería inútil; vámonos. Los dos amigos se cogieron del brazo y se dirigieron a la pla za de la Catedral. + Rutilio condujo a su compañe tro a un coche que estaba parado —¿Y bien? ¿a donde me lle- vas? -—preguntó Marcelo sonrien do. —Vamos a cenar a casa de Consuelo. —No me conviene: hace mu- cho tiempo que no he estado alí. —¿Y qué importa? —exclamo Rutilio riendo.— Consuelo no ha rá ningún caso de tu parcial e- clipse. Además, Consuelo da una fiesta y te divertirás. Í | x *- BEMANARIO POPM_.R INDEPENDIENTE a —Afortunado mortal. Yo, ya ves, ... en todas partes. qe tia cl di nerviosos de su rostro, un obser. me aburro casi siempre|vador hubiera deducido que a. quella mujer rígida poseía una — Y sin embargo, tienes inge. | potencia de afectos; que el cora nio, ríes a gusto. —Lo hago por ocultar los bostezos. —Te gustan las mujeres. zón celoso y las costumbres de su austeria vida encerraban' un profundo secreto, La condesa Delmonte pasaba —No digo que no, pero me de-jen sociedad por una santa. Has. jan el corazón vacío. —Porque no quieres a nin. guna. —Y no amaré. tampoco; un desengaño me haría sufrir. ta los dieciocho años ahbia vi. vido een un convtnto de los más distinguidos, donde había mu. chas personas de sangre real, edificando a todos por su virtud —Enamórate, pues, de Consue [austera, y todas sus amigas pro lo, y. con ella no hay-desengaño |nosticaban que tomaría el velo posible. religioso, y sería en breve nom: —Un día me interesó su histo|brada abadesa. No tenía ya ma- ria y su figura romántica. Habia |dre, y su padre, perfecto tipo de sido la amante de un poeta en |patricio, decíase que, engolfado su país, en España, y la relación |en todo género de disipaciocio. de sus amores, de aquel primer|nes habia consumido .su patri. amor, está lelna de encantos y monio. y vería con gusto la reso. sugestiones. | Jución de su hija. Después (el sino), dice ella, Pero un día en.que el buen se-| Viernes 22 de Octubre de 1948. hirió en la más grande y profun da de sus afecciones, mantenida inalterable entre todas las vici- situdes de su vida de colegio Su padre estaba moribundo. Marcelo quisq ver por última vez a aquel venerable anciano de cabellos ya todos blancos, pe ro de rostro sumamente dulce, noble, bueno, a quien adoraba porque sabía apreciar su carác- ter franco y expansivo. Obtenido el permiso, voló a Florencia... ¡Oh! ¡se acordaba siempre de aquel día! Había lle gado al palacio y estaba para lanzarse en la habitación del padre, cuando una sombra ne- gra surgió delante de él cerrán- dole el paso. Era su madre. Marcelo lanzó un grito: creyó que todo había concluido. —¡Padre mío!... —balbuceó cayendo en brazos la separó de su amante, y hasta [for aapreció de improviso en el de la condesa. le pareció haberlo olvidado; y convento, -esparcióse súbito la | —Vive todavia— le contestó fué rodando, hasta descender a|noticia de que la: marquesita ¡éla,— pero es preciso ser pru- su condición actual. Ahora, me ha confesado, “amo más el re- cuerdo de mi bohemio, que el resto de los hombres que me han adorado derochando sus fortunas para satisfacer mis ca. prichos” —Tiene días románticos la ru- bia Consuelo, la déliciosa valen. ciana. —Pues bien, ni por esas, pue- do enamorrarme. Rutili omovió la cabeza. —Pero no todas las mujeres son engañadoras— dijo riendo. —Todas; casi todas; no conoz. co un hombre de corazón que no haya sido traicionado por una mujer. Hasta el poeta, por Con- suelo. —Y viceversa. —¡Bah! Las: mujeres se con- suela npronto. para ser esposa del conde Del. monte, Este no era ya ni joven, ni guapo, pero decíase que era ri. quísimo y que gozaba del favor real. dd da . Clara, pues, se aseguraría una posición, social. z La joven marquesita no se re beló contra el padre, y se esta- bleció en el domicilio conyugal con aquella.calma que todos la envidiaban. Permaneció -ria,. aus tera, como en.el convento. No sentía amor por su marido y és- te la adoraba. z Durante “alguons años, Clara no tuvo hijos y se mostraba muy raramente -en sociedad; pero la gente hablaba de: ella con lá ma yor veneración, y mientras los padres la citaabn como “modelo a sus hijas, la presentaban co. mo ejemplo de fidelidad a sus mujeres. E La condesa Delmonte tenía u- na “amiga :queridisima en la conedsa “Valeria Artani, que ha. —Y nosotros lo mísmo, querl. do mío. Vamos, no hay que ha- cerse mejor que ellas; a mi me parece que hombres y mujeres no tratan más que de engañarse a ver quien lo consigue mejor... todo es secundario... hasta el amor. Marcelo no contestó. El coche se había detenido en la cancela de un elegante pala. cete de la plaza de Azzeglio. vr cho antes que Clara. ¡virtud de la condesa Delmonte, ¡y cuando quedá viudo se hizo to mon con build an estate, but settling an job. Efficient executorship demands a wide knowledge of tax laws, real estate values, investments, probate procedure and estate administration — knowledge which no one individual is likely to have. Yet without such knowledge, an estate thot took a lifetime to create moy shrink alarmingly in the process of settlement. Don't let that happen to your estate! Protect the property you own, the savings you are aecumulating, the TALLA investments you have made and the life insurance you are paying for— by nam- | ing the Valley National Bank as Executor.of your Will. 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Y subieron al coche que par-; tió a la, carrera después de ha.! ber recibido el cocher o las opor tunas ordenes de Rutilio. majestad de su porte, la exquisi ComoMaréelo fumase un ciga-¡t2 Perfección de sus manos se- rro de Virginia, Rutilio encendio|%as y afiladas atestiguaban en otro a su vez. ella su origen aristocrático. —Tenga la intención de diver tirme hasta la mañana—dijo echando la cerilla al viento. Marcelo suspiró. —¿Te diviertes tú aun? curo y las formas del pecho des aparecian bajo los rigurosos plie ba sujeta a una cinta de tercio. pelo negro tuna cruz de brillan. —Seguramente. —¿Y no te aburres nunca? |tes; un lazo de oro pendía de su —Nunca. cintura unido a un limosnero también adornado con brillantes La condesa sonreía poquísi. mas veces, hablaba siempre con gravedad y parecía no tener ex. pansión alguna. Sin embargo, de la chispa que de vez en cuan do salutaba rápidamente de sus - pupilas, de los movimienetos E | a Taquitos a 10 Apetitos — CHITO para sus niños. hal NATIONAL AA Teléfono: 3-2304 ¿Quiere Usted Verdaderos Antojitos Mexicanos? SOLO LOS ENCUENTRAN EN: LA CASITA centavos, Burros, Comida Limpla y Ingreseala ALIANZA HISPANO AMERICANA La Alianza Hispano Americana-és la Sociedad Fraternal de la Raza. La A- lianza expide pólizas de seguro para toda la familia a precios muy cómodos. Además se imparte protección a los 8o- cios. Tome un Seguro para usted y Vean al Señor CARLOS MORALES, Organizador Regional de la ALLA. davía más asiduo de la casa de Clara. E . Clara Barbieri, volvía al mundo¡dentes: he sabido tu llegada y he corrido a tu eencuentro para decirte que tu presencia en este momento le sería fatal. Marcelo se irguió: la slágri- mas se habían secado en sus ojos. —¿Qué decis, madre mía?...... ¿No debo ver a mi padre, qu quizás me lama? No lo pensais ¿es verdad? —Lo pienso... y lo quiero. —Perdonad, madre mia..... pe- ro no uedo obedeceros. —Lo haréis, si amais a vues. tro padre. El pobre joven estaba en un estado lastimoso... La condesa lo condujo a un salón donde se 'hallaba el conde Mario Ariani con los codos apoyados sobre una mesa y la cabeza sepultada entre las manos. Al ver entrar a la duquesa con su hijo saltó en ple como impul sado por un resorte. —¿Ha concluído? — balbuceó el aristócrata. No —contestó con calma la bía sido educada en el mismo|cordesa, —el médico asegura q' ¡convento y habíase casado mu.|vivirá todavía algunas horas: pero yo no quiero que Marcelo El conde Ariani era uno-de loslentre en su recámara antes que más ardientes admiradores.de la|su padre sea preparado. . —Tenéis razón. —Pero pensad— exclamó Mar celo, — que yo no podré resistir aquí mucho tiempo... ¡Como! mi Pasaron algunos años más,.. |padre-está: ahí, a dos pasos de y un día, con viva alegría del mi... ¡¿y no me es permitido ver conde Delmonte y con estupor |le?... ¡Oh! esto es demasiado y del os demás, 'se supo que: la|yo me rebelo a vuestra voluntad condesa Clara habla sido madre] En las nobles facciones del jo de un-hermoso niño que el con. |ven se leía una resolución impla de Mario había apadrinado y|cable. puéstole el nombre de Marcelo.| Clara cambió una mirada con Desde entonces acréció la a.|el conde Mario, y volviéndose a mistad entre las dos familias. El- nifio ereció entre el cariño ¡ , “1 hijo le dijo: —Pues bien; espérame aquí severo de su madre y la adora. |-*n instante, iré a ver cómo está día a todos sus caprichos. ¡¡Y, cosa etxraña! Clara. se fio, que a menudo se olvidab: de refiirle sus travesuras. Peru cuando Marcelo le hizo saber $u firme voluntad de seguir la ch. rrera militar, hubo un eataclts., mo en casa de la autera condesa Mas de nada valió: el niño se obstinó: tenía al. padre de su. parte y los otros cedieron. Apenas había. obtenido el jo. ven Marcelo el grado de subte. |; niente, cuando. ,la aventura le LA CASITA NO. 1 1021 $, Central Avenue Y MELL%, Propa. ó 4-3488 Vestía habitualmente de obs-|ción de su anciano padre que c- ¡tu padre... y volveré a buscarte. —Tened presente, madre mia, que si tardáis, rompo la consig- gués de su traje de seda. Lleva. |sentía tan orgullosa de aquel ni|na y entro en la cámara sin per iso. La condesa hizo un gesto de terror; pero sin contestar se ale. jó. El conde Mario trató de conso lar al joven oficial, pero éste no le oía, absorto en un solo pen. samiento, con el alma vuelta ha cia su padre. Transcurrieron cinco minutos. yla condesa compareció, páli da como una muerta, pero tran. quila. —Venid, hijo mio— dijo fría. me ntecogiendo una mano de Marcelo el cual se dejó guiar como un niño. Atravesaron muchas instan. cias severamente amuebladas y llegaron a la cámara del mori- bundo. Una hermana de la caridad rezaba el santo rosario sentada en un ángulo de la habitación. Junto al lecho estaban el sacer- dote a un lado, y al otro el doc. tor. Este estaba consultando el pulso. —¿Hay todavía alguna espe. ranza? —preguntó Marcelo con acento sofocado. F El médico se volvió... y en vez de contestar alzó los ojos al cie lo. Después abandonó su puesto, que Marcelo ocupó enseguida. El rostro del moribundo esta. ba desconocido, lívido, descarna do, con los ojos hundidos, las faciones convulsas,. ofrecía un estado de los más deplorables. Su respiración era afanosa, en- trecortada, sofocante: un sudor frío y viscoso le corría por la frente: de vez en cuando su cuer po se agitaba como dominado por dolores horribles, espasmó. dicos en todos los miembros. El moribundo tenía los ojos abiertos: Marcelo se inclinó so. bre él y ahogando sus sollozos apoyó sus labios ardientes sobre los labios ávidos, secos, de su padre. Continuará la semana entrante MEA MADAM ROSE —PALMISTA— Contesta todas las Preguntas de su Pasado, Presente y Futuro en Español. 4025 East Van Buren Siempre Abierto Enseguida del Wagon Wheel CE AE AMA SE VENDE UN MAGNIFICO LOTE En el lote están ya las Dases.. para la casa, es decir tiene los cimientos y el piso de cemento- listo para acomodar los ladrillos to y con alambre de lo mejor. SOL. El lote es grande y está Para información, pasen «a EL situado en la calle 33 y Este de la Madison. Í "Es la Botica de LA BOTICA RAMONA los Mexicanos” El más Escrupuloso y Rápido despacho de Recetas. 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