El Sol Newspaper, June 8, 1945, Page 2

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Página 2. EL SOL SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE A O A SPANISH PANÑ-AMERICAN WEEKLY NEWSPAPER Published every Friday by J. C. Franco Entered as second class matter March 20, 1940 at the Post Office | Phoenix, Arizona under the Act of Marcb 3, 1879 No nos 'hacemos responsables de las ideas emitid. colaboradores. Para precio de anuncio dirí or nuestros oficinas si- tuadas en 62 - S. 3rd. St. Teléfono 3-4943. Toda subscripción debe pagarse adelantada, y cuando el sub=crip tor desee que se cambie el envio del periódico a otra dirección, de- berá notificarlo y acompañar la suma de diez centavos. Per Year $2.50 SUBSCRIPTIGN RATES Six Months $1.75 All out-of-town subscriptions must be paid in advance for ut lenet a period of six months, All payments must be made to the Editor postal Address P. O. Box 2161 La Peste Labor Admirable de Medicina Militar en la lucha _contra las terri- bles Enfermedades > picales que en un Prin- cipio Causaron más Ba- jas que el Fuego Ene- migo Principia este relato en Gua- _ dalcanal, en un combate reñi- dísimo en que los norteamerica nos podrían haber sido vencidos, no por los japoneses, sino por los insectos y otras sabandijas portadores de gérmenes. Cuando empezaron a combatir en las selvas húmedas de las is- las de Salomón, los norteamerica nos sabían mucho acerca de las enfermedades intertropicales, pe ro no lo sificiente. Los insectos les declararon la guerra. y los hospitales empezaron a llenarse de enfermos. La malaria, el den gue, la disentería ponían a los soldados. fuera de combate tan eficazmente como las balas ja- ponesas. A veces la gente contra la filariosis. Esta enfermedad, transmitida por mosquitos, cau- sa grande hinchazón en varias glándulas y en las piernas. En las islas de Nueva Bretaña y Nueva Guinea, las tropas que combatían en el kunái —yerba alta de aquellas regiones— en- fermaban de fiebre de kedani, una de las dolencias más graves de los trópicos, así llamada del ácaro kedani (nombre japonés), que la transmite. En un campamento del Pacífi co que visité hace poco, leí un cartel que decía: “En guadalca- > nal, las enfermedades causaron diez veces más bajas que las balas japonesas”. Este es un cálculo bastante aproximado, y da idea de lo que allí pasaba. Los sóldados tomaban todas las precauciones posibles: po- nían mosquiteros en las coci- nas, desinfectaban las letrinas, quenteban la basura. Siempre que podían, tomaban agua depu rada de los tanques de distribu- ción y depuraban-la de sus can- tinploras, a fin de precaverse de los protozoarios que causan la disentería amíbica. Pero en la guerra de la selya al soldado se le agota a menudo el agua que lleva. Devorado por la sed en esas tierras abrasadoras, be- be lo primero que encuentra. A- demás, cuando está combatien- do, no puede ir a comer bajo un Phoenix, Arizona mosquitero, y las moscas y O- tros insectos se posan en los ali- mentos y con frecuencia los in- Í En Tarawa, la amenaza de las la enfermedades era mayor aún. En las selvas yacían ocultos cen tenares de cadáveres japoneses, ya en putrefacción, en los cuales se multiplicaban las moscas por millones. La disenterfa aumentó alarmamente. A No había suficiente DDT, el milagroso insecticida, para des- infectar el campo de batalla. Un médico de la infantería de ma- rina pensó en una preparación llamada *penita, que es arsenito de sodio. Dirigiose en seguida a C. E. Pemberton, primer en- tomólogo de la asociación de plantadores de caña de azúcar de Hawaí, quien ha tenido 20 años de experiencia con insectos intertropicales, y le preguntó: “Pueden destruírse larvas de moscas y mosquitos con penita? Pemberton contestó que sí, y que la penita mataba; también | moscas y mosquitos adultos, con tal que se la mantuviese persis- tente en sus efectos insecticidas como el DDT, serviría muy bién para los fines de que se trataba. Y asf en septiembre de 1944, cuando la invasión de Peleliu, los norteamericanos desembar- caron simultáneamente dos cla- ses de tropas: las del ejército y la infantería dq marina, cuya mi sión era exterminar japoneses, y las de sanidad, cuya misión era exterminar insectos nocivos. ¡En cada pelotón de sanitarios había quince hombres que lleva ban en sus mochilas rociadores llenos de penita. Los tiradores apostados y la artillería de los japoneses mataron varios de e- llos, pero los sobrevivientes per- severaron en su tarea hasta ter- minarla. Principiaron a rociar desde la orilla de la playa y a- vanzaron tierra adentro, pasan- do por las posiciones militares abandonadas, las letrinas, los de pósitos de vívires del enemigo y las chozas de los naturales. Tras de ellos vinieron rociadores Imecánicos, para regar los pan- tanos, las aldeas y los vivaques. En varios lugares, unos aviones especialmente equipados rega” ron el terreno con una disolu- ción de DDT. 1 Los resultados fueron pas- mosos”, me dijo un oficial del cuerpo médico. “Por primera vez en la histria militar de los tró- picos, las bajas causadas por los mosquitos como los que por no mosnuitos y los moscas fueron insignificantes.” Por ejemplo, el dengue era en- démico en Anguar, y gran nú- Ahora es muy poco lo q” desde nuestros sepulcros pedimos a ustedes para nuestros camaradas mn ¡Dénles a ellos armas, barcos y comida, medici- nas y cuidados de hospital! ¡Dénles la oportunidad de vivir, la oportunidad de gozar en las cosas por ¡Ellos no se desertarán tedes desertar de ellos! ¡COMPREN MAS BONOS HOY MISMO! Este mensaje lo . patrocina la: ¡ Nosotros Somos Los Muertos ! Nosotros dimos todo, para que ustedes vivan en paz! las que ellos pelean! de ustedes! ¡No deben us- 401 N. 9th. Ave mero de los naturales sufrían de él, aunque ligeramente. Las fuerzas norteamericanas estu- vieron allí 21 dias. sin que en ellas se registrara ni un solo ca- so de la enfermedad. En una de las divisiones del ejército hubo sólo siete casos lo probable es que los enfermos la contajearon en otra parte. En ¡el afán del cmbate, algunos in- |fantes de marina alvidaron to- ¡mar su dosis regular de meto- quina, y ocurrieron setenta y dos casos de malaria entre sol- dados que ya la habían tenido; pero no fue necesario retirar de las filas sino a cuatro de ellos. En Saipán, encontraron las fuerzas densas de nubes de mos- cas (resultado de la ley japo- nesa que prohibe matarlas). Mo- viéndo rápidamente la mano de un lado al otro, podían cogerse cien moscas de un golpe. Se. le metían a uno en las narices y los ojos, y formaban densos en- jambres en las cocinas y letri- nas. : : Para combatir esta plaga, se cargaron varios aviones con una solución de DDT, la cual re- garon por toda la isla. Los pilo- tos, con peligro de la vida, eje- cutaron su tarea con la mayor eficacia posible, volando casi al nivel de las copas de los ár- boles. Actualmente no hay en Saipán tantas moscas ni mosqui tos como los que por lo común se hallan en una región de los Estados Unidos de igual tama- ño. El dengue, antes endémico en la isla, ha desaparecido. No ¡hay=malaria ni disentería. A El peor enemigo fué la larva diminuta del kedani, ácaro cu- ya picadura transmite la peli- grosísima fiebre del mismo nom bre. Vastos campos de kunái, que a veces alcanza una altura de seis metros en la Nueva Gui nea, la Nueva Bretaña y las is- las vecinas, sirven de morada oculta y segura a gran número de ratas, en las cuales, según parece, viven los kedanis como parásitos. Del primer caso de la enfermedad se dió aviso en di- ciembre de 1943, En unas pocas semanas ocurrieron 230 más. De los enfermos murieron 22, y mu- chos de los que se curaron de la fiebre quedaron con desórdenes cardiácos permanentes que los incapacitaban para el servicio militar. Sólo el cuidado escrupu- loso que se dió a los enfermos impidió que la mortalidad fuese mucho mayor. En Birmania, don de las trospas expedicionarias tuvieron también que combatir en la: profundidad de las selvas sin asistencia médica adecuada hubo proporcionalmente muchí- simas más muertes. Los solda- dos decían chanceándose que es |ta enfermedad era “el arma se- ¡creta de los japoneses.” Los médicos de las fuerzs nor- teamericanas en las regiones malsanas del Pacífico establecie ron un régimen profiláctico se- vero. No dejaron en pie yerba ni arbustos. En todos los cam- pamentos se quemaba cuanto ha bía en el terreno, se regaba éste con líquidos insecticidas y se advertía a los soldados que no se sentaran ni se acostaran en el suelo pelado,. Toda la ropa, —uniformes de campaña, polai- nas, calcetines, etc.— debía su- mergirse en una disolución de DDT. Para exterminar las ratas se empleó un sistema ingenioso que produjo muy buenos resul- tados: en comederos apropiados se ponían durante unos seis días alimentos sanos de los que les gustan a esos roedares. Cada día aumentaba notablemente el número de los que iban allí' a comer, al séptimo día se ponían en el comedero alimentos enve- nenados, y las ratas perecían por millares. Con estas medidas, la fiebre de kedani dejó de ser amenaza grave. En las aldeas, los bohios 'de paja, desprovistos por completo de medios sanitarios, eran tam- bién focos de infección. Los na- turales sufrían de dengue y ma- laria, de pian y otras eenferme- dades cutáneas, de tuberculosis y desórdenes provenientes de pa- rásitos intestinales. En los trein ta días que siguieron a la ocu- paciónn de las islas Marianas por las fuerzas de los Estados U- nidos, se dió tratamiento médi- co, inclusas muchas operaciones, a 17,000 indígenas, de los cuales murieron 508 de disentería y des nutrición. Ñ El gobierno militar y naval es tablecido por los norteamerica- nos limpió los pueblos, destruyó las inmundicas, e hizo regar con rociadores mecánicos todas las aguas estancadas. Con objeto de atender al problema de la des- nutrición hizo que las mujeres recogieran sistemáticamente raí ces de colocasia, con las cuales se hace en poi (pasta fermen- tada) y kankong— una verdura del país— para enriquecer las ra de malaria, y| “lla formación de úlceras asque- ciones distribuidas por la inten- dencia. Noventa días después Ide haberse implantado las me- didas sanitarias mencionidi ss, el núme:o de enfermos que hubo que tratar bajó a 400, y no ocu- rrieron sino 50 defunciones. Se espera suprimir casi por compjle to la desnutrición y las enferme- dades crónicas, y reducir así la mortalidad muy notablemente. En las islas Marshail, el 90 por ciento de la población sufre de pian, enfermedad análoga en varios respectos a la sífilis, ca- racterizada por la hinchazón do- lorosa de las articulaciones y rosas. Quienes padecen de ella, pronto quedan incapacitados pa- ra el trabajo. Ya se ha extirpa- do casi por completo con inyec- ciones intravenosas de compues- tos de arsfenamina. En enero de 1945 no hubo que tratar sino a un enfermo. Actualmente los gobiernos mi- litares de las islas enseñan hi- giene a los naturales y los hacen tomar medidas sanitarias. A mu chas mujeres indígenas se les ha enseñado el oficio de enferme ras, Y se ha establecido un sis- tema eficaz para el cuidado y el bienestar de los niños. 1 cos que los norteamericanos pres tido la propaganda de los japo- neses, que les habían hecho cre- er que los los soldados ameri- canos eran una caterva de ase- sinos. Cuando las fuerzas expedi cionarias ocuparon a Peleliu, los habitantes volaron despavoridos a esconderse en cuevas, huyen- do de la matanza a que se herefan condenados. Casi todos padecían de desnutrición, enfer- medades cutáneas y parásitos in testinales, y se hallaban en un estado lastimoso. Inducidos a q' salieran de sus guaridas, reci- bieeron tratamiento médico, y muchos de ellos se restablecie- ron. De entonces acá las enfer- medades han disminuido muy notablemente, En diciembre de var al hospital sino a tres enfer- 1904, no hubo que llevar al hospital sino a tres. enfer- mos. Los jefes chamorros de las Marianas firmaron una mani- féstación de reconocimiento por el beneficio que recibieron, y ahora sirven agradecidos y de buena gana a los norteamerica- nos. No se crea que con lo EnuoMo;| que se ha hecho están ya fuera de cobate la malaria, el dengue yla disentería, ; pues aún ocu- rren algunos casos. También ocu rren casos de una enfermedad cutánea que los soldados lla- man crud, semejante a la cule- brilla, causada por el sudor ex. cesivo y las pocas comodidades para el aseo personal. Pero las enfermedades — intertropicales han cesado de ser, como antes, una gran amenaza; y ya no ocu- rren aquellas epidemias devas- * Los esmerados servicios médi- ¡ tan a los naturales han desmen | tadoras que en poco tiempo aca- | baban con millares de habitan- | tes o loz incapacitaban. “Puedo | afirmar”, me dijo un médico | de la armada, “que hemos redu- | cido las bajas causadas por los mosquitos y las moscas a cua- tra centésimas, o un veinticin- coavo, de lo que eran en 1942. Pero es preciso no flaquear en la vigilancia, no sólo en bién de las tropas y de los indígenas, si- no de la población de los Estados Unidos y de otras naciones a las que constantemente llegan aero planos y buques procedentes de los teatros de la guerra. Todos los días salen de Leyte, Saipán y otras islas del Pacífico gran- des aviones hospitales de trans- porte que llevan heridos a los Estados Unidos. Un solo insecto portagérmenes o un solo micro. bio patógeno que llegue en esos aviones, puede causar una nfer- medad que se extienda rápida- mnte. Por eso cada avión se des- infecta en el lugar de donde sa- le y en todos los lugares interme dios donde para. - VACILON DE DON TEJONES El espíritu pujante lde la raza mexicana, brilló en el teatro Azteca durante esta semana, hubo auge de alegría dulce trinar en el arpa del Profesor Andrés Huesca, y fiesta de diez guitarras q' hacían fuego en las canciones más sentidas y más bellas de la tierra mexicana; Canciones las más hermosas, repujadas de pasiones, de recuerdos y dulzuras que dieron al corazón la conciencia más ufana para decir con orgullo: ¡No hay canción más hermosa que la canción mexicana! En los aeródromos del Pacífi-|1 05 mexicanos de Phoenix, co hay trampas para coger insec tos de toda clase. Cuando los aviones llegan a Honolulú, los todos fuimos al AZTECA y aclamamos delirantes a los Costeños de Huesca insectos se meten en sobres y se al MAESTRO que en el arpa nvían a C. E. Pmberton, estomó- | oficia cual sacerdote logo de la asociación de planta- levantando la bandera dores de caña de azúcar, en el ge la patria mexicana, laboratorio de la cual se identifi poniendo en alto su arte can y separan, comparándolos sy música y sus canciones, con los 200.000 ejemplares clasi- dulce manjar que conforta: ¡ficados que ya se tienen, Y S€ el alma y los corazones averigua cuáles son portadores de los que aman a México, d gérmenes, Hasta ahora, nin-[.u gjoria y sus tradiciones. guna enfermedad nueva ha lo- grado traspasar estas avanza-|vuelva a la PATRIA el maestro das sanitarias. con sus charros guitarristas La experiencia que los médi-¡y sus chinas cantadoras, cos de las fuerzas norteamerica- | llevando noble mensaje nas han tenido en las islas inter- tropicales del Pacífico, será de sumo valor en la postguerra. Las enfermedades que valieron a al- gunas de esas islas el nombre de “sepulturas dél hombre blanco”, dejaron de diezmar las guarni- ciones. Los turistas y agentes viajeros estarán tan bien prote- gidos contra las enfermedades en tales regiones como lo están en cualquier país civilizado. Los japoneses no serán los únicos vencidos: también lo serán los microbios. E E DALEREDRORD DDD COMPPEN MAS 30N0S DE GUERRA! GIFS SAA NUEVO SURTIDO fLa más Conuipleta Línea de Cosméticos. lANDERSON'S DRUGÍ¡ STORE Í Í 3102 South Central Avenue ( Í Se Había Español 7] II e 600D YEAR SHOE SHOP * 15 S. 1st. Ave., Phoenix Arizona. Hacemos toda clase de repara ciones de calzado Operarios Competentes SILVAS eS 118 East Washington St. A Ocurra al z: or ES LIEND Está de venta en ESAS IAS LA MEJOR FOTOGRAFIA EN PHOENIX Abierto 12 horas diarias y los domingos de las Y a la 1 de la tarde DADA FS ZA PAGADA DS DAGA ZA PAPAS DS GAZA COMPREN MAS BONOS DE GUERRA COMPREN MAS BONOS DE GUERRA nn "API IZA GATA A 4 STUDIO . 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[neo el nombre de la patria Y que vengan esos cinco para Ramiro Cortés, el líder que siempre viene * como lucero del alba, trayendo a Phoenix artistas que le dán gloria a la RAZA, y nos dejan encantados cuando por aquí nos pasa RAMIRO con los paisanos, los artistas mexicanos. A ES El Gran Ledón ha probado LS A UA que se carga cuatro vidas y que sabe manejar avión y paracaídas. Precisamente en su finca la simpática SUMIDA, ha calado el giroplano que inventó don AGAPITO, tán reparador por cierto que allá por la estratoesfera hechó fuera al gran LEDON; dándonos la gran sorpresa, pues cayó muy paradito y fumando el habanero que le regaló el gran TITO. Motivo justificado para que se celebrase la hazaña con buen tepache que preparó el Brigadier don Tito Jr. Ibarra, Viernes 8 de junio de 1945. y que se vende a razón de veinte dollars la jarra. Al saber esta proeza el popular don Natalio, cargó con el gran Ledón, con Tito y con don Tejones, dándoles Vermut Torino que en su bodega lo hay por barricas y galones, con lo cual se inspiró mucho el bizarro Brigadier, e incontinenti hizo la más grande apología del inmenso y Gran Ledón, declarándolo tán corso como el mismo Napoleón, más globero que Cantoya y más rico que Don Mario el afamado Cantinflas, “ quien con su dinero tiene muy encantadoras ninfas, El señor don Feliciano vió en las comparaciones poca cosa para él, . excepto en lo de las ninfas, porque al oirlas nombrar, suspiró con emoción, se levantó la botella, dió después una tosida y declamó su querella: Si pudiera yo contar con tres ninfas o sirenas, » como quieran llamarlés ne pasaba este verano sin salir de la SUMIDA, viendo la preciosa alberca con acuáticas beldades llenas de gracia y de vida. Así si disfrutaría Jel GORDO que me saqué, y más dichoso seria si yo contara con ellas, algo de uva y con rapé. No es esto pedir mucho, -sostuvo don Feliciano- pa hay en Phoenix muchos batos que no le aflojan al. puro, L lo chupan cual biberón sin tener mérito alguno. Esos chupones jamás han tenído como yo un GORDO sobre su mano, sólo tienen buena pata y presumen de jaitones cuando en cada paso enseñan el cobre de sus talones. Yo a las alturas me subo y a las llanuras me bajo,. y solamente tropiezo con gordos y con trabajo, sin embargo, soy el dueño de la finca más florida en el gran Valle del Sol Muchos envidian mi finca y quisieran La Sumida para hechar mayor barriga, pero juro por Sansón, que si me siguen moliendo les dejo caer la viga más grandota del mezón que hay en las maravillas, donde muchos van por lana y regresan sin costillas. Esto que les cuento ahora ¡de podrán ser indiscreciones, peor algo ha de decirles vuestro siervo: DON TEJONES. COMPREN MAS BONOS DE GUERRA e NDENENRSODNO NEDERLAND A- DAL AD GOA E ¿Quiere Usted Verdaderos Antojitos Mexicanos? 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